Las tribulaciones de Trump en política exterior e interior

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos sobre el entorno internacional contemporáneo y los ajustes estratégicos que México debe emprender para fortalecer su posición exterior.

Texto de 20/10/25

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos sobre el entorno internacional contemporáneo y los ajustes estratégicos que México debe emprender para fortalecer su posición exterior.

Cada vez se hace más evidente que Donald Trump es un hacedor de problemas, de promesas infundadas, más que un hacedor de paz en los dos conflictos más severos que se viven en el orden internacional: la guerra en la Franja de Gaza, profundizada cruelmente debido a la intransigencia de Benjamín Netanyahu, principalmente, y de Hamas, y la guerra de Rusia contra Ucrania, que ya va en su tercer año, y frente a la cual el Presidente estadounidense no ha podido hacer absolutamente nada, a pesar de todas sus habladurías al comienzo de su segundo mandato. La política exterior de Trump es caótica, carente totalmente de cordura y sentido estratégico. El actor racional que solía conducir las políticas exteriores de Estados Unidos hoy está, con Trump, por completo ausente, y cuando actúa, es errático, displicente y cínico. Un ejemplo muy representativo de las lagunas de Washington es la política hacia Rusia.

Desde el principio de su mandato, Trump aventuró que resolvería el conflicto en Ucrania en tiempo breve. Hasta la fecha, lo único que ha habido es una posición y un diálogo esquizofrénico con Vladimir Putin, el agresor, a quien, en un momento dado, el Presidente estadounidense lo catalogó como víctima del mandatario ucraniano Volodímir Zelenski, y no responsable directo de la agresión que provocó la guerra, y hoy lo amenaza con aranceles del 100% si no llega a un acuerdo de tregua en 50 días (plazo que se habría cumplido), cosa que Putin ha rechazado de antemano. Después, y a pesar de las varias llamadas entre los dos líderes, Putin no ha cesado de bombardear con una saña inédita la capital de Ucrania y otros objetivos militares del autócrata ruso y su élite militar cada vez más golpeada por supuestas deserciones entre sus tropas y el asesinato de varios oficiales de alto rango.

Es tal la decadencia del contacto bilateral entre Moscú y Washington que Trump ha pedido casi en murmullos a Zelenski: “¿Puedes atacar Moscú? ¿Puedes atacar San Petersburgo también?” Y el Presidente ucraniano respondió: “Por supuesto, si nos dan las armas”. Esta conversación, según el Financial Times, ocurrió el 4 de julio de 2025, un día después de una llamada entre Trump y Putin. En esta conversación al líder ruso, reiteró que no abandonará sus objetivos en Ucrania. El diario europeo sostiene que Trump busca hacer sentir el dolor a Rusia y empujar al Kremlin a la mesa de negociaciones. Sea lo que sea, y confirmando la ausencia total de política rusa, Washington se mostró como un actor veleidoso incapaz de hacer que algo funcione en estos momentos del conflicto y, en cambio (a pesar de haber retirado la ayuda militar a Ucrania, hoy reactivada en forma parcial), se presta a mendigar la intervención suicida de Zelenski en el corazón de Rusia, conminándolo a atacar las dos ciudades rusas más importantes. Mayor sadismo no encontraremos en décadas.

Cumbre en Alaska

Así, el presidente Trump se ha empeñado en ser el bróker de un acuerdo de paz de largo aliento en Ucrania. Para tal propósito, convocó a Putin a un encuentro bilateral en Alaska para discutir los pormenores del conflicto originado por Rusia cuando invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. La primera mala noticia de la reunión bilateral, y antes de la reunión con Zelenski y seis líderes europeos, es que Trump compró la narrativa del mandatario ruso y reculó en su demanda de alto el fuego que tanto había pregonado. Advirtió a Moscú que, de no cumplirse este prerrequisito, previo a una reunión trilateral entre Kiev, Moscú y Washington, Estados Unidos impondría —ahora sí— sanciones severas en contra de Rusia.

Este cambio de posición le dio una victoria a Putin y le amplió su margen de maniobra al concederle un espacio político legitimado por las acciones de Trump y que Putin ansiaba. Esto demuestra que el mandatario estadounidense aparece de nuevo como un líder errático y sin la más mínima preparación estratégica antes de sus reuniones de Estado. El debate al respecto en Washington se ha calentado enormemente. Por ejemplo, la senadora demócrata Jeanne Shaheen advirtió: “El Presidente extendió una alfombra roja y saludó efusivamente a un dictador asesino en suelo estadounidense, y los informes indican que no recibió nada concreto a cambio”. Otros, como el senador Chris Murphy, consideraron que Putin “consiguió todo lo que quería”, incluida la foto junto al mandatario estadounidense.

