Generar y defender empleos en la era de la digitalización, una tarea urgente para México

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Avanzar en la digitalización en México y en los retos tecnológicos futuros, coordinada por Susana Chacón y Mateo Lejarza.

Texto de 22/01/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Avanzar en la digitalización en México y en los retos tecnológicos futuros, coordinada por Susana Chacón y Mateo Lejarza.

Tiempo de lectura: 17 minutos
Introducción

Actualmente México, al igual que el resto del mundo, atraviesa por un acelerado proceso de digitalización. Sin duda, ello ocurre a un ritmo menor que en los países industrializados, pero está permeando de todas formas buena parte de la sociedad y de la economía, y lo ha hecho en forma más rápida desde la pandemia.

Este proceso no solo ha alterado profundamente la manera en que nos comunicamos los humanos, sino también está impactando crecientemente la forma en la que trabajamos. Como en revoluciones tecnológicas anteriores, el impacto sobre los empleos está siendo profundo ya que en este proceso se destruyen ocupaciones, se crean otras y la forma de trabajar sufre fuertes transformaciones. 

Ha habido numerosos estudios que intentan prever el desplazamiento del trabajo por la automatización, con resultados muy diversos: desde la predicción que hicieron Frey y Osborne en 2013 de que el 47 % de las ocupaciones en Estados Unidos (EUA) podrían ser computarizados para 2030,1 hasta el trabajo de Arntz et al. (2016) que estimaba que el 9 % de los empleos en 21 países de la OCDE eran automatizables para ese mismo horizonte de tiempo. A pesar de las diferencias entre ellos, la mayor parte de los estudios sobre el tema predice algún desplazamiento de empleos a raíz de la innovación tecnológica. Por otra parte, la naturaleza de los empleos seguirá cambiando. Un estudio del World Economic Forum predice que para 2027 se transformarán 23 % de los empleos mundialmente (WEF, 2023)2.

Una de las paradojas de esta cuarta revolución industrial por la que atravesamos, que nos debe llevar hacia una economía inteligente, es que no parece seguir el patrón registrado en revoluciones tecnológicas anteriores. En el presente ciclo, no se está experimentando un fuerte aumento de la productividad laboral gracias a las nuevas tecnologías; es decir, no se percibe en el agregado una significativa mayor producción por unidad de trabajo, lo que, de ocurrir, podría traducirse en mayores retribuciones para los trabajadores, es decir, un mejoramiento en la calidad de los empleos. De hecho, hay una desaceleración de la tasa de crecimiento de la productividad laboral en todas las grandes economías y, además, la productividad de los países menos desarrollados recientemente tiende a divergir de las primeras en lugar de reducirse esa brecha, según un informe muy reciente de la OIT (2023).3 Este es un tema debatido y no hay una explicación única del fenómeno: algunos consideran que esta nueva tecnología no avanza al ritmo en que debería y sus resultados en términos de mayor eficiencia no son posibles de percibir aún; otros consideran que la presente revolución tecnológica no tiene la potencia de transformación que tuvieron la electricidad o los motores de combustión interna experimentados hace más de un siglo; o bien la polarización de la productividad entre sectores más modernos y los rezagados anulan los avances de los primeros; o bien, los efectos positivos sobre la productividad no pueden materializarse si los trabajadores no reciben la capacitación ni desarrollan las competencias necesarias muy específicas para esta nueva tecnología. 

Lo cierto es que la digitalización avanza a una enorme velocidad y de acuerdo a un estudio de CEPAL (2022),4 la industria digital5 había superado los 25 billones de dólares en marzo de 2022 a nivel mundial, lo que representa algo más de la cuarta parte de la economía mundial.

Evidentemente, la industria, la logística, la sociedad misma ve en este sistema digital grandes ventajas respecto a como se desarrollaban las comunicaciones y la forma de trabajar de las empresas en la era predigital. La computarización de los trabajos más repetitivos o rutinarios, sustituyendo mano de obra poco calificada, favorece a las empresas que realizan esta innovación. Además, el avance de la tecnología con algoritmos que se apoya en el procesamiento de los macrodatos (o Big Data) para obtener información procesada con la que las máquinas mismas toman decisiones permiten ganar tiempo, precisión, y ahorran insumos, por lo que tienden a sustituirse empleos no solo de cuello azul, sino de “cuello blanco” en muy diversas actividades también. Junto con estas transformaciones se crean nuevas oportunidades de empleos, particularmente personal preparado para manejar este nuevo tipo de tecnología, incluso codo a codo con los robots (robots colaborativos o cobots) para lo cual tienen que desarrollar las destrezas necesarias.

