La economía mexicana (1990-2040)

El análisis de las principales variables económicas de los últimos 25 años muestra cuán insuficiente ha sido nuestro crecimiento. ¿Qué nos espera en las próximas décadas? El futuro dependerá, en parte, de la efectividad de las reformas realizadas y de la capacidad de acordar e implementar otras. Hay dos grandes escenarios posibles.

Texto de 23/04/16

El análisis de las principales variables económicas de los últimos 25 años muestra cuán insuficiente ha sido nuestro crecimiento. ¿Qué nos espera en las próximas décadas? El futuro dependerá, en parte, de la efectividad de las reformas realizadas y de la capacidad de acordar e implementar otras. Hay dos grandes escenarios posibles.

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El pasado inmediato: 1990-2015

En los últimos 25 años, se han realizado en México reformas y ajustes estructurales importantes en la economía. Las primeras reformas económicas se realizaron entre 1989 y 1994, durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, siendo la más importante y trascendente, por sus múltiples impactos en la estructura económica del país —unos positivos y otros negativos—, la controvertida negociación del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN), el cual entró en vigor el primer día de 1994, con lo que quedó oficialmente atrás el agotado modelo desarrollista de crecimiento de sustitución de importaciones, cuya época dorada se ubica en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, y prevaleció un modelo neoliberal orientado al “exterior”, promotor de las exportaciones.

Las últimas reformas económicas son de factura reciente, y se realizaron entre 2013 y 2014, bajo la administración de Enrique Peña Nieto. Por su impacto potencial en la tasa de crecimiento, destaca la del sector energético, pues desde 2015 el sector privado, nacional y extranjero, participa activamente en las tareas de exploración y explotación de petróleo crudo y gas, así como en la generación de energía eléctrica, actividades antes reservadas al Estado.

Estas reformas estructurales de gran calado, polémicas y controversiales, han generado —cada una en su momento— expectativas favorables respecto al crecimiento futuro de la economía mexicana, las cuales, sin embargo, no se han materializado del todo, como lo fundamentan diversas variables económicas y sociales. En efecto, si se confronta la tasa real de crecimiento del PIB observada entre 1955 y 1970, durante la etapa del llamado “desarrollo estabilizador”, con la registrada entre 1990 y 2015, etapa de la apertura económica y las reformas estructurales, se aprecia que mientras en la primera el PIB real creció 6.5% en promedio anual, en la segunda aumentó solo 2.7%. Como resultado de ello, el crecimiento del ingreso real per cápita de la población bajó de 3.2 a 1.4% en promedio anual, en iguales periodos de comparación.1

Es de resaltar también que, pese a los ajustes estructurales realizados en la economía nacional, los niveles de pobreza de la población no se han reducido sino, por el contrario, se han elevado, pues mientras que en 1990 la proporción pobre abarcaba al 51.5% del total de la población del país, para 2015 esta había subido a 54.5%; esto es, el número de personas que se encuentran en estado de pobreza pasó de 45 millones en 1990 a 66 millones en 2015.

Por otra parte, la desigualdad social en México no mostró ninguna mejoría, pues el Índice de Gini (para el ingreso total) se mantuvo, a lo largo del periodo 1990-2015, en alrededor de 0.457. Contrariamente, en los últimos años de la etapa del “desarrollo estabilizador”, se aprecia un lento pero sistemático proceso de reducción de la desigualdad en la distribución del ingreso, al bajar el Índice de Gini de 0.57 en 1963, a 0.49 en 1977. No está de más precisar que en las economías desarrolladas, el Índice se ubica en niveles de entre 0.262 (Finlandia) y 0.401 (Estados Unidos).2

Ahora bien, es importante considerar que en los últimos 25 años la economía mexicana ha sufrido dos crisis: la primera, ocurrida al finalizar 1994, se conoce como el “error de diciembre” o, como la denominó la comunidad financiera internacional, la “crisis del tequila”, y a la cual Michel Camdessus, director gerente y presidente entonces del Fondo Monetario Internacional (FMI), calificó como la “primera crisis financiera del siglo XXI”, porque reflejaba un nuevo nivel de mundialización y rápidas reacciones en los mercados financieros internacionales. La crisis devaluatoria y financiera que estalló ese año fue de consecuencias impredecibles, y su saldo fue terrible. En 1995 la economía se desplomó 5.8%, la inflación repuntó 52%, el peso se devaluó 90% y las tasas de interés subieron a 48% anual, lo que llevó a la ruina patrimonial a miles de familias y a la quiebra a cientos de empresas. Como resultado de la crisis —señala Miguel Székely—, hubo un incremento sin precedentes en la pobreza. No existe ningún otro caso —agrega— en el que los niveles de bienestar de la población se hayan deteriorado de manera tan marcada.

