Hacia un sistema de energía ambientalmente sostenible: 4. EUA, geopolítica y cambio climático

En la cuarta entrega de esta serie, José Luis Aburto explora el tema de la geopolítica de EUA y el sendero que ha seguido en relación con la energía y el cambio climático.

Texto de 10/01/23

En la cuarta entrega de esta serie, José Luis Aburto explora el tema de la geopolítica de EUA y el sendero que ha seguido en relación con la energía y el cambio climático.

Tiempo de lectura: 15 minutos

La política es el peor contaminante.

— The Economist

Introducción1

Cito un párrafo que escribí recientemente: “los principales tomadores de decisiones son las autoridades de los gobiernos y los líderes de las asociaciones empresariales. En ambos grupos predominan intereses de corto plazo, calendarios políticos en el primer caso y buenos resultados financieros en el segundo…Para abordar con éxito la transición el mundo necesita estadistas y líderes visionarios, preocupados por el bienestar de sus hijos y nietos, y de la sociedad en general.”

A EUA le correspondería proponer iniciativas y liderar acciones para conducir a los sistemas de energía del mundo hacia la sostenibilidad ambiental. Lamentablemente esto no ha ocurrido. En esta nota examino la geopolítica de los EUA y el sendero que ha seguido en relación con la energía y el cambio climático. 

El predominio de EUA y su vida interna

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, EUA y la Unión Soviética tomaron posiciones de liderazgo, dividieron Europa en sus áreas de influencia, occidental y oriental, e iniciaron la Guerra Fría caracterizada por la competencia espacial, armamentista, política y económica. Esta culminó con la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, seguida de la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 1991.    

Durante dos décadas, la hegemonía de EUA fue total. Sin embargo, la Guerra de Irak le desprestigió y la crisis financiera de 2007-9 lesionó su fortaleza financiera y mermó la confianza en su modelo financiero y económico, dentro y fuera del país. Además, la discontinuidad de su política de cambio climático le hizo perder credibilidad y liderazgo.

Francis Fukuyama,2 estadounidense experto en ciencias políticas y relaciones internacionales, considera que “el ataque al congreso, el 6 de enero de 2021, señala un descenso significativo del poder y la influencia de los EUA en el mundo”. Le preocupa que “[…] el partido republicano, en lugar de descalificar los hechos, expulsa de sus filas a quienes dicen la verdad”.

En 1974, los republicanos reprobaron la falta de ética de Nixon y este se vio obligado a renunciar. En esa época yo consideraba que la habilidad de EUA y sus instituciones para repudiar las faltas públicas de los poderosos —políticos o empresarios— era su mayor fortaleza política. Ahora, segmentos importantes de la sociedad y de las instituciones han perdido la capacidad de indignación, lo que constituye una debilidad de la vida democrática del país. La elección de Trump en 2016 es más una manifestación de esta debilidad, que la causa de ella. Su presidencia fue un factor de descrédito internacional. Por otra parte, en 2021 la salida accidentada de Afganistán durante la presidencia de Biden tuvo un costo político elevado. 

Fukuyama opina que se ha profundizado la división cultural entre los profesionistas que se concentran en las ciudades y los residentes de poblados pequeños, quienes mantienen valores tradicionales. El internet ha debilitado el control que las élites mantenían sobre la información. Siempre hemos tenido desacuerdos sobre valores, pero ahora vivimos en universos fácticos separados”. Estas opiniones son compartidas por varios analistas políticos estadounidenses y extranjeros. 

Fukuyama afirma que desde mediados de los noventa la política de EUA se ha polarizado en forma creciente y ha estado sujeta a parálisis continua, afectando inclusive el desempeño de las funciones básicas, como es la aprobación del presupuesto anual […] Subestimé la posibilidad del deterioro político de las democracias avanzadas […] actualmente la mayor debilidad de los EUA está en sus divisiones internas, lo que se manifiesta en la falta de consenso político sobre su papel internacional. Esto, a su vez, obstaculiza el uso del poder económico y militar del país”.

EUA y el cambio climático

En 1997, durante la COP3, se aprobó el Protocolo de Kioto que fue el primer programa integral de alcance mundial, el cual establece el principio central de “Responsabilidad común pero diferenciada”. Esto significa metas vinculantes de reducción de emisiones para 37 países industrializados y la Unión Europea, reconociendo que son los principales responsables de los elevados niveles de gases con efecto invernadero (GEI) acumulados en la atmósfera, como resultado de quemar combustibles fósiles durante más de 150 años. El gobierno del presidente Clinton aprobó el Protocolo de Kioto.

Sin embargo, en enero de 2001, al tomar el poder, el presidente Bush anunció la intención de EUA de no ratificar el Protocolo de Kioto, justificando su decisión en tres motivos: “No es efectivo, porque no incluye obligaciones para los países en desarrollo; sus metas son el resultado de negociaciones políticas, no están basadas en la ciencia;3 y su aplicación impondría costos sustanciales e innecesarios a la economía de los EUA”. Pocos años después Canadá y Australia, destacados países exportadores de combustibles fósiles, siguieron el ejemplo de EUA. 

Durante los siguientes 14 años, la Unión Europea tomó varias medidas a favor del cambio climático. Estableció el primer sistema de compraventa de emisiones y varios de sus miembros impulsaron el uso eficiente de la energía y el desarrollo de las energías eólica y solar. Otros países o regiones (como California) iniciaron programas similares para reducir sus emisiones. No obstante, los avances fueron modestos y puntuales en comparación con el continuo crecimiento de las emisiones en la mayoría de los países.

En 2015, en la COP21, 196 países aprobaron el Acuerdo de París que, al ser ratificado por la mayoría de los gobiernos, incluido el de Obama en un papel de liderazgo, entró en vigor en noviembre de 2016. “El objetivo del Acuerdo es limitar el calentamiento mundial a menos de 2°C, preferentemente a 1.5°C, en comparación con los niveles previos a la revolución industrial. Para alcanzar esta meta los países se propusieron alcanzar la condición de emisiones netas nulas a mediados del siglo XXI. En 2020 los países someterán sus planes de acción denominados Contribuciones Nacionales Determinadas (CND) y cada cinco años incrementarán sus ambiciones climáticas. Los países avanzados reafirmaron que darán ayuda financiera a los países más vulnerables”.

Ante la falta de resultados mundiales sustantivos durante más de 25 años, las CND fueron un enfoque novedoso que dejó a cada país la responsabilidad de establecer sus propios programas y metas.     

En junio de 2017, Trump anunció que EUA se retiraba del Acuerdo de París porque “es simplemente el ejemplo más reciente de Washington participando en un acuerdo que perjudica a los EUA en beneficio exclusivo de otras naciones”4. De acuerdo con las reglas del Acuerdo de París, la fecha a partir de la cual cualquier país puede retirarse es el 4 de noviembre de 2020, casi al final de la administración de Trump. Sin embargo, desde su llegada a la presidencia, EUA dejó de desempeñar un papel importante en el Tratado y la administración de Trump desechó políticas federales a favor del clima como el “Clean Power Plan”. La credibilidad y la reputación de EUA quedaron dañadas ante la comunidad mundial. Además, este hecho sirvió de pretexto a otros países para reducir sus acciones a favor del combate al cambio climático. Solamente los líderes de algunos países, Alemania, Francia, China, Canadá y otros, anunciaron que seguirían adelante sin EUA.

Cabe señalar que, en contraposición a las decisiones federales de EUA, en la COP23, a fines de 2017, una coalición de estados, ciudades y empresas se comprometieron a tratar de cumplir los compromisos previamente contraídos por el país en el Acuerdo de París.

En enero de 2021, en su toma de posesión como presidente, Biden manifestó que EUA se reincorporaba al Acuerdo de París y retomó políticas ambientales instituidas por Obama, que Trump había cancelado. En la COP26, a fines de 2021, EUA ofreció reducir sus emisiones de GEI en 50% para 2030 y alcanzar emisiones netas nulas en 2050.

Entre 2021 y 2022, la administración de Biden logró que el Congreso aprobara tres leyes que fundamentan jurídicamente y asignan financiamientos al cumplimiento de los compromisos nacionales en materia de cambio climático.

1. En noviembre de 2021, la Ley de Inversión en Infraestructura y el Empleo destina 1.2 billones (1012) de dólares a obras de infraestructura. Destacan fondos asignados a obras de transporte, redes eléctricas, sistemas hidráulicos y redes de estaciones para la recarga de vehículos eléctricos.  

2. En julio de 2022, la Ley de ciencia y tecnología (conocida como “The Chips Act”) asigna 280 miles de millones de dólares (GUSD) a mantenerse adelante de China en temas estratégicos relacionados con el conocimiento científico y la innovación tecnológica. Del total, 200 GUSD se canalizarán a la investigación científica y 52 GUSD serán estímulos en forma de subsidios y créditos fiscales para la fabricación de circuitos integrales avanzados en EUA. Con ello disminuirá la dependencia de las importaciones de estos productos, en los cuales Taiwán, Corea del Sur y Países Bajos son los más avanzados.

3. En septiembre de 2022, la Ley del Clima y la Salud (Inflation Reduction Act) moviliza 369 GUSD para impulsar el desarrollo y despliegue de las energías limpias.

Varios analistas estiman que, con la aplicación de estas tres leyes, para 2030 EUA podrá reducir en 40% sus emisiones de GEI.    

Ante una historia de inestabilidad en la política ambiental de EUA cabe preguntarse: si regresan los republicanos al poder, ¿corren el riesgo de ser canceladas estas leyes y sus programas? Mi respuesta es, probablemente, no. Un propósito importante de estas leyes es el fortalecimiento interno de tecnologías avanzadas para reducir la dependencia del exterior y fomentar la creación de empleos. Se trata de aumentar la seguridad de EUA ante un mundo más hostil y amenazante. Tal vez únicamente el ritmo de desarrollo y despliegue de tecnologías limpias se viera afectado. Esto dependería de cuánto habrá cambiado para entonces la percepción de la población estadounidense sobre la urgencia de atender los impactos crecientes del cambio climático.

“Ante una historia de inestabilidad en la política ambiental de EUA cabe preguntarse: si regresan los republicanos al poder, ¿corren el riesgo de ser canceladas estas leyes y sus programas?”.

La geopolítica mundial 

La seguridad es el objetivo estratégico de EUA. La prioridad es mantener su liderazgo militar, tecnológico, político y económico, determinado especialmente en comparación con China y con Rusia. 