Lluvias en la Ciudad de México: de la emergencia climática a la adaptación hídrica

Las lluvias registradas en los últimos meses en la Ciudad de México y la zona metropolitana han visibilizado la necesidad de una política hídrica que permita el aprovechamiento de las lluvias y el desarrollo de capacidades para adaptarse a precipitaciones cada vez más intensas en un contexto de cambio climático.

Texto de 14/10/25

Las lluvias registradas en los últimos meses en la Ciudad de México y la zona metropolitana han visibilizado la necesidad de una política hídrica que permita el aprovechamiento de las lluvias y el desarrollo de capacidades para adaptarse a precipitaciones cada vez más intensas en un contexto de cambio climático.

Un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente es la mítica señal que Huitzilopochtli, dios de la guerra, dio a los mexicas para fundar su ciudad, Tenochtitlán. El terreno fangoso y rodeado de lagos no fue un impedimento para fundar una gran ciudad; por el contrario, el agua favoreció su desarrollo. Actualmente, la Zona Metropolitana del Valle de México enfrenta una crisis por la escasez de agua, pero al mismo tiempo, en temporada de lluvias el exceso de este recurso colapsa la urbe debido a las anegaciones. ¿Cómo aprovechar las lluvias? 

Especialistas consultados para Este País coinciden en la necesidad de construir una política hídrica que permita el aprovechamiento del agua de lluvia, que incluya medidas para la recarga de los mantos acuíferos, la reparación oportuna de fugas, la construcción de infraestructura hidráulica, así como la creación de una cultura sobre el cuidado del agua. 

Históricamente, la gestión del agua en el centro del país ha sido conflictiva. Durante la época prehispánica, los mexicas construyeron una infraestructura hidráulica compuesta por canales, diques y acueductos, mediante los cuales no solo se transportaban mercancías, sino que fueron estratégicos para el dominio de otros pueblos. 

La Semblanza Histórica del Agua, elaborada por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), relata cómo se transformó el paisaje de la capital del país rodeado de lagos y canales, al paisaje urbano repleto de edificios que conocemos hoy en día. Detalla que, con la llegada de los españoles y la caída de Tenochtitlán, comenzó un proyecto de desecación de los cuerpos de agua que rodeaban al imperio mexica para que la Nueva España se erigiera sobre piso firme. Este proceso no fue sencillo y llevó varios siglos, incluso durante el siglo XX continuó la desecación de los cuerpos de agua mediante su entubación: con las lluvias los lagos que aún sobrevivían aumentaban su caudal y causaban inundaciones. 

Lluvias históricas

Las anegaciones han sido una constante en la historia de la Zona Metropolitana del Valle de México, como la de 1951, considerada como “la última gran inundación de la Ciudad de México”. La mañana del 16 de julio de 1951, las calles amanecieron cubiertas por el agua. Las imágenes de lanchas transportando a la gente y de puentes improvisados de madera para cruzar las calles documentan cómo fue aquella inundación. 

El recuerdo de aquella gran inundación volvió a la memoria de los capitalinos con las fuertes lluvias registradas el 10 de agosto de 2025. La cantidad de agua fue tal que se registraron encharcamientos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; el agua que cayó fue tanta que hasta se suspendieron vuelos. El agua invadió y afectó vialidades, hospitales y viviendas. Las autoridades capitalinas calificaron esa lluvia como histórica: no se registraba tal cantidad desde 1951.

Las intensas precipitaciones han continuado durante octubre, tanto en la Ciudad de México como en otros estados del país, debido a la presencia de diversos fenómenos meteorológicos; las lluvias han estado acompañadas de fuertes rachas de viento y caída de granizo. 

Claudia Rojas Serna, investigadora del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señaló que las lluvias de 2025 han sido las más intensas en más de cuatro décadas. “La media de lluvias de los últimos 43 años ha sido rebasada en 33 % este año, lo que es bastante considerable”, indicó. 