“El peligro del desplazamiento del trabajo por la introducción de tecnología digital es indudablemente un elemento muy importante cuando se piensa en el futuro del empleo en México”. 

El peligro del desplazamiento del trabajo por la introducción de tecnología digital es indudablemente un elemento muy importante cuando se piensa en el futuro del empleo en México. La interacción entre nueva tecnología y empleo es compleja y es difícil distinguir el efecto de la primera sobre la segunda, especialmente porque sucede simultáneamente a otros fenómenos que ocurren a la par. Cómo hacer frente a este cúmulo de elementos para garantizar la creación adecuada de empleos de buena calidad es un gran desafío para el país.

Retos y oportunidades para la generación de empleo en México ante la digitalización

La gran transformación tecnológica que se experimenta a nivel mundial genera sin dudas amenazas al empleo en México, pero si se desarrolla una estrategia conjunta de sector público, sector privado, sector educativo, autoridades laborales, sindicatos, etc., podría seguirse una ruta que conduzca a mejorar la calidad del empleo en el país.

En primer lugar, hay que ver a México como un país inserto en la economía global, misma que ha cambiado de lógica en las últimas dos o tres décadas. A partir de los años setenta las grandes empresas de los países industrializados buscaron deslocalizar sus procesos productivos (offshoring) a países con mano de obra barata para reducir sus costos. Ello favoreció a México como receptor de inversión extranjera directa (IED) y le permitió crear empleos especialmente en la actividad maquiladora. Con muy poca preparación inicialmente, los trabajadores de las empresas insertas en las cadenas globales de valor (CGV) han adquirido destrezas que ahora se valoran. Con el proceso inverso reciente –del offshoring al nearshoring– en que las empresas apuntan hacia el acortamiento de las cadenas de valor, trasladando sus empresas deslocalizadas originalmente a lugares remotos, a sitios más cercanos a sus casas matrices o al mercado final de consumo, México se encuentra en una situación bastante ventajosa al ser un lugar muy atractivo para las inversiones por su cercanía a Estados Unidos. Esta atracción se ha fortalecido por las ventajas que ofrece el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y/o por las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China que impulsa a las empresas en este último país a relocalizarse cerca del primero para evadir las barreras comerciales que se les ha impuesto recientemente (y desde México aprovechan además las ventajas del T-MEC). Este proceso está dando resultados en cuanto a nuevas inversiones y creación de empleos.

Sin embargo, en este proceso inverso del offshoring al nearshoring se emplea tecnología moderna de digitalización/robotización. Esto ocurre porque las inversiones que tratan de aprovechar el T-MEC vienen con la tecnología de frontera a nivel internacional (las automotrices, por ejemplo, que están altamente robotizadas), que les dan mejores resultados que la vieja tecnología. Las inversiones que provienen de China, ya emplean tecnología avanzada pues ha habido un acentuado proceso de digitalización allí también (la elevación de salarios en ese país ha estimulado la sustitución de mano de obra por procesos computarizados). En estas actividades en que México está inserta en las CGV, la innovación tecnológica tiende a sustituir mano de obra, pero si el sector del que se trate es suficientemente dinámico, como ocurrió con la industria automotriz en México hasta 2019 (y en 2023 recupera esa dinámica) el crecimiento del sector puede compensar (o más que compensar) el desplazamiento del trabajo por las nuevas tecnologías. A la vez, se necesita un mejoramiento en las calificaciones y habilidades de los trabajadores para poder responder a las nuevas exigencias de esta tecnología cada vez más sofisticada.

