
La escritora mexicana Zel Cabrera reseña Acequia, novela ganadora del I Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas 2024.
La escritora mexicana Zel Cabrera reseña Acequia, novela ganadora del I Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas 2024.
Texto de Zel Cabrera 04/07/25
La escritora mexicana Zel Cabrera reseña Acequia, novela ganadora del I Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas 2024.
La novela Acequia (Antílope, 2024), del escritor mexicano Amaury Colmenares, es una obra publicada tras haber sido galardonada con el I Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas en 2024. El jurado —integrado por doce editoriales independientes de Iberoamérica: Antílope, Chatos Inhumanos, Dum Dum, Editorial Mohinos, Hum, Hueders, Laguna Libros, Sigilo, Severo, PesoPluma, Las Afueras, Trabalis Editores— reconoció su originalidad estructural, su tono lúdico y la potencia con que la ciudad de Cuernavaca se convierte en eje narrativo.
Este texto ofrece una lectura de la novela a partir de tres ejes: su construcción fragmentaria, el lugar central de Cuernavaca como espacio simbólico y real, y su apuesta por una narrativa disidente y coral. Se trata de una obra que dialoga con la literatura urbana contemporánea y, al mismo tiempo, plantea una exploración crítica del paisaje cultural mexicano.
Amaury Colmenares (Ciudad de México, 1986) es escritor y gestor cultural. Actualmente reside en Cuernavaca, donde ha formado parte del colectivo Ruina Tropical, con el que ha desarrollado proyectos culturales desde la periferia: lecturas en espacios abandonados, sonideros y proyecciones de cine en balnearios. Es autor de la novela Grimorio (UAM, 2023), que ganó el Premio Nacional Ignacio Manuel Altamirano de Novela en 2019. Acequia (Antílope, 2024) representa una consolidación de su voz narrativa en el panorama actual.
La novela se compone de múltiples fragmentos que podrían considerarse relatos breves o viñetas, pero que, en conjunto, operan como piezas de un rompecabezas mayor. La estructura responde a un principio de dispersión y recolección, en donde cada texto funciona de manera autónoma pero también como parte de una corriente mayor —una acequia narrativa que conecta tiempos, espacios y voces—. Colmenares evita el argumento lineal y prefiere construir desde la acumulación de atmósferas, situaciones absurdas, microhistorias y registros múltiples.
El tono de la obra es marcadamente irónico y paródico. La ciudad es escenario de encuentros improbables: editores embusteros, detectives de lo literario, niños extraviados en el subsuelo, tiendas departamentales vistas como portales del absurdo. La crítica cultural y la sátira se filtran en un lenguaje que oscila entre lo cotidiano y lo fantástico.
Uno de los elementos más destacables de Acequia es el protagonismo que adquiere Cuernavaca no como simple telón de fondo, sino como entidad viva. A través de referencias concretas —la barranca de Amanalco, las avenidas deformadas por el tiempo, los supermercados locales, los balnearios abandonados—, Colmenares ofrece una cartografía afectiva y crítica de la ciudad. Es una Cuernavaca múltiple: sitio de memoria, ruina, infancia, parodia y deseo.
Frente a la visión idealizada de Cuernavaca como “ciudad de la eterna primavera”, la novela articula una mirada dislocada que subraya el desgaste del espacio, la violencia simbólica del neoliberalismo y la persistencia de una comunidad que sobrevive entre la ironía y la ternura.
La elección de Cuernavaca como centro narrativo también representa un gesto de descentralización literaria. Frente al predominio de la Ciudad de México como núcleo temático y simbólico de gran parte de la narrativa contemporánea, Acequia se suma a una corriente que reivindica otras geografías como territorios válidos para la ficción. En esta línea, puede dialogar con obras como El baile y el incendio (Anagrama, 2021) de Daniel Saldaña París, que también sitúa a Cuernavaca como espacio narrativo autónomo, con su historia, sus fracturas y su potencia poética. Esta descentralización no solo es geográfica, sino también política y estética: implica mirar desde los márgenes, escribir desde otros ritmos y darle voz a lo que suele quedar fuera del mapa editorial dominante.
Acequia articula una visión desde el borde, donde la ciudad no es escenario secundario sino epicentro de lo desbordado. No se trata de añadir provincias al mapa literario, sino de cambiar el mapa: escribir desde lo desajustado, lo lateral, lo impuro, y reclamar que ahí también arde el lenguaje.
El reconocimiento del Premio Las Yubartas se justifica en la capacidad de Acequia para renovar formas narrativas desde lo fragmentario y lo coral. El nombre del premio —una alusión a las ballenas yubartas, animales migrantes, sonoros y gigantescos— puede leerse también como un guiño poético a la novela: Acequia es migrante en su forma, sonora en su prosa, y poderosa en su abordaje de la colectividad.
El texto no busca ofrecer una historia única, sino articular muchas voces que se encauzan como afluentes. La acequia, en este sentido, no es solo metáfora del fluir, sino también de la canalización y la convivencia: del modo en que lo disperso puede encontrar forma común.
Acequia es una novela que desborda las formas tradicionales del relato. A través de su estructura lúdica, su exploración urbana y su compromiso con una mirada crítica, logra construir una obra donde Cuernavaca aparece como un territorio plural, híbrido, en resistencia.
Con una prosa que combina humor, extrañamiento y profundidad, Amaury Colmenares entrega una obra notable en el panorama actual de la narrativa mexicana. Más que una novela de ciudad, Acequia es un ejercicio de cartografía afectiva, un gesto poético de comunidad desde la periferia. EP