
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Texto de Francisco Suárez Dávila 12/02/25
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El mundo está experimentando grandes cambios sistémicos de graves consecuencias: la globalización sustituida por la nueva interacción entre grandes bloques económicos; el libre comercio por tendencias proteccionistas; los nacionalismos agudizados por las invasiones migratorias; la ruptura del orden multipolar de la posguerra; las competencias geopolíticas; las democracias en crisis frente a populismos autoritarios de derecha y de izquierda, entre otras. Todo se agudiza con la inesperada elección de Donald Trump, con su gabinete de halcones, su enorme poder sin contrapesos y las consecuencias todavía indeterminadas sobre el mundo y, particularmente, sobre México.
“Todo se agudiza con la inesperada elección de Donald Trump, con su gabinete de halcones…”
Estamos celebrando los 30 años de la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), renegociado y convertido en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el cual promovió cambios importantes en la relación económica entre los tres países. Ahora somos su primer socio comercial con más de 300 000 millones de exportaciones anuales, con importantes impactos regionales en el norte y el centro del país. Además, hay una integración real de cadenas productivas, sobre todo “hacia fuera”.
México, lamentablemente, ha sido una “piñata” electoral y una figura prominente en la agenda del gobierno de Trump. Hay tres grandes temas que son sus prioridades de seguridad nacional: 1) la penetración de productos chinos estratégicos en sectores como el automotriz y la electrónica a través de México; 2) el fentanilo y su relación con el crimen organizado, y 3) la invasión de migrantes mexicanos y de otros países a través de nuestra incontrolada frontera. Como antídoto, amenaza con la imposición de aranceles de 25 % o más.
México debe preparar una sólida estrategia, no defensiva y reactiva como hasta ahora, sino propositiva. Para ello, debería crearse un grupo de trabajo con nuestras mentes más lúcidas y experimentadas, que contemple a la academia, al sector privado y a exfuncionarios para auxiliar al gobierno con propuestas concretas.
Debe completarse un sistema de datos “duros”, con un mapeo de las relaciones económicas de México con Canadá y Estados Unidos, por región y por producto, su contenido nacional y su contenido regional. Además, examinar las relaciones reales de los tres países con China, pues hay muchas mentiras y verdades alternativas. La realidad es que China es el segundo socio comercial de Canadá y de Estados Unidos, incluyendo productos terminados y productos intermedios. La estrategia debe tener una dimensión de corto plazo y otra de gran visión de largo plazo.
México debe evitar la confrontación con el gobierno de Trump al inicio de su gobierno y una guerra comercial con efectos recesivos inflacionarios y de reducción del comercio. Para ello, se requiere contemplar un plan de acción del gobierno que actúe en los frentes neurálgicos mencionados. Además, debe realizar negociaciones con gobiernos de países expulsores. Una activa diplomacia focalizada por funcionarios del gobierno (Economía, Relaciones Exteriores), uso de consulados, que requieren más recursos, con el apoyo de un cuarto de “al lado” conformado por empresarios, funcionarios y exfuncionarios con valiosa experiencia (Ildefonso Guajardo, Luis de la Calle, Juan Carlos Baker, entre otros). Debe ser apoyada por empresas “aliadas” que exportan, importan o producen en México en sectores claves (automotriz, electrónica, productos primarios, turismo) y por gobiernos estatales y legisladores en las áreas más vulnerables.
Necesitamos tener preparadas medidas defensivas selectivas creíbles: aranceles, cuotas, boicots de compras para uso en última instancia.
Pero, además, es importante proponer una agenda con visión de largo plazo, que pudiera llamarse “Más allá del T-MEC y un tratado de libre comercio”. Una propuesta de integración económica regional, en un sentido amplio, dándole contenido a las frases retóricas de Joseph R. Biden y de otros de hacer de Norteamérica la agrupación regional más competitiva, dinámica tecnológicamente, más avanzada y de rápido crecimiento.
Esto requeriría crear un pequeño secretariado técnico trinacional de muy alto nivel (que equivocadamente se ha descuidado), que prepare análisis y propuestas con miras a una Norteamérica 2030, y que tenga un seguimiento y supervisión por un consejo de ministros de economía trilateral (y otros, cuando sea necesario). Los grandes temas a analizar serían:
“el TLCAN, y ahora el T-MEC, no generó crecimiento para México, más allá de nuestro mediocre 2 %…”
Estas son ideas ambiciosas; para algunos pueden ser “utópicas”, pero son ideas probadas en la Unión Europea. Son mejores alternativas que las guerras arancelarias, más inflación, estancamiento, conflictos y fractura entre países. EP