Víctor L. Urquidi, a 20 años de su partida, tan vigente hoy como entonces

A 20 años de la partida, Susana Chacón, presidente de Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, recuerda las importantes contribuciones de Víctor L. Urquidi.

Texto de 26/08/24

A 20 años de la partida, Susana Chacón, presidente de Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, recuerda las importantes contribuciones de Víctor L. Urquidi.

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El pasado 21 de agosto, El Colegio de México organizó un magnífico homenaje por los 20 años del fallecimiento de nuestro querido Víctor L. Urquidi. Agradezco enormemente a Silvia Giorguli y a Raymundo Campos, por la organización de este magnífico evento.

Me pregunto por qué es tan importante el legado de Don Víctor pero, sobre todo, cómo fue que formó ese pensamiento en el que prevaleció la construcción de futuros como punto de partida. Quisiera invitarlos a situarnos en los primeros años de su vida. 

Nace en Neully, Francia en 1919, un año después del fin de la Primera Guerra Mundial y, como hijo de padre diplomático mexicano, Juan Francisco Urquidi y madre australiana, Mary Bingham, desde muy temprana edad se convierte en un ciudadano del mundo y junto con sus padres recorre un sinnúmero de países, particularmente latinoamericanos, pero también España al comienzo de su Guerra Civil. 

Crece siendo un niño con una mirada abierta al mundo. Sus estudios universitarios los hace en la London School of Economics, justo cuando comenzaba la Segunda Guerra Mundial, desde pequeño y ya como adolescente le toca presenciar conflictos internacionales que lo llevan a imaginar escenarios de solución no inmediata sino con una gran visión de largo plazo. 

Conocer las carencias, pobreza y desigualdad de los países latinoamericanos desde sus años mozos, vivir parte de la Guerra Civil Española y presenciar desde Europa la Guerra Mayor, forman en buena medida, su pensamiento crítico, preocupado y propositivo. No solo tuvo que dejar Londres, dado que su escuela cerró por el temor a los bombardeos, sino que al trasladarse a la Universidad de Cambridge en la que les dieron cobijo junto con todos sus profesores y compañeros, le toca vivir momentos de incertidumbre, pero también de una gran riqueza intelectual. 

Como recordamos entre sus profesores estaban, nada más y nada menos que el inglés Lionel Robins, pero también Nicholas Kaldor y Friedrich Hayek, quienes se resguardaron en Inglaterra dado el nazismo en sus respectivos países. Con ellos se discutían los temas económicos en un momento en el que los tres se contraponían al pensamiento del tan renombrado Keynes. Mucho, sin duda, recibió Víctor en esos años para reflexionar y caminar hacia adelante. 

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Regresa a México durante la misma Segunda Guerra y comienza una vida de trabajo sin parar tanto, primero en el gobierno, como después en la academia y también como consultor en el país y para otros gobiernos e instituciones internacionales.

“Para él, era inminente que en el presente se construyera el mañana. Nunca se quedaba en el corto plazo”. 

Se tratara de lo que se tratara, nuestro querido Víctor introducía los temas del momento, no para quedarse en el presente, sino, y esto era una constante, para pensar el futuro. Para él, era inminente que en el presente se construyera el mañana. Nunca se quedaba en el corto plazo. La construcción del futuro fue siempre su piedra angular. 

De ahí que a pesar de ser economista, su desempeño no se redujo tan solo a los estudios de economía. Sus intereses y preocupaciones eran múltiples por lo que sus propuestas buscaron responder a una dinámica interdisciplinaria e intersectorial que conectara las disciplinas necesarias con el fin de responder a problemáticas particulares. 

En una primera instancia, por su trabajo en el Banco de México y en la Secretaría de Hacienda, en 1944, tuvo la posibilidad de participar en la construcción de Bretton Woods y en la creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Le tocó presenciar las discusiones entre el inglés Keynes y el estadounidense White, discusiones a partir de las que se conformó el nuevo orden económico internacional de posguerra. Estuvo también muy cerca de la creación y desarrollo de varias agencias de Naciones Unidas, como el caso de la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, en 1950, con Raúl Prebisch, quien le pidió que se encargara de la primera oficina de la CEPAL en México. 

Su preocupación por el desarrollo de la región nunca dejó de existir hasta sus últimos años y días de vida. Recordamos el trabajo de Alfonso Mercado para la publicación de Víctor, ya póstuma, en 2005, del libro del Siglo perdido de América Latina. Hablar en aquellos años de desarrollo, ciencia y tecnología para reducir las carencias de la sociedad regional se daba en especial en un personaje como Urquidi, quien tenía muy claro que muchas de las decisiones y soluciones nacionales e internas estaban, necesariamente, vinculadas con el exterior. Difícil pensar el desarrollo de los países latinoamericanos sin mirar a la región y al mundo. Desde aquel momento, su preocupación por la demografía y el crecimiento de la población fueron explícitos para pensar un desarrollo distinto, adelantándose siempre a los retos que anunciaba el futuro.

