Paloma Pasajera | La importancia del subjuntivo en el cambio climático

¿Cómo imaginar mundos posibles que propongan una nueva relación con el medio ambiente? En esta entrega, Agustín B. Ávila Casanueva nos invita a ver, leer y hablar sobre arte.

Texto de 21/05/24

¿Cómo imaginar mundos posibles que propongan una nueva relación con el medio ambiente? En esta entrega, Agustín B. Ávila Casanueva nos invita a ver, leer y hablar sobre arte.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Estamos hechos de historias. Obviamente no a nivel molecular —aunque podríamos plantear el argumento de la codificación de historias en nuestro ADN y proteínas—, pero la manera que tenemos de entender el mundo y de entendernos a nosotros mismos es a través de historias. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, y todas nuestras grandes preguntas fácilmente se podrían responder con un cuento que empiece con “Érase una vez”. Las narrativas nos guían, y guían nuestras acciones y respuestas.

Desde esta visión es que Carolyn Fornoff, investigadora de la Universidad de Cornell, me explica: “La crisis ambiental no es solamente una cuestión económica o científica, también depende de las historias, cosmovisiones y relaciones que tenemos como humanos”. Así, en la actualidad, la crisis climática es otra de nuestras grandes preguntas. Por ello hay que preguntarnos cómo pensamos y narramos las historias sobre el cambio climático.

Para Carolyn, la respuesta tiene que voltear a ver al arte, en parte porque “la literatura, el arte, el cine, logran transmitir esta temática de maneras impactantes”. Pero la parte de su argumento que más llama mi atención, probablemente porque contrasta con mi formación y visión científica, es lo que me dice a continuación: “El arte no está interesado en la función de probar” ―refiriéndose a la obsesión científica por recabar evidencias―, al contrario, lo que al arte le interesa es “la posibilidad de imaginar”.

“el subjuntivo es el modo de los deseos, de las dudas, las hipótesis, los mandatos; es el modo que nos permite sentir, opinar y especular”

Tras analizar diversas manifestaciones artísticas realizadas en México, Fornoff propone lo que llama una “estética subjuntiva” —y que desarrolla en su nuevo libro Subjunctive Aesthetics. Mexican Cultural Production in the Era of Climate Change—, en referencia al modo gramatical, y explica que “el subjuntivo es el modo de los deseos, de las dudas, las hipótesis, los mandatos; es el modo que nos permite sentir, opinar y especular”. Otra de las cualidades de la estética subjuntiva es que, contrario a ciertas ramas del periodismo, las propuestas artísticas no necesariamente buscarían ofrecer soluciones, sino que en realidad ofrecerían la posibilidad de imaginar “propuestas loquísimas, incluso imprácticas”.

Uno de los ejemplos que analiza Carolyn es el de “La compañía”, un libro de Verónica Gerber —quien se autodefine como una artista visual que escribe—. Este libro es una reescritura del cuento titulado “El huésped”, de Amparo Dávila, donde a través de una obra gráfica, un collage y un propio texto de Gerber, esta autora cambia el terror y suspenso que produce el huésped en la casa de la protagonista del cuento original, por el terror y desdicha que genera La Compañía, una compañía minera que llega a un pueblo de la natal Zacatecas de Dávila. “Es una reescritura ambiental”, explica Carolyn. Una decisión consciente por parte de Gerber de cambiar al protagonista de nuestro espanto de un hombre solitario misterioso, a una compañía minera capitalista. Ahí vamos viendo los cambios de narrativas. Una especulación ambientalista y de terror.

El modo subjuntivo también nos permite hablar sobre el futuro. En la contraportada del libro “Borradores del futuro. Historias y fabulaciones sobre mundos posibles” editado por consonni, se lee: “Pensar en el futuro nos enseña a gestionar la incertidumbre”. El libro contiene diez fábulas —escritas cada una por un prosista diferente— donde la intención es “vislumbrar otras maneras de gestionar nuestra relación con los recursos naturales, humanos y tecnológicos”. Continúan diciendo que “La ficción no es algo opuesto a la sociedad, sino su reflejo, por lo que es primordial analizar el tipo de narrativas que nos ofrece”. Uno de los textos es de la autora mexicana Gabriela Damián, y lleva por título “La casa que es el mundo”. En él, visitamos un futuro donde existen los territorios entrelazados, un lugar común de diversidad de lenguas y saberes, donde sus habitantes asisten a sesiones de desaprendizaje para analizar la historia —las historias, las narrativas— que se han contado a través de textos, noticias, documentales, para poder entender en dónde fallaron y poder construir una nueva narrativa donde sí quepan muchos mundos.