Debido a la caída de siete por ciento que registró el PIB real per cápita ese año, en 1996 la pobreza alcanzó niveles similares a los observados 30 años antes. De hecho, ese año se registró uno de los mayores niveles de pobreza relativa y el mayor nivel de pobreza, en términos absolutos, observado en el periodo de 1950-2004. Asimismo, entre 1994 y 1996, el número absoluto de personas en situación de pobreza aumentó en 16 millones.3

La siguiente crisis económica en la que cayó la economía nacional fue la de 2009, pero esta vez, a diferencia de la anterior, se debió a causas externas, por el impacto recesivo que provocó la crisis financiera mundial, la “gran recesión”, desatada en Estados Unidos en septiembre de 2008, cuando el banco Lehman Brothers se declaró en quiebra, para propagarse luego a todos los mercados financieros del mundo. En esta ocasión, el PIB de México decreció 4.8% en 2009, y aunque la inflación no se desbocó, pues fue de solo 6.5%, el tipo de cambio se devaluó 21%. Las tasas de interés, sin embargo, se ajustaron significativamente a la baja, como resultado de la política monetaria contracíclica que el Banco de México adoptó, al igual que la Reserva Federal de Estados Unidos, para estimular la actividad económica. No obstante, debido al nulo crecimiento del PIB real per cápita en 2008, y luego de registrarse la caída en 2009 del seis por ciento, los niveles de pobreza relativa y absoluta en el país se incrementaron nuevamente. El porcentaje de la población en situación de pobreza pasó de 44.8 a 56.3% entre 2007 y 2009, y el número de personas pobres subió en términos absolutos de 49 a 64 millones, en iguales años de comparación; esto es, en 2008 y 2009 cayeron en situación de pobreza 15 millones de habitantes.

El desempeño de la economía de México en los últimos cinco lustros también se puede evaluar desde otra perspectiva: midiendo su protagonismo dentro de la economía mundial. De entrada, destaca que su participación dentro del PIB mundial (en dólares, con ajuste PPP) se redujo de 2.6% en 1990 a 2% en 2015. Si se afina el análisis y se considera la evolución del PIB per cápita, pero ahora medido en dólares internacionales, se aprecia claramente el rezago que tiene el PIB per cápita de México con respecto al promedio mundial. De acuerdo con el Índice Relativo del Desarrollo Económico de México (PIB per cápita mundial PPP =100), descendió de 160.4 puntos en 1990 a 117.9 en 2015.

Ahora bien, si se compara el PIB per cápita de México con el de países con similar grado de desarrollo (ingreso medio bajo) de América Latina y el Caribe, se tiene que mientras en 1990 el PIB per cápita de México (8 mil 123 dólares internacionales) era superior al de Argentina (7 mil 189 dólares internacionales) y al de Chile (5 mil 843 dólares internacionales), en 2015, 25 años después, era inferior al de ambos países. Finalmente, si se compara la evolución de la economía mexicana con la de los bric (Brasil, Rusia, India y China), cuya participación conjunta dentro del PIB mundial se elevó de 16.4 a 30.1% entre 1990 y 2015, queda del todo claro el rezago de la economía mexicana con respecto a otros países emergentes.

Los años por venir: 2016-2040

En 2040, ¿cuál será la posición de México en el escenario mundial? ¿Seguirá rezagado con respecto a las economías emergentes dinámicas, las habrá igualado o las habrá aventajado? ¿La pobreza en el país habrá aumentado o disminuido? ¿El desempleo y subempleo habrán subido o descendido? Estas respuestas dependen, en lo fundamental, del ritmo de crecimiento que la economía mexicana logre en los próximos años. Es claro que nuestra economía no puede seguir creciendo lentamente, como hasta ahora, pues sería incapaz de absorber en los próximos años la creciente fuerza de trabajo, y mucho menos podrá abatir la tasa de desempleo y subempleo, así como los alarmantes niveles de pobreza que prevalecen en el país.

A principios de 2015, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) elaboró un estudio prospectivo sobre la economía mexicana, en el cual estima que el impacto potencial que tendrán las 11 reformas estructurales (laboral, telecomunicaciones, competencia económica, financiera, educativa, procedimientos penales, amparo, política electoral, de transparencia, hacendaria y energética) será del orden de un punto porcentual del PIB. Pero considera que si se realizan reformas adicionales (unas de índole judicial, otras relativas al mercado laboral, otras relacionadas con el campo) se lograría un punto porcentual más. En total, la OCDE prevé un impacto de dos puntos porcentuales en la tasa potencial de crecimiento del PIB para los próximos años.4 Por su parte, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima que el impacto sería de 1.9 puntos del PIB: la energética contribuiría con 1.1 puntos, la financiera con 0.4 puntos, la de telecomunicaciones con 0.2 puntos y la fiscal también con 0.2 puntos.5

Considerando lo anterior, el Centro de Análisis Macroeconómico (Camacro) realizó un ejercicio de prospectiva para el periodo 2016-2040 denominado Escenario Económico con Reformas, y otro más con el fin de confrontarlo, al que llamamos Escenario Económico Inercial, cuyo supuesto central es que se mantenga inalterada en los próximos años la tendencia de crecimiento observada entre 1990 y 2005. Se supuso, por otra parte, que el PIB per cápita mundial registrará entre 2016 y 2040 una tasa promedio anual de crecimiento de 3% (entre 1990 y 2015 la tasa fue de 4.6%), siendo la globalización, entendida como apertura comercial y liberalización, el principal determinante del crecimiento económico mundial. Un escenario de “globalización en retroceso” se vislumbra poco probable, y mucho menos un escenario de “hundimiento de la globalización”6 (ver el Cuadro).

