Paloma Pasajera | Perezosos, polillas y algas: arriesgando el pellejo por el pelaje

¿Por qué los perezosos bajan al suelo a defecar si esto supone un gran riesgo para su vida? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta cómo se resolvió este enigma evolutivo.

Texto de 21/01/25

perezoso

¿Por qué los perezosos bajan al suelo a defecar si esto supone un gran riesgo para su vida? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta cómo se resolvió este enigma evolutivo.

Tiempo de lectura: 6 minutos

“La lentitud, el dolor cotidiano, y la estupidez son los resultados de esta extraña y arruinada conformación”. Cualquiera pensaría que cuando el conde de Buffon profirió estas palabras se estaba refiriendo a su peor enemigo, y no a un calmado y adorable perezoso. Pero no, no contento con su ofensa inicial, remató con “Estos perezosos son la forma más baja de la existencia. Un defecto más y sus vidas serían imposibles”. Si por Buffon hubiera sido, mandaba a todos los perezosos a la guillotina, pero la Revolución francesa aún no sucedía —y para cuando sucedió, Buffon ya había fallecido, y eso le permitió a los revolucionarios sacar su ataúd y robar la tapa para hacer balas con el plomo—.

Ahora, tampoco juzguemos tan duramente a Buffon, finalmente hizo mucho por el conocimiento natural del mundo, planteó por primera vez varios problemas evolutivos —aún antes que el mismo Darwin—, y abogó por una Tierra mucho más antigua de lo que la iglesia siquiera se atrevía a imaginarse. Además, los perezosos parecen no haber tomado demasiado a pecho las palabras del francés.

Pero esto no impide seguirnos maravillando, en este mundo cada vez más estrepitoso, la calma del perezoso resulta casi incendiaria. Su fidelidad a la inercia de la quietud hace pensar que todos sus movimientos han sido calculados sin prisa alguna, que no se va a mover a menos que sea absolutamente necesario. Y es en este punto que se formula uno de los mayores enigmas de estos peludos adornos forestales: ¿para qué diantres bajan de los árboles a cagar?

Perezoso en el suelo
Foto de Roger Burkhard en Unsplash

Bueno, me dirán que incluso el animal con uno de los metabolismos más lentos —los perezosos son igual de lentos por dentro que por fuera y defecan una sola vez a la semana—- tiene que, en algún momento de su vida, evacuar, y les daría la razón completa. No hay nada más natural —caga el rey, caga el Papa, caga el buey, caga la vaca—. La pregunta es: por qué bajar al suelo para hacerlo. Los perezosos pasan su vida de rama en rama, únicamente descienden al suelo a depositar los resultados de su herbívora digestión. Pero no es solamente la pereza de abandonar las ramas y las alturas, ¿quién no ha intentado maximizar el tiempo bajo las cobijas antes de pararse a ir al baño?, sino que para los perezosos, obrar en el suelo consume cerca del ocho por ciento de su gasto energético diario.

“Cerca de la mitad de los eventos de depredación registrados hacia los perezosos suceden en o muy cerca del suelo.”

Para seguir sumando a esta paradoja perezosa, la defecación terrestre es un asunto de vida o muerte. Los perezosos y el Tigre de Santa Julia comparten su momento más vulnerable. Cerca de la mitad de los eventos de depredación registrados hacia los perezosos suceden en o muy cerca del suelo. Las ramas les ofrecen seguridad y protección, en el suelo son tan lentos como indefensos. Al menos mueren al lado de su última obra.

Tuve la fortuna —según ciertas creencias populares— de que, en el primer día del año, un pájaro descargara sus intestinos sobre mi hombro izquierdo. Así que no puedo evitar preguntarme, ¿hay alguna complicación aún más letal para que los perezosos no hagan lo mismo, cómodamente colgados de alguna rama frondosa? Al parecer, no. Los perezosos actuales se pueden dividir en dos grandes grupos: aquellos con dos dedos y aquellos con tres. Los perezosos de dos dedos parecen defecar indistintamente desde las ramas o desde el suelo. Mientras que los perezosos de tres dedos lo hacen casi exclusivamente en el suelo.

¿Qué guía estas diferencias? ¿Por qué no hacerlo siempre desde la comodidad y seguridad de una rama? El dilema estaba propuesto, y un grupo de científicos decidió adentrarse en este fértil dilema. Zachariah Peery, Jonathan N. Pauli y sus colegas de diversos institutos estadounidenses fueron a Costa Rica a estudiar a los mamíferos más lentos del mundo e intentar por fin resolver este enigma evolutivo.

