Tres estaciones de Mariana Enríquez

En entrevista con Este País, la escritora argentina Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) charló en torno a tres momentos de su literatura: Nuestra parte de noche, novela ganadora del más reciente Premio Herralde; Alguien camina sobre tu tumba, libro de crónicas editado bajo el sello mexicano Ediciones Antílope en 2019; y acerca de la literatura latinoamericana y sus influencias culturales.

Texto de 07/09/20

En entrevista con Este País, la escritora argentina Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) charló en torno a tres momentos de su literatura: Nuestra parte de noche, novela ganadora del más reciente Premio Herralde; Alguien camina sobre tu tumba, libro de crónicas editado bajo el sello mexicano Ediciones Antílope en 2019; y acerca de la literatura latinoamericana y sus influencias culturales.

Tiempo de lectura: 8 minutos

La suma literaria de Enríquez se compone de la brevedad del cuento (Las cosas que perdimos en el fuego, Los peligros de fumar en la cama), la extensión y largo aliento de la novela (Bajar es peor, Este es el mar, Cómo desaparecer completamente), la sesuda ilación ensayística (Mitología celta, La hermana menor: Un retrato de Silvina Ocampo), así como de la apresurada labor periodística. 

Cementerios: Alguien camina sobre tu tumba

Mario Alberto Medrano (MAM): He leído Alguien camina sobre tu tumba como un diario de viajes (a la mitad de ser ficción, ensayo y crónica). ¿Coincides con esta idea, Mariana?

Mariana Enríquez (ME): Sí. Es más no ficción de lo que parece, sin embargo, salvo lo autobiográfico, que tiene alguna libertad, lo demás es rigurosamente periodístico.

MAM: Me fue imposible, desde mi trinchera mexicana, no relacionar tu libro con Juan Rulfo. Dime, Mariana, mientras hacías esta caminata por los cementerios, ¿con quiénes establecías vínculo (aunque en el libro se encuentran estas pistas, no quiero dejar pasar la pregunta)?

ME: En cada cementerio, creo, hacía un vínculo distinto porque buscaba las historias que podía ofrecerme cada cementerio. Entonces, en Martín García hacía vínculo con Rubén Darío, en Lima con Arguedas, que hizo una ceremonia muy peculiar ahí, hay relaciones con Anne Rice en Nueva Orleans… nuevamente no son todas referencias literarias, está la de Joy Division en Génova y la de Manic Street Preachers en La Habana, por ejemplo. 

MAM: Creo que Alguien camina sobre tu tumba propone una mitología sobre la muerte y sobre los panteones. ¿Qué opinión te genera esta idea?

ME: Sí, puede ser. Creo que los panteones-cementerios albergan una mitología riquísima que merece ser investigada entre el periodismo y la antropología. Este es mi intento.

MAM: Siento este libro como un playlist del gótico. La relación con la música es importante. Platícame un poco sobre este puente entre música y literatura.

ME: A mí me gusta más la música que la literatura. Me hubiese gustado hacer música. Escribo con música y la mitología del rock y la música me inspira muchísimo. Suelo escribir cuentos enteros o libros incluso con bandas de sonido. No sé: si necesito una escena de sexo escucho a Prince, si necesito evocar Italia escucho Nada, escribir la parte que transcurre en Londres en Nuestra parte de noche fue divertidísimo porque me la pasé con Nick Drake, Led Zeppelin, los Rolling Stones, el primer Bowie, Karen Dalton, Dylan, Joni Mitchell. Pero también escucho cosas más actuales como Sharon Van Etten, Lana del Rey y Kyle Craft o Hurray For The Riff Raff. Para mí es fundamental, no podría escribir sin música.

MAM: ¿Qué te atrajo de Ediciones Antílope para publicar este libro con ellos? 

ME: Me cayeron bien las editoras y me gustó el catálogo. No necesito mucho más.

“Le pregunto sobre en qué género se siente más a gusto. 
ME: En el cuento y en la no ficción, porque trabajo como periodista. Pero la que más me gusta es la novela, aunque me cuesta mucho más. “

Cruzar umbrales: Nuestra parte de noche

Podría decirse que esta novela es un recorrido por carretera: te detienes a contemplar la noche u orillado en el camino, duermes para que no te absorba el asfalto o andas sin detenerte hasta llegar a un destino, a una estación determinada inmerso entre el ruido del viento golpeando tus oídos, paisajes abandonados o la música de la radio encendida. Noticias de la dictadura argentina, sectas de la oscuridad en voz de tres personajes, la triada: padre (Juan), madre (Rosario) e hijo (Gaspar). Rituales, visiones, cruzar umbrales entre lo real y lo fantástico. Nuestra parte de noche, la novela galardonada con el Premio Herralde, es una red de historias y de viajes.

