Me interesa la soledad del ojo a través del lente de la cámara. No hay imágenes. Sólo instantes de luz. Todos muy callados.
Busco seres y cosas que estén vivas, que me hablen de vida, y todas ellas, de algún modo, se mueven dentro de porciones pequeñas de luz.
La cámara no es —al menos para mí— un reproductor de imágenes; más bien me permite acceder a lo invisible. Penetra otro mundo, uno que salta por un instante, lleno de luz, para volver enseguida a la oscuridad. Sin embargo, ese instante revela la divinidad de cada ser, de cada cosa.
No sé de dónde viene esta necesidad de estar callado y caminar largas horas por lugares abiertos, donde nunca hay nadie. Lo único que percibo es esa triste y solitaria luz que hay en el entorno.
El espacio de la cámara es un espacio ciego. Blanco. Así, habla de luz y con la luz. EP
- Árbol en ruinas, 2019 (Tlaxcala)
- Cien gaviotas, 2016 (Campeche)
- El fin de Roberto Bernal
- Espacio callado, 2019 (entre Hidalgo y Tlaxcala)
- Monte Alto, 2019 (Tlaxcala)
- San Simeón, 2018 (Tlaxcala)
- Varas al cielo, 2019 (Tlaxcala)
- Vías de nubes
- Vuelo a contraluz, 2018 (Tlaxcala)
- Desde la ventana
Todas las fotografías son digitales.