
¿Cómo nombrar el proceso que trajo de vuelta a la vida al lobo huargo? Agustín B. Ávila Casanueva reflexiona sobre la desextinción de especies que propone la empresa Colossal Biosciences.
¿Cómo nombrar el proceso que trajo de vuelta a la vida al lobo huargo? Agustín B. Ávila Casanueva reflexiona sobre la desextinción de especies que propone la empresa Colossal Biosciences.
Texto de Agustín B. Ávila Casanueva 29/04/25
¿Cómo nombrar el proceso que trajo de vuelta a la vida al lobo huargo? Agustín B. Ávila Casanueva reflexiona sobre la desextinción de especies que propone la empresa Colossal Biosciences.
El pasado lunes 7 de abril, tres artículos periodísticos daban cuenta de un suceso, en teoría, sin precedentes: la desextinción del lobo gigante, o lobo terrible, o lobo huargo, Aenocyon dirus. Periodistas de las revistas Time, WIRED y el New Yorker fueron invitados a una pequeña reserva, cuya localización se mantiene en secreto, para conocer a tres cachorros de lobos terribles: Rómulo, Remo y Khaleesi. Rómulo y Remo —nombrados en honor a los gemelos amamantados por una loba que, según el mito, fundaron Roma— cuentan con cinco meses de edad, mientras que su hermana Khaleesi —nombrada en honor al personaje de Juego de Tronos cuyo emblema es un dragón, no un lobo (¿tan difícil era ponerle Nymeria?)— cuenta con tan solo dos meses. A Colossal Biosciences, la empresa privada que clonó a estos lobos terribles, le hubiera encantado presentar también a la hermana de Khaleesi, sin embargo, la cuarta loba murió a los diez días de una infección intestinal.
SOUND ON. You’re hearing the first howl of a dire wolf in over 10,000 years. Meet Romulus & Remus—the world’s first de-extinct animals, born on October 1, 2024.
— Colossal Biosciences® (@colossal) April 7, 2025
The dire wolf has been extinct for over 10,000 years. These two wolves were brought back from extinction using… pic.twitter.com/wY4rdOVFRH
¿Qué son estos lobos? No lo sabemos con certeza. Solo sabemos lo que los investigadores Beth Shapiro y Ben Lamm, encargados del proyecto en Colossal Biosciences, le dijeron a las tres revistas mencionadas, y nada más. Hasta el momento no hay ningún artículo científico revisado por pares que explique a detalle el procedimiento utilizado. Aunque esto no es completamente responsabilidad de la empresa —los artículos periodísticos debieron haberse publicado junto con un artículo científico, pero The New Yorker rompió el embargo y publicó antes de tiempo, forzando a las otras revistas a hacer lo mismo—.
Shapiro ya tenía experiencia en el tema. Fue parte del grupo de investigación que, en 2021, publicó el análisis de cinco genomas antiguos de lobos terribles. En este estudio, los investigadores concluyeron que estos lobos —uno de los principales depredadores de la Era del Hielo en América del Norte—, aunque muy parecidos a los lobos grises, tuvieron una evolución aislada que divergió del resto de los cánidos actuales hace cerca de 5.7 millones de años. Es decir, tuvieron toda una historia evolutiva independiente, que, azarosamente, terminó coincidiendo bastante con la del lobo gris.
Y ahí está el detalle (o parte de él) —no desextingan a Cantinflas, por favor—. Lo que el sentido común nos diría es que desextinguir a una especie implica obtener un organismo prácticamente indistinguible de cualquier otro miembro de la especie extinta en cuestión. Lo que Colossal Biosciences hizo fue extraer nuevamente ADN de restos fósiles de lobos terribles — un diente de 13 mil años y un hueso del oído interno de 17 mil años—, analizar su genoma de manera mucho más profunda que en el artículo del 2021, compararlo con el genoma del lobo gris y encontrar genes que pudieran estar relacionados con su fenotipo, es decir, con cómo se ve el organismo. Así, seleccionaron catorce genes que se relacionan con el tamaño general del lobo, con hombros más anchos, una quijada más prominente y un pelaje blanco. El equipo de Colossal obtuvo un tipo de células sanguíneas —llamadas células progenitoras epiteliales— de lobos grises, extrajo sus núcleos (donde se encuentra casi todo el material genético) y modificó estos catorce genes con veinte cambios puntuales en total. Colossal lo anuncia como el mayor número de ediciones genéticas realizadas a un animal. No sabemos cómo realizaron estos cambios, aunque lo más probable es que hayan utilizado la tecnología CRISPR .
Los núcleos de lobo gris editados genéticamente fueron implantados en óvulos de sabuesas —necesitaban perras grandes para gestar a un lobo gigante—. A ocho sabuesas se les implantaron 45 óvulos cada una. Cinco de ellas no lograron quedar embarazadas, dos dieron a luz a Rómulo y a Remo, respectivamente, y una más dio a luz a Khaleesi y a su hermana. Estos números nos hablan de una eficiencia aún bastante baja, aunque comparable con otros experimentos de clonación. Y es que estos lobos terribles son, en realidad, clones de lobos grises modificados genéticamente para parecerse a los lobos terribles. Ni una sola letra del ADN de los lobos terribles está presente en estos tres cachorros. Podría decirse que son híbridos de perro, ya que las mitocondrias de los óvulos que dieron lugar a estos organismos provienen de las sabuesas que los gestaron. Es decir, son lobos con mitocondrias de perro. Aunque esto, en teoría, no debería de causar ningún problema, es una de las múltiples evaluaciones que están por realizarse.