Un segundo punto es que el resultado de la digitalización/robotización de las empresas no tiene un efecto lineal sobre los empleos en ellas. Si bien no hay estudios específicos para México, existe un número importante de ellos para países desarrollados que muestran la creación de empleos complementarios a la operación computarizada de las empresas y frecuentemente con mejores niveles de remuneración que los empleos que se eliminan. También se muestra que los sectores donde hay presencia de sindicatos activos, hay mayores posibilidades de que se ofrezcan programas de reentrenamiento para los trabajadores, lo que les permite incorporarse a otras actividades en las mismas empresas. Incluso las empresas que hacen innovaciones digitales pueden tender a crecer, gracias a su mayor productividad e incluso pueden llegar a incorporar más trabajadores por su dinamismo, en detrimento de las empresas que se quedan atrás tecnológicamente (que pueden reducirse de tamaño o salir del mercado, del todo). Una revisión de la literatura en esta área la da Gabriel Burdín (2022).6

De no compensarse la destrucción de empleos por nuevos empleos en este proceso de cambio tecnológico, está el peligro de una profundización de la brecha entre trabajos de baja calidad y aquellos que cada vez están mejor remunerados por su creciente productividad y las competencias cada vez mayores requeridas por ellos. Pero, además, los trabajadores desplazados de unos trabajos no pueden automáticamente llenar los puestos que se van creando, lo que nos lleva al siguiente punto.

Un tercer aspecto muy importante es que la introducción de las nuevas tecnologías crea un desencuentro entre demanda y oferta de empleos. Esto ocurre en México, al igual que en el resto del mundo, en forma significativa: por una parte hay una fuerte escasez de talento, y por otra hay redundancia de mano de obra muy poco calificada. De acuerdo a las encuestas de ManpowerGroup, en México dos de cada tres empleadores enfrentaban dificultades para encontrar el perfil del trabajador que necesitaban en 2022 (comparado al 43% en 2010, por ejemplo).7

Este problema es reflejo de que la introducción de nueva tecnología no está siendo acompañada de la formación de las personas que se necesitan para manejarla. Muchos de los que buscan empleo, en general, no han estudiado o no se han entrenado para responder a los requisitos de los trabajos disponibles, o bien incluso carecen de la más básica formación. De acuerdo con los resultados de la Medición Multidimensional de la Pobreza 2020 de CONEVAL, el 19.2% de la población nacional presentaba rezago educativo, es decir, 24.4 millones de personas.8 Al mismo tiempo, según INEGI, en el segundo trimestre de 2022, había 1,556,105 personas formadas en ciencias de la computación y tecnologías de información y la comunicación, de las cuales el 76% estaban empleados.9 El hecho de que cerca de una cuarta parte de este capital humano no estaba trabajando se debía a que su perfil no coincidía con lo que se demandaba en el mercado. A lo anterior hay que agregar que los trabajadores no tienen una condición fija, pues aquellos que en principio se prepararon estudiando o capacitándose, pueden tener competencias que quedan obsoletas en el camino y, de no seguir actualizándose, pierden las habilidades para desempeñarse adecuadamente en el empleo, si lo tienen, o pueden quedar fuera del mercado de trabajo, si no lo tienen.

El cuarto punto es que los trabajadores activos que pierden sus trabajos, porque se hacen redundantes ante la nueva tecnología (o por otros motivos), frecuentemente para sobrevivir, tienen que emplearse en trabajos de menor calidad con salarios más bajos, muchas veces en el sector informal. Ello es especialmente preocupante: la proporción de los jóvenes que trabajan en la informalidad es del 67.4 %, por encima de la tasa de informalidad promedio de 55.2 % para el país en su conjunto y una vez en el sector informal es difícil para ellos mejorar sus condiciones.10 En un medio productivo tan cambiante, además, la falta de un seguro de desempleo impide que las personas puedan reentrenarse para asumir nuevos puestos de trabajo para los que no están preparados. En México sólo existe un seguro de desempleo de 6 meses para personas que viven en la Ciudad de México que hayan perdido su trabajo entre 2021 y 2022.11 Los apoyos del sector público son muy escasos para fomentar la capacitación de los trabajadores12 y las empresas privadas tampoco invierten lo suficiente para mantener las competencias y habilidades de sus empleados actualizados.

Un quinto punto, muy relevante, es que para generar las condiciones de empleabilidad de la población mexicana: necesita tener acceso a internet (de buena calidad) y estar capacitado en el uso de esta tecnología, pues la digitalización ha penetrado horizontalmente en mayor o menor medida prácticamente todos los sectores productores de bienes y servicios. 

