
El abuso sexual infantil deja heridas profundas. La Fundación PAS trabaja para prevenirlo y proteger a las infancias desde la educación y la empatía.
El abuso sexual infantil deja heridas profundas. La Fundación PAS trabaja para prevenirlo y proteger a las infancias desde la educación y la empatía.
Texto de Este País 07/05/25
El abuso sexual infantil deja heridas profundas. La Fundación PAS trabaja para prevenirlo y proteger a las infancias desde la educación y la empatía.
México atraviesa, desde hace mucho tiempo, una profunda crisis de abuso sexual infantil: uno de cada seis niños es abusado sexualmente antes de alcanzar la mayoría de edad, y una de cada cuatro niñas vivirá esta circunstancia. Solo uno de cada diez infantes reporta haber sufrido violencia sexual. El abuso sexual infantil está considerado como una de las cinco experiencias más traumáticas que una persona puede atravesar, comparable con vivir una guerra, un campo de concentración, un secuestro o un desastre natural. En América Latina, cada minuto cuatro menores sufren algún tipo de abuso sexual; de ellos, tres son niñas.
Como todo problema multifactorial e interseccional, el abuso sexual infantil (ASI) es tanto síntoma como consecuencia brutal de la violencia generalizada que vivimos. Los datos y estadísticas revelan una realidad escalofriante, pero resultan insuficientes para expresar la magnitud del daño que produce. Cuando un niño o una niña sufre abuso sexual, atraviesa emociones como desconcierto, dolor, sufrimiento, culpa y miedo, que dejan huellas profundas en su vida psíquica. Un infante abusado no alcanza a comprender plenamente lo que le está ocurriendo. Y no ayuda el hecho de que, en la mayoría de los casos, el agresor sea alguien cercano o parte de su entorno familiar.
Si consideramos que el 70 % de las personas que abusan sexualmente de niñas y niños fueron, a su vez, víctimas de abuso, podemos entrever cómo esta violencia se perpetúa en ciclos de dolor y agresión.
Para hacer frente a la pandemia de abuso sexual infantil (ASI), en 2010 nació en Jalisco la Fundación PAS (Personas con Abuso Sexual de Guadalajara, A.C.), con una misión clara y urgente: prevenir el abuso sexual infantil fortaleciendo a las familias, la educación, la prevención y, cuando es necesario, brindando acompañamiento especializado. La Fundación PAS tiene claro que el enfoque debe ser integral, pues la herida provocada por esta violencia atraviesa por completo a la persona y a su contexto.
Por ello, además de ofrecer atención a las víctimas, la fundación se dio a la tarea de construir un modelo preventivo de alto impacto. Un enfoque global implica un trabajo activo con las comunidades, de modo que estén mejor informadas y sean capaces de prevenir y actuar ante situaciones de riesgo.
Conviene definir el abuso sexual infantil para distinguirlo de otras formas de violencia. En principio, esta categoría no se reduce a la violación: se refiere a cualquier interacción de índole sexual entre un infante y una persona donde existe una desigualdad en edad, madurez o poder, y en la que la persona mayor busca su satisfacción sexual a costa del menor. El abuso sexual infantil no siempre implica contacto físico: puede manifestarse de distintas maneras, como la exhibición de genitales, el acoso, obligar a presenciar actos sexuales, la exposición a pornografía o presenciar el abuso a otras personas.
Si bien las niñas y los niños son vulnerables a todo tipo de violencia, la falta de educación sexual integral en las familias y centros educativos incrementa el riesgo. La ausencia de confianza y comunicación en el núcleo familiar, el autoritarismo doméstico, la baja autoestima y las carencias afectivas generan una mayor propensión a sufrir una agresión sexual, pues estas condiciones crean un terreno fértil para el abuso: es más fácil ganarse el afecto, la confianza —y asegurar el silencio— de un infante necesitado de atención y cuidado. Es precisamente en estos vacíos educativos y de conciencia colectiva donde la Fundación PAS encuentra espacios de acción.
