La economía mexicana ante la turbulencia internacional: retos para la política exterior y la política económica

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos sobre el entorno internacional contemporáneo y los ajustes estratégicos que México debe emprender para fortalecer su posición exterior.

Texto de 22/10/25

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos sobre el entorno internacional contemporáneo y los ajustes estratégicos que México debe emprender para fortalecer su posición exterior.

En 2025, el mundo se ha enfrentado a inéditas turbulencias internacionales que recuerdan la intensidad de la década de 1930, entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, son principalmente consecuencia de las políticas irresponsables, erráticas e irracionales del presidente estadounidense Donald Trump, que inició su segundo periodo de gobierno el 20 de enero de 2025 y, a partir de su “día de la liberación”, detonó la “era del caos” a nivel mundial. Desde el documento anterior de Grupo México en el Mundo, “Desafíos de la Política Exterior”, que se publicó a principios de 2025, hasta la fecha, ya se han producido cambios importantes. Se estableció en México una amplia y clara interrelación entre la economía nacional y la internacional. El país sufrió impactos negativos externos y he generado los propios internos. Ahora, como nunca, la política nacional debe estar compaginada con la exterior.

El entorno mundial y las consecuencias negativas de la era Trump

Trump inició su gobierno con un alud de órdenes ejecutivas al margen del Congreso. Su principal instrumento de política es el de “aranceles recíprocos” (2 de abril de 2025), que, con distintos porcentajes, afecta a casi todos los países, sea con medidas generales o sectoriales. Su principal objetivo es consolidar su hegemonía (Make America Great Again, MAGA) económica, comercial y tecnológica frente a China, reindustrializarse y disminuir su déficit comercial, que para él, en términos mercantilistas primitivos, significa recuperar el “poder” y disminuir los “abusos” en contra de Estados Unidos. Además, representa cambios trascendentales en el orden internacional de la posguerra, de instituciones y normas, y pone en entredicho la Alianza Atlántica. Como lo han dicho varios de sus líderes, Estados Unidos deja de ser un “aliado confiable”. Entre sus múltiples efectos, contribuye a fortalecer la Unión Europea, incluso con propósitos militares, y abre grandes espacios a la penetración de China en casi todos los órdenes.

Los aranceles, su palabra más “hermosa”, es un instrumento ya sea de política comercial o para presionar para conseguir otros fines no económicos. Un día los aumenta, otro los pone en pausa o los disminuye. Así ha sido en sus negociaciones con China, la Unión Europea, México y Canadá. La última muestra es su duplicación de 25% a 50% en los aranceles sobre el acero. En todo caso, se superó la “época del libre comercio” y el mundo está entrando en la “era del proteccionismo”.

Según las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial continúa desacelerándose, al pasar de un crecimiento de 3.3% en 2024 a 2.8% en 2025. Muy desigual entre países, pues los avanzados disminuyen a 1.4%, y Estados Unidos en particular a 1.8%, mientras que los países emergentes crecen a 3.7%. Todavía no se materializa una recesión, aunque el riesgo está latente.

La principal consecuencia de todo lo anterior es un fenómeno generalizado de incertidumbre que afecta la inversión. Todos son efectos negativos: la expansión de los aranceles provoca presiones inflacionarias, contracción del comercio, baja de la producción, caída de las remesas y disrupción de cadenas productivas. En los mercados financieros ha provocado caídas y alzas sin precedentes en las bolsas de valores, así como gran inestabilidad cambiaria.

El mundo no está cerca de la paz, ni en Ucrania ni en la Franja de Gaza, más bien hay riesgos de escalada.