Como dice Stephen M. Walt en Foreign Policy: “Trump no tiene idea de cómo hacer diplomacia. (…) Es un negociador terrible, un verdadero maestro del ´arte de regalar´. No se prepara, no tiene subordinados que le sienten las bases con anticipación y llega a cada reunión sin saber qué quiere o cuáles son sus líneas rojas. No tiene estrategia y no está interesado en los detalles”. Después del extraño encuentro con Putin en Alaska, lo demostró por las razones ya descritas, y lo volvió a hacer en la reunión con Zelenski y los líderes europeos que lo acompañaron, al no comprometerse a ofrecer garantías concretas a Ucrania frente a una Rusia invasora que puede repetir la aventura y agredirla de nuevo o, eventualmente, hacerlo en contra de otro país europeo, como Alemania, Polonia o los países Bálticos. De haber insinuado que podría enviar tropas al terreno, y también de haber deslizado la idea de estar dispuesto a enviar aviones piloteados a la fecha de la escritura de estas líneas, Trump sigue flotando en la ambigüedad, aunque remitiéndoles a los europeos la responsabilidad de enviar tropas para garantizar la seguridad de Ucrania. Además, sin tomar en consideración la agresiva posición que, de hecho, ya está asumiendo Putin.

En efecto, en una conferencia de prensa posterior a la reunión bilateral, el Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se refirió a las garantías de seguridad al afirmar que: “No podemos estar de acuerdo con el hecho de que ahora se proponga resolver cuestiones de seguridad, de seguridad colectiva, sin la Federación Rusa. Esto no funcionará”. También avisó que Rusia está dispuesta a examinar las garantías mencionadas; dijo que su país está a favor de garantías “verdaderamente fiables” para Ucrania, y sugirió que podrían seguir el modelo de un proyecto de acuerdo con el discutido entre las partes beligerantes en Estambul en 2022, en las primeras semanas de la guerra, pero que Ucrania había rechazado. Y concluyó afirmando que estaba seguro “de que en Occidente, y sobre todo en Estados Unidos, entienden perfectamente que discutir seriamente cuestiones de seguridad sin la Federación Rusa es una utopía, es un camino a ninguna parte”.

Trump se equivocó en su táctica de acercamiento. Como dice Walt, no se preparó para esa reunión ni para la reunión con Zelenski y los líderes europeos, y no ha tenido una posición definida. Tampoco sabe negociar como él asegura. La opinión pública y la prensa europea tienen la opinión de que la reunión tuvo como beneficiario a Putin, quien logró romper el aislamiento occidental, con lo cual pulverizó su condición de paria.

Vienen tiempos complejos y negociaciones arduas, en las cuales el que tiene la mayor parte de la iniciativa, por el momento, es Moscú y no Washington, como Trump pretende convencer al mundo. En este tema, el Presidente estadounidense ha sido un emisor de muchas palabras al aire y pocas acciones efectivas en el terreno diplomático. Enfrenta un conflicto moral de grandes proporciones. Su conocida afición por las mentiras lo está haciendo quedar en evidencia como un impostor en este tema, y en otro crucial, el dramático conflicto en la Franja de Gaza que, en agosto y septiembre de 2025, ha sido escenario de la ocupación cuasi total por parte de Israel, y frente a la cual la comunidad internacional ha reaccionado con más dureza que en el pasado. Este parece ser otro escenario del fracaso de la política exterior de Trump.

El frente interno

Ante esta decadencia en política exterior, hay que agregar algunos pendientes en el frente interno. Entre ellos se encuentran los impulsos hiperviolentos (de alcance tiránico y de corte neofascista) del trumpismo en contra de las comunidades migrantes, las cuales han sufrido los actos arbitrarios por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y del Departamento de Seguridad Nacional (55% de la población en general reprueba las medidas violentas y las redadas en contra de los migrantes). Por otra parte, está el caso de Jeffrey Epstein, que tiene al Presidente estadounidense defendiéndose como puede de los señalamientos por sus supuestos vínculos íntimos con el financiero condenado por pederasta y quien se suicidó en la cárcel. Este asunto ha llevado a un sector muy representativo de su base en MAGA (Make America Great Again), así como a sectores del Partido Republicano y del Partido Demócrata, a ponerse en su contra; en todo caso, sus roces con el magnate pedófilo son enteramente vergonzosos, haya sido o no Trump cómplice de sus orgías abusivas en contra de menores. Pero su cercanía la prueba la carta de felicitación que Trump envió a Epstein con motivo de su cumpleaños y que hoy circula en el Congreso estadounidense, a pesar de que el mandatario la negó en una primera instancia. En cualquier caso, resulta éticamente intolerable que el presidente tenga manchadas las manos con tantos casos de abuso sexual por los que ha sido juzgado y condenado (por ejemplo, el caso Stormy Daniels).

Con relación a otros muchos temas de la agenda interna, como el de la salud, la inflación y la educación a todos los niveles, pero sobre todo superior, Trump está demostrando una creciente incompetencia para gobernar un país tan complejo como Estados Unidos. Así, está teniendo dificultades serias para imponer el control del relato, aunque tenga avances en contra de Paramount y haya lanzado demandas contra varios periódicos como The Wall Street Journal y The New York Times, y tenga una formidable capacidad para construir una narrativa que lo ha salvado de todos los grandes escándalos político-judiciales que deberían tener hartos a los votantes estadounidenses, y a él en la cárcel, de la cual solo se salvó por haber salido electo como Presidente. Que no sorprenda, entonces, que Trump pueda acabar muy mal y que muchos de sus aliados empiecen a abandonar el barco más temprano que tarde.

El análisis independiente necesita apoyo independiente.

Desde hace más de 30 años, en Este País ofrecemos contenido libre y riguroso.

Ayúdanos a sostenerlo.

Relacionadas

DOPSA, S.A. DE C.V