#Tablerointernacional: Enero

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza tres temas relacionados con el regreso de Trump como presidente de Estados Unidos.

Texto de , & 22/01/25

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza tres temas relacionados con el regreso de Trump como presidente de Estados Unidos.

Tiempo de lectura: 9 minutos

En esta ocasión parte sustancial del Tablero lo dedicamos al regreso de Trump como presidente de Estados Unidos. En una primera instancia, tal cual vemos al Trump 2.0 y sus medidas y órdenes ejecutivas que nos afectan directamente; en segundo lugar, las incertidumbres que se ciernen sobre la escena internacional. Finalmente, como tercera reflexión, abordamos el triunfo del autoritarismo en Venezuela. 

El regreso de Trump 2.0 y su impacto sobre México

Tal cual lo esperábamos, este 20 de enero llegó Donald Trump a su segundo mandato tomando protesta como el 47 presidente de los Estados Unidos. Lo que dijo a lo largo de su campaña es lo que confirmó, no sólo durante su discurso inaugural, sino con las órdenes ejecutivas que firmó durante el día. Interesante ver cómo los hombres más ricos del mundo y de su país fueron quienes lo arroparon desde la primera fila. Ahí estuvieron Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckenberg, Sundar Pichai y Tim Cook, dueños y dirigentes de las empresas más importantes a nivel global. Biden, en su último discurso, fue muy claro al señalar que la oligarquía del dinero sería quien dirigiría al país al menos en los próximos cuatro años.

Sabíamos que el presidente de China, Xi Jinping no asistiría, pero en su lugar envió a su vicepresidente, Han Zheng, a quien estratégicamente sentaron junto con la primera ministra de Italia, Georgia Meloni y al presidente de Argentina, Javier Milei. Invitó también a Shou Zi Chew, CEO de Tik Tok, empresa china que por mandato de Joe Biden dejó de funcionar en territorio estadounidense dos días antes del 20 de enero. Trump prometió restablecerla y, muy probablemente, Musk buscará comprarla. Este dato es interesante ya que la injerencia china en EUA va mucho más allá de la guerra comercial. Tik Tok recaba información de los americanos y tiene una base de datos que sin duda usa a favor de los chinos.

“Biden, en su último discurso, fue muy claro al señalar que la oligarquía del dinero sería quien dirigiría al país al menos en los próximos cuatro años”.

Fue de llamar la atención que no mencionó abiertamente a México en su discurso lo que significa que lo considera una prioridad de política interna. El tema de México forma parte de los aspectos “intermésticos” que más le preocupan y atenderá desde el primer momento. Así, y sin esperar a tener un acercamiento con el gobierno mexicano, anunció graves y esperadas medidas unilaterales. En primer lugar, declaró una “Emergencia Nacional” en su frontera sur por lo que desplegará no sólo a militares sino también a la Guardia Nacional para frenar la invasión a su país. Es decir, no dudó en militarizar la frontera, con las consecuencias que esto implica tanto para la migración como para el comercio y, por supuesto, en contra del narcotráfico y del crimen organizado. En los próximos días, sabremos cómo instrumentará esta medida. 

Tampoco dudó en nombrar formalmente a los cárteles como organizaciones terroristas, dado que son una amenaza a la Seguridad Nacional de los estadounidenses. Para acompañar lo anterior, recordó el Acta de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar a quienes consideren peligrosos para la paz y seguridad del país. Además, retomó la política de “Quédate en México” que Biden había eliminado y que tendrá graves consecuencias económicas, políticas y sociales para las localidades mexicanas de la frontera. Por otra parte, por la noche señaló que los aranceles de muy probablemente el 25%, los impondrá a partir del primero de febrero.