Las acciones de Trump ya han empezado a generar contrapesos institucionales en Estados Unidos. En los tribunales se cuestiona la legalidad de los aranceles por no demostrar que hay una “emergencia nacional” y objetan las deportaciones arbitrarias. Hay oposición a los recortes excesivos del gasto, su excolaborador Elon Musk llama a su paquete de reformas fiscales, que agravan las ya desequilibradas finanzas públicas, “una aberración”. Indignan sus actos de corrupción, el regalo del avión catarí, sus agresiones al poder judicial en general y su falta de respeto a la ley. Su popularidad ha caído de más de 50% a 40%. Sus políticas están destinadas al fracaso. ¡Hay que ganar tiempo!

La frágil situación de México y los problemas que se han generado internamente

Diversos analistas y pensadores, han atinado a decir que México, lejos de vivir una “Cuarta Transformación”, el legado del anterior y el actual gobierno representa más bien un serio retroceso de destrucción institucional, que aleja al país de la democracia y lo acerca a un régimen autoritario.

La votación para la elección de jueces es un hecho histórico, o un “parteaguas”, pero no en la dirección que festina el gobierno, sino como el día que significó el fin del poder judicial, de la división de poderes, de la existencia de pesos y contrapesos, el control total de la Suprema Corte con los allegados de la Cuarta Transformación, lo que define al gobierno como una dictadura. Se ha llamado a una “farsa” y, el Financial Times, lo consideró como “un experimento kafkiano”. El serio debilitamiento del Estado de derecho ya pone al Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en entredicho y da argumentos a sus enemigos. Ciertamente, debilita los incentivos para la inversión privada nacional y extranjera, esencial para crecer.

Pese a las cuentas alegres del gobierno de que el país puede crecer en 2025 cerca de 2%, el Banco de México, preservando su prestigio de entidad autónoma, pronosticó en junio un crecimiento de 0.6% para 2025 y, para 2026, de 0.9%. Esto significa que, en los 2 primeros años de gobierno de Claudia Sheinbaum, el país crecerá menos de 1% anual, como en los 6 años de su antecesor Andrés Manuel López Obrador. Es decir, México tiene una economía estancada.

Esto todavía no incluye los efectos de la política arancelaria de Trump, cuando comience a aplicarse de manera generalizada. Hay que reconocer que la Presidenta se ha comportado con prudencia, al privilegiar el diálogo y la negociación. Asegura que hay una buena relación entre los mandatarios. Un excanciller comentó: “¿Qué sería si no fuera considerada amistosa?” Primero, puso la espada de Damocles sobre el país, de un arancel de 25% si no actuaba en temas de migración y fentanilo; luego, en acero y aluminio, sobre el componente extranjero de automóviles; después vino el fin del Acuerdo de Suspensión de Tomate y se frenó la exportación de carne por el gusano barrenador. Es una clara violación del tratado de libre comercio. Como se ha dicho en Canadá: “No es la forma de tratar a un socio”.

México está en una posición vulnerable, ya que es el primer socio comercial y tiene, después de China, el más alto superávit comercial, que para Trump es una obsesión. Idea absurda, porque no se puede corregir por decreto. Las importaciones de China han aumentado en forma dinámica, por lo que se considera su “puerta trasera” dentro del T-MEC.

Los cimientos del “segundo piso” son muy débiles, herencia de la mala ingeniería de la Cuarta Transformación, que pretende prolongar su gobierno. Si no se corrige, hay serios riesgos de que se presente una crisis económica financiera, con graves consecuencias políticas y sociales. 

Propuestas de políticas ante los peligros y los desafíos para convertirlos en oportunidades
Retos y propuestas en política exterior

Hay dudas sobre si sobrevivirá el T-MEC. Ya se adelantó la “renegociación” un año. Nadie piensa que sea solo “revisión”. En Estados Unidos y en Canadá hay a quienes les gustaría que fueran dos tratados bilaterales. México ha abandonado la relación con Canadá. Urge estrechar los lazos con el primer ministro Mark Carney. Hay que convencerlo de que la “trilateralidad” ofrece contrapesos con Estados Unidos, y que Canadá es un aliado natural. En todo caso, hay que proponer que el T-MEC no sea solo “libre comercio”; hay que ir “más allá”, como la Unión Europea, extenderlo a la cooperación técnica, científica, educativa, con un marco de seguridad y movilidad laboral, etc.

