
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Texto de José Luis Valdés Ugalde 05/02/25
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Una nueva era de populismo económico y político ha reemergido en Estados Unidos. La elección de Donald Trump es la más visible evidencia de esto. Por su lado, Trump intenta quebrar el precario consenso mundial acerca del libre comercio y de la consolidación de la democracia política. A partir de su narrativa rupturista, tanto el balance de poder global como el futuro de la democracia están bajo una gran presión en el contexto de la alianza occidental. Si aceptamos, como algunos enfoques teóricos sugieren, que el nacionalismo extremo tiende a negar la esencia, el valor potencial y la naturaleza de la democracia y las ganancias relativas que la globalización ha producido, podemos argumentar que esta nueva corriente política representa, de nueva cuenta, una amenaza en contra de los arreglos civilizatorios que se han producido en el orden internacional en nuestros días.
Trump agudiza la incertidumbre respecto de los valores y las estrategias que se habían consolidado hasta 2016 cuando, por primera vez, irrumpe en el poder político. Si hacemos un diagnóstico de lo que representa este hombre en los términos de Erich Fromm, entonces nos trasladamos a la noción de un individuo autoritario, que sustenta sus decisiones solo en impulsos neuróticos. En este sentido podemos enfrentarnos a dos estados: el neurótico y el normal.1 El primero se da en alguien que no se desenvuelve positivamente, carece de funcionamiento social; es decir, tiene actitudes contrarias a la felicidad humana. El segundo, es el estado óptimo, en el cual la felicidad se representa por la satisfacción social y el desarrollo pleno del individuo.
Ahora bien, la actitud del individuo debería estar centrada hacia la libertad positiva, un estado en el que hay una conexión genuina con el mundo, con el trabajo, con el amor, y donde las facultades emocionales son sensitivas y equilibradas. Aquí vale la pena cuestionarnos hasta qué grado Trump se encuentra en facultad de ejercer la libertad positiva dentro de la democracia, al tiempo que pone en juego las capacidades positivas de las minorías hispanas, latinas, árabes o asiáticas en Estados Unidos.
Estamos en presencia de un gobierno en ciernes que está dando pauta a la transformación de una sociedad al borde de la neurosis, al no poder materializar sus plenas libertades sociales; una sociedad, en efecto, neurótica. Trump va demostrando que es un sujeto que carece de plenas facultades emocionales, un desequilibrio sensitivo e intelectual respecto de lo que representa su poder, no en términos de dominación, sino de potencia e impacto en su sociedad, y en la sociedad internacional misma.
“Trump va demostrando que es un sujeto que carece de plenas facultades emocionales, un desequilibrio sensitivo e intelectual respecto de lo que representa su poder”.
Lo más relevante del discurso de Trump es que ha logrado conquistar a una parte clave de la población estadounidense mediante la “racionalización” de sus mensajes destructivos, desacreditadores del “otro” y contra todo aquél que represente una amenaza contraria a sus intereses vitales. Desde los alternative facts o las fake news, somos testigos de la manera en que Trump usa como herramienta las llamadas “posverdades” a manera de propaganda electoral y publicidad.
Con el trumpismo arriba al poder una nueva forma de observar e interpretar la realidad. Además de maniquea, se trata de una construcción premeditada de una o varias realidades “alternativas”. Sobre esta base se construye, sin tregua alguna, un “discurso alternativo” desde el que se sanciona, reprime y castiga a quien lo niega, o siquiera cuestiona, prensa, sociedad civil, sociedad política u opinión pública internacional. Está visto que esto impacta todos los temas de la política local e internacional, desde el calentamiento global, hasta la existencia de la amenaza a la seguridad estadounidense. Asistimos a una nueva patología democrática que la democracia liberal (en crisis), no ha podido contener en Estados Unidos y, aparentemente, en otros contextos del mundo occidental, por mencionar el espacio político cultural más representativo de este proceso histórico. Ante este imperio de la mentira del poder, la más cínica, dañina y atentatoria de las libertades y los derechos ciudadanos que haya habido desde los tiempos de Richard Nixon, la democracia misma se encuentra atrapada y aún sin un antídoto que contrarreste esta corrosión pública que se sufre en Estados Unidos. El totalitarismo de la narrativa trumpista pondrá a prueba la institucionalidad democrática estadounidense. La opinión pública, la prensa y los dos poderes que aún sobreviven (aunque el Senado, con su mayoría trumpista, ya ha quedado secuestrado) a esta embestida antidemocrática habrán de sentar, en los tiempos que vienen, es esperable, los precedentes que conduzcan este lamentable episodio con el mayor de los equilibrios posibles.
“Si México no está preparado de manera adecuada y plancha el terreno previamente con Trump, es probable que nos rebase la realidad alternativa que el trumpismo le quiere imponer a la realidad verdadera”.
El mundo entero y México estarán a prueba en esta nueva avanzada del trumpismo. Las amenazas de Trump contra México son parte de un repertorio ya conocido en los desplantes del Presidente electo. La advertencia de sancionar con 25% de aranceles si México no detiene los flujos migratorios y el trasiego de fentanilo, adolece de coherencia por el hecho de meter en el mismo costal a los tres elementos como un todo, muy a pesar de que no pertenecen vinculados por las ciencias económica y política. Son temas diferentes que a Trump se le ha ocurrido mezclar para amedrentar a sus contrapartes y para realzar su enfermo narcisismo y convertirse en el centro de la atención en un momento candente de la realidad regional. La reciente declaración de la presidenta Claudia Sheinbaum en el sentido de terminar con la comunicación a través de los medios masivos es la correcta y la urgente próxima reunión con Trump, sin pretender bolearle las botas como lo hicieron los canadienses inútilmente, deben articularse para evitar que siga avanzando en su narrativa agresiva y obsesiva de apoderarse de México por la vía de la anexión y de la imposición a toda costa. Y esto solo se logrará echando mano de un conjunto de expertos negociadores que han participado en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Si México no está preparado de manera adecuada y plancha el terreno previamente con Trump, es probable que nos rebase la realidad alternativa que el trumpismo le quiere imponer a la realidad verdadera. EP