Ayuujk: Mujeres triquis y ritual de boda: el peligro de una sola historia

Ayuujk es el blog de Yásnaya Aguilar Gil y forma parte de los Blogs EP

Texto de 25/02/19

Ayuujk es el blog de Yásnaya Aguilar Gil y forma parte de los Blogs EP

Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace algunos años leí en diversos medios de comunicación algo que no dejó de inquietarme desde ese momento: en las comunidades triquis se tiene por costumbre vender a las mujeres en matrimonio. No faltaron los comentarios que urgían a las organizaciones de derechos humanos y a los colectivos feministas a intervenir inmediatamente para frenar esta terrible situación. Como siempre que se habla de injusticias en el caso de pueblos indígenas, se atribuye este hecho, real o no, a la esencia de la cultura triqui, a una característica definitoria de la que no pueden prescindir y que ha sido siempre así, desde tiempos inmemoriales. Por supuesto, las voces de las mujeres triquis no aparecían en la discusión y si lo hacían sólo era para victimizarlas y convertirlas en personas sin agencia que necesitaban, de manera urgente, ser salvadas de esa situación. El fenómeno, en vez de ser analizado en toda su complejidad, sirvió para hacer una caricatura de la cultura triqui y desatar con fuerza el racismo que subyace siempre a la construcción de un país que se narra esencialmente mestizo. Habían secuestrado la voz que conducía la narrativa y leyendo me pregunté siempre sobre el análisis, la voz y la postura de las mujeres triquis al respecto, una voz de la que los medios no hacían eco pero que, estaba segura, existía.

Como una respuesta, poco después llegó a mí el libro El pueblo triqui de San Juan Copala y el ritual tradicional de la boda. Cambios, permanencias y desafíos escrito por Emelia Ortíz y Juan Domingo Pérez desde su postura como miembros del pueblo triqui con el acompañamiento de Alessandra Galimberti. Sus palabras son la respuesta, urgente y necesaria, a ese secuestro de la voz que narra el matrimonio triqui como una transacción apenas distinta de la trata de mujeres y complejiza las narraciones que se hacen de estos enlaces. Este libro conjura, en palabras de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi, el peligro de caer en una sola historia, historias controladas y relatadas desde el poder.

En palabras de la escritora kaqchikel Aura Cumes, las mujeres indígenas podemos articular nuestra lucha desde un lugar complejo atravesado por el patriarcado, pero también por el colonialismo. Desde este lugar, podemos destejer un entramado que desmonta más de un sistema de opresión. No podemos entender nuestra experiencia como mujeres sin enunciarnos también como personas pertenecientes a un colectivo determinado, triqui, mixe o zapoteco, que se asume indígena también como estrategia política. Prescindir del patriarcado en nuestro análisis tiene como consecuencia la esencialización de nuestros pueblos desde la óptica del buen salvaje; prescindir del colonialismo en el análisis de la situación de las mujeres indígenas tiene como consecuencia la caricaturización de nuestros pueblos como salvajes en los que esencialmente la cultura es más machista, reforzando así el racismo con el que se relaciona ya la sociedad occidental con los pueblos y comunidades indígenas. Como concluye Aura Cumes, la situación de las mujeres indígenas no se puede explicar sin el papel del colonialismo y el racismo. Este libro es una muestra clara de esa conclusión, presenta un análisis claro de los principales retos a los que se enfrenta la tradición de la boda y en un tercero se expresa a modo de una declaración de deseo, la necesidad de complejizar la discusión sobre el tema desde el respeto y la colaboración, elementos de los que definitivamente han carecido los acercamientos mediáticos al pueblo triqui.

Aun cuando las palabras con las que se presenta el análisis del libro son bellas y amables no es posible ser indiferente a los cuestionamientos profundos y radicales que denuncia y a las preguntas inquietantes que plantea. En el apartado en el que se describen los retos actuales a los que se enfrenta la ceremonia tradicional, se hace un recuento del cambio que esta ceremonia ha sufrido en las últimas décadas donde es posible observar los resultados de la simbiosis entre aspectos del patriarcado y del colonialismo sobre estos rituales y su impacto en la vida de las mujeres, de los cuáles se desprende luego la condena mediática. Desde el análisis que aquí se presenta se desprende una visión del pueblo triqui no congelada en el tiempo sino sujeta a un complejo devenir histórico como sucede con todos los pueblos del mundo.

Por otra parte, el libro plantea un cuestionamiento nunca fácil de responder a las organizaciones de derechos humanos y a las organizaciones de mujeres desde el feminismo occidental que se acercan al fenómeno desde una óptica de derechos individuales que hace eco también, muchas veces, del racismo y el colonialismo, obviando además que se enfrentan a problemas transculturales que tampoco se han resuelto en el mundo occidental. Estos acercamientos incompletos sólo incrementan el ataque a las estructuras sociales y comunitarias que las mujeres indígenas hemos construido también en comunidad, recrudeciendo así las relaciones de opresión.

Desde una mirada que reproduce la visión salvadora, no por ello menos racista, las intervenciones externas silencian la voz, el análisis, las luchas y los deseos de las mujeres triquis. Después de leer el libro, expreso mi deseo, como lo hacen las personas que han creado este libro, de que se abra un campo, muchos campos, en los que podamos sembrar estos temas de una manera colaborativa y atenta a la escucha que dé como fruto otro tipo de acercamientos, otro tipo de colaboraciones. Desde este lado, se construye un puente que en este libro se hizo de palabras que van y esperan regresar, enriquecidas.EP

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