Sistemas de salud. Una utopía

Ayuujk es el blog de Yásnaya Aguilar Gil y forma parte de los Blogs EP

Texto de 25/05/20

Ayuujk es el blog de Yásnaya Aguilar Gil y forma parte de los Blogs EP

Tiempo de lectura: 4 minutos

Describir las sensaciones físicas es una tarea tan ardua como describir los sentimientos. Cuando alguien describe un dolor sólo nos queda imaginárnoslo, hacer una apuesta, pensar que ese dolor que sentimos es parecido al que una vez tuvimos. “Es como el cólico más fuerte que hayas sentido en tu vida multiplicado por mil”, me explicó alguna vez una amiga que intentaba responderme sobre cómo se siente el dolor de un parto.

Para explicar un dolor, los recursos lingüísticos se hacen indispensables y dado que jamás habitaré el cuerpo de otra persona, más vale creer que entiendo a qué se refiere cuando habla de ese dolor que me describe lo mejor posible. Detallar lo mejor posible las sensaciones del cuerpo es muy importante para un diagnóstico inicial de una enfermedad y puede dar pie incluso a una primera inferencia que sugiera al médico qué estudios y análisis clínicos debe ordenar. En situaciones desesperadas, la descripción de los síntomas puede llegar incluso a ser crucial.

¿Qué sucede cuando el médico y el paciente hablan lenguas distintas? Se hace indispensable la presencia de una persona capacitada que pueda interpretar la interacción. ¿Qué sucede cuándo, además de hablar lenguas distintas, el médico y el paciente pertenecen a culturas diferentes en el que las creencias sobre el cuerpo y el acercamiento a él pueden ser muy contrastantes? Sucede que es necesario entonces crear un sistema complejo que pueda recoger lo mejor de ambas culturas en cuanto al cuidado de la salud. La creación de sistemas interculturales de salud puede implicar beneficios que ni siquiera hemos calculado.

Describir las sensaciones físicas es una tarea tan ardua como describir los sentimientos.

Hace unos meses, leí sobre un centro de salud en Campeche en el que habían determinado incluir hamacas además de camas como una opción posible para la recuperación de los pacientes. Las hamacas representan una opción cómoda para las personas de la península que desarrollan una parte importante de su vida en ellas y que no están acostumbradas a las camas. Este esfuerzo nos puede llevar a imaginar una posibilidad: sistemas de salud comunitaria o a pequeña escala que pudieran retomar lo mejor de distintos sistemas culturales que abordan la salud, el cuerpo y la mente desde aproximaciones diferentes.

En un escenario así, un sistema propio de atención a la salud podría dar un peso extraordinario a la salud preventiva. La actual pandemia sería mucho menos mortífera sin el alto número de casos de enfermedades en alto grado prevenibles como la diabetes tipo 2 (ésta representa entre el 90 y 95 % de todos los casos de diabetes) que está también interrelacionada con el acceso a alimentos de baja calidad que no nutren y más bien enferman. Un buen sistema efectivo de prevención tendría como primera consecuencia que la medicina curativa tendría menores niveles de saturación y por lo tanto podría realizar mejor sus tareas. ¿Qué porcentaje de la medicina curativa atiende en realidad enfermedades que la medicina preventiva podría evitar? ¿Cuánta de la medicina curativa se ocupa en enfermedades potenciadas por el estilo de vida creado por el sistema capitalista?

¿Qué sucede cuándo, además de hablar lenguas distintas, el médico y el paciente pertenecen a culturas diferentes en el que las creencias sobre el cuerpo y el acercamiento a él pueden ser muy contrastantes?

La medicina occidental ha desarrollado sin duda muchas herramientas fundamentales y beneficiosas para la población, pero no hay que olvidar que muchas de esas herramientas están al servicio de enfermedades que podrían prevenirse. Tampoco podemos dejar de lado que gran parte de su funcionamiento está fuertemente influido por los intereses económicos asociados a la creación de medicamentos en manos de grandes farmacéuticas como tampoco podemos dejar de mencionar que su desarrollo ha tenido lugar, en muchas ocasiones, a expensas de la explotación de naciones y pueblos colonizados. La reciente indignación desatada por las declaraciones de médicos franceses que sugirieron África como un continente ideal en donde podría probarse una posible vacuna para el COVID-19 nos recuerda que los avances de la ciencia médica no se dan en un contexto neutral. La biopiratería por medio de la cual se han apropiado de conocimiento tradicionales de pueblos y culturas distintas a la occidental también es un elemento a considerar cuando hablamos de estos temas. 

Regresando a esbozar la utopía, me imagino un sistema de salud comunitario con un fuerte componente de medicina preventiva que podría eliminar gran parte de los casos de diabetes que hoy hacen de muchas personas, individuos vulnerables al COVID-19, pero también otras enfermedades que se derivan de un estilo de vida pauperizado estructuralmente. Este sistema de salud comunitario podría contar con centros de salud que incorporan elementos propios de nuestra cultura, como las hamacas en el mencionado hospital de Campeche, y que estén atendidos por profesionales que hayan sido formados tanto en la medicina occidental como en diferentes sistemas culturales de atención a la salud incluido el nuestro, profesionales que hablen nuestras lenguas y que puedan comprender también los complejos rituales que rodean culturalmente la salud mental, tan relacionada con la salud física. Estos sistemas de salud comunitaria podrían estar interrelacionados y confederados con otros sistemas de salud locales y que, entre todos, en redes de cooperación solidaria, pudieran gestionar necesidades más complejas en medicinas, vacunas y equipamientos, redes confederadas que podrían crear hospitales y centros de salud para atender casos más especializados y complejos de enfermedades que el sistema de medicina preventiva no pudiera neutralizar. Se trataría de la creación de sistemas de salud que impliquen un auténtico diálogo de saberes entre culturas que no estén mediados por el desprecio y los prejuicios. 

¿Cuánta de la medicina curativa se ocupa en enfermedades potenciadas por el estilo de vida creado por el sistema capitalista?

En todo esto pienso en medio de una pandemia que revela un sistema de salud precarizado estructuralmente que se tambalea y pone en riesgo a los profesionales que tratan, en múltiples maneras y en un esfuerzo extraordinario, de hacer frente a una pandemia que se multiplica en cuerpos y sociedades largamente expuestos a la corrosión del capitalismo. EP

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