En algún momento, de tanto mirarlos, de tanto escrutar sus rostros agrietados por la intemperie, la maraña de sus cabellos apelmazándose como si fueran nidos, las hilachas ennegrecidas de su ropa, comencé a preguntarme si el vagabundaje y la indigencia serían resultado de una decisión consciente, de un abandono paulatino o más bien de las circunstancias y la fatalidad.