La relación económica Estados Unidos-México más allá del T-MEC

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

Texto de 12/02/25

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

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La relación con Estados Unidos en el entorno de las tendencias mundiales

El mundo está experimentando grandes cambios sistémicos de graves consecuencias: la globalización sustituida por la nueva interacción entre grandes bloques económicos; el libre comercio por tendencias proteccionistas; los nacionalismos agudizados por las invasiones migratorias; la ruptura del orden multipolar de la posguerra; las competencias geopolíticas; las democracias en crisis frente a populismos autoritarios de derecha y de izquierda, entre otras. Todo se agudiza con la inesperada elección de Donald Trump, con su gabinete de halcones, su enorme poder sin contrapesos y las consecuencias todavía indeterminadas sobre el mundo y, particularmente, sobre México.

“Todo se agudiza con la inesperada elección de Donald Trump, con su gabinete de halcones…”

La actual relación económica de México con Norteamérica

Estamos celebrando los 30 años de la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), renegociado y convertido en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el cual promovió cambios importantes en la relación económica entre los tres países. Ahora somos su primer socio comercial con más de 300 000 millones de exportaciones anuales, con importantes impactos regionales en el norte y el centro del país. Además, hay una integración real de cadenas productivas, sobre todo “hacia fuera”.

Grandes retos del nuevo gobierno de Trump

México, lamentablemente, ha sido una “piñata” electoral y una figura prominente en la agenda del gobierno de Trump. Hay tres grandes temas que son sus prioridades de seguridad nacional: 1) la penetración de productos chinos estratégicos en sectores como el automotriz y la electrónica a través de México; 2) el fentanilo y su relación con el crimen organizado, y 3) la invasión de migrantes mexicanos y de otros países a través de nuestra incontrolada frontera. Como antídoto, amenaza con la imposición de aranceles de 25 % o más.

¿Qué puede hacer México?

México debe preparar una sólida estrategia, no defensiva y reactiva como hasta ahora, sino propositiva. Para ello, debería crearse un grupo de trabajo con nuestras mentes más lúcidas y experimentadas, que contemple a la academia, al sector privado y a exfuncionarios para auxiliar al gobierno con propuestas concretas.

Debe completarse un sistema de datos “duros”, con un mapeo de las relaciones económicas de México con Canadá y Estados Unidos, por región y por producto, su contenido nacional y su contenido regional. Además, examinar las relaciones reales de los tres países con China, pues hay muchas mentiras y verdades alternativas. La realidad es que China es el segundo socio comercial de Canadá y de Estados Unidos, incluyendo productos terminados y productos intermedios. La estrategia debe tener una dimensión de corto plazo y otra de gran visión de largo plazo.

Acciones de corto plazo, con carácter preventivo

México debe evitar la confrontación con el gobierno de Trump al inicio de su gobierno y una guerra comercial con efectos recesivos inflacionarios y de reducción del comercio. Para ello, se requiere contemplar un plan de acción del gobierno que actúe en los frentes neurálgicos mencionados. Además, debe realizar negociaciones con gobiernos de países expulsores. Una activa diplomacia focalizada por funcionarios del gobierno (Economía, Relaciones Exteriores), uso de consulados, que requieren más recursos, con el apoyo de un cuarto de “al lado” conformado por empresarios, funcionarios y exfuncionarios con valiosa experiencia (Ildefonso Guajardo, Luis de la Calle, Juan Carlos Baker, entre otros). Debe ser apoyada por empresas “aliadas” que exportan, importan o producen en México en sectores claves (automotriz, electrónica, productos primarios, turismo) y por gobiernos estatales y legisladores en las áreas más vulnerables.

Necesitamos tener preparadas medidas defensivas selectivas creíbles: aranceles, cuotas, boicots de compras para uso en última instancia.

Estrategia con visión de largo plazo

Pero, además, es importante proponer una agenda con visión de largo plazo, que pudiera llamarse “Más allá del T-MEC y un tratado de libre comercio”. Una propuesta de integración económica regional, en un sentido amplio, dándole contenido a las frases retóricas de Joseph R. Biden y de otros de hacer de Norteamérica la agrupación regional más competitiva, dinámica tecnológicamente, más avanzada y de rápido crecimiento.

Esto requeriría crear un pequeño secretariado técnico trinacional de muy alto nivel (que equivocadamente se ha descuidado), que prepare análisis y propuestas con miras a una Norteamérica 2030, y que tenga un seguimiento y supervisión por un consejo de ministros de economía trilateral (y otros, cuando sea necesario). Los grandes temas a analizar serían:

  1. Reconocer que el TLCAN, y ahora el T-MEC, no generó crecimiento para México, más allá de nuestro mediocre 2 %; las cadenas productivas se orientan “hacia afuera”, sin encadenamientos “hacia adentro”, con poco contenido nacional, menos de 30 %; no redujo brechas de ingreso, ni entre países ni dentro de los países, y que la relocalización cercana (nearshoring) es inercial.
  2. La estrategia de integración económica de Norteamérica, más allá de solo libre comercio, requiere una política industrial regional para integrar mejor las cadenas productivas; incrementar los contenidos locales, y hacer una sustitución de importaciones eficiente, incluyendo productos chinos. Esta política industrial sería un instrumento para impulsar de manera activa el nearshoring, eliminando obstáculos y creando condiciones favorables.
  3. Esto supone tener una estrategia de cooperación tecnológica y científica, así como educativa; montar un programa de becas e intercambio estudiantil tipo el Programa Erasmus de la Unión Europea. Se requiere una política energética regional hacia energías no renovables, energía eléctrica y uso del agua.
  4. Se requiere un ambicioso programa de infraestructura en las fronteras Canadá-Estados Unidos, México-Estados Unidos y México-Centroamérica. Sin duda, se necesitarán recursos financieros. Para ello, se podría activar el “fantasma” del Banco de Desarrollo del América del Norte (Bandan), incorporando a Canadá. Para mayor financiamiento, puede hacerse, como en Europa, una emisión de bonos en dólares con la garantía de los tres gobiernos; más programas complementarios del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo.
  5. Tiene que tener como objetivo crecimientos mínimos de 3 %; para México de 5 % o 6 %. Por ello debe proponerse explícitamente, como lo ha hecho la Unión Europea, objetivos de “convergencia económica regional”, que redujo, para beneficio de todos, el rezago de países como Irlanda o Portugal. Para lograrlo, se puede crear un fondo en el propio Bandan. Esto implica realizar proyectos y programas en regiones expulsoras de mano de obra y de mayor pobreza, así como reducir desigualdades regionales.
  6. Debe hacerse un estudio serio sobre qué regiones en Canadá y en Estados Unidos requieren mano de obra y con qué calificaciones. El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales de Canadá ha sido un gran éxito en este sentido, por lo que se puede ampliar.
  7. Puede considerarse la formación de una unión aduanera, con un arancel externo común.

“el TLCAN, y ahora el T-MEC, no generó crecimiento para México, más allá de nuestro mediocre 2 %…”

Estas son ideas ambiciosas; para algunos pueden ser “utópicas”, pero son ideas probadas en la Unión Europea. Son mejores alternativas que las guerras arancelarias, más inflación, estancamiento, conflictos y fractura entre países. EP

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