¿Estamos frente a una nueva relación entre flores y polinizadores? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta sobre un polinizador canino.
Paloma Pasajera | Canes que lamen flores
¿Estamos frente a una nueva relación entre flores y polinizadores? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta sobre un polinizador canino.
Texto de Agustín B. Ávila Casanueva 18/12/24
La verdad, tomo con orgullo el ser un hippie come flores. Hace algunos años, mi pareja y yo preparamos todo un menú basado en flores: flores de calabaza capeadas rellenas de requesón, tinga de jamaica, quesadillas de gualumbos —las flores del maguey—, e higos (que también son flores) de postre. Nuestros amigos quedaron bastante satisfechos y sorprendidos de la diversidad comestible de flores que tenemos a nuestro alcance. Y eso que nos faltaron. Apenas este domingo vi en el tianguis que los tzompantles —las flores del colorín, en su característico color carmín— ya están más que listos para mezclarse con huevo y servirse en tortitas con salsa roja.
Nuestra predilección por las flores no debería de sorprendernos. Finalmente son las mismas flores las que se pavonean con colores, formas y olores irresistibles, buscando que algún animal se acerque lo suficiente como para, si se corre con suerte, probar un poco de su néctar y llevar su polen hacia otra flor para completar el ciclo de vida de la planta. Nosotros vamos un poco más allá y en ocasiones, como las arriba mencionadas, nos comemos la flor entera… pero bueno, tampoco es para preocuparse.
Algunas flores son especialistas y buscan la visita de un y sólo un tipo de polinizador. En este caso, y con la ayuda de miles de generaciones de por medio, polinizador y flor logran vincularse de manera tan profunda que la mera consideración de una, nos hace imaginarnos inmediatamente al otro. Esto le sucedió a Charles Darwin en 1862 cuando su amigo James Bateman le envió en una caja una orquídea proveniente de Madagascar (Angraecum sesquipedale). Esta flor tenía la particularidad de tener un espolón —la parte en forma de tubo que contiene el néctar— de unos impresionantes 30 cm. Darwin, al observar la flor detenidamente, le escribió a otro amigo diciendo: “debe haber polillas en Madagascar con trompas capaces de extenderse entre 25 y 28 centímetros”. Es decir, la existencia de una flor tan extravagante sólo podía implicar la existencia de un polinizador igual de extravagante. ¡Y lo hubo! Nos tardamos más de cien años en encontrar a tal polilla (Xanthopan morganii), pero sí se encuentra en Madagascar y su probóscide es de suficiente longitud como para probar el dulce néctar de la orquídea, ahora conocida como orquídea de Darwin.
Entre polillas y humanos hay mucho trecho evolutivo, así que acerquémonos un poco más y veamos qué efectos tienen las flores en los mamíferos. El ejemplo más claro por estos lares es el del murciélago magueyero (Leptonycteris yerbabuenae), quien se encarga de polinizar agaves y magueyes, y gracias a su trabajo es que podemos disfrutar del pulque, el tequila, los mezcales, el bacanora y diversos destilados de estas verdes matas. Sin embargo, ser un mamífero volador requiere muchísima energía y si bien tener una dieta basada en el azúcar del néctar parece una buena solución, igual hay que recurrir —como ya hemos contado en las páginas de Este País— a “una red muy extensa de enzimas que realizan circo, maroma y oxidación para regular la insulina, construir aminoácidos para hacer proteínas a partir del polen y guardar, celosamente, los pocos lípidos que encuentran”. Es decir, los murciélagos tuvieron que cambiar su metabolismo y bioquímica —y por tanto su genoma— al comprometerse de por vida a las flores.
Ahora, tampoco es que las flores sean irrevocablemente celosas y demanden una entrega total por parte de sus polinizadores. Por un lado, algunas son incapaces de mantener a dichos polinizadores con vida aún si lo quisieran. Por ejemplo, plantas que sólo florecen en una época del año difícilmente pueden esperar que su contraparte animal sobreviva del aire durante el resto de las tres estaciones del año. Por otro lado, hay quienes se benefician de la diversidad y saben que tener un saludable menú de polinizadores las salvará en tiempos de escasez de insectos, como los que vivimos ahora.
