
Este ensayo, escrito por Ana Lizbeth Millán Leaños, obtuvo mención honorífica en el concurso “D-escribir la ciudad” organizado por CoRe Ciudades Vivibles y Amables, A. C.
Este ensayo, escrito por Ana Lizbeth Millán Leaños, obtuvo mención honorífica en el concurso “D-escribir la ciudad” organizado por CoRe Ciudades Vivibles y Amables, A. C.
Texto de Ana Lizbeth Millán Leaños 29/08/24
Este ensayo, escrito por Ana Lizbeth Millán Leaños, obtuvo mención honorífica en el concurso “D-escribir la ciudad” organizado por CoRe Ciudades Vivibles y Amables, A. C.
Desde una perspectiva feminista, quiero poner en relieve cómo las obras de conectividad en la periferia poniente de la Ciudad de México han transformado los espacios públicos y han tenido un impacto significativo en nuestra vida diaria. Las obras, como el Cablebús Chapultepec, el Tren Interurbano “El Insurgente”, la renovación de la Línea 1 del Metro y la ampliación de la Línea 12, han generado cambios constantes en estos espacios, exacerbando la falta de infraestructura básica y la inseguridad en el transporte y áreas comunes. Especialmente para las mujeres.
Nos enfrentamos a desafíos que limitan nuestra movilidad, acceso a servicios y participación en la vida comunitaria. Es esencial abordar estas deficiencias y proponer soluciones que mejoren la seguridad, accesibilidad y calidad de los espacios públicos para garantizar una ciudad más equitativa e inclusiva para todas.
Este ensayo se centrará en la apropiación del espacio público y la movilidad, así como en la violencia de género en el espacio público durante los procesos de obra. También abordará cómo la falta de infraestructura peatonal afecta nuestra autonomía y seguridad, proponiendo estrategias para fomentar el transporte activo, como caminar y andar en bicicleta.
Aspiro a que este ensayo sea un llamado a la acción para transformar la periferia poniente, y los espacios en transición en general de la Ciudad de México, en lugares donde las mujeres puedan vivir, trabajar y disfrutar de una vida plena y digna. Sostengo que a través de la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y la comunidad local, podemos construir una ciudad más inclusiva, equitativa y habitable para todas nosotras.
Tramo Presa Tacubaya – Terminal ObservatorioFotografías nocturnas del estado actual de obra dentro de las colonias. Elaboración propia. Mayo 2024 |
Las colonias pertenecientes a la zona de Observatorio son las más afectadas por el paso de estas obras: El Capulín, Liberales de 1858, Belén de las Flores y Santo Domingo. Esta zona, históricamente un asentamiento irregular,1 enfrenta desafíos adicionales al estar en terreno federal, lo que ha requerido modificaciones en el trazado del tren para evitar afectar las zonas habitacionales existentes.
Aunado a esto, Observatorio es la sexta y última estación de la línea del Tren Interurbano y, de acuerdo con los estudios que se hicieron posterior al inicio de las obras, se ha reportado que:
…se caracteriza por ser una zona complicada por la cantidad de líneas de servicio público que confluyen. Actualmente en esta zona se ubica la estación Observatorio (estación término) de la línea 1 del metro del Distrito Federal, y la Central de autobuses México Poniente. En proyectos a futuro a este punto llegarán, las líneas 9 y línea 12. Que junto con la estación término del tren interurbano, será uno de los centros de transferencia modal más grandes de la ciudad.2
Tramo Presa Tacubaya – Terminal Observatorio – Recuperado de “Información General: Tren Interurbano El Insurgente” de la página web oficial de la Secretaría de Obras y Servicios de la CDMX |
Zona de estudio. La doble línea rellena por puntos negros indica la proyección del paso del tren. Tomado de https://dev-sieg.cdmx.gob.mx/maps/1150/leaflet_embed |
Desde el anuncio del proyecto en 2015, hemos experimentado tensiones sociales significativas. Las obras han provocado desafíos cotidianos relacionados con la movilidad, una imagen urbana en deterioro, la proliferación de tiraderos de basura, la falta de accesibilidad y problemas de seguridad peatonal. Además, se ha producido la desaparición de diversas actividades y servicios. Algunos ejemplos de esto son: el cierre de la cancha de fútbol, el parque y la ciclovía que lo rodeaba, así como el impacto negativo en los negocios de comida.
