Disidencia digital, ciberfeminismo y mediactivismo

Luna Mancini habló con Lulú Barrera, destacada defensora de los derechos de las mujeres, con motivo de su participación en la conferencia internacional sobre innovación democrática, DecidimFest.

Texto de 10/11/21

Luna Mancini habló con Lulú Barrera, destacada defensora de los derechos de las mujeres, con motivo de su participación en la conferencia internacional sobre innovación democrática, DecidimFest.

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Mientras avanzamos hacia una sociedad cada vez más híper conectada e interdependiente, el desarrollo tecnológico está cambiando la economía, las relaciones de poder, los modelos de gobernanza y las relaciones con el planeta. El diseño de las tecnologías y cómo se extienden en las sociedades, despliega futuros inciertos, que piden ser identificados y analizados.

Escuchar a las voces más destacadas en el campo de la disidencia digital y de la reflexión sobre el futuro de la tecnología, que forma parte del futuro de la sociedad y de sus formas de organización, es fundamental. En esa línea y con el objetivo de generar un espacio de debate y reflexión público en torno a los principales temas que cruzan la transformación digital de la sociedad, del 20 al 22 de octubre, se llevó a cabo en Barcelona del DecidimFest bajo el lema Tecnología, democracia y justicia global.

Evento de referencia en el ámbito de la innovación democrática, inclusiva y sostenible, esta conferencia internacional reunió ponentes de muy variadas procedencias, que abordaron temáticas clave como la justicia algorítmica y climática, la vigilancia masiva, las infraestructuras digitales, la necesidad de crear espacios seguros en Internet, el impacto de las plataformas ciudadanas y la lucha contra las violencias digitales. Desde México intervino Lulú Barrera, fundadora de la colectiva Luchadoras, integrante de la dirección de Amnistía Internacional, la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México y la Red de Innovación Política en América Latina.

Barrera habló de su experiencia en lucha para una Internet libre de machismo, misoginia y violencia contra las mujeres, planteando cómo evitar que las desigualdades se repliquen en el espacio digital. En este texto se retoman los ejes centrales de su discurso.

Mediactivismo y ciberfeminismo en México

Las estrategias de ciberfeminismo y mediactivismo se vinculan directamente con el crecimiento y la transformación del movimiento feminista. Su búsqueda de la transformación social para la justicia y la igualdad entre géneros, pasa por apropiarse de la tecnología para crear espacios virtuales con un potencial transformador de las normas de género tradicionales. En México, estas estrategias han multiplicado el alcance de las oleadas de indignación derivadas de violencia extrema hacia las mujeres, impactando no solo en lo online sino, también, en lo offline.

“Pues, aunque los feminismos son para todas, no todas hemos tenido acceso al discurso y a la educación para conocer la crítica feminista.”

La coordinación entre las redes de Internet y las redes colectivas comunitarias han permitido la creación de estrategias organizativas inéditas. “Las nuevas voces que aterrizan el discurso feminista, traducen los conceptos complejos a un lenguaje más accesible. Pues, aunque los feminismos son para todas, no todas hemos tenido acceso al discurso y a la educación para conocer la crítica feminista. Algo muy bonito de los feminismos, hoy, es que son capaces de conectar con la experiencia y los cuerpos de las mujeres y, por esto, está resonando con mujeres muy diversas.”

La #PrimaveraVioleta —primera gran movilización feminista ocurrida el 24 de abril de 2016— se apropió de la red y del espacio público, generando núcleos organizativos tanto en la Ciudad de México como en otras 40 ciudades de 27 estados. “Desde entonces, el contagio y la expansión de acciones ha mantenido una constante movilización en contra de la violencia de género que se vive en México. Las estrategias no tradicionales del feminismo académico logran contagiar y, progresivamente, aumentar el cuerpo colectivo de las que estamos luchando y desarrollando una conciencia, un discurso y una práctica en contra de la desigualdad de género.”