En fin, el panorama para México no es nada alentador. Todo lo contrario. Nos dijo claramente durante su campaña lo que haría con medidas unilaterales sin preocuparle un diálogo con los mexicanos. Veremos los alcances de estas decisiones y en los próximos días sabremos qué tanto es retórica y qué tanto realidad. Hasta hoy, el gobierno de Sheinbaum guarda silencio y nada hizo por buscar un acercamiento personal y/o con los miembros de su equipo y gabinete antes del 20 de enero.

El regreso de Trump y las incertidumbres que se ciernen sobre la escena internacional

Donald Trump llegó nuevamente a la presidencia con un discurso plagado de órdenes ejecutivas. La mayoría de ellas tienen como objetivo revertir medidas que Biden adoptó durante su presidencia, incluso con apoyo bipartidista. Entre ellas están su impulso a la producción y consumo de autos eléctricos. Para el nuevo presidente, el regreso al extractivismo en materia de hidrocarburos traerá riqueza para el país lo que lo convertirá en un gran exportador de combustibles. Como corolario, anunció su retiro del Acuerdo de París, cuyo objetivo es abatir el cambio climático e impulsar la descarbonización de la economía global. Otras medidas fueron directamente dirigidas contra México, como era de esperarse: declarar la emergencia nacional en la frontera sur y mandar el ejército y la Guardia Nacional para deportar a los migrantes. También firmó una orden ejecutiva en la que declara a los carteles mexicanos, entre otros, como terroristas, lo que abre la posibilidad de intervenciones directas por parte de Estados Unidos en territorio mexicano.

En términos de política internacional, se limitó a explotar el cese al fuego entre Hamas e Israel, algo que fue obtenido por su antecesor. En un despliegue típico del imperialismo estadounidense de los dos siglos pasados, Trump amagó con recuperar el Canal de Panamá, por el hecho de que su administración perjudica a los estadounidenses y beneficia a los chinos, además de cambiar el nombre del Golfo de México por el de “Golfo de América”. Por último, en materia de política comercial confirmó su decisión de imponer aranceles a las importaciones con el fin de recaudar ingresos para el gobierno federal, y de esta manera reducir los impuestos a la sociedad estadounidense. Todas esas medidas, según Trump, inaugurarán en su país una nueva “época de oro”.

Fuera de las menciones específicas a México y Panamá, Trump no mencionó nada sobre Ucrania y la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz. Tampoco mencionó nada sobre la OTAN ni las presiones que ejerció durante su primera administración para que los países miembros elevaran sus contribuciones. Nada sobre Rusia y su intención de no devolver las provincias ucranianas ocupadas. Tampoco sobre la rivalidad tecnológica y comercial que Estados Unidos tiene con China, y que se inició justo durante la primera administración de Trump. Como sucedió durante su primera administración, Trump navegará sin visión ni estrategia global, y dará golpes de timón sólo para alimentar su ego y a su clientela electoral.

“Como sucedió durante su primera administración, Trump navegará sin visión ni estrategia global”.

Sin embargo, el hecho de que creará un fondo con la imposición de aranceles como instrumento fiscal para financiar el gasto público, tendrá sin duda consecuencias internacionales. Poco antes de tomar posesión ya Trump había amagado con elevar los impuestos a los productos chinos e imponer aranceles hasta del 25% a Canadá y México. En el caso de México, la imposición de dichos aranceles es para presionarlo para que frene la migración ilegal hacia los Estados Unidos y abatir el tráfico de drogas. De hacerlo, Trump volverá una vez más a minar lo pactado en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), tal y como lo hizo cuando presionó a sus dos vecinos para renegociar el TLCAN. A pesar de que el TMEC fue negociado por el mismo Trump, el “supremacismo americano” estará por encima de cualquier acuerdo o compromiso internacional, como lo dejó claro Trump desde su primera administración.

