
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Texto de Antonio Ortiz-Mena 12/02/25
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.
Es poco frecuente que se presenten cambios de gobierno casi al mismo tiempo en Norteamérica,1 pero en 2025 los tres países tendrán gobiernos de reciente elección. En alternancias pasadas, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se usaba a manera de “piñata” en las elecciones de Estados Unidos, pero no pasaba a mayores. Ni en Canadá ni en México se hablaba de denunciar al Tratado o tornarlo bilateral.
“en 2025 los tres países tendrán gobiernos de reciente elección.”
Esto cambió tras la primera elección de Donald Trump, cuando en 2017 anunció su intención de denunciar al TLCAN, lo que derivó en una renegociación y el posterior nacimiento del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que entró en vigor en 2020. El nuevo Tratado tiene una nueva cláusula,2 que estipula una revisión obligatoria en 2026, tras la cual los signatarios pueden decidir mantenerlo en vigor 16 años adicionales, u optar por revisiones anuales durante 10 años. Siempre existe la posibilidad, que ya estaba presente en el TLCAN, de denunciarlo y retirarse 6 meses después del aviso.3
Ante la inminente revisión del T-MEC y la reelección de Trump, quien ha amenazado con imponer aranceles del 25 % a Canadá y a México (y 10 % de arancel adicional a los que ya enfrenta China)4 líderes canadienses, tanto conservadores como liberales, han sugerido la posibilidad de llegar a un acuerdo bilateral con Estados Unidos.5
¿Cuáles son algunos retos para el primer trimestre de 2025 ante este entorno de incertidumbre y con qué opciones cuenta México? Hay al menos tres: 1) la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, 2) el enfoque trilateral del T-MEC, y 3) la cooperación contra prácticas comerciales desleales por parte de China. Por motivos de espacio, me concentraré en la posibilidad de imposición de un arancel general del 25 % a todas las exportaciones mexicanas poco después del cambio de gobierno en Estados Unidos, y a la mezcla de temas no comerciales con la agenda del T-MEC.
En el pasado, Trump ha advertido que impondrá aranceles por supuestas amenazas a la seguridad nacional de su país, y ha cumplido. El caso más sonado fue el de los aranceles al acero y al aluminio establecidos conforme la sección 232 de la Ley Comercial de 1962.6 El T-MEC contiene disposiciones valiosas para asegurar que México pueda exportar un volumen mínimo de autos y camionetas aun bajo restricciones de la sección 232, pero dichos aranceles generan incertidumbre y dificultan la inversión. Si se volvieran generales y no circunscritos a pocos productos, el costo podría ser significativo tanto para México como para Estados Unidos, en lo económico y en la comprensible renuencia de México a cooperar bajo amenaza comercial en temas como migración y tráfico de fentanilo. Para evitar que se llegue a esta situación, es recomendable que la cooperación en temas de migración y de seguridad se refuerce, pero en sus propios canales y nunca mezclados con la agenda comercial.
En lo comercial, fuertes intereses empresariales en Estados Unidos le podrían hacer llegar a su gobierno, mediante ejemplos más que con estadísticas generales, tres tipos de costos:
1.- Producción compartida: la industria automotriz es emblemática de la integración en Norteamérica, y la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a las exportaciones de Canadá y de México aumentaría el costo de los autos en la región. En Norteamérica hay una clara división del trabajo entre los tres países en cuanto a autos y autopartes, y resultaría extremadamente costoso cambiar de país la producción de ciertos componentes especializados. Si bien Estados Unidos podría establecer deducciones o créditos fiscales para compensar el aumento en el costo de los autos,7 esto no mitigaría el efecto del costo de las exportaciones norteamericanas de autos a terceros mercados, en donde perderían competitividad. Para un Presidente que está obsesionado con la balanza comercial, esto no puede ser una buena noticia. En este rubro, los intereses económicos de Estados Unidos están alineados con los de México (y Canadá).
2.- Exportaciones desde México: proveemos a Estados Unidos de una amplia gama de frutas y verduras, las cuales se encarecerían ante los aranceles. Durante la campaña, Trump insistió en el supuesto mal manejo de la economía por parte del presidente Joseph R. Biden, ante todo en lo referente a la inflación. No le beneficiaría a Trump que se diera un brote inflacionario en productos de la canasta básica. Aquí el reto de coordinación es mayor que en el primer caso, pues, por ejemplo, hay productores estadounidenses de jitomate y aguacate, que pudieran insistir en que por seguridad alimentaria es mejor que Estados Unidos importe menos productos agropecuarios de México, aunque esto implique costos e ineficiencias. Aquí los distribuidores y los consumidores estadounidenses tienen intereses alineados con los de México, así como quienes consideran que por temas inflacionarios no sería bueno imponer estos aranceles, pero habrá productores en Estados Unidos que se opondrán.
3.- Exportaciones agropecuarias de Estados Unidos a México y a Canadá, que son su primer y segundo destino, superando a China:8 con las crecientes fricciones comerciales entre Beijing y Washington, el acceso al mercado chino se torna incierto, y el acceso preferencial a sus vecinos en Norteamérica se vuelve vital. Esto se debe a que no se trata de producción compartida como en la industria automotriz o producción agropecuaria para consumo doméstico como en el segundo caso, sino en producción que ya tiene lugar en Estados Unidos y está destinada a la exportación. Esto contribuye a la balanza comercial estadounidense (vale la pena repetirlo: es una obsesión de Trump), y ayuda a generar empleo e ingresos en múltiples estados que son políticamente importantes por la fuerza del cabildeo agropecuario, y no hay que olvidar que Estados Unidos tendrá elecciones legislativas y de 36 gubernaturas en menos de 2 años. Si como respuesta a los aranceles de Estados Unidos el gobierno de México9 impone aranceles o barreras no arancelarias a exportaciones de ese país, los productores de maíz, trigo, soya, lácteos, cerdo, res, entre otros, perderían acceso preferencial al mercado mexicano y no solo enfrentarán costos a corto plazo, sino que, cuando la producción doméstica en México o competidores de otros países surtan al mercado mexicano, será difícil para los estadounidenses recuperar el terreno periodo. Subsidios a productores agropecuarios en Estados Unidos solo aliviarían la situación en el corto plazo. En este caso, también están alineados los intereses de productores estadounidenses con los de los mexicanos.
“con las crecientes fricciones comerciales entre Beijing y Washington, el acceso al mercado chino se torna incierto…”
Mientras el gobierno y los empresarios de México desarrollan acciones con sus contrapartes en Canadá y Estados Unidos en (al menos) estos tres rubros, se puede, y debe, al mismo tiempo reforzar la cooperación trilateral de manera clara y convincente, para hacer frente al comercio desleal de China. En la medida en que en Estados Unidos (y Canadá) se refresque de manera tangible la alta interdependencia en cuanto a producción compartida para el mercado regional y terceros mercados, al comercio intrarregional de productos agropecuarios y al combate contra prácticas comerciales desleales de China, quedará patente la necesidad para cada país de mantener en enfoque trilateral del T-MEC. EP