El suelo, ecosistema vital, necesita protección urgente. Su degradación amenaza la biodiversidad y el bienestar humano.
Suelos, alimentación y resiliencia hídrica
El suelo, ecosistema vital, necesita protección urgente. Su degradación amenaza la biodiversidad y el bienestar humano.
Texto de Roxana Chávez Elorriaga & Lorenzo Rosenzweig 25/07/24
El suelo es uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Un solo gramo alberga más microorganismos en el suelo que personas en la Tierra. Este recurso natural tiene un impacto crucial en la salud humana y en la de otros ecosistemas, actuando como una pieza clave para nuestra supervivencia. Dos de sus principales funciones, además de ser sustrato para cultivo de alimentos y el pastoreo de grandes hatos de ungulados es capturar carbono y regular procesos hidrológicos. Sin embargo, al ser un organismo vivo, también puede morir. Es por eso prioritario asegurar su conservación.
A pesar de que el suelo está en constante formación, su proceso es extremadamente lento. Dependiendo de la topografía y las condiciones climáticas, formar un centímetro de capa superficial puede requerir entre 100 y 400 años: se considera un recurso natural no renovable en la escala de tiempo humana. La degradación del suelo puede causar pérdidas significativas de biodiversidad y afectar el bienestar de millones de personas en el mundo. En México, conservarlo es esencial no solo para la salud de los ecosistemas locales, sino también para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades que dependen de él.
Opinión Terra Habitus
La conservación del suelo es una responsabilidad ambiental crítica y una necesidad urgente. Los suelos saludables son fundamentales para abordar problemas sociales, de salud, bienestar y ambientales. Cada uno de nosotros tiene el poder de protegerlos a través de acciones individuales, como prácticas agrícolas sostenibles, reforestación y reducción de la contaminación. Para favorecer estos procesos es clave adoptar políticas públicas que promuevan su cuidado y fomenten la educación ambiental en las comunidades. Estas medidas contribuyen sin duda a un futuro sostenible para todos.
En tiempos de fenómenos climáticos extremos, como los que vivimos recientemente con la tormenta tropical Alberto, desempeñan un papel esencial en la mitigación de impactos. Provisto de su cobertura vegetal natural, un suelo bien conservado y saludable tiene una mayor capacidad para absorber y retener agua y reducir significativamente la escorrentía y la erosión durante lluvias intensas. También reduce el riesgo de inundaciones y minimiza la pérdida de suelo fértil y nutrientes esenciales.
Es prioritario desarrollar y adoptar políticas públicas que promuevan la conservación de nuestros suelos, en particular en las regiones y paisajes naturales que rodean a nuestras ciudades. El suelo es un componente clave del ciclo hídrico y por tanto un factor fundamental para mejorar la resiliencia de nuestras ciudades. EP
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