Hay mucho que tiene que aprender México de Irán. Juan-Pablo Calderón Patiño escribe cuatro lecciones que pueden cambiar el rumbo del país.
Lecciones de Irán a México
Hay mucho que tiene que aprender México de Irán. Juan-Pablo Calderón Patiño escribe cuatro lecciones que pueden cambiar el rumbo del país.
Texto de Juan-Pablo Calderón Patiño 03/02/22
Irán es un país con un territorio poco más grande que tres cuartas partes del mexicano. Tiene más de 85 millones de habitantes y una de las fronteras más vibrantes del orbe, en especial con Irak, país con el que combatió en la década de los ochentas. Más de 1500 km de límites fronterizos comparte con el país que gobernó Sadam Hussein. Irán, como México, es de los pocos Estados que tienen una herencia civilizatoria excepcional. Territorio heredero de la antigua Persia, también recibió una historia de vericuetos, primero frente al invasor del exterior, después en sus grupos internos que lo han llevado a ser un Estado teocrático, fruto de la Revolución Islámica de 1979. Con la sospecha de buscar material nuclear con fines bélicos y con el antecedente de su mayor riqueza que es el petróleo, sufrió diversos embargos internacionales que han ahogado a su economía. Después del Acuerdo Nuclear entre Washington y Teherán, se relajaron las tensiones y con ellos, algunas de las limitaciones de su comercio
Irán, después del petróleo y el gas, tiene en la industria automotriz su tercer generador de recursos. En ello, México es la inversa, su sector automotriz superó al petróleo como el principal generador de divisas. ¿Pero cuál es la lección de Irán a México respecto al mundo automotriz? Aún con los retos mencionados, los iraníes tienen marcas nacionales de vehículos, y en especial dos de ellas que concentran parte del mercado doméstico. También han permitido marcas automotrices de otros países, algunas icónicas de Alemania, Japón o Corea del Sur. Si bien llegaron a fabricar más de 1.6 millones de automotores (en promedio la mitad de lo que produjo México en 2021 con pandemia y crisis global), con los mismos bemoles de logística global, semiconductores y caída de la economía Irán produjo casi 900,000 vehículos en 2020. Sus marcas nacionales buscan proyectos conjuntos con marcas extranjeras para una mayor competitividad frente a la transición energética en la movilidad, pu3w el petróleo no será eterno y se deben cultivar sectores estratégicos alternos con marcas propias. Hoy México no tiene una marca nacional, salvo DINA en transporte pesado.
Segunda lección iraní, pese a tener casi 50 millones de habitantes menos que México, su mercado interno antes de la pandemia está mejor ranqueado que el mexicano con ventas domésticas por arriba de 1.5 millones de unidades anuales. Si México tuvo su mejor lugar en el 2016 con ventas de poco más de 1.6 millones, antes de COVID retrocedió a 1.3 millones. Dos últimas lecciones: la primera es que el gobierno de Irán se esfuerza por la actualización de su parque vehicular y la segunda, su capacidad de gobernabilidad territorial ha permitido que actores no legales como mafias locales controlen los lugares donde llegan las inversiones. Estos dos últimos ejemplos son talones de Aquiles para el México actual, tanto en la industria automotriz como en la seguridad que toca a ciudadanía e inversionistas nacionales y extranjeros.
No debemos olvidar que la primera advertencia la había lanzado Irán a México cuando en Davos, Suiza, durante el enigmático Foro Económico, el entonces presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se mostró incrédulo ante pocos oyentes en su conferencia sobre la reforma energética. Irán, con menos tensiones por su programa nuclear, llevaba a cabo en uno de los salones de la sede del Foro la presentación de su programa energético que captó más atención que México. EP
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