En 2021, 75. 6% de la población mexicana tenía acceso a internet, pero este promedio oculta grandes desigualdades en la disponibilidad de estos servicios entre la población, pues difiere mucho dependiendo del ingreso de las personas, de su ubicación geográfica, de su nivel de educación y de su edad. Así, más del 90 % de aquellos individuos pertenecientes a un estrato socioeconómico alto tenían acceso a Internet, mientras sólo el 34 % de la población de un estrato socioeconómico bajo tenía tal acceso en 2021.13 De la misma forma, el 82 % de la población urbana tenía servicio de Internet en 2022, y sólo el 57 % tenía esa ventaja en las zonas rurales.14

“El problema no es sólo el contar o no con este servicio, sino también su calidad. México ocupaba el lugar 82 entre 140 países en cuanto a velocidad de internet móvil a mediados de 2023”.

El problema no es sólo el contar o no con este servicio, sino también su calidad. México ocupaba el lugar 82 entre 140 países en cuanto a velocidad de internet móvil a mediados de 2023.15 Dentro del país hay grandes diferencias, además: la cantidad de información y la velocidad a la que se puede transmitir varía considerablemente según el tipo de conexión con la que se cuente y esto depende de la zona en la que se habite y los aparatos a los cuales puede tener acceso la persona. Las redes 4G, y las más avanzadas entre estas, no están disponibles en todo el territorio, y las 5G son incipientes, mientras hay zonas que aún dependen de las redes 3G, mucho más lentas, o que no tienen conexión del todo.

Así, la conectividad que pueda tener cada quien le permitirá estar al día, o no, con las comunicaciones modernas, para lo cual tendrá que familiarizarse con esta tecnología y en la medida en que la tenga y la pueda manejar, también podrá estar en contacto con la empresa en la que trabaja, operar a distancia si es necesario, tomar cursos de entrenamiento vía Internet, trabajar colaborativamente a través de estas vías con sus colegas, entre muchas otras funciones que se pueden realizar por este medio. Por tanto, en alguna medida, el acceso al internet, su calidad y el entrenamiento de la persona para utilizarlo influirá en la posibilidad de conseguir ciertos trabajos. Por supuesto, la familiaridad que una persona tenga con la programación digital, el uso y/o diseño de algoritmos, el uso del internet de las cosas (IoT), el procesamiento de macrodatos, entre otras tecnologías digitales avanzadas, le puede dar acceso a empleos de naturaleza muy superior a la de un trabajador de base de una empresa. Es decir, hay diferentes niveles de competencias digitales y cuanta más destreza se tenga en este campo, más oportunidades tendrá una persona de acceder a mejores empleos.

Por último, es importante señalar que los empleos que está generando la digitalización, o en la que se necesita el manejo de la digitalización es muy diverso. Por una parte, y con base en una encuesta a 803 empresas,16 el World Economic Forum (WEF) desarrolló un estudio sobre “Informe sobre el Futuro del Trabajo” que predice que se crearán aceleradamente empleos para “analistas y científicos de datos, especialistas en macrodatos, especialistas en inteligencia artificial y aprendizaje automático y profesionales de la ciberseguridad” (crecerán 30 % en promedio entre 2023 y 2027)17 En el otro extremo, se está creando un mercado de actividades atomizadas que están conformando un gran y dinámico mercado de trabajo de actividades vinculadas a las plataformas digitales, conocido como la economía gig (o “economía de los pequeños encargos) operadas por plataformas digitales que fungen como intermediarias en el Internet al vincular a empresas con personas que pueden realizar tareas específicas para ellas. Estos trabajos que, sin duda, requieren el conocimiento del uso de internet por parte de los trabajadores, son en realidad empleos que no exigen mayor destreza, que ofrecen condiciones de trabajo inestables, sin cobertura social, y no constituyen una ruta para el avance profesional de la persona.18 El mundo digital, por sí mismo, está creando empleos de gran desigualdad en él.

