El difícil equilibrio de la relación con Estados Unidos: Los retos de la política exterior mexicana… si existiera

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2023.

Texto de 06/02/23

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2023.

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Para entender los retos de la política exterior de cualquier país, esto supone, en primer lugar, que exista una política exterior que se precie de ser tal. Una política exterior que sea orgánica, racional y estratégica en su plan de corto, mediano y largo plazo. Una política que, desde su hechura en el presente, vislumbre el futuro de mediano plazo, al menos. El problema de México es que no tenemos política exterior, en parte porque no tenemos una política interna comprensiva y sustantiva, la cual se ha enfrentado a las propias contradicciones que persigue al régimen político actual.

En este breve texto, diría que, en caso de que se tuviera una auténtica política exterior en México, el primer riesgo es no entender a Estados Unidos, como parece ser el caso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La vecindad con Washington requiere de una política interméstica que aborde los grandes temas bilaterales de forma comprensiva. El reto es hacer la diferencia con una política proactiva que dinamice los procesos institucionales ya existentes, como el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y no dinamitar estos espacios en nombre de una política bilateral ideologizada, como es lo que ocurre actualmente. 

El otro reto es tener, en estos tiempos de intensos desplazamientos, una política migratoria coherente y propia. Hace más de 2 años que México fue presa del chantaje trumpista y condicionó con imposición de aranceles a México para que endureciera su política en contra de la migración centroamericana. El gobierno de México obedeció a Donald Trump y, en este error estratégico (México podría haber recurrido al T-MEC para blindarse antes de ceder al chantaje, y no lo hizo; otra muestra de que no se entiende la política exterior comercial), el país perdió soberanía y su margen de negociación se redujo a cero. Se degradó el intercambio bilateral en todos los demás frentes de la asociación con Estados Unidos. En este rubro, pareciera que a México le falta reconocer y aceptar que Estados Unidos es un aliado estratégico y un socio con el cual se debe de negociar desde una óptica más pragmática. Aquí también el espíritu antiestadounidense que ronda a la presidencia ha sido dominante en la definición de la arquitectura de la relación bilateral en torno, principalmente, al tema de la migración.

Los pendientes en seguridad son varios y los retos que afronta México en este rubro tienen que ver, en gran medida, con una política errónea de conciliación con los carteles del crimen organizado en México. Como este es un tema que nos lleva de nuevo al plano de la relación bilateral con Estados Unidos, diríamos que a Washington no le cuadra esta estrategia fallida y le resulta más que incoherente dados los retos que ambos socios tienen, sobre todo, alrededor de la exportación de drogas duras a Estados Unidos, destacando el fentanilo, que ha causado miles de muertos en ese país, principalmente entre la población más joven. En estas circunstancias, el reto ha sido determinante (y frustrante) para lograr una política de cooperación en la lucha contra la producción y la distribución de estupefacientes en Estados Unidos.

Respecto a los otros temas de la agenda en los que hay retos, y muy grandes, el del comercio y el cambio climático son prioritarios y están íntimamente vinculados en esta coyuntura. Las consultas a las que convocaron Canadá y Estados Unidos alrededor del tema energético aún no llegan a los paneles de controversia, debido a cierta flexibilidad por parte de Washington, pero han puesto en serios apuros la existencia del T-MEC. La reforma a la ley eléctrica entra en contradicción con los intereses de los dos socios de México, sobre todo en lo que se refiere a la certeza jurídica que demandan los inversionistas canadienses y estadounidenses en fuentes de energía renovable o energías limpias. Se puede decir que el gran reto que afronta México es cómo el T-MEC es compatible con un proyecto de estatización ⸺dando a Petróleos Mexicanos y a la Comisión Federal de Electricidad todas las ventajas por encima de sus competidores nacionales y extranjeros⸺ de la producción de energía. Está visto que hay una contradicción estructural que puede impactar negativamente en la existencia del tratado comercial más importante del que México participa.

López Obrador no entiende para nada a Estados Unidos y al mundo, es por eso que, ante la pasividad de la Cancillería y la imposición presidencial, no ha habido una política exterior, ni siquiera en la parte escrita, no se diga en los hechos. Como ninguna de las variables mencionadas está entre las prioridades de México, entonces la política exterior está en riesgo crítico, precisamente por el hecho de que el Estado mexicano carece de una política que pudiera darle forma a un proyecto de internacionalización mexicano que nos permitiera estar presentes en la toma de las decisiones que se están avanzando en los diferentes escenarios del sistema internacional. EP

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