23/05/16
Cada vez que te veo eres otra —le dice la parte menor a la mayor. La cifra de su simpatía es 0.618. El número áureo determina la relación constante entre el conjunto y las fracciones, entre los miembros y el organismo. Puede resumirse así: la parte menor es a la parte mayor lo que esta es a la totalidad. La proporción genera armonía, sentido estético que ahonda en la mecánica del ser, en la etimología de las ideas. La naturaleza dispensa ejemplos elocuentes de tal ecuación: la concha del nautilo, la filotaxis del girasol, los copos de nieve. El arte ha hecho suya esta ley de crecimiento de las formas, orgánico y viviente, aplicándola en la planta de una catedral o su fachada, en la composición de un cuadro, de una sonata, del diseño de un objeto familiar. Hasta aquí la obviedad. Arquitectos, músicos, pintores, no entenderían qué aporta este alegato. Pero, en la literatura, ¿qué pasa con la sección áurea? ¿Novelistas y poetas la cultivan? La respuesta está en las obras. Los números de Dante Alighieri establecen un vínculo entre símbolo y estructura, entre cuerpo y destino. El tres, el siete, el nueve… Pero ¿la Divina comedia utiliza la sección áurea?