Las selvas húmedas son el ecosistema exuberante por antonomasia. En cualquier árbol podemos observar cómo le crece una enredadera encima, sobre la que vive otra planta, sobre la que se pasea una hormiga o algún otro bicho, al que después le crece un hongo. La vida en estos parajes parecería no necesitar más sustento que la vida misma —el suelo de las selvas es en realidad, bastante pobre en nutrientes—. Todos los organismos están usando, reubicando y reciclando todos los nutrientes del entorno para continuar el ciclo y crecer crecer crecer constantemente, desdibujando los límites entre un organismo y el otro. Así que tenía sentido para el grupo de científicos usar esta aproximación: analizar a los perezosos no tanto como individuos, sino como un ecosistema en sí mismos.

“El pelaje de los perezosos es a su vez una densa selva. Cada uno de sus pelos tiene grietas que se saturan con agua después de las lluvias o el eventual cruce de algún río.”

El pelaje de los perezosos es a su vez una densa selva. Cada uno de sus pelos tiene grietas que se saturan con agua después de las lluvias o el eventual cruce de algún río. Estas pozas capilares son colonizadas por algas que crecen hidropónicamente en los jardines más pequeños de la selva americana. A nivel macroscópico los perezosos también son habitados por distintas polillas del género Cryptoses. Y estas polillas fueron las primeras en dar una pista al grupo de investigación.

Polillas sobre pelaje del perezoso.
Varias de estas delgadas polillas son visibles en el cuello y el espéculo medio dorsal de este perezoso macho de garganta marrón y tres dedos (Bradypus variegatus griseus). Flickr.

Las y los investigadores lograron contar, medir, y pesar la flora y fauna de catorce perezosos de dos dedos y diecinueve perezosos de tres dedos. La diferencia era clara. Los perezosos de dos dedos portaban en promedio cuatro y media polillas, mientras que sus pares tridáctilos cargaban con un poco más de quince polillas cada uno. Más de diez polillas de diferencia. La pista era, además, bastante buena, ya que las polillas están relacionadas directamente con los excrementos de los perezosos.

Cuando los perezosos bajan al suelo a cagar, algunas de las polillas que los acompañan aprovechan para depositar sus huevecillos en la popó de sus hospederos. Así aseguran que las larvas cuenten con alimento abundante en sus primeros días de vida, lo cual les permitirá llegar a adultos y buscarse su propio perezoso para colonizar. Pero ¿cómo beneficia esto a los perezosos? ¿Arriesgan el pellejo simplemente para echarle la mano a sus compañeros alados?

Sigamos explorando los resultados de Peery, Pauli y su grupo. Al medir la composición química de las algas en el pelaje de los perezosos, notaron que entre más polillas tuviera un perezoso, sus algas tenían una mayor cantidad de amonio y de distintos lípidos. Uno de los elementos más escasos en la selva —y en general en casi cualquier ecosistema del mundo— es el nitrógeno, y una de las maneras en que los organismos mejor pueden utilizar el nitrógeno es cuando viene en forma de amonio (NH4+). Lo que propone el grupo de investigación —en un artículo publicado en la revista Proceedings of the Royal Society— es que las polillas fertilizan los jardines de algas en el pelaje de los perezosos y esto les permite tener algas más nutritivas de las que, posteriormente, los perezosos se podrán alimentar. Ya sea por haberse posado en el excremento de los perezosos o en el suelo de la selva; o ya sea por una muy leve descomposición que sufran las polillas a manos de los hongos y demás microbios que también habitan el pelaje de los perezosos —escamas que poco a poco van cayendo, por ejemplo—, las polillas acarrean nutrientes hacia las pozas capilares de los perezosos.

En el pelaje del perezoso se pueden ver las algas que crecen sobre su cuerpo
Flickr

Sin embargo, la pregunta inicial ahora se voltea. Viendo este beneficio, entonces ¿por qué no todos los perezosos descienden al suelo a evacuar sus tripas? La respuesta está en la dieta. Los perezosos de dos dedos son más generalistas, además de hojas, también consumen frutos y alguno que otro bicho de la selva, lo cual hace que su dieta sea mucho más nutritiva que la de sus hermanos de tres dedos quienes comen hojas —y sus algas cultivadas— de manera exclusiva. Y por lo tanto necesitan de toda la fertilización que puedan recibir.

Así es como esta colaboración tripartita pasa por los jardines más pequeños de la selva, a los huevecillos y alas de las polillas, a las tripas del perezoso. Y sube y baja de la floresta, una vez a la semana.

Ligas ligables

A continuación, una serie de recomendaciones de material con el que me he encontrado este mes y, aunque no necesariamente tiene que ver con perezosos y algas, sí tiene que ver con el medio ambiente. Tengan, para que se entretengan:

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