De acuerdo con el Escenario Macroeconómico con Reformas, la tasa real de crecimiento anual promedio del PIB de México será de 4.5% entre 2016 y 2040, por lo que el ingreso per cápita se elevará 3.7% anual en promedio. De esta manera, en 2040 el PIB per cápita de México medido en dólares internacionales (con ajuste PPP) ascenderá a 69 mil, más del triple de lo observado en 2015. A lo largo de este periodo, se crearán en promedio anual 1 millón 400 mil puestos de trabajo, por lo que la tasa de desocupación y subempleo se reducirá de los actuales niveles de 11% de la población ocupada a 7%. A su vez, entre 2015 y 2040 la tasa de ocupación en el sector informal de la economía bajará de 27 a 12% de la población ocupada. Finalmente, de los 145 millones de habitantes que se estima poblarán el país en 2040, 26 millones estarán en situación de pobreza, esto es, 18% del total de la población, cifra menor a la de 54% observada en 2105.

En cuanto a la posición relativa de la economía de México con respecto a la economía mundial, destaca el hecho de que su participación dentro del PIB Global pasará de 2% en 2015 a 2.8% en 2040. De esta manera, el Índice Relativo del Desarrollo Económico de México se elevará en dicho lapso de 117.9 a 171.5, para ubicarse paradójicamente en el mismo nivel que a principios de la década de los años ochenta del siglo pasado, es decir, antes del estallido de la crisis de la deuda externa de 1982, la peor que había experimentado el país desde la gran depresión de los años treinta. En términos comparativos, en 2040 el PIB per cápita de México (69 mil dólares internacionales) será superior al de Argentina (53 mil dólares internacionales) y al de Brasil (50 mil dólares internacionales), pero menor al de Chile (78 mil dólares internacionales), y mucho menor al de China, que se estima rondará los 100 mil dólares internacionales (ver la Gráfica 1).

Los resultados que arroja el Escenario Económico Inercial no son para nada alentadores. La tasa real de crecimiento promedio anual del PIB sería de 2.1%, entre 2015 y 2040, inferior a la de 2.7% observada en los últimos años. El ingreso per cápita real de la población se elevaría en promedio anual 1.4%, una tasa similar a la observada entre 1990 y 2015. En consecuencia, en 2040 el PIB per cápita de México medido en dólares internacionales sería de solamente 32 mil, esto es, apenas el doble del alcanzado en 2015. Entre 2015 y 2040 se crearían anualmente en promedio 770 mil empleos, por lo que la tasa de desempleo y subempleo sería en 2040 de 14%, más alta que la de 2015. En cuanto a la tasa de ocupación en el sector informal de la economía, en 2040 esta se mantendría en niveles similares a los de 2015, en alrededor de 23%. Como resultado del lento crecimiento de la actividad económica, el porcentaje de la población en situación de pobreza se mantendría elevado, en alrededor de 48% en 2040, tasa un poco menor a la registrada en 2015, de 54%. De esta manera, en 2040 habría en el país 33 millones de personas en situación de pobreza (ver la Gráfica 2).

En el contexto de la globalización, la economía de México seguiría rezagándose con respecto al resto del mundo y a las economías emergentes dinámicas. Su participación dentro del PIB mundial descenderá de 2% en 2015 a 1.9% en 2040. De esta manera, el Índice Relativo del Desarrollo Económico de México solo ascenderá entre 2015 y 2040 de 117.9 a 123. En consecuencia, en 2040 el PIB per cápita de México, medido en dólares internacionales, será inferior al de Chile, Brasil y Argentina, y equivaldrá a una tercera parte del de China.

1 Todas las cifras y datos estadísticos utilizados para la elaboración del presente artículo provienen del Centro de Análisis Macroeconómico, “Banco de datos de la economía mexicana 1980-2020”, en Banco Mensual, núm. 159, Camacro, S. C., México, enero de 2016.

2 Base de datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

3 Miguel Székely, “Pobreza y desigualdad en México entre 1950 y el 2004”, en Serie: Documentos de Investigación, núm. 24, Secretaría de Desarrollo Social, México, julio de 2005.

4 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Estudios económicos de la OCDE México: Visión general, París, enero de 2015.

5 Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Criterios generales de política económica para 2014, México, octubre de 2013.

6 The Economist Intelligence Unit, Foresight 2020: Economic, Industry and Corporate Trends, report sponsored by Cisco Systems, 2006, citado en Luis Mauricio Cuervo González, Prospectiva económica: Una primera aproximación al estado del arte, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, abril de 2012.

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Ricardo Peltier San Pedro es sociólogo egresado de la UNAM y director general del Centro de Análisis Macroeconómico (Camacro).

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