Lo mismo sucederá con la reversión de las políticas climáticas desarrolladas por Biden y la salida del Acuerdo de París. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y la Ley CHIPS y Ciencia fueron el eje de la política industrial de los demócratas para abatir el cambio climático y enfrentar el desafío tecnológico de China. De cancelarse, tal y como lo estableció Trump en su discurso inaugural, también afectará la estrategia de relocalización cercana o amigable, inaugurada también por Biden. Esto tendrá, sin duda, consecuencias importantes para México: el plan industrial de Claudia Sheinbaum le ha apostado a dicha estrategia. En suma, el regreso de Trump genera más incertidumbres que certezas en una escena internacional ya de por sí convulsa. Para México, no será nada fácil adaptarse a la nueva realidad y lidiar con las consecuencias de las órdenes ejecutivas firmadas y, por firmar, por Trump.

El triunfo del autoritarismo en Venezuela

La toma de protesta de Nicolás Maduro para un tercer mandato presidencial el 10 de enero sin haber demostrado en actas su supuesto triunfo en las urnas, marca la consolidación de una dictadura sin adjetivos, pura y dura. Se cierra la ventana de democratización que se abrió con el acuerdo de Barbados en 2023 al desconocer de tajo el contundente y ostensible triunfo electoral de la oposición sobre el oficialismo del 28 de julio, con un margen superior a los 30 puntos. Venezuela comienza, así, una fase autoritaria distinta a la de 2019, cuando la oposición no participó en las elecciones ni pudo demostrar el apoyo electoral que obtuvo en 2024.

Venezuela entra una fase autoritaria distinta en medio de un complejo contexto global marcado por fuertes tensiones geopolíticas y por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Maduro 3.0 representa un nuevo ciclo político de institucionalización del autoritarismo, sin legitimidad electoral ni visos de diálogo político, que se encamina hacia una gran reforma constitucional con dos proyectos no necesariamente contrapuestos: el que promueve Maduro hacia la conformación de un “estado comunal” y el que promueve Diosdado Cabello de un modelo de control cupular “cívico-militar” similar al de Ortega en Nicaragua.

Durante los últimos seis meses, el régimen fue cerrando el cerco a sus adversarios políticos con una estrategia intimidatoria sistemática con cerca de 2,400 detenciones arbitrarias —incluidas las del expresidente Enrique Márquez y el defensor de derechos humanos Carlos Correa—, 9 mil personas con restricciones de libertad, numerosos desaparecidos y 75 nuevos presos políticos alcanzando un total de 1,697 entre los que se encuentran alrededor de 200 militares. El último reporte de la CIDH calificó estos hechos de terrorismo de Estado. El endurecimiento es la contracara del menor apoyo social y electoral al régimen que se evidenció en las urnas y en las movilizaciones de protesta en las calles venezolanas. Y ha sido motivo de tensiones diplomáticas con varios países latinoamericanos además de la UE, Canadá y Estados Unidos que anunciaron nuevas sanciones. 

Las condiciones de fuerte patrullaje militar y control de los medios de comunicación en las que se llevó a cabo la ceremonia de juramentación dan cuenta de la pérdida de oxígeno popular interno. En el frente externo, lo desangelado de la ceremonia y el tipo de asistencia hablan de una pérdida de apoyos externos. Los únicos presidentes latinoamericanos que asistieron fueron Díaz-Canel y Ortega junto con dos primeros ministros caribeños; no hubo ningún jefe de estado de fuera de la región; estuvieron ausentes representaciones al más alto nivel de gobiernos cercanos como los de Bolivia y Honduras. Otros gobiernos de izquierda como Brasil, Colombia y México enviaron a sus embajadores mientras que Chile y Guatemala optaron por no reconocer la legitimidad electoral de Maduro. Aliados internacionales tradicionales como Rusia e Irán dan muestras de repliegue en América Latina, mientras que China continúa su enfoque de pragmatismo económico en el cual Venezuela es una ficha más y Cuba enfrenta una de sus peores crisis económicas. No hay que olvidar, además, que Venezuela no logró su incorporación a los BRICS por el veto de Brasil.