Urge definir en la Cancillería una política exterior, hasta ahora inexistente, reactiva y defensiva. Significa sustituir a los embajadores “fantasmas”, sin ninguna presencia en los principales países, como Alemania, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Rusia. Hay que seguir una política de diversificación de las relaciones con el exterior, no solo las comerciales. Se debe acelerar la negociación del Acuerdo Global Modernizado con la Unión Europea, que pasa por reabrir la principal puerta de acceso a España, ahora que la esposa del Expresidente solicitó la nacionalidad de los “malos conquistadores”. Hay que recomponer la relación con los países latinoamericanos, incluyendo Ecuador y Perú. También, se debe fortalecer la relación con las potencias asiáticas, como Corea del Sur, la India, Indonesia, Japón, y bajo reglas claras y cuidadosas con China.

Tiene sentido profundizar la integración regional de Norteamérica, tratando de convencer a Trump que esa es la verdadera arma contra China. Esto requiere pensar en crear una unión aduanera, establecer un secretariado técnico de alto nivel, fortalecer el Banco de Desarrollo de América del Norte, incorporando a Canadá, para financiar infraestructura fronteriza y proyectos en regiones que expulsan mano de obra. Después de tanta agresión, surge el dilema de si ya se agotó el “apaciguamiento” y se requiere pensar en medidas de “represalia” selectivas, como lo hizo Canadá.

Retos y propuestas en política económica y reconstrucción institucional

Se debe retomar una estrategia de desarrollo económico de largo plazo, que privilegie tasas de crecimiento superiores a 4%, con inversión pública y privada, superior a 25%, cancelar las nuevas “ocurrencias”, como los trenes de pasajeros, y algunas de las antiguas, y vincular el crédito de la banca de desarrollo y la banca privada a los objetivos de desarrollo nacional. Para ello, es útil un verdadero pacto nacional de todos los principales actores, así como un plan nacional de inversiones y un gabinete de unidad nacional, con los mejores mexicanos, no los más serviles e incompetentes. El Plan México va en la dirección correcta, pero le faltan recursos y aterrizaje.

Debe continuar el proceso de consolidación fiscal disminuyendo el elevado déficit y el sobrendeudamiento. Se tienen que restructurar Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad a fondo para que dejen de representar un serio peligro para las finanzas públicas. Y es necesario restablecer la capacidad del gobierno para gobernar y administrar, la cual se está perdiendo.

La política social debe sustentarse en un sistema de salud universal y un sistema de educación de gran calidad para la era digital, no los programas clientelares en efectivo para ganar votos, que solo son paliativos contra la pobreza, no un medio para superarla.

Hay que continuar con los avances en una más eficaz política de seguridad pública. Es urgente desmilitarizar al país, regresar al ejército a su tarea abandonada de controlar el territorio nacional. Frente a la expansión del narcotráfico, reconvertir la Guardia Nacional en Policía Federal bajo mando civil y fortalecer las policías locales.

De igual forma, urge fortalecer el Estado de derecho para lo cual es necesario hacer una verdadera reforma judicial, a partir de la justicia local, que incluya no solo jueces, sino a policías y fiscalías, y crear una carrera judicial por méritos, no por voto popular. Habrá que cancelar la desastrosa “deforma” aprobada por votación popular.

Se debe regresar a la senda democrática con plena división de poderes y libertad de expresión, evitando la desmedida persecución de los medios de comunicación críticos.

Estos son los grandes desafíos internos y externos, y la oportunidad de convertirlos en oportunidades, si se aplican políticas eficaces e inteligentes. Si no, México va directo a otra crisis, como las de 1976, 1982 y 1994. EP

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