Otra propuesta que me parece interesante analizar es la de la artista Samantha Narváez Jara, quien mediante su videodanza titulada Apocalipsis 11:18 parece poner a sus intérpretes —y a nosotros mismos al reflejarnos en la pantalla— en el lugar de una vida marina rodeada de plásticos asfixiantes. Un qué pasaría si fuéramos peces en esta actualidad, en claro modo subjuntivo. Con esta videodanza, Narváez Jara ganó el Premio a la Mejor Videodanza Nacional en el quinto Festival Internacional de Videodanza de la CDMX. En su propia sinópsis, aclara que la obra es: “Una videodanza que busca generar reflexiones de nuestra condición humana frente a la naturaleza, las historias religiosas y culturales que nos construyen y las consecuencias de no tener una sana relación con el medio ambiente”. Narváez Jara recalca la importancia de las narrativas.

El impacto del cambio climático no sólo se ha filtrado en los discursos del arte, sino también en su producción. Directores y productoras están buscando también “formas verdes de hacer cine”, describe Carolyn. Un ejemplo de esto es el documental “Bosque de niebla”, de la directora Mónica Álvarez Franco. En el filme, “Los habitantes de una pequeña comunidad en Veracruz son los guardianes de uno de los ecosistemas con mayor riesgo en el país: el bosque de niebla. Allí intentan rediseñar su propia cultura (necesidades, alimentación, educación y la relación con otras personas y con la misma naturaleza), buscando con esto una vida mucho más sencilla y sostenible”. Durante esta producción “no hubo emisiones, las baterías de los equipos se cargaron con paneles solares y se filmó exclusivamente de día”, explica Carolyn.

Realizar un arte congruente con el discurso del que habla nos lleva también a cuestiones profundas e interesantes. “Obviamente sale la pregunta: ¿quién financia el arte?”, proclama Carolyn, “puede haber una implicación, una complicidad de todos dentro del sistema. Y se puede caer fácilmente en contradicciones”. Finalmente, ¿cómo hacer un arte ecocrítico desde, por ejemplo, la Bienal FEMSA? Que, por cierto, este año lleva por tema “La voz de la montaña”. ¿Se podrá hablar de la privatización del agua que llevan a cabo marcas como Coca-Cola —a quienes FEMSA les embotella sus bebidas en nuestro país—? Pero bueno, ya estamos cayendo de nuevo dentro del subjuntivo.

Las narrativas son importantes. Ya discutimos previamente la importancia de nombrar la catástrofe climática en la que nos encontramos. Pero también debemos de ser capaces de imaginarnos y vernos haciendo un cambio posible. Poder imaginar un futuro en el que nuestra relación con el medio ambiente no sea catastrófica. Estoy convencido que estas imágenes y propuestas, que estas narrativas de cambio serán mucho más efectivas, mucho más interpelables y elocuentes, si provienen de la comunidad artística. Para salvarnos todos, tenemos que escuchar a todos. Queridos gobiernos, querida academia: escuchen, vean, dialoguen con las y los artistas.

Ligas ligables

A continuación, una serie de recomendaciones de material con el que me he encontrado este mes y, aunque no necesariamente tienen que ver con la producción artística, sí tienen que ver con el medio ambiente. Tengan, para que se entretengan:

  • Una de las gratas sorpresas que encontré al entrevistar a Carolyn fue que me dijo que utiliza artículos de Este País para sus clases. Un par de ellos, que no puedo dejar de recomendar, son: No tienen el permiso de matar a nuestras abejas y De qué hablamos cuando hablamos de (in)justicia ambiental. Échenles un ojo.
  • En la primera plana de The New York Times, este reportaje sobre el agua en la CDMX: La crisis del agua empeora en la Ciudad de México.
  • Los reportajes y notas de Geraldine Castro siempre son un deleite de lectura y reflexión. Este mes se subió a un bote a reportear cómo se rescata una ballena que lleva miles de kilómetros arrastrando una red de pesca. Léanla en Wired.
  • El podcast de El Hilo hizo un episodio sobre las inundaciones en Brasil y qué puede esperarnos si no hacemos caso —o más bien, si el gobierno no hace caso— a las emergencias climáticas.
  • En la música, disfruten del grupo uruguayo Me tiene idea. Una banda que hace música con la poesía de Idea Vilariño.

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