En el mismo sentido, los cambios en la dirección de carriles, alteraciones en las rutas de transporte y cierres de calles, han exacerbado la situación, afectando gravemente nuestros trayectos diarios, sobrecargando la estación Tacubaya,3 ante la imposibilidad de utilizar Observatorio, aumentando los tiempos de recorrido a casi el doble y triple de tiempo.4 Esto finalmente ha llevado a que, en protesta, las y los vecinos de la zona establezcan un paro en la obra del Tren Interurbano “El Insurgente” (a mayo del 2024, fecha de este ensayo)5.
Avenida de las Torres en dirección hacia las colonias antes de la intervención. A la izquierda cancha de fútbol y a la derecha parque local. Google Maps | Avenida de las Torres en dirección hacia las colonias ahora. Google Maps |
Vista desde Av. de la Torres hacia el parque antes de la intervención. Imagen tomada de Google Maps. | Vista desde Av. de la Torres hacia el parque ahora. Imagen tomada de Google Maps. |
Vista desde San Miguel Arcángel – Presa Tacubaya hacia el parque antes de la intervención. Google Maps. | Vista desde San Miguel Arcángel – Presa Tacubaya hacia el parque después de la intervención. Google Maps. |
Es esencial abordar la falta de acceso seguro al espacio público para actividades recreativas, ejercicio y socialización en el contexto de las megaobras en espacios urbanos, ya que, cuando éstas suceden, se afecta significativamente el bienestar de los residentes. En especial para grupos vulnerables, como las mujeres.
La violencia en espacios públicos es una realidad alarmante para nosotras. Por ejemplo: según una encuesta realizada por EPADEQ y ONU Mujeres en 2018,6 el 88.5% de las 3,214 mujeres encuestadas reportó haber sido víctima de algún tipo de violencia en el transporte o espacios públicos. Durante las obras, esta situación se agrava7 debido al abandono de espacios, la limitación de visibilidad y la falta de cruces peatonales seguros. Aunado a ello, las mujeres, a quienes muchas veces se nos asigna el cuidado de otros grupos vulnerables (personas mayores, o con discapacidad) enfrentamos una sobrecarga adicional de responsabilidades debido a los cambios en horarios y rutas de transporte generados por las obras, lo que reduce el tiempo disponible para nuestro desarrollo personal. Como residente de la zona afectada, y como mujer, puedo atestiguar todos estos desafíos adicionales durante las obras en la zona de Observatorio.
Por lo anterior, es preocupante que este proceso, que lleva ya dos sexenios, no finalizará este año.8 Como tampoco finalizarán sus efectos en nuestra calidad de vida, o el aumento de los riesgos que enfrentamos. Sostengo que, en vista de lo anterior, se debe intervenir para garantizar la seguridad peatonal y la accesibilidad, así como soluciones temporales y alternativas para resarcir los daños locales. Especialmente, insisto, hacia las mujeres y otros grupos vulnerables.
Para abordar estas problemáticas, es necesario crear espacios públicos seguros y acogedores que brinden apoyo a todos los grupos vulnerables. Para el caso de las mujeres, por ejemplo: hay que considerar nuestras necesidades y rutinas al planificar y ejecutar las megaobras, garantizando participación en el proceso de toma de decisiones y promoviendo la igualdad de género en el diseño urbano. Además, se deben implementar medidas específicas para reducir la violencia sexual y garantizar la seguridad de toda la ciudadanía, durante y después de la realización de las obras.
Se deberá tomar en cuenta que los territorios son particulares. Tienen diversidades étnicas y culturales, así como condicionantes de sus habitantes que influyen en el espacio y viceversa. Respetar y entender esto es fundamental al intervenir con obras tan agresivas, pues se están involucrando agentes externos a un espacio con dinámicas que se verán dañadas, por lo que se debe tener un plan para subsanar los daños, más allá de lo superficial y material.