Políticas públicas necesarias para la creación de empleos en la era digital
  1. México necesita adoptar políticas públicas que ofrezcan certidumbre jurídica, infraestructura (para generar suficiente electricidad, en carreteras y puentes, etc.), seguridad pública, entre otros, para poder atraer las inversiones que están deseosas de venir a México dentro del esquema de nearshoring y que pueden generar empleos tanto para el aprovechamiento del T-MEC, como para evadir las sanciones o aranceles impuestos a las empresas instaladas en China por parte de Estados Unidos, y  como las que buscan reubicarse geográficamente como resultado de la reestructuración de las CGV a nivel internacional (para acortarlas de manera de evitar las interrupciones en el suministro y/o los elevados costos que significa la dispersión de dichas cadenas). 
  1. Varias de las nuevas inversiones que llegan en el esquema de nearshoring van dirigidas a la industria de tecnología de punta, como automotriz, industria electrónica, aeronáutica, dispositivos médicos, etc., altamente automatizada y que crecientemente incorpora tecnología digitalizada de última generación. Estas actividades (al igual que empresas que ya están instaladas en México y que necesitan modernizarse acorde con la tecnología de frontera), requieren contar con una infraestructura de comunicaciones de redes 4G (las más avanzadas dentro de ellas) y redes 5G de manera que el IoT, el análisis de macrodatos y la inteligencia artificial puedan operar en forma instantánea o casi instantánea (con muy baja latencia). Para satisfacer esta necesidad, México tiene que contar con una infraestructura de redes de telecomunicaciones bastante más avanzada de las que tiene. Es indispensable proveer mayor espectro radioeléctrico,19 a precios accesibles para las empresas de telecomunicaciones, y ayudar a que se utilice mejor la que ya existe (como lo están haciendo con la Red Compartida, pero con mayor celeridad y envergadura).
  1. Para que la expansión de la inversión y producción se pueda aprovechar en todo el país a raíz del nearshoring, y no sólo en la frontera norte de México y otras áreas específicas en que existen las condiciones para ello, es necesario mejorar la infraestructura de telecomunicaciones en toda la nación, de manera que se cuente con una buena conexión hasta en los lugares más remotos. Pero el énfasis no sólo debe ponerse en la penetración del internet en todo el país, sino también en la alfabetización de la población para poder funcionar en este ámbito. La Estrategia Digital Nacional 2021 – 2024 pone mucho énfasis en el acceso a las tecnologías de información, pero no a la preparación de la población para ello. Si bien hay algunos programas para la alfabetización digital de la población, como el del IFT, estos tienen un alcance aún muy limitado.20
  1. El IFT tendría que hacer una labor más efectiva en materia de competencia en el sector de telecomunicaciones. Debe influir más de lo que lo hace actualmente sobre el comportamiento del incumbente de ese sector para que en ese mercado haya competencia efectiva entre las empresas que pueden proveer estos servicios. Usualmente aquellas más grandes del sector no respetan totalmente las regulaciones asimétricas que impone el IFT para mejorar las condiciones de competencia (si lo hicieran, mejoraría la eficiencia del sector y se reducirían los precios de acceso).
  1. Se necesita un nuevo tipo de formación educativa, en que los estudiantes adquieran las destrezas digitales, la capacidad de hacer investigación a través de internet, el desarrollo de mayor creatividad, flexibilidad, entre otras habilidades, que deben inculcarse desde la primaria hasta la educación superior y que les permita ir adaptándose a nuevas condiciones de trabajo en forma continua. La educación dual puede ser muy útil para lograr el engranaje entre las destrezas de los trabajadores y los requerimientos de las empresas en cuanto a las calificaciones de los empleados que trabajan allí. No obstante que ha avanzado la educación dual en México, el margen para expandirla es muchísimo mayor.21 Asimismo, programas de certificación y de microcredenciales (después de breves cursos de preparación) son herramientas para mantener un aprendizaje continuo que mantiene las habilidades frente a una tecnología muy dinámica. 
  1. El Programa Jóvenes Construyendo el Futuro (PJCF) que opera desde 2019 en todo el territorio mexicano ha tenido la intención de contribuir a solucionar el problema que aqueja a alrededor de seis millones de jóvenes que no estudian ni trabajan en México (es decir, cerca del 22 % de los jóvenes mexicanos, de los cuales el 87 % se encuentran en situación de pobreza y vulnerabilidad).22 La meta inicial fue cubrir a 2.3 millones de jóvenes en cuatro años dando prioridad a quienes “habitan primordialmente en municipios de alta y muy alta marginación, con altos índices de violencia o que pertenecen a grupos históricamente discriminados”.2223 El programa está a cargo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, y pretende darle una experiencia de trabajo a los jóvenes en algún centro laboral donde pueda capacitarse de acuerdo a lo que defina la empresa en la que se incorporen. La heterogeneidad de los centros de trabajo, la gran diversidad de prácticas que tienen los jóvenes, la falta de seguimiento y coordinación entre las instituciones responsables del programa y las empresas participantes hace prácticamente imposible poder valorar su impacto en el aprendizaje de los jóvenes y en su posibilidad de incorporarse al mercado de trabajo después de los 12 meses que dura su beca. Falta, incluso, una coordinación entre la Unidad de PJCF y la Dirección de Centros e Institutos de Capacitación para el Trabajo de la SEP.24 La diversidad enorme de motivaciones de los empresarios para recibir a estos jóvenes, así como la gran heterogeneidad de los intereses que llevan a los jóvenes a postular a estas becas sugieren que este programa necesita una revisión profunda, una reformulación y un proyecto de formación de los beneficiarios que verdaderamente aporte a su capacitación, basándose mucho más en la metodología de formación dual. 
  1. Los trabajadores en activo, por su parte, necesitan perfeccionar sus competencias (upskilling) y adaptarse a nuevos procesos y herramientas productivas (reskilling) para poder operar con las nuevas tecnologías.2526 Para ello tanto el sector público como el privado necesitan contar con programas mucho más amplios, con mayor financiamiento, mejor formulados que los que actualmente existen para dichos trabajadores. La política a nivel federal bien podría nutrirse de experiencias exitosas en algunos clústeres a nivel estatal que han podido desarrollar una industria moderna, a la vez que forman el capital humano que necesitan, como es el caso de la industria aeronáutica de Querétaro. Ese estado “aloja a 80 organizaciones de la industria aeroespacial, 26 empresas manufactureras, cinco compañías de procesos especiales y siete industrias educativas relacionadas con el sector, de acuerdo con información gubernamental”.27)
  1. Respecto al mundo digital de la economía gig, se percibe una precarización del trabajo28 pues estos no son empleos reconocidos como tales, no hay una regulación al respecto y los que trabajan así no tienen la categoría de asalariados, lo que los priva de prestaciones sociales. Esta situación amerita una regularización de las condiciones de trabajo de este tipo de empleos, en primer lugar. Sin embargo, necesitan además mejorar sus condiciones de desarrollo profesional. La gran mayoría de los empleos de este tipo los ocupan jóvenes cuyas perspectivas de mejora profesional son nulas desde allí. Necesitan apoyos de diverso tipo para poder seguir estudiando y capacitándose para acceder a trabajos de mejor calidad y con perspectivas de avance profesional posteriormente.
Reflexión final