Si bien la única certeza es el afincamiento del autoritarismo, hay muchas interrogantes con escenarios abiertos, incluso respecto de si Maduro podrá terminar su tercer mandato en 2031 en caso de que hubiera una escalada de sanciones con una fuerte y prolongada crisis económica y una nueva ola migratoria. La situación económica en Venezuela se ha estabilizado desde el año 2023 con el impulso de la flexibilización de las sanciones, la dolarización de facto y el flujo de remesas. Todas estas variables están por definirse en los próximos meses y años. 

El futuro de la oposición es mucho más incierto a pesar de haber logrado lo tres éxitos que parecían imposible hasta hace poco: a) mantenerse unida en torno al liderazgo de María Corina Machado, a un solo candidato (Edmundo González Urrutia) y una estrategia coordinada dentro y fuera del país; b) un apoyo electoral mayoritario y auditable con el 85% de las actas, hoy resguardadas por el Centro Carter; c) una movilización social moderada y selectiva pero regular en medio de la intimidación. La mayoría de sus líderes operan en condiciones de clandestinidad, en la cárcel, en busca de asilo o en el exilio. Las bases sociales opositoras están constantemente vigiladas con miras a desmovilizarlas. El marcaje personal intimidatorio es aún más fuerte al interior de los mandos medios y bajos de las fuerzas armadas ante la evidencia de que incluso en distritos militares, habría ganado la oposición. La oposición enfrenta el enorme reto de resistir en un entorno asfixiante que le exige reconfigurar su estrategia. A pesar del duro golpe que representa la juramentación de Maduro, el candidato opositor ha continuado sus giras internacionales para escalar la presión internacional tratando de evitar los errores de Guaidó con la conformación de un gobierno en el exilio. Pero más pronto que tarde tendrá que reacomodarse a las nuevas circunstancias internas y decidir si participará o no y cómo en las próximas elecciones locales y legislativas.

“A pesar del duro golpe que representa la juramentación de Maduro, el candidato opositor ha continuado sus giras internacionales para escalar la presión internacional tratando de evitar los errores de Guaidó con la conformación de un gobierno en el exilio”. 

La mayor incógnita es respecto al giro que tendrá la política exterior de Estados Unidos a partir de la asunción al poder de Donald Trump. Ni Venezuela ni la cruzada prodemocrática fueron motivo de atención en el discurso de inauguración del 20 de enero, como sí lo fueron la migración, los carteles de la droga, la frontera sur, el canal de Panamá y la imposición de aranceles. Las decisiones y acciones hacia Venezuela serán determinantes para el futuro político y económico del país. Al día de hoy, el equipo de Trump conformado en su mayoría por halcones, mantiene todas las opciones sobre la mesa, aunque dentro del marco general de mano dura y diplomacia coercitiva que caracterizará su administración. 

En favor de una política de “máxima presión” contra Maduro están actores tan importantes como el Secretario de Estado Marco Rubio, el enviado especial para América Latina Claver-Carone y el consejero de seguridad nacional Mike Waltz. Marco Rubio en particular ha fincado su carrera política en su activismo legislativo anticastrista y antichavista. Sin embargo, esta ruta ya mostró en el pasado sus fuertes limitaciones durante el periodo del gobierno paralelo en el exilio de Guaidó. Otros actores políticos y económicos cercanos al presidente Trump se inclinan hacia un enfoque pragmático y transaccional sin descartar un eventual acuerdo con el régimen de Maduro, ya sea para negociar su eventual salida del poder a cambio de inmunidad, para contener el éxodo migratorio, para ampliar las licencias a petroleras estadounidenses en ese país o para disminuir la presencia de Rusia, China e Irán. Por lo pronto, el presidente Trump parece inclinarse en este sentido al haber asignado el tema venezolano a Richard Grenell, el encargado de Misiones Especiales, y no a Marco Rubio. Trump tampoco se reunió con Edmundo González Urrutia durante su gira en Estados Unidos. La moneda está en el aire. EP

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