La especialista detalló que previo a la actual temporada de lluvias “veníamos saliendo de una sequía muy prolongada y todavía el año pasado hablábamos justo de ese fenómeno que teníamos en todo el país y particularmente aquí en la ciudad”. Este incremento de temperaturas provocó la falta de precipitaciones “y ahora tenemos una recuperación de ese déficit de los últimos cuatro o cinco años”.

Jorge Ramírez Zierold, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, explicó que las lluvias reportadas en 2025 son atípicas, ya que el número de precipitaciones es mayor al promedio de los últimos cinco años. Esto se relaciona con el fenómeno de El Niño definido por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica como “un suceso oceánico-atmosférico que tiene lugar cuando las aguas del océano Pacífico Tropical Central y Oriental empiezan a calentarse por encima de la media”.

“Todavía estamos en periodo neutral del fenómeno de El Niño, lo que significa que no hay ni temperaturas superiores ni inferiores en la superficie del Pacífico. Entonces, eso está ocasionando que el centro de México cuente con precipitaciones suficientes. Se pronostica que seguiremos teniendo lluvias en octubre y noviembre”, indicó Ramírez Zierold.

En mayo, la Conagua alertó que la temporada de lluvias de este año sería ligeramente mayor a las temporadas registradas en años anteriores. Indicó que, en la cuenca del Pacífico, se prevé el desarrollo de 16 a 20 ciclones; mientras que, en el Atlántico, se prevén de 13 a 17. La temporada de lluvias y huracanes termina el 30 de noviembre. 

¿Lluvias solucionan escasez de agua?

De acuerdo con la Conagua, hasta el 6 de octubre, las presas que conforman el Sistema Cutzamala se encontraban al 93 % de su capacidad. Jorge Ramírez Zierold consideró que aunque las lluvias registradas en la actual temporada ayudaron a reducir la sequía que afectaba a estados como Michoacán y a elevar el nivel de las presas, la escasez de agua que desde hace años atraviesa la Zona Metropolitana del Valle de México no se resuelve, ya que los mantos acuíferos continúan sobreexplotados.

“La gran preocupación sobre el tema de crisis hídrica es que, a pesar de unas grandes precipitaciones, incluso por encima del promedio histórico, mucha de esa agua termina yéndose mezclada con el drenaje y hacia fuera de la ciudad: así está planeado desde hace cien años. Pese a contar con abundantes precipitaciones, mucha de esta agua se va fuera de la cuenca del Valle de México”, advirtió. 

El Sistema Cutzamala representa solo el 32 % del abastecimiento de agua para la Ciudad de México y la Zona Metropolitana, mientras que pozos y manantiales representan el 68 %, de acuerdo con información de SACMEX. La Conagua señala en su reporte de 2024 sobre la disponibilidad de agua del acuífero de la Ciudad de México que se encuentra sobreexplotado, es decir que se extrae más agua de la que se recarga. 

Roberto Martín Constantino Toto, miembro de la Red de Investigación en Agua de la UAM, detalló que las lluvias de esta temporada han elevado los niveles de las presas, lo cual ayudará a que la temporada de estiaje de 2026 no sea tan severa. No obstante, alertó que se requiere una planeación a largo plazo para aprovechar las precipitaciones. 

“Las lluvias no resuelven el problema de la gestión del agua en la ciudad ni garantizan un horizonte de largo plazo para combatir la escasez de este recurso. Es muy probable que el próximo periodo de estiaje sea mucho menos agresivo que el que hemos vivido durante los últimos tres años previos a este periodo de lluvias”.

El investigador de la UAM indicó que el problema de la escasez de agua es más complejo que la falta de lluvias: implica otros aspectos como la infraestructura para el aprovechamiento de las precipitaciones y la mejora de la red de drenaje, además de fomentar una cultura de cuidado de este recurso entre la población. 

Hacia una política integral del agua

Los investigadores consultados coincidieron en que, para atender la crisis hídrica, se requiere establecer una política integral a largo plazo que considere aspectos desde la recarga de los acuíferos, el aprovechamiento del agua de lluvia, hasta la modernización de las tuberías para evitar fugas. 