Al inquirir a Mariana Enriquez sobre los territorios políticos y sociales de su novela, reconoce que su obra es sobre la herencia. “La novela, creo, es sobre todo una novela que piensa la herencia, la filiación. Qué le dejamos a nuestros hijos, al futuro y si esa historia —personal pero también política— puede ser cambiada o no, si es un destino, si nuestros traumas, familiares y nacionales, pueden dejar de ser proyectados. Piensa las formas del poder, también, a partir de una organización que tiene relación con un dios cruel, y esas familias son familias aristocráticas que intentan perpetuarse en el poder, o que intentan perpetuar su poder e influencia a partir de conseguir la vida eterna a costa de las vidas de otros, más vulnerables y por supuesto más pobres”, afirma la autora.

Galardonar una novela de terror, la sorpresa del Premio Herralde 

Sin duda, Mariana Enriquez se ha ganado la fama de ser una escritora del género de terror: es un referente en la literatura actual. Su última novela es el resultado de muchas horas de lecturas, de volver una y otra vez a este género. “Nuestra parte de noche es una novela de terror y no siento que sea un género menor ni que la novela se reduzca por eso. Una novela de género puede abarcar muchos temas y miradas e incluso otros géneros”.

Incluso, en este mismo orden de ideas en torno al género, reconoce que le sorprende que el Herralde se haya otorgado a una novela de este perfil. “Me interesa más que le hayan dado un premio a un libro de terror, de género. Eso me parece un cambio más grande que un premio a una escritora, que ya me parece inevitable y ocurre seguido y ocurrirá más seguido. En cambio, el dominio del realismo como el género prestigioso es aún muy fuerte”.

Entre la dictadura y la infancia

Dos rasgos esenciales en esta obra son la constante presencia de la infancia, el vuelo de pájaro que es la niñez evocada por los personajes. Asimismo, y en un ejercicio memorioso, traer de la memoria la dictadura militar Argentina. ¿La invocación a la oscuridad, a lo siniestro, en un sentido “fantasmagórico”, también es una forma de evocar la junta militar argentina?, se le pregunta a Enriquez. 

“En parte, pero creo que es más amplio. Creo que es evocar, en todo caso, los excesos crueles del poder en cualquier parte y en cualquier época. De hecho, la oscuridad se manifiesta desde hace siglos en la novela y la dictadura argentina está lejos de ser el episodio más macabro de la historia mundial, desgraciadamente”.

En cuanto a la infancia y los puentes que edifican su novela con esta etapa, Mariana reconoce que fue una lectora voraz desde niña. “Era una lectora sin restricciones porque en mi casa no las había. No leía necesariamente literatura infantil y no me gustaba mucho: me gustaba leer mitología, cuentos de hadas, mitos americanos. Después descubrí a Michael Ende, las Brönte, Oscar Wilde, hasta Vicente Blasco Ibáñez. Esas eran mis lecturas de infancia y todas relacionadas con la amplia biblioteca de mis padres, que no eran intelectuales ni escritores, pero sí lectores”, apunta. 

Narratología e intertextualidad

Nuestra parte de noche alterna voces, la tercera y la primera, pero con su propia temperatura: bien puede ser con un tono de crónica, otras como una confesión, otras como una narración convencional. En cuanto al tema de narratología, Mariana afirma:

“Elegir cuáles serían los personajes que hablarían en primera persona me resultó lo más complicado. Me costó elegir que fuese Rosario, la esposa de uno de los protagonistas e hija de una de las poderosas familias que dirigen la Orden, porque al principio quería dejarla como un misterio; después me di cuenta de que podía ser un misterio igual, aunque tomara la voz. La (falsa) crónica periodística que aparece fue una decisión más sencilla. Quizá lo más complicado fue elegir los puntos de vista: cada parte tiene un punto de vista bastante marcado y no se mueve mucho, de modo que hay muchas cosas que el lector no sabe, porque el personaje no las sabe, y le serán desveladas más adelante. La administración de esa información fue compleja pero divertida”.

Cada obra literaria teje y desteje una serie de lecturas. Nuestra parte de noche es una ilación no sólo de libros, sino también de álbumes musicales.

“Mi novela dialoga con muchos, y no sólo escritores o libros. Por ejemplo, Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, algo de Silvina Ocampo y Mujica Láinez, El obsceno pájaro de la noche de Donoso, Lovecraft, Arthur Machen, Cormac McCarthy, Drácula, Cumbres Borrascosas, el gótico sureño en general, Stephen King, Flannery O’Connor, Horacio Quiroga, David Bowie, Suede, ilustradores y pintores como Aleksandra Waliszeska y Alfred Kubin, poetas como William Blake, Keats, Louise Glück, las leyendas urbanas y el santoral pagano argentino, la mitología del litoral argentino, especialmente guaraní”.

