
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Texto de Roberta Lajous 05/02/25
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
En los tres países de Norteamérica, las elecciones federales están poniendo a prueba el futuro regional. Desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hace 30 años, nunca el gobierno de México había sido más distante ideológicamente de Canadá y de Estados Unidos. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones en Canadá en 2025, el ganador buscará mayor cercanía con el gobierno de Donald Trump, haciendo a México a un lado si es necesario. Norteamérica es hoy un gigante económico y un enano político, cuya integración depende de la capacidad de alineación de los objetivos estratégicos fijados por Estados Unidos: distanciamiento de China, combate al crimen organizado y a la migración indocumentada.
México se distanció de sus socios comerciales cuando Andrés Manuel López Obrador adoptó la agenda de la anquilosada izquierda latinoamericana. En 2018, se negó a asistir a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles porque Cuba, Nicaragua y Venezuela no fueron invitados, y nunca viajó a Canadá. Su gobierno no apoyó el compromiso de nuestros vecinos, ambos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, con Ucrania. Al actual gobierno de Claudia Sheinbaum se le acusa, con o sin razón, de abrir la puerta a la inversión china. A ello se suma el disgusto de nuestros socios por el aumento de la migración, el narcotráfico y las reformas constitucionales que ponen en riesgo las premisas del libre comercio: independencia judicial e instituciones autónomas para regular la competencia económica.
Trump quiso acabar con el TLCAN durante su primera presidencia. El acuerdo de libre comercio entre los tres países se salvó gracias a que los miembros de su gabinete le hicieron ver su valor electoral. Sin embargo, en el proceso de renegociación, Trump le quitó el nombre de América del Norte, lo cual fue indicativo de su falta de entusiasmo por la integración con sus vecinos. Le interesa exclusivamente “hacer grande” a su país. No obstante, la integración siguió avanzando y nos convertimos en el primer socio comercial de Estados Unidos y el tercero de Canadá.
“Una vez instalado Trump en la presidencia, el ahora Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) será nuevamente amenazado si se aplican los aranceles de 25% para sus socios”.
Una vez instalado Trump en la presidencia, el ahora Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) será nuevamente amenazado si se aplican los aranceles de 25% para sus socios. Aunque lo considere su propia criatura, sus instintos, sus tácticas de negociación intimidatorias y la reacción que tengamos frente a ellas, lo ponen en riesgo. El futuro depende de cómo los tres países puedan navegar las turbulencias causadas por el propio Trump.
A pesar del intenso intercambio que tienen los tres países de Norteamérica con China, Estados Unidos ha decidido reducirlo. Trump le impuso a Beijing aranceles en su primera presidencia, que su sucesor, Joseph R. Biden, no eliminó. Está por verse cómo Trump le dará su propio sello a la política industrial diseñada por Biden y hasta dónde sacrificará la relación con sus vecinos para apoyar la reindustrialización de Estados Unidos y “hacerlo grande nuevamente”. Canadá se ha alineado y México tendrá, más pronto que tarde, que convencer a sus socios que coincide en distanciarse de China.
Sheinbaum ha dicho que México desea continuar siendo parte del proceso de integración de Norteamérica. Para ello, tendrá que frenar la migración al norte y desarrollar confianza con nuestros vecinos en el combate al narcotráfico. A pesar de que México vaya en esa dirección, cabe la posibilidad de que haya deportaciones masivas como táctica disuasiva, y tendremos que lidiar con sus efectos humanitarios y políticos.
La designación de Marco Rubio como Secretario de Estado, pondrá al frente de esa dependencia a un “halcón” que considera al régimen cubano como un país violador de derechos humanos que debe ser enfrentado. Seguramente fortalecerá la política que en noviembre de 2024 negó a Petróleos Mexicanos (PEMEX) un crédito del Banco de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos. También considera que Venezuela amenaza la seguridad y la estabilidad de la región y, por lo menos, le impondrá mayores sanciones económicas. Sobre México, en el pasado expresó abiertamente sus críticas al gobierno de López Obrador por su falta de control sobre el narcotráfico, y será poco tolerante con nuestra defensa de Cuba.
Sheinbaum tendrá que definir sus objetivos de política exterior tomando en cuenta la realidad del entorno. La segunda presidencia de Trump apunta hacia un margen de maniobra mucho más reducido con respecto a los regímenes autoritarios de Latinoamérica. También habrá que alinear con nuestros socios la estrategia hacia China y combatir, tanto en Washington como en Ottawa, la narrativa de que estamos abriendo la puerta al comercio y a la inversión con el gigante asiático.
Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, viajó a Washington para restablecer la confianza en la relación bilateral en los temas de seguridad. No obstante, el equipo de Trump propone operaciones de corte militar para atacar a los cárteles que actúan con impunidad en nuestro territorio y, una vez que asuma el poder, existe el riesgo de que se lleven a cabo acciones que violen nuestra soberanía. Se acortan los tiempos para poner la casa en orden y prevenir que un golpe publicitario del próximo gobierno en Washington cometa un daño difícil de reparar en la relación bilateral al encender los ánimos nacionalistas.
El gobierno de Sheinbaum ha dado pasos tímidos en la dirección correcta, pero debería iniciar una ofensiva diplomática que no solo incluya diversas agencias del gobierno federal, sino que sume a amplios actores de la sociedad civil, como empresarios, académicos y sindicatos, en un frente unido ante al reto que significa un segundo gobierno de Trump, cuyos partidarios llevan 4 años preparando su estrategia para transformar el gobierno federal de Estados Unidos y su relación con el mundo. Un elemento clave será fortalecer al Servicio Exterior Mexicano para llegar con el mensaje a todo el territorio de Canadá y Estados Unidos por medio de la red consular, actualmente debilitada.
“Si deseamos seguir formando parte de Norteamérica tenemos que acoplar mejor nuestra economía con la de nuestros vecinos para evitar que tomen medidas que nos perjudiquen”.
Si deseamos seguir formando parte de Norteamérica tenemos que acoplar mejor nuestra economía con la de nuestros vecinos para evitar que tomen medidas que nos perjudiquen. Necesitamos una narrativa para presentarnos como un socio confiable en la rivalidad con China, en el combate al narcotráfico y al crimen organizado que ha tomado la delantera en el control del tráfico humano. Cuanto antes se requiere llegar a un acuerdo migratorio con Estados Unidos para respetar los derechos humanos de los trabajadores migrantes y sus familias que han sido expulsados a nuestro territorio. Nuestra mejor defensa es una mejor integración. EP