La difusión del hashtag #SiMeMatan, derivado del feminicidio de Lesvy Berlín Osorio en la Ciudad Universitaria y la reacción generalizada y de algunas autoridades al revictimizarla, “nos hizo ver que las mujeres estamos hartas, conscientes y dispuestas a usar los medios tecnológicos para reaccionar ante los eventos de violencia contra las mujeres y protestar en las redes sociales”. Entre 2018 y 2019 la emergencia del #Metoo mexicano generó un eco determinante que fue seguido por otros eventos: #SeVaCaer, la marea verde por la despenalización del aborto, la movilización de la brillantinada o la revolución del glitter (como símbolo de la lucha feminista contra el feminicidio), entre muchas otras. “Y a partir de ahí la ola crece y las formas de manifestación se van radicalizando. Las mujeres empiezan a tomar los edificios públicos, los monumentos, a intervenirlos con pintadas y mensajes.”

Pese a las primeras voces de alerta y temores en torno al coronavirus, la manifestación feminista del 8 de marzo 2020 fue la más grande de la historia mexicana y las pérdidas derivadas del paro del 9 de marzo “para decir basta a la violencia de género” fueron millonarias. En este contexto, Luchadoras entrevistó a mujeres muy distintas, aunque afectadas de igual forma por la violencia patriarcal. 

“Fue la primera vez que mujeres de generaciones que habían vivido la violencia desde el silencio y el estigma, se movilizaban y hablaban de feminismo. Una de las consignas que más me gustan de estos momentos es “el miedo cambió de bando”. El miedo había estado instalado del lado de las mujeres -si denunciábamos en lugar de víctimas éramos culpables. Ahora, con este acuerpamiento colectivo, el miedo está del lado de los acosadores porque ya nos dimos cuenta de que juntas cambia la relación de poder”.

Visibilidad y odio en Internet, ¿qué hacer?

La pandemia demuestra cómo el debate que se despliega en las redes sociales es fundamental al mantener la organización colectiva feminista a pesar del confinamiento y el abandono del espacio público y en un contexto en el cual el discurso presidencial desestima la gravedad de la lucha (aunque #NosotrasTenemosOtrosDatos). El cambio generacional que sabe apropiarse de los discursos y los usos de la tecnología a través de las plataformas en internet “genera una onda expansiva que inició siendo una detonación promovida por las feministas más jóvenes, pero alcanzó un grado de réplica comunitaria que va más allá de las redes sociales y posiciona el tema en la discusión pública, superando barreras y detonando un rompimiento. No estamos pensando igual hoy —la violencia y el acoso— que antes”.

“…Barrera señala cómo el efecto multiplicador de la organización colectiva también supone un poder replicador de las violencias, provocando una oleada de descrédito, violencia virtual y odio contra las feministas.”

La visibilidad y el protagonismo mediático que la lucha feminista en México ha alcanzando y mantenido en los últimos años, conquista un espacio que no se había conseguido desde el diálogo. Sin embargo, Barrera señala cómo el efecto multiplicador de la organización colectiva también supone un poder replicador de las violencias, provocando una oleada de descrédito, violencia virtual y odio contra las feministas.

“Esta reverberación del discurso ha generado mucho odio en las redes sociales y, desde la acción directa en monumentos o la toma de instituciones públicas, ha generado mucha desconfianza por parte de sectores que despliegan mensajes y discursos públicos hacia esas nuevas formas de protestas feministas, que se están desplegando en las calles. Y, así, asistimos al recrudecimiento de la violencia cibernética contra las mujeres”.

Las formas de violencia digital limitan los imaginarios más emancipadores, libres y autónomos que puede ofrecer la tecnología. Es necesario crear espacios seguros y combatir las narrativas heredadas que replican los discursos sumisos y discriminatorios, aprovechando el espacio digital como un territorio de transformación de normas culturales que contribuya al ejercicio de los derechos de las mujeres y de las identidades diversas.

“Las desigualdades estructurales se replican en Internet. Tenemos que pensar en estrategias creativas y acciones decididas, sin esperar a que la situación se agrave todavía más, para lograr que el espacio digital no sea un espacio replicador de violencias y desigualdades sino que pueda estar al servicio de un poder transformador mucho mayor”, concluye Barrera. EP

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