De norte a sur: En torno a la literatura 

Dialogar con Mariana Enriquez es confrontar a una autora honesta. Sin ambages, la escritora responde a una serie de preguntas sobre literatura. Le comento que, desde hace un año, al menos, estoy realizando una serie de artículos periodísticos para el diario Excélsior sobre la literatura latinoamericana escrita por mujeres. Mi hipótesis, le explico, gira en torno a la propuesta renovadora, tanto ideológica como estilística, de las mujeres en la literatura de este continente. Mariana reconoce no estar totalmente de acuerdo conmigo. Aquí su intervención: 

Mariana Enriquez: Sinceramente, no sé si estoy tan de acuerdo con esa hipótesis. Por un lado, me parece que hay un foco importante en las mujeres escritoras, tenemos más visibilidad, entonces aparece a la luz este hecho: que las mujeres escribimos literatura arriesgada tanto en lo político como lo estilístico. No creo que esta realidad literaria haya sido diferente hace diez años, por ejemplo, sólo que se nos veía menos. Y leo a escritores varones como Maximiliano Barrientos o especialmente Yuri Herrera que también son muy arriesgados y estilísticamente impecables. No me gustan las divisiones de género en lo literario. Ni siquiera cuando suponen un elogio. Creo que no contribuye a la igualdad y, con frecuencia, me siento una especie exótica, y eso me molesta. Yo valoro tanto a Fernanda Melchor; Mónica Ojeda y Carolina Sanín como a Gustavo Ferreyra y Marcos Herrera, dos escritores argentinos notable, únicos, que tienen muy poca visibilidad. Por supuesto, creo que el trabajo de las mujeres debe seguir siendo visibilizado porque la subestimación histórica es un hecho: pero creo que hay que dejar de considerarnos una rareza y aceptarlo. No es un fenómeno freak esto: es lo que escribimos.

La autora argentina va y viene en ese diálogo consigo misma, con sus obras, con sus lecturas. Dentro de este universo de libros, nombre y lecturas, pongo un galardón que ha reunido a diversas voces latinoamericanas jóvenes: Premio de Cuento Gabriel García Márquez. Hago mención de algunas de las obras que he podido leer reconocidas, ya sea con premio o mención honorífica, en este certamen: No soñarás Flores, de Fernanda Trías, La condición animal, de Valeria Correa, Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi, su propio libro de cuentos, Las cosas que perdimos en el fuego, entre otros. Y también incluyo a autoras como Samanta Schweblin, María Fernanda Ampuero, Guadalupe Nettel, a quienes, considero, cercanas a su búsqueda e intenciones literarias. La cuestiono sobre qué las une como autoras.  

ME: La generación, supongo. Las lecturas que como lectoras de cierta edad y en un mundo global compartimos. Cierto gusto por lo oscuro, parecido pero diferente. También cierto sincretismo. A Liliana le interesa el santoral pagano andino, las leyendas de su país y lo mezcla con ciencia ficción; a mí también. Samanta es una lectora voraz de cuento fantástico y muy desprejuiciada. A Guadalupe, como a mí, nos gusta el decadentismo francés. María Fernanda hace una lectura latinoamericana y diría religiosa de la violencia. 

Creo que hay varias cosas en común: las lecturas, la conciencia de ser escritoras latinoamericanas aunque nuestros backgrounds personales sean distintos, la preocupación por la cuestión de género (en algunos casos más en la vida cotidiana y en la militancia que en los textos, pero está presente en todas en diferentes medidas) y el desprejuicio en cuanto a las influencias, todas leemos literatura “masiva” y popular junto con textos más canónicos o “literarios” sin hacer una diferencia tajante; creo que ése es un anacronismo que no padecemos.

Una pregunta obligada es sobre el COVID-19 y sus repercusiones. No en su literatura, sino en su vida y en el entorno social y cultural. La inquiero sobre qué actividades llaman su atención. 

ME: ¡Ninguna! Estoy dispersa, preocupada y con la imaginación en cero.

En relación a los ajustes y decisiones en torno a la cultura en países como México y Ecuador, muchos de ellos desfavorables, a consecuencia de la pandemia. 

ME: Creo que cualquier recorte del Estado en cultura contribuye a la desigualdad crónica de nuestros países y en consecuencia es un retroceso grave.

Volvemos, brevemente, a su propia escritura. A mí, como lector, me atrae más la Mariana cuentista, acaso sea por mi personal gusto por el género. Novelista, ensayista, cuentista y periodista; narradora, en suma. Le pregunto sobre en qué género se siente más a gusto. 

ME: En el cuento y en la no ficción, porque trabajo como periodista. Pero la que más me gusta es la novela, aunque me cuesta mucho más. 

Un rasgo en tu obra que he advertido es la ironía. En estos inusuales tiempos, ¿la ironía te mantiene a salvo del caos?, la cuestiono como pregunta final. ME: “No, para nada. Mi obra no tiene mucho que ver con mi vida.” EP

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