Durante procesos de obra urbana y cambio constante, es esencial mantener y fortalecer el tejido social y comunitario. La seguridad no se logra sólo con medidas físicas, como lámparas o cámaras, sino también a través de una comunidad cohesionada. Una perspectiva centrada en el barrio9 puede fomentar vitalidad y seguridad incluso en momentos de transformación; por lo cual, organizar actividades y eventos comunitarios temporales puede promover la interacción y el sentido de pertenencia entre los residentes. Estas iniciativas no solo mantienen la vitalidad del barrio durante las obras, también generan oportunidades de desarrollo personal y profesional. Algunas iniciativas pueden ser:
En el contexto de la zona, las mujeres tienen una mayor presencia en empleos del sector servicios, a tiempo parcial e informal, así como en emprendimientos locales como negocios de comida y comercios. Lamentablemente, estos sectores han sido especialmente afectados por las condiciones actuales. Para contrarrestar esta situación del mercado laboral local, es crucial implementar medidas de apoyo específicas para las mujeres emprendedoras.
Es esencial reconocer y valorar las contribuciones invisibles de las labores de cuidado en la planificación urbana, dado que estas actividades son vitales para el funcionamiento diario de la ciudad. Sin ellas, la urbe no podría existir ni mantenerse en marcha. Desarrollar un sistema de transporte que se ajuste a las trayectorias, necesidades, horarios y actividades de las mujeres, infancias, personas con discapacidad y adultos mayores es crucial, ya que estos grupos enfrentan los mayores desafíos de movilidad corporal. Considerando que las mujeres suelen encargarse del cuidado de estos grupos en sus familias, la optimización de nuestro tiempo se vuelve fundamental.
El proceso de megaobras en entornos urbanos no puede pasar por alto las necesidades y preocupaciones de los residentes locales, especialmente de los grupos vulnerables. El feminismo y el enfoque de género deben ser consideraciones centrales en todas las etapas de planificación y ejecución de estas obras, con el objetivo de garantizar la igualdad de acceso y la seguridad de los habitantes. Es esencial reconocer que la exclusión de ciertos grupos del espacio público, como lo son las mujeres, refleja desigualdades arraigadas en la sociedad y en el diseño urbano. Debemos desafiar estas concepciones obsoletas para construir ciudades verdaderamente inclusivas.
En este sentido, se requiere una revisión profunda de las políticas urbanas para abordar las necesidades específicas de los grupos marginados en estos procesos de obra, asegurando que se promueva la diversidad y se fomente la igualdad en todos los aspectos del entorno urbano. Además, es fundamental tener en cuenta que el diseño urbano no puede resolver por sí solo todas las problemáticas sociales, pero sí puede contribuir significativamente a prevenir que empeoren. Por lo tanto, es responsabilidad de los profesionales del urbanismo y el diseño trabajar hacia la creación de entornos seguros, inclusivos y respetuosos con la dignidad de todos sus habitantes.
A medida que avanzamos hacia un futuro urbano más sostenible y equitativo, debemos garantizar que ningún grupo se quede atrás en el proceso de desarrollo de la ciudad. Esto implica tomar medidas concretas para mitigar los impactos negativos de las megaobras en los grupos vulnerables, brindando soluciones temporales y alternativas que garanticen su seguridad, comodidad y accesibilidad.
Hablando en particular de las mujeres, la asignación desigual de roles y responsabilidades en el espacio privado y doméstico contribuye a que se nos excluya del espacio público. Es necesario replantear el diseño urbano para reconocer y valorar nuestras contribuciones. También es importante reflexionar que, para lograr cambios, es necesario transformar cómo se viven los espacios –no solo como respuesta ante la desigualdad, sino como una mejora para todas y todos los que habitamos las ciudades.Como profesionales del urbanismo y el diseño, tenemos la responsabilidad de crear entornos urbanos que sean seguros, inclusivos y accesibles para toda la ciudadanía. Debemos reconocer y valorar las necesidades y experiencias de todos los grupos que la conforman, no sólo las de los grupos hegemónicos. Las ciudades deben ser para todas y todos, no para unos cuantos. EP