Entre regalos y comida: el dilema de la Navidad sustentable

¿Cómo celebrar la Navidad de forma más responsable? Desde el árbol hasta los regalos y la comida, cada elección cuenta. Cristina Ayala Azcárraga reflexiona sobre cómo nuestras tradiciones pueden ser más sostenibles.

Texto de 10/12/24

¿Cómo celebrar la Navidad de forma más responsable? Desde el árbol hasta los regalos y la comida, cada elección cuenta. Cristina Ayala Azcárraga reflexiona sobre cómo nuestras tradiciones pueden ser más sostenibles.

Tiempo de lectura: 7 minutos

Desde noviembre arranca el debate: “¿Qué árbol es más sustentable: natural, artificial o mejor no poner nada?”. La información fluye por todas partes. Algunas personas se inclinan por alternativas creativas: “árboles” hechos con ramas, libros, escaleras o cualquier objeto que pueda simular la forma arbórea tradicional, evitando comprar algo nuevo. Sin embargo, aunque estas opciones pueden parecer más ecológicas, no necesariamente son las más sustentables por dos razones. Primeramente, se ha demostrado científicamente, a través de análisis de ciclo de vida, que un árbol de Navidad cultivado de forma responsable puede ser incluso más sostenible que no poner árbol alguno. Esto se debe a que los árboles naturales, durante su crecimiento, absorben dióxido de carbono, ayudan a conservar el suelo y ofrecen hábitat temporal para diversas especies. Además, cuando son compostados al final de su vida útil, sus nutrientes se reincorporan al ecosistema, cerrando el ciclo de manera sostenible.

Por otro lado, muchas comunidades dependen económicamente del cultivo y venta de estos árboles. Si la demanda disminuye, esos terrenos podrían perder su función ecológica y ser urbanizados; esto no solo aumentaría la pérdida de biodiversidad, sino también incrementaría las emisiones de carbono asociadas a nuevos desarrollos urbanos. Comprar un árbol natural de una fuente responsable no solo contribuye a las festividades, sino que también apoya la conservación de estas tierras y las economías locales.

“Más allá de la elección del árbol, es fundamental reconocer que el verdadero impacto ambiental de la Navidad no reside en él, sino en otros aspectos mucho más significativos”.

Más allá de la elección del árbol, es fundamental reconocer que el verdadero impacto ambiental de la Navidad no reside en él, sino en otros aspectos mucho más significativos. Decidir qué tipo de árbol decorar parece haberse convertido en un examen de conciencia ambiental, pero antes de seguir debatiendo, detengámonos un momento a reflexionar. Aunque el árbol es un símbolo entrañable de estas fechas, no es el principal responsable del impacto ecológico asociado a las festividades. El verdadero desafío está en otros impactos que suelen pasar desapercibidos, de los cuales, solo mencionaré tres de los más importantes.

El peso de los regalos innecesarios

La Navidad suele ser la excusa perfecta para regalar y recibir todo tipo de cosas: bufandas, juguetes, electrodomésticos o gadgets que terminan acumulando polvo. Haciendo un ejercicio de reflexión personal: ¿cuántos de estos regalos llegan a ser utilizados? De acuerdo con un informe en el Reino Unido, el 10% de los obsequios navideños terminan sin usarse, lo que genera una montaña de objetos desechados en los meses posteriores. A nivel global, las ventas navideñas representan un pico de consumo tan significativo que en países como Estados Unidos, este periodo concentra el 30% del gasto anual en minoristas. A esto, hay que sumarle los empaques de cada producto y las envolturas de regalo, las cuales en su mayoría no se reciclan porque están cubiertas con tintas, plásticos o brillos.

Por otro lado, el auge de las compras en línea ha transformado la experiencia navideña, pero también ha generado nuevos desafíos. La huella de carbono del viaje de cada producto, así como el impacto del transporte individualizado, representan un incremento significativo en las emisiones. Las entregas rápidas generan hasta un 30% más de emisiones en comparación con los envíos consolidados, según el Carbon Trust. Además, cada paquete requiere envolturas, cajas y rellenos de protección, muchos de los cuales terminan en vertederos.

