Llama mucho la atención el camino que ha seguido Unidas Podemos durante la ya fallida negociación para formar gobierno con el PSOE. Me esperaba mucha más sensibilidad por parte de Pablo Iglesias y lo suyos, sobre todo después de las lecciones de estrategia que nos han dejado desde que iniciaran “su asalto a los cielos” […]
Exclusivo en línea: La oportunidad perdida de Podemos
Llama mucho la atención el camino que ha seguido Unidas Podemos durante la ya fallida negociación para formar gobierno con el PSOE. Me esperaba mucha más sensibilidad por parte de Pablo Iglesias y lo suyos, sobre todo después de las lecciones de estrategia que nos han dejado desde que iniciaran “su asalto a los cielos” […]
Texto de Ignacio Fernández 25/07/19
Llama mucho la atención el camino que ha seguido Unidas Podemos durante la ya fallida negociación para formar gobierno con el PSOE. Me esperaba mucha más sensibilidad por parte de Pablo Iglesias y lo suyos, sobre todo después de las lecciones de estrategia que nos han dejado desde que iniciaran “su asalto a los cielos” allá en 2014.
Con 42 diputados (y con su marca comprometida en el Senado), están fuera de todo lugar las pretensiones que UP ha puesto sobre la mesa. Sin embargo, estos números sí justifican lo que, a mi juicio, son las tres aristas de la que ha sido la gran oportunidad perdida de Podemos para fortalecerse como un actor político confiable y relevante para el sistema democrático español:
- Desconocer el significado de “socio preferente”. Aún y con el retroceso en votos y asientos en ambas cámaras, y con la presión por parte de determinados sectores para impulsar un acuerdo entre socialistas y Ciudadanos, la interpretación inmediata de los resultados electorales generaron la inercia de que, por “naturaleza”, PSOE y Podemos debían entenderse. Pero los morados, y en particular Iglesias, no supieron medir y manejar adecuadamente los alcances de esta circunstancia. Al respecto, distan mucho sus formas hoy de las que mostró durante la conferencia de prensa que ofreció en la noche electoral del 28A, donde sí exhibió madurez y “gravitas”.
- Tener tanta prisa por entrar al gobierno. La clave del asunto estaba en garantizar un gobierno estable con 4 años por delante. ¿Acaso no habrá en todo ese tiempo una mejor oportunidad para integrarse en el ejecutivo? Por supuesto que sí. Sánchez y su gobierno se irán desgastando con su acción, a reserva de enfrentar temas o escándalos que los pongan entre la espada y la pared. Sería entonces cuando los de Iglesias tengan un mejor ambiente para levantar la mano y pedir puestos en el Consejo de Ministros y en la Administración General del Estado.
- Ignorar su ámbito real de acción. El verdadero poder de Podemos habría estado en facilitar un ejecutivo puramente socialista, pero teniendo ellos la sartén por el mango. Por un lado, no padecerían ese desgaste de la acción de gobierno, y por otro, serían más eficaces que la propia oposición a la hora de controlar al ejecutivo. Porque para Sánchez no sería lo mismo tener que rendirle cuentas a quien le debe sus votos para formar gobierno que a los demás. Asimismo, tendría otro gran campo de influencia en el ámbito legislativo, bien dando su sello de aprobación a las iniciativas que promuevan los socialistas (sin olvidar aquí los Presupuestos Generales del Estado) o promoviendo entre ellos su propia agenda legislativa (que, aquí sí, siempre deberían poder rozar el maximalismo, a fin de seguir midiendo cuán comprometidos siguen sus socios y, a la vez, mandar el mensaje de que, lejos de haber sido neutralizados, Podemos sigue teniendo peso en el escenario político español).
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