De acuerdo con Roberto Martín Constantino, es necesario dejar la “dependencia a las lluvias” en la política hídrica nacional. Indicó que gran parte del agua de las lluvias termina en el drenaje, por lo que resaltó la necesidad de generar un sistema que permita separar el agua de las precipitaciones del drenaje, para que se pueda aprovechar.

En ese sentido, mencionó que el Plan Hídrico en la capital del país incluye acciones como el programa de Acupuntura Hídrica, que consiste en la perforación de pozos de absorción para la infiltración de millones de litros de agua de lluvia al subsuelo. Esto tiene como finalidad la recarga y recuperación del acuífero de la capital del país, como parte de la nueva política de gestión integral del agua.

“Es un programa interesante. De lo que se trata es de identificar algunas áreas en el territorio de la Ciudad de México que sean susceptibles e idóneas para colocar una infraestructura que permita infiltrar el agua de lluvia”, apuntó. 

Por su parte, Jorge Ramírez Zierold resaltó que se requieren implementar diversas estrategias para una mejor gestión del agua y del aprovechamiento de las precipitaciones. 

Comentó que el programa de Cosecha de Lluvia, que consiste en la instalación en los hogares de sistemas de captación de lluvia y se implementa en la Ciudad de México, es una medida para fomentar la autosuficiencia del uso del agua, pero se tiene que acompañar de otras acciones para hacer un uso más eficiente de este recurso. 

“Para atender la crisis hídrica, tiene que haber una serie de alternativas: autosuficiencia (cosecha de agua de lluvia); una cultura de ahorro y servicio mínimo, y tratar de conservar el recurso lo más posible dentro de la cuenca”, apuntó. 

Además de las medidas para aprovechar el agua de lluvia y la recarga de los acuíferos, Constantino Toto señala que se necesita invertir en la modernización de la red hidráulica de la capital, que tiene más de cincuenta años en muchos tramos y pierde cerca del 30 % del agua que distribuye debido a las fugas. 

“Las fugas son el primer asunto que debe atenderse. Se está impulsando la incorporación de inteligencia artificial para detectar en tiempo real la ocurrencia de fugas y sus dimensiones, de manera que podría reducirse la pérdida de agua”, indicó. 

El investigador de la UAM también subrayó la urgencia de una ciudadanía informada y corresponsable que promueva una gestión eficiente del agua como parte de las prácticas cotidianas con acciones como reducir el tiempo en la regadera o cambiar los muebles de baño para un mayor ahorro de este recurso. “Necesitamos una sociedad informada y consciente de sus derechos, capaz de movilizarse en torno al agua”, enfatizó.

Rediseño de la ciudad para mejor uso del agua

Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México, explicó que uno de los mayores niveles de riesgo relacionados al cambio climático en muchas ciudades —incluida la Ciudad de México— son los asociados a las precipitaciones intensas e inundaciones, donde las poblaciones que viven en las periferias de la ciudad son las más vulnerables.

El integrante de Greenpeace destacó que las lluvias intensas serán cada vez más frecuentes. Por ello, resaltó la necesidad de rediseñar la ciudad para hacer un uso más eficiente del agua y aprovechar las precipitaciones, de modo que la Ciudad de México se vuelva más resiliente a los efectos del cambio climático. Advirtió que no se debe perder de vista el vínculo entre agua y cambio climático.

“Es muy importante que nuestras ciudades empiecen a moldearse a las necesidades que les requiere el cambio climático, presente en nuestro territorio. Es necesario empezar a tomar esas medidas de prevención para que cuando los fenómenos ocurran, se puedan prevenir los desastres”, advirtió. 

El pasado, el presente y el futuro de la Ciudad de México y de la Zona Metropolitana del Valle de México están ligados al uso del agua. El desarrollo de una política hídrica integral es crucial no sólo para una gestión más eficiente del agua, sino también para generar resiliencia ante los efectos del cambio climático. EP

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