Una visión global de un periodo pleno de incertidumbres

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

Texto de 26/02/25

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

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Los tiempos que se avecinan en 2025 pondrán a prueba la capacidad de México para promover y realizar su proyecto nacional, trazar un rumbo claro en el desconcierto internacional, defender a sus connacionales y mantener funcionando los mecanismos de diálogo y concertación política, así como las reglas acordadas para los intercambios comerciales y los arreglos transfronterizos, en un contexto en donde el multilateralismo está bajo asedio, el proteccionismo y las acciones unilaterales están de regreso, al igual que los regionalismos cerrados.

“El nuevo gobierno de México tendrá que calcular y actuar, no solo reaccionar y declarar…”

Dada la enorme complejidad e incertidumbre de los asuntos mundiales y la dinámica cambiante en las relaciones políticas y económicas internacionales, la formulación de la política exterior, el diseño de las estrategias de seguridad, de comercio, de movilidad humana y de transición energética van a requerir un trabajo sistemático de análisis, definición y prospección para identificar de manera clara el conjunto de los intereses nacionales, ante la proliferación de crisis, conflictos y guerras. El nuevo gobierno de México tendrá que calcular y actuar, no solo reaccionar y declarar, comprendiendo de manera pragmática y realista, con conciencia histórica, dónde está ubicado el país y considerar también cómo México es percibido hoy en el mundo, incluida su pertenencia e identificación con América Latina y el Caribe.

El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, asimismo, enfrentará graves limitaciones institucionales y presupuestales, y tendrá la necesidad de apoyarse en personal especializado y experimentado capaz de ejecutar y llevar a cabo tanto tareas diplomáticas prioritarias y amplias, como labores de protección consular, tareas de promoción y de negociación comercial, así como de gestión y proyección de la cooperación internacional en los foros multilaterales.

En los primeros meses de 2025, la política exterior de México enfrentará múltiples y complejos retos. Serán no solo los nuevos y desconcertantes desafíos para conducir las relaciones prioritarias con Estados Unidos y Canadá, con la llegada de Donald Trump y la muy probable salida de Justin Trudeau, luego de las amenazas del primero y los deslindes bilaterales del segundo, sino los numerosos retos de naturaleza interna que están directamente vinculados con el exterior, los cuales no solamente tendrán que atenderse, sino resolverse.

México debe promover y defender de manera inteligente, con visión y propuestas, el proceso de integración de Norteamérica como región y como espacio geoeconómico y geopolítico, destacando la importancia capital para los tres países. Serán fundamentales la oportuna y la atinada designación de nuevos titulares tanto en la embajada en Washington, así como en la red consular mexicana, y paulatinamente en otras representaciones diplomáticas en países prioritarios, junto con el fortalecimiento y el financiamiento de las capacidades de interlocución, cabildeo y defensa, como la preservación de las responsabilidades de coordinación interinstitucional de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la acción internacional del país. Determinante será el trabajo coordinado y conjunto con las Secretarías de Economía, Energía, Hacienda, Medio Ambiente, Agricultura y Ciencia.

Habrá oportunidades y retos formidables de negociación, coordinación y supervisión a nivel local, nacional, bilateral y regional. Por ejemplo, ahí está el colosal proyecto de transporte y licuefacción de gas natural que atravesará parte de Texas para incursionar en Chihuahua hasta llegar a Puerto Libertad en Sonora, con un gaseoducto de más de 800 kilómetros de longitud, cuyo objetivo es también suministrar gas al norte del país, por supuesto, conectar con Asia e incentivar el comercio transpacífico. La importancia de culminar y poner en operación del Corredor Interoceánico en el sureste del país deviene una prioridad estratégica indiscutible e impostergable.

Serán tiempos de definiciones estratégicas para el agro mexicano puesto que importaremos más de lo que producimos. Habrá una contracción de 3 % en el PIB agropecuario, acompañada de un alza en los precios de los alimentos en los próximos 2 años. Será necesario poner orden en los mercados y mejorar las cadenas de valor, ante una menor siembra y mejorar el manejo y la eficiencia de los programas de comercialización, la agricultura por contrato, la cobertura y los precios de garantía.