“La huella de carbono del viaje de cada producto, así como el impacto del transporte individualizado, representan un incremento significativo en las emisiones”.

Para satisfacer la alta demanda de esta temporada, el transporte aéreo y terrestre intensifica sus operaciones, lo que se traduce en un aumento de las emisiones globales. Según un estudio de Adobe Analytics, las ventas en línea durante la Navidad han crecido más del 32% en los últimos años, con un impacto proporcional en la logística y los residuos generados.

Comida: festín para pocos, desperdicio de muchos

Me atrevo a decir que las mesas navideñas son la viva imagen de la abundancia: pavo, puré, romeritos, ensalada de manzana, bacalao, ponche… Sin embargo, junto con esta abundancia llega también el desperdicio. Según datos globales, hasta el 40% de los alimentos preparados para Navidad no se consumen. En México, donde el pavo o el bacalao suelen ocupar días enteros de preparación, el desperdicio se traduce no solo en residuos, sino también en la pérdida de energía, agua y recursos utilizados para producir esos alimentos. 

Y el problema no es exclusivo de los alimentos en sí; todo el sistema de producción y transporte de comida tiene un impacto ambiental importante. Por ejemplo, producir carne es responsable del 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según la FAO.

Además del desperdicio, la elección de los alimentos también desempeña un papel crucial. Los alimentos de origen animal, como el pavo o el bacalao, tienen una huella de carbono significativamente mayor en comparación con los alimentos vegetales. Para producir un kilogramo de carne de res, por ejemplo, se requieren aproximadamente 15 mil litros de agua, mientras que la producción de un kilogramo de legumbres utiliza menos de una décima parte de esa cantidad.

Incorporar opciones más sostenibles en nuestras mesas navideñas, como platillos a base de vegetales o frutas locales y de temporada, puede ser una forma efectiva de reducir nuestro impacto ambiental. Esto no significa renunciar a nuestras tradiciones, sino tener la capacidad de adaptarlas a la emergencia climática que estamos viviendo.

Más allá del brillo: el costo ambiental de las luces navideñas

Estos impactos ni siquiera consideran el uso masivo de iluminación, otro símbolo icónico de la Navidad. Las luces que adornan árboles, casas y plazas públicas no solo representan un gasto energético significativo, sino que también contribuyen de manera importante a las emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien las luces LED han reducido este impacto en comparación con las bombillas incandescentes, el aumento en la cantidad de decoraciones luminosas sigue siendo una preocupación.

El problema no es únicamente el consumo energético directo, sino también la presión sobre las redes de suministro eléctrico, muchas de las cuales todavía dependen de fuentes no renovables como el carbón y el gas natural. Esto genera emisiones adicionales de dióxido de carbono y otros contaminantes que afectan la calidad del aire y agravan el cambio climático.

En México, las decoraciones en lugares públicos, como las grandes instalaciones luminosas en plazas y calles, también implican un gasto energético significativo. Por ejemplo, en ciudades como la Ciudad de México, se destinan varios megavatios de energía para mantener estas instalaciones durante toda la temporada navideña. Aunque estas luces alegran las fiestas y fomentan el turismo local, es fundamental reflexionar sobre cómo equilibrar la tradición con la sostenibilidad.

¿Es más sostenible ser el “Grinch”?

Después de enlistar estos impactos, podría parecer que la solución más ecológica es cancelar la Navidad, pero quitarle esta alegría a la población tampoco es sostenible. Más allá de los regalos, las luces y los banquetes, las fiestas decembrinas son fechas profundamente simbólicas que fomentan la unión, la tradición y, en muchos casos, el bienestar emocional. Prohibir o eliminar esta celebración no solo es irreal, sino que también podría tener consecuencias no deseadas a largo plazo.