Como todos sabemos, a partir de 1961, su relación con El Colegio de México fue continua. Primero como profesor de economía en la maestría en sociología y al colaborar con Don Daniel Cosío Villegas, en 1964, en la planeación y construcción del Centro de Estudios Económicos y Demográficos. Posteriormente, de 1966 y hasta 1985, fue presidente de la institución en la que llevó a cabo una construcción constante de instituciones, dentro del mismo Colegio de México, vinculando temas de población, demografía, medio ambiente, economía, relaciones internacionales, política, sociología, historia entre otros y buscando siempre que El Colegio, fuese un interlocutor con los funcionarios públicos para que las propuestas de los académicos fueran instrumentadas por los gobiernos en turno. Ejemplo de lo anterior es cuándo les pide a Josefina Zoraida Vázquez y a Mario Ojeda, ambos académicos, que fueran a hablar con el presidente Echeverría para apoyarlo con un discurso que tendría que dar en EUA. Josefina lo saludó, diciendo “Licenciado” y le dijo que sus planteamientos estaban equivocados. Lo cuestionó. Al término de la reunión, Mario Ojeda estaba muy enojado con ella por no haberle dicho “Presidente, sino Licenciado” y peor aún, por haberlo cuestionado. Al regresar a El Colegio, muy apenada, pidió a Don Víctor una disculpa por lo sucedido y él le contestó: “Yo le mandé asesores al presidente, no lambiscones. No se preocupe usted”. Siempre valoró el decir de los académicos, independientemente de lo crítico que fueran con y ante el poder. Esto debe ser hasta hoy, parte sustancial del trabajo de los académicos.

En paralelo y en aquellos años, por su interés en lo internacional estuvo muy cercano al Club de Roma desde sus inicios en 1968. Fue el único mexicano fundador de dicha institución y, cuando en 1972 se publica la gran obra Los límites al crecimiento trabajó con Soledad Loaeza en su traducción para que la obra se conociera no solo en México sino en todos los países de habla hispana.

“Don Víctor fue también un gran impulsor de los estudios de género y de las mujeres”.

Durante el sexenio de Luis Echeverría, organizó una reunión en Guanajuato con Aurelio Peccei, el fundador del Club de Roma, para que comentaran sobre los riesgos del crecimiento de la población a nivel mundial y la escasez de recursos con sus futuras consecuencias. De ahí nace el Consejo Nacional de Población y se le da un giro completo al crecimiento de la población en México. A grandes rasgos se pasa de familias de ocho hijos a familias de 2.3 hijos. Esto se suma con el nuevo papel de las mujeres en la economía quienes al tener menos hijos, podían ser productivas económicamente y tener mejores niveles de vida. Don Víctor fue también un gran impulsor de los estudios de género y de las mujeres. Con este tema fundó el octavo y último Centro de Estudios del mismo Colegio de México.

Gran constructor de instituciones en México y en el Mundo, paralelo a su trabajo académico y su asesoría al gobierno, Víctor fue un gran viajero, asistiendo siempre a eventos internacionales de relevancia que le permitieran alimentar sus propuestas para el desarrollo del país, de la región y del mundo. Con él se crearon a imagen y semejanza, Colegios regionales con la misma estructura inicial que la de El Colegio de México. Esto permitió contar con educación de gran calidad a nivel regional con los colegios de Michoacán, el de San Luis Potosí, el Colegio de la Frontera Norte, el Colegio de Tlaxcala, el Mexiquense, el Colegio de la Frontera Sur, el de Jalisco y el de Puebla. Algunos con magníficos resultados y otros, respondiendo a momentos y cuestiones políticas.

Imparable en su trabajo, en 1980, funda el Centro Tepoztlán, el cual actualmente y desde hace 20 años, se denomina Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi (CTVLU). Es un espacio de reflexión que desde sus inicios, busca hacer propuestas con proyecciones de futuro y visión de largo plazo. Es un espacio en el que a partir de especialistas interdisciplinarios, han participado grandes pensadores y funcionarios latinoamericanos y del mundo quienes mantienen un diálogo constante con pensadores e intelectuales mexicanos. Independientemente de ideologías políticas, permite la reflexión entre las diferentes tendencias hasta hoy, momento en el que el país vive grandes polarizaciones. Vale la pena mencionar que desde su fundación, la casa académica del CTVLU ha sido y es El Colegio de México. En 1991, fundó la Sección Mexicana del Club de Roma.

En cuanto a mí, no me queda más que un gran agradecimiento a Don Víctor quien desde los años noventa me abrió las puertas al Club de Roma, en el que fui vicepresidente a nivel internacional, no en la Sección Mexicana, hace algunos años y también al CTVLU que hoy me toca presidir con gran orgullo y gusto. No solo eso, otra de las cualidades de Víctor era el ser realmente cuidadoso con la escritura, ya fuese que escribiera en español, inglés o francés, recuerdo algo que mencionó Leopoldo Solís cuando trabajaron juntos. Víctor le dijo: “Usted piensa en inglés cuando redacta en español, por favor, escriba de nuevo su texto”.

En mi caso, tuvo la enorme paciencia de ayudarme a convertir mi tesis de doctorado para que se publicara como libro. No solo la leyó completa, sino que la revisó en su totalidad, tanto en el fondo como en la forma para que pudiera ser publicado en el Fondo de Cultura Económica. No me queda más que agradecerle el siempre apoyo que me dió a lo largo de mi vida profesional y las grandes charlas que tuvimos tanto en el CTVLU como en el Club de Roma y por supuesto, en El Colegio de México. Charlas que se convirtieron en una afable, amable y respetuosa amistad. Enhorabuena a Don Víctor por su gran legado. EP

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