Felipe Carrillo Puerto, “el rojo del Mayab”

En este texto, Juan-Pablo Calderón Patiño rinde homenaje a Felipe Carrillo Puerto, una de las figuras políticas más relevantes en la historia del estado de Yucatán.

Texto de 07/03/24

Carrillo Puerto

En este texto, Juan-Pablo Calderón Patiño rinde homenaje a Felipe Carrillo Puerto, una de las figuras políticas más relevantes en la historia del estado de Yucatán.

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Era una isla frente a la casta de los blancos, una ebullición libertaria, pero él, Felipe Carrillo Puerto, lejos de cercenar el rompecabezas de la federación, amalgamó su estado natal, Yucatán, con el Estado mexicano, que en ese momento tenía alrededor de cien años de haber nacido. Fue más que un intérprete del maya al castellano; fue el “traductor” de la idea de que la revolución no era un tema lejano a los suyos, sino un conjunto de causas sociales que contribuyeron a liberar al indígena, al ciudadano de pie, a dar voz a la mujer, a acercar la Constitución de 1917 al territorio que por siglos tuvo más relación con Cuba o República Dominicana que con la Ciudad de México. ¿Cómo inició ese acercamiento de la Carta Magna?, primero traduciéndose al maya, y después mediante la lucha sin cuartel que es el poder y sus vericuetos, mismos que lo sacrificaron cobardemente en una rebelión que parece que desquitó su rabia fusilándolo. Lector del anarquismo ruso, supo entender que los partidos políticos edificaban más que la figura caciquil el entramado de esas dos palabras que siguen esperando resolución: justicia social. 

“Desde muy joven supo que la palabra escrita era como el sable para luchar contra la tiranía…”

Desde muy joven supo que la palabra escrita era como el sable para luchar contra la tiranía y sus letras aparecieron en el Heraldo de Motul, su ciudad. Pocos saben que a Carrillo Puerto y a Salvador Díaz Mirón los iguala el hecho de que supieron dar un tiro certero al contrincante y salvar el pellejo. Al yucateco le tocó estar preso para después viajar hasta Cuautla, Morelos, y empaparse del movimiento agrario zapatista que influyó notoriamente en su carrera política, y en su vocación por la organización social y la dirigencia del Partido Socialista del Sureste. Carrillo Puerto enfrentó el dilema del monocultivo del henequén, el cual llegaría a su fin años después por causas externas que marcaron una dura caducidad (a partir de 1918), pero también entendió que el reparto agrario, como tal, es una cadena más pesada que el latifundismo si no va acompañado de programas técnicos, capacidades financieras y una auténtica organización productiva. Carrillo Puerto advirtió: “La consecuencia más inmediatamente obvia y la más difícil de alcanzar, es la diversificación de cultivos, como resultado de la distribución de ejidos”.

Supo que el Congreso era esencial para organizar un debate constructivo sobre una tribuna constituyente, y sin amilanarse a la derrota supo ser diputado suplente en Querétaro en 1917 para después ser diputado local propietario y líder del congreso yucateco hasta alcanzar la gubernatura, proclamando ser el “primer gobierno socialista de América”. Durante el gobierno que encabezó, más allá de la discusión de la expropiación de grandes haciendas de la “casta divina” y su fundamentación en el Artículo 27 constitucional —que fue también un acto de justicia para frenar la relación casi esclavista de mayas en grandes propiedades—, posibilitó la emancipación maya como ciudadanos libres del nuevo Yucatán, como el propio Carrillo Puerto no se cansó de decir. La creación de la Universidad Nacional del Sureste y la escuela racionalista fueron instrumentos para el desarrollo y también para la resistencia. 

La rebelión delahuertista en contra de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles persiguió a un Carrillo Puerto con la armadura del valor puesta, pero sin parque para luchar. Su barco de huida falló y el naufragio se tradujo en su aprehensión y fusilamiento a pesar de que las órdenes desde el centro político eran que se resguardara su vida. Obregón señalaría después del asesinato del líder rojo del sureste: “Don Adolfo de la Huerta comprenderá la monstruosidad de su crimen cuando reciba las protestas furiosas que lanzarán los trabajadores de todo el mundo”. Se cuenta que desde Moscú se envió un sentido pésame en virtud de que la Revolución de octubre mandó un representante a su toma de posesión como gobernador electo de Yucatán.

Heredero de un padre que luchó en el juarismo y con una espléndida lectura del tiempo político para hacer patria bajo los postulados revolucionarios, Carrillo Puerto es una pieza olvidada en la narrativa histórica nacional. Como anécdota, incluso los “huevos motuleños” llevan su paternidad e impronta, pues se cuenta que, una vez que llegó a su casona con su comitiva, encargó un almuerzo para los suyos con lo que hubiera en la cocina. A veces muchas creaciones culinarias tienen antecedentes insospechados.

“[…] Carrillo Puerto es una pieza olvidada en la narrativa histórica nacional.”

El presidente López Obrador decretó el 2024 como el año de Felipe Carrillo Puerto, pero olvida tres legados del yucateco: no basta una reforma agraria si no hay apoyo técnico al campesino; la educación es baluarte de la creación de ciudadanía; y, por último, Carrillo Puerto supo entrar a la puerta grande de la historia por sus hechos desde el Congreso, el partido (que supo integrarse al PNR) y la gubernatura, no por el decreto narcisista por el que busca ingresar a ella el actual mandatario tabasqueño.

El adoctrinamiento de la educación básica, la destrucción institucional del sistema educativo superior, la desaparición de la Financiera Rural, el debilitamiento de la banca de desarrollo e instancias técnicas como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), junto al uso convenenciero de la historia nacional en su posición binaria elemental, deberían avergonzar al actual ejecutivo federal frente al ejemplo del yucateco, “el rojo del Mayab”. EP

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