La labor de la Fundación PAS ha beneficiado a más de 200 mil personas a través de su modelo Blindaje PAS, que incluye diplomados, talleres, atención psicológica, asesorías y una plataforma educativa. Acumulan más de 17 mil horas de intervención terapéutica a sobrevivientes, han capacitado a más de 60 escuelas y desarrollado 14 diplomados especializados en la prevención y atención del abuso sexual infantil.
Este esfuerzo ha sido reconocido y avalado institucionalmente: en 2014 obtuvo la acreditación de nivel óptimo en Institucionalidad y Transparencia por el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI), y en 2020 fue certificada por GlobalGiving para recibir donativos internacionales.
Un rasgo distintivo de su labor es su enfoque innovador: la prevención del abuso se concibe como una cultura, no como una reacción. La educación en la dignidad, los derechos humanos, la asertividad y la construcción de entornos seguros permite una mayor protección —desde su círculo más cercano— para los más vulnerables.
La Fundación PAS lanza, de forma constante y a través de su labor, una llamada de atención colectiva: el silencio y la ignorancia son cómplices del abuso. Nos enseña que la prevención no es accesoria, sino una necesidad y una responsabilidad comunitaria. El dolor y el profundo trauma de un infante violentado no son solo una tragedia individual, sino una herida honda en el tejido social.
Un modo de honrar su trabajo con las infancias mexicanas es transmitir saberes básicos para detectar o prevenir el abuso sexual infantil. Aunque las niñas y los niños muchas veces guarden silencio respecto a la agresión, existen señales de alerta que pueden ayudar a las personas adultas a intervenir a tiempo, prevenir o atender el daño de manera oportuna.
En primer lugar, algunos indicadores físicos pueden incluir dificultad para caminar o sentarse; dolor, hinchazón, picazón o molestias en la zona genital; sangrado, contusiones o laceraciones en los genitales externos, la vulva o el área anal; así como golpes, moretones, rasguños u otras evidencias de maltrato físico.
Estos indicios corporales suelen acompañarse de señales conductuales como alteraciones en los ciclos de sueño; aparición recurrente de figuras amenazantes por las noches, como monstruos o bestias dañinas; conductas regresivas, por ejemplo, defecar u orinar fuera del baño a pesar de haber tenido previamente control de esfínteres; retrocesos en el lenguaje, como dejar de hablar o hablar como un infante menor a su edad; miedos repentinos hacia los padres, a estar en casa, a las vacaciones, a la escuela, a los exámenes médicos o a ir a casa de familiares: el infante se niega a ir a lugares que antes disfrutaba. También pueden presentarse intentos de fuga del hogar, bajo rendimiento escolar o expresiones y comportamientos sexuales avanzados para su etapa de desarrollo, visibles en dibujos, juegos o interacciones con otros niños y niñas.
En caso de encontrarse ante una situación de este tipo, es fundamental buscar ayuda especializada: la Fundación PAS es uno de los diversos espacios en el país que ofrecen acompañamiento. Además de la oportuna detección del ASI, la prevención resulta indispensable. Si bien es cierto que, con tratamiento, las víctimas pueden reconstruir sus vidas, estas agresiones dejan cicatrices permanentes que transforman para siempre la vida del infante y su entorno. Quizá uno de los elementos más importantes sea la creación de un espacio seguro y confiable donde los niños puedan expresarse libremente. Y, sobre todo, creerles cuando nos dicen que están sufriendo.
La Fundación PAS es un testimonio vivo de que es posible construir esperanza en medio de un panorama devastador. Su apuesta por la transparencia, la empatía y la atención integral es una luz en la oscuridad del abuso sexual infantil. Nos recuerda que el verdadero blindaje de las infancias comienza con personas adultas informadas, conscientes y comprometidas con su cuidado. EP