El cambio climático ha complicado las condiciones en las que se producen alimentos en México y en el mundo. Los agricultores y las cosechas seguirán enfrentando retos por la grave alteración de los ciclos de lluvias, sequías, agotamiento de suelos y golpes extremos de calor o frío. Si 75 % del agua se destina a la producción alimentaria y más de la mitad se desperdicia, es fundamental la puesta en marcha del Plan Hídrico Nacional y concluir el proceso legislativo para promulgar la Ley General de Aguas, mandatado por la Suprema Corte. La agenda nacional e internacional agropecuaria y del agua debe desempeñar un papel central.

Si queremos aprovechar las oportunidades del cambio de época, participar en la relocalización cercana (nearshoring), va a ser necesario construir con verdadera urgencia entornos más propicios para desarrollar la investigación, la innovación y el emprendimiento, y reducir la marcada dependencia científica y tecnológica del extranjero. Va a ser necesario destrabar las políticas públicas y los marcos regulatorios para que los gobiernos, las empresas privadas y los inversionistas trabajen juntos para asegurar la sustentabilidad y la diversificación energética.

Por otra parte, vendrán momentos difíciles de definición y de adopción con posiciones inequívocas respecto de las demandas, iniciativas y resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, por ejemplo, en relación con la guerra en Ucrania y el conflicto en el Medio Oriente. En particular, sobre la actuación del Estado de Israel y las demandas ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, y las presiones respecto de los organismos internacionales y la ayuda humanitaria para palestinos, libaneses y sirios dada la prolongación de la ilegal ocupación israelí y las implicaciones de la conquista territorial para el Derecho Internacional. De igual modo, en relación con el efectivo cumplimiento de nuestros compromisos para combatir el cambio climático, para enfrentar junto con otros países el problema mundial de las drogas y también para asegurar en nuestro territorio flujos migratorios ordenados, seguros y regulares, frente a la amenazante expansión de las organizaciones criminales transnacionales.

Estando Centroamérica fracturada en términos políticos, las relaciones con Belice y Guatemala deben seguir siendo nuestras prioridades. Las dificultades y el eventual colapso del régimen castrista en Cuba están a la vista; la encrucijada política, económica y social en Venezuela no ha encontrado una salida. Ambos escenarios tendrán implicaciones directas para México. Por ende, hay que participar sin demora y trabajar de cerca con Brasil y con Colombia. También con Chile y con Perú para destrabar y detonar todo el potencial de la Alianza del Pacífico, ese visionario mecanismo de integración de importancia estratégica para el país.

México necesitará ponerse al día en relación con los cambios tectónicos en el orden político, económico y digital mundial y comprender a fondo el paso de la hiperglobalización a la reconfiguración internacional, en donde hay más competencias abiertas, nuevas agendas emergentes, una cambiante jerarquización de determinados sectores productivos y estratégicos, junto con una dinámica imparable de cambios profundos en las sociedades y los mercados. Al mismo tiempo, deberán vislumbrarse las implicaciones de la fragmentación geoeconómica que avanza impactando tanto la seguridad internacional como la seguridad nacional, habiendo notables diferencias y desafíos para regiones, países y grupos de países.

En el contexto de la competencia entre China y Estados Unidos se está formando una intrincada red de aranceles, tarifas, subsidios, acuerdos condicionados y medidas restrictivas a la inversión extranjera directa. Estas medidas emergentes y cambios están dando lugar a entornos geopolíticos y geoeconómicos distintos permitiendo que países del sur global disputen un mejor lugar y un mayor peso en la arena internacional. China y Rusia encabezan y conforman el mayor desafío al orden liberal internacional.

“México necesitará ponerse al día en relación con los cambios tectónicos en el orden político, económico y digital mundial…”

En suma, México, tanto el gobierno como las empresas y las organizaciones sociales tendrán que comprender rápidamente el lugar que ocupamos en Norteamérica, asumir el importante papel que tenemos en Latinoamérica y determinar nuestra conducta y actuación en el Indo-Pacífico, elevando nuestra voz, ejerciendo nuestro peso y ampliando nuestro prestigio en el mundo. El país necesitará posicionarse sin ambigüedades respecto de China, así como respecto de la India, Japón y Rusia, entre otras potencias intermedias, y deberemos hacerlo con visión e inteligencia, anteponiendo los intereses nacionales, sin quedarnos al margen, para poder jugar un papel constructivo y actuar con independencia y determinación en los vertiginosos e inciertos escenarios de la política internacional. EP

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