Las tradiciones son esenciales para el tejido social. Cancelar festividades como la Navidad puede generar resistencia, rechazo e incluso una desconexión cultural y comunitaria. Además, el esfuerzo por omitir esta celebración no necesariamente resolvería los problemas ambientales que enfrentamos. La sostenibilidad no se puede tratar de prohibir, sino de transformar hábitos, reducir excesos y fomentar prácticas más conscientes que puedan mantenerse en el tiempo. Suprimir estas festividades, además, podría ocasionar un impacto negativo: muchos pequeños productores, artesanos y comunidades dependen de esta temporada para generar ingresos que sostienen sus economías locales durante el resto del año. Si la Navidad desapareciera, estas fuentes de sustento podrían verse gravemente afectadas, favoreciendo economías centralizadas y menos sostenibles. Por ejemplo, los agricultores que cultivan árboles de Navidad, productores de alimentos locales y quienes fabrican decoraciones artesanales sufrirían pérdidas que podrían empujarlos hacia actividades menos amigables con el medio ambiente, como la urbanización de terrenos o el uso de prácticas agrícolas más intensivas.

“La sostenibilidad no se puede tratar de prohibir, sino de transformar hábitos, reducir excesos y fomentar prácticas más conscientes que puedan mantenerse en el tiempo”. 

La clave no está en “ser el Grinch” bajo la bandera de la sostenibilidad, sino en celebrarla de manera más consciente. Esto implica replantearnos nuestras tradiciones. Transformar nuestras prácticas beneficia al planeta y también enriquece el verdadero significado de la festividad.

Para tener una celebración más consciente, intenta priorizar experiencias, regalos locales o productos sostenibles que realmente tengan un propósito y sean valorados por quienes los reciben. Optar por experiencias reduce el impacto ambiental y fomenta conexiones más significativas. Los regalos hechos a mano, además, tienen un valor emocional que supera cualquier objeto producido en masa; reflejan tiempo, dedicación y cariño, algo que difícilmente se encuentra en una compra rápida.

Cada compra que realizamos en mercados locales o tiendas independientes impulsa a familias y emprendedores y también reduce la huella ambiental al evitar largos transportes y cadenas de suministro intensivas en carbono. Al priorizar el comercio local, no solo estás eligiendo productos con menor impacto ambiental, sino que también estás invirtiendo en la resiliencia de tu comunidad, fomentando la diversidad económica y promoviendo un sistema más justo y equitativo. Estas elecciones no son solo un acto de sostenibilidad: son una declaración de valores que pueden transformar la manera en que celebramos y vivimos. Esto contrasta con la compra de productos de grandes empresas multinacionales, muchas de las cuales concentran riquezas mientras contribuyen de manera significativa a la degradación ambiental mediante prácticas extractivistas, explotación laboral y generación masiva de residuos. 

En ese mismo sentido, no es necesario que la abundancia se traduzca en desperdicio. Podemos elegir alimentos que realmente serán consumidos y que respeten la temporada y el entorno. Opta por ingredientes locales y de temporada, como frutas y verduras que no solo son más frescas y nutritivas, sino que también reducen la huella de carbono al evitar largos traslados desde otras regiones o países. La Navidad es una oportunidad para celebrar, pero también para reflexionar sobre cómo nuestras acciones pueden alinearse mejor con los valores de generosidad y cuidado hacia los demás y el mundo que compartimos. Cada decisión, desde los regalos que damos hasta la comida que servimos y las luces que encendemos, puede ser una expresión de ese compromiso con un futuro más sostenible. Ahora que lo sabes, te deseo unas fiestas llenas de significado, amor y consciencia. ¡Felices y, sobre todo, responsables fiestas! EP

Referencias
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  6. WRAP (Waste and Resources Action Programme). (2013). Household Food Waste in the UK. 
  7. Zero Waste Scotland. (2019). Festive Waste: Reducing the Impact of Christmas.
  8. FAO. (2013). Tackling Climate Change Through Livestock: A Global Assessment of Emissions and Mitigation Opportunities
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  12. Bick, R., Halsey, E., & Ekenga, C. C. (2018). The global environmental injustice of fast fashion. Environmental Health, 17, 1-4.
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