Tanto Shapiro como Colossal han recibido múltiples críticas sobre si esto es una verdadera desextinción, ya que biológicamente no hay nada de los lobos terribles en estos cachorros más que un parecido visual. Ante esto, Colossal Biosciences publicó desde su cuenta de X un video donde Shapiro nos recuerda que la definición de desextinción de la IUCN ( Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) dice: “la desextinción es el proceso de crear un organismo que se parece a una especie extinta”. Ante esta definición, el proyecto de Colossal fue todo un éxito, los cachorros se parecen a un lobo terrible, luego entonces, el lobo terrible está desextinto. Pero no vamos a dejar que se salgan con la suya tan fácil.
Primero, porque cómo estamos seguros que los lobos terribles realmente se veían así, digo, nadie ha visto uno desde hace más de trece mil años, y obviamente no hay fotografías ni pinturas sobre ellos. El registro fósil es caprichoso y no siempre guarda elementos como el color del pelaje —del cual Shapiro y su grupo afirman tener evidencia genética como para decir que era blanco—. Y segundo, Shapiro omite en el video que la definición de la IUCN continúa, este organismo similar debería de ser “un equivalente funcional, capaz de restaurar las funciones o procesos ecológicos que se hayan podido perder como resultado de la extinción de la especie original”. Y ahí, Colossal sí está muy lejos. Simplemente porque el ecosistema de la Era del Hielo al cual pertenecían los lobos terribles también se ha extinguido. No es que tengamos una sobrepoblación de mamuts, mastodontes, caballos occidentales o perezosos terrestres porque no haya lobos terribles que los cacen; no los hay porque también están extintos. A menos que Colossal logre traer de vuelta a todo un ecosistema que vivía a 8 °C, no veo cómo estos lobos —que son alimentados con trozos de carne, que no han cazado nada y que vivirán toda su vida dentro de una reserva amurallada— puedan considerarse desextintos.
Colossal también tiene su propia definición de desextinción. En ella incluye la desextinción de los genes de importancia fenotípica —es decir, los que determinan la apariencia—, la ingeniería genética de mejorías —incluir otros genes que les permitan a los animales sobrevivir de mejor manera en el mundo actual—, y la ingeniería de resiliencia —dotarlos de resiliencia a enfermedades y a la posible caza furtiva—. Por lo que sabemos hasta ahora de lo que lograron con los tres cachorros —incluso considerando al cuarto, que murió por una infección—, esto tampoco cuenta como desextinción.
Sumando a este diálogo de definiciones, ningún organismo es una isla. Menos uno tan gregario como los lobos, cuyas manadas suelen alcanzar hasta veinticinco individuos. A los pocos días de nacer, los cachorros de lobo terrible fueron separados de sus madres sabuesas, en parte porque éstas les estaban enseñando a ser perros, no lobos. Pero no fueron sustituidas por ningún otro cánido que les mostrara la cultura lupina. Mucho del comportamiento de un animal —más aún de los mamíferos— es aprendido, no viene en los genes. Y estos pobres lobos no tienen a nadie que les enseñe a ser lobos terribles. Están descubriendo un mundo en el que no tienen lugar alguno, ni guía de cómo navegarlo.
Colossal no ha declarado cuánto dinero invirtió en lograr este gran avance tecnológico. Sin duda serán varios millones de dólares. Sería un mucho mayor aporte utilizar ese dinero para el cuidado de especies actuales en peligro de extinción. Sobre todo porque contamos con historias de éxito como la del cóndor de California y el panda gigante, cuyos números han logrado aumentar año con año. ¿Por qué no invertir algunos millones en los ajolotes o la vaquita marina?, por nombrar solamente algunos ejemplos dentro del territorio nacional. En este flanco, Colossal se defiende un poco argumentando que su investigación tiene injerencia dentro de la conservación de especies actuales: Colossal también logró clonar cuatro lobos rojos, una de las especies más amenazadas dentro del territorio estadounidense. Dentro de Carolina del Norte —parte de su rango de hábitat— quedan menos de veinte individuos. La empresa insiste en que estos cuatro lobos rojos clonados permitirán aumentar los números, la diversidad de la población y mejorar sus probabilidades de supervivencia. Pero Colossal no es el único preocupado por los lobos rojos. Hay más de 270 individuos cautivos en programas de reproducción que pronto se estarán liberando a la vida silvestre. Seguramente tendrá mucho mayor impacto que lo que está logrando Colossal.
Lamentablemente, esta visión del cuidado ambiental mediante la desextinción ya permea la política. Doug Burgum, Secretario de Interior del gobierno de Estados Unidos, posteó en su cuenta de X un mensaje que incluía: “Es la innovación, no la regulación, la que ha generado la grandeza americana […] El lobo terrible es el heraldo de una nueva era de maravillas científicas, mostrando que el concepto de “desextinción” puede servir como la base de la conservación moderna de especies”. Esta visión puede mover a un gobierno, que de por sí niega el cambio climático, a preocuparse cada vez menos por las especies vivas pensando que, ante cualquier tragedia, sólo sería cuestión de desextinguirlas y problema resuelto. Esperemos que haya mucha más regulación al respecto, pero lo dudo.
Ante los grandes logros biotecnológicos no puedo evitar la comparación con el Dr. Frankenstein o el moderno Prometeo. No creo que en el momento del parto de los lobos terribles clonados haya caído un trueno y alguien haya gritado “¡Está vivo!”. Pero sí puedo imaginar a las criaturas reclamando con dolor a su creador el traerlos a un mundo donde no tienen cabida. Esperemos que haya un cuidado mucho mayor respecto al uso de esta tecnología, y que no terminemos —por andar jugando con fuego— encadenados a una piedra, donde un buitre terrible desextinto venga cada tarde a alimentarse de nuestro hígado. O, como probablemente nos dirían estos lobos huérfanos: Homo homini lupus. EP