Pero hace un mes, un grupo de investigadoras e investigadores de Inglaterra, Etiopía e Italia, liderados por Sandra Lai y Claudio Sillero Zubiri, publicaron en la revista Ecology una serie de observaciones del primer can que se acerca a una flor con intenciones polinizadoras. El cánido en cuestión es el lobo abisinio (Canis simensis), un lobo que tiene más la pinta de ser un coyote con el pelaje de un zorro. Este lobo disfruta de las alturas y habita las montañas de Etiopía entre los 3 mil y 4,500 metros. Lamentablemente, sus números escasean y el último censo ni siquiera llegó a los quinientos individuos, convirtiéndolo en el carnívoro en mayor riesgo de África. Por ello, la Universidad de Oxford desarrolló el Programa de Conservación del Lobo Etiope, mediante el cual mantienen un monitoreo cercano de las poblaciones de estos animales.
Algunas de las personas que trabajan en este programa habían escuchado anécdotas donde los lobos abisinios a veces se acercaban a lamer el néctar de las flores de una planta que tiene aire, tanto en forma como en floración, a aloe, y cuyo nombre científico es Kniphofia foliosa. Así que el grupo de investigación salió a observar distintas manadas de lobos para ver si podían comprobar los rumores. Lograron hacer un total de seis observaciones —tres por la mañana y tres por la tarde— de seis lobos de tres manadas diferentes.
Una vez dentro del campo de flores, los lobos podían pasar desde un minuto hasta hora y media paseando e inspeccionando las floraciones. El tiempo que pasaron alimentándose —lamiendo distintas flores en intervalos de entre tres y quince segundos— , sin embargo, no sobrepasaba los cinco minutos. Los lobos parecían saber a lo que iban: preferían las flores más maduras, esas que se encuentran en la parte más baja de la inflorescencia y que contienen más néctar. Y aunque la mayoría de los lobos visitaban entre una y cinco flores, dos lobos visitaron entre veinte y treinta flores de manera consecutiva en su visita. Después de cada visita a las flores, el hocico de los lobos quedaba decorado del dorado distintivo del néctar, al igual que se puede observar en los hocicos de los murciélagos nectarívoros o en los pequeños cuerpos de las abejas.
Ahora, si bien este es el primer registro de un cánido alimentándose de néctar, aún falta comprobar que realmente se trate de un polinizador, ya que no es claro qué tanto las plantas se están beneficiando de este comportamiento. Es decir, ¿cuántas flores quedan fecundadas detrás de la visita del hocico hambriento de un lobo? Aún no es claro. Lo que sí está claro es que el néctar y el polen forman parte de la dieta de estos carnívoros. Y que, dado que las observaciones incluyeron a distintos individuos de distintas manadas, todo apunta a que este comportamiento no es azaroso, que es común a lo largo de la especie, y sugiere que es un comportamiento aprendido mediante interacciones sociales.
Aun cuando el néctar sólo compone un pequeño aporte a la dieta del lobo —quien además sólo puede obtenerlo durante la floración entre junio y noviembre—, es difícil predecir si estamos viendo los primeros pasos de un gran mamífero hacia la polinización. Pero si el resto de los ejemplos aquí expuestos nos dice algo, es que acercarse a las flores nunca es un acto inocuo.
Ligas ligables
A continuación, una serie de recomendaciones de material con el que me he encontrado este mes y, aunque no necesariamente tiene que ver con lobos y flores, sí tiene que ver con el medio ambiente. Tengan, para que se entretengan:
- La gran Alejandra Atzin narra aquí en las páginas de Este País una gran historia sobre la nochebuena.
- Geraldine Castro cuenta en WIRED en español sobre la lucha de una comunidad por revivir un bosque en las Islas Galápagos
- La Revista de la Universidad tiene nuevo formato y también está estrenando la sección de Perfil Silvestre, pasen a echarle un ojo a la historia de esta cóndor quien cuida de sus amigos, se peleó con un águila e inició una relación poliamorosa.
- En la recomendación musical: Julio Flores, desde Chiapas.
Gracias por leer. EP
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