
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Texto de Susana Chacón 05/02/25
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
En 2025, Estados Unidos y México empiezan el año con nuevos gobiernos, mientras que Canadá tendrá elecciones en octubre, y todo indica que regresarán los conservadores. La llegada de Donald Trump cambiará el escenario y nos obliga a tener una política exterior estratégica que nos permita aprovechar las ventajas de estar en la región de Norteamérica. A partir del 1 de octubre de 2024 y hasta ahora, hemos visto una política exterior sin contenido ni estrategia y eso debe cambiar con el fin de que sea activa y no reactiva. Sin duda, fue una buena señal que Claudia Sheinbaum haya participado en la reunión del G-20 en noviembre de 2024 en Brasil. No obstante, el mensaje que llevó fue, de nuevo, sin contenido y sin ninguna buena propuesta o proyecto por parte de su gobierno. Fue un acierto que haya tenido reuniones bilaterales, pero en las más importantes para México, las que sostuvo con Joseph R. Biden y Justin Trudeau, no se plantearon propuestas concretas. Se desaprovecharon los encuentros bilaterales debido a la inexistencia de una estrategia hacia el exterior, particularmente a la región.
El estilo de hacer política de Trump lo conocemos: instaurar el miedo antes de ejercer sus decisiones. Su carácter mercurial ha demostrado, desde su victoria el 5 de noviembre de 2024, que ya está gobernando con mensajes muy claros y presiones de lo que hará con su política exterior. No esperó a su toma de protesta, el 20 de enero de 2025, para presentar a los miembros de su gabinete que llevarán las relaciones con el mundo, y en particular con Norteamérica, en sus diversas agendas e intereses. En buena medida todos son unos halcones que no ven nada bien lo que pasa en y con México, empezando por su Secretario de Estado, Marco Rubio y su propuesta de embajador para nuestro país, Ronald D. Johnson, quien es especialista en inteligencia. Las amenazas de deportaciones, aranceles e intervenciones, en todos los temas bilaterales (migración, seguridad, fentanilo, tráfico ilícito de personas, energía y comercio) son reales y con seguridad se llevarán a cabo en mayor o menor medida. El gabinete de Trump está perfectamente seleccionado con los perfiles especializados en los temas asignados.
“Se viene un escenario muy negativo en todos los temas y deberíamos de estar trabajando en las respuestas de un tablero de múltiples pistas muy complejas”.
Se viene un escenario muy negativo en todos los temas y deberíamos de estar trabajando en las respuestas de un tablero de múltiples pistas muy complejas, no se digan los temas trilaterales, como la revisión del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que está en puerta. El Presidente electo buscará mantener dos relaciones bilaterales y no una regional trilateral. Por su parte, Canadá ha sido abandonado por el gobierno de México en los últimos 6 años, por lo que a ellos les afecta menos la insistencia de Trump en lo bilateral. La relación con los canadienses se tiene que reconstruir de manera urgente. El tema central de la revisión del Tratado será China. Es momento de reconectar con los aliados que tiene México en ambos países: empresarios, académicos, banqueros, además de funcionarios locales y federales. En el caso de Estados Unidos, tenemos aliados tanto con los republicanos como con los demócratas, pero es inminente incentivar y retomar estos vínculos con una estrategia precisa. El futuro del desarrollo del país y de la región está en los pasos que demos desde ahora sin esperar a 2026. Apoyarse en la experiencia de quienes negociaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y después el T-MEC, reduciría las dificultades que se vienen en la guerra comercial. Hasta ahora hemos desaprovechado los beneficios que ofrece la relocalización cercana (nearshoring) y hemos sido incapaces de favorecer políticas que beneficien el desarrollo regional y nuestro propio desarrollo industrial.
En migración, México no está preparado para recibir a cien mil personas deportadas por año. Sería muy conveniente que los consulados mexicanos apoyaran a quienes pueden obtener la ciudadanía para que lo hagan lo más pronto posible. El gobierno mexicano debería de buscar que el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) continúe y no que desaparezca, como quiere Trump. Es necesario contar con los recursos suficientes para proteger a la mayor parte de la población mexicana que está allá y es la más vulnerable. Urge diseñar una estrategia de protección y apoyarse en los cónsules más experimentados. Se debe evitar que se reinstale el programa Quédate en México y negociar que las deportaciones sean a los países de origen de los migrantes y no al nuestro. Por otra parte, se requiere que nuestra estrategia contemple presionar a los empresarios estadounidenses para que defiendan la necesidad de mano de obra y que se reduzcan así las posibles deportaciones masivas. El costo económico para Estados Unidos de deportar 1.3 millones de trabajadores sería de 1% de su PIB al año. Si se deportaran 8.3 millones, su PIB decrecería 7% por año.1 Además, en Estados Unidos hay una tasa de desempleo de 4.3%, por lo que sería conveniente que el gobierno mexicano negociara visas temporales en los sectores en los que hay mayor número de plazas vacantes.
“El problema que tienen del consumo de fentanilo es mayúsculo y culpan en todo momento a los mexicanos de no acabar con su tráfico”.
En seguridad, Trump y su equipo, en especial los militares y las agencias de inteligencia, parten del supuesto de que los cárteles mexicanos son terroristas. El problema que tienen del consumo de fentanilo es mayúsculo y culpan en todo momento a los mexicanos de no acabar con su tráfico. En su primer mandato, cuando tuvo que regresar a México al general Salvador Cienfuegos por petición del expresidente Andrés Manuel López Obrador, la poca cooperación que existía entre las agencias de inteligencia se acabó. Recordemos también que nos sacaron del Comando Norte. Saben y tienen información suficiente de los vínculos que existen entre muchos funcionarios mexicanos y el crimen organizado. No tienen confianza en las autoridades mexicanas y han decidido actuar de forma unilateral. Si lo hicieron en el gobierno de Biden, al llevarse a Ismael el Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, el Chapito, serán mucho más duros los republicanos. Recuperar la confianza no será tarea fácil a pesar de llevar a cabo acciones sustanciales, como el decomiso de una tonelada de fentanilo que hizo el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, a principios de diciembre de 2024. Biden lo agradeció, pero Trump va a actuar de forma muy distinta. Tendremos que estar preparados para sus ocurrencias y grandes golpes, y lo mejor sería buscar, desde ahora, retomar los instrumentos y los mecanismos de cooperación bilateral o construir unos nuevos.
Urge definir la estrategia de política exterior, que hasta ahora desconocemos, cuando tenemos enfrente a un Trump que quiere la guerra con México y acabar con la región de Norteamérica. EP