Ante el proceso acelerado de digitalización y su impacto en el empleo, que incluye el desplazamiento de este por la automatización y la inteligencia artificial, así como la polarización del mercado de trabajo entre las personas que pueden ocupar puestos idóneos con la nueva tecnología y los que van siendo desplazados a ocupaciones de baja productividad, mal pagados y crecientemente en el sector informal, México necesita adoptar urgentemente políticas que ataquen este fenómeno desde varios flancos. Las acciones deben incluir desde el aprovechamiento de las nuevas oportunidades de inversiones y crecimiento económico (por ejemplo, el nearshoring y la mayor integración de las cadenas productivas a nivel nacional) que genere, a su vez, más empleos; la formación del capital humano que pueda incorporarse a las nuevas actividades productivas, respondiendo al nuevo perfil que requieren las empresas, dada la innovación tecnológica; la reformulación del sistema educativo desde la preprimaria hasta la educación superior que no sólo mejore su nivel sino, además, provea las competencias que se necesitan en los actuales empleos; facilitar la capacitación de trabajadores activos de manera que puedan ir mejorando su perfil para responder a las nuevas necesidades tecnológicas; ofrecer un sistema de seguro de desempleo para aquellos que son desplazados de sus trabajos de manera que puedan recibir el entrenamiento para reorientarse en el mercado de trabajo; regular y asegurar mejoras en el sector laboral de la economía gig; universalizar el acceso a Internet en forma pareja a toda la población y asegurarse de su alfabetización en esta materia pues ahora se necesita transversalmente en toda la sociedad; realizar las inversiones en infraestructura, a través de acuerdos público-privados para que el país cuente con las telecomunicaciones que requieren las empresas para alcanzar los mejores niveles de competitividad y productividad posibles y generar así mejores empleos. EP

  1. Con la misma metodología de Frey y Osborne (2013), Minian y Martínez Monroy (2018) calcularon que 63% del total de empleo en México era automatizable y 64.5% lo era en la industria manufacturera. Sin embargo, consideraron que la introducción de esta tecnología sería lenta en este país a raíz de que una gran parte del empleo lo generan las pequeñas y medianas empresas, con pocas posibilidades de realizar significativas innovaciones tecnológicas digitales. []
  2. World Economic Forum (WEF) (2023), The Future of Jobs Report 2023, https://www.weforum.org/reports/the-future-of-jobs-report-2023/ []
  3. OIT (2023), Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo; Tendencias 2023. []
  4. CEPAL y eLac 2024, Unión Europea (2022), Un camino digital para el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe. []
  5. Cepal, en el documento citado define a la industria digital como el conjunto de hardware, software, Plataformas de Servicios de Internet, Plataformas de comercio electrónico y Telecomunicaciones. []
  6. Gabriel Burdín (2022), Digitalización, productividad y empleo: elementos para pensar la formación profesional en América Latina, OIT,  Montevideo: OIT/Cinterfor. []
  7. Encuesta de Expectativas de Empleo ManpowerGroup | Q3 2022. []
  8. CONEVAL []
  9. El Economista, 12 de septiembre de 2022. []
  10. IMCO (2022), El Panorama Educativo y Laboral de los Jóvenes en México. []
  11. Gobierno de la Ciudad de México []
  12. Schatan, Claudia (2018), “Retos de la automatización y digitalización para el empleo en México”, Centro Tepoztlán Victor Urquidi, El Colegio de México y FCCyT. []
  13. INEGI (2023), Estadísticas a Propósito del Día Mundial del Internet. []
  14. Evaluare, consultado el 29/05/2023. []
  15. Speedtest []
  16. Estas 803 empresas emplean en conjunto más de 11.3 millones de trabajadores, los cuales pertenecen a 27 clústeres industriales y 45 economías de todas las regiones del mundo. []
  17. World Economic Forum (WEF) (2023), op cit. []
  18. Claudia Schatan (2019), El empleo en las plataformas digitales: ¿oportunidad o condena?, Voces México, 13 agosto. []
  19. El país cuenta con bastante menos espectro de lo que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) le ha sugerido al país que tenga (véase IFT, 2021). []
  20. IFT, Programa de Alfabetización Digital 2022. []
  21. En el ciclo escolar 2020-2021 886 empresas apoyaron a 3 mil estudiantes de bachillerato a través de la Formación Dual, lo cual es un esfuerzo muy modesto en contraste con lo que se necesitaría (Gobierno de México). []
  22. SEGOB, Jóvenes Construyendo el Futuro. [] []
  23. A mediados de 2023, se había beneficiado a 2.6 millones de jóvenes a través del PJCF. []
  24. María de Ibarrola (2022), Nexos, 15 de junio. []
  25. OIT (2023), Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo; Tendencias 2023. []
  26. “Las políticas de adquisición de nuevas competencias (reskilling) hacen referencia a la necesidad de brindar los trabajadores nuevas cualificaciones que les permitan dedicarse a nuevos empleos, mientras que el perfeccionamiento (upskilling) hace referencia a la necesidad de proporcionarles nuevas habilidades y mejorar las que ya tienen de modo que les permitan ser más productivos en sus puestos actuales.” (Gontero, Sonia y Rafael Novella, 2021, pág. 32). []
  27. Forbes (2018 []
  28. Alfredo Hualde (2023), “Digitalización y automatización: ¿trabajo precario o empleos creativos?”, Revista Ciencia, abril-junio de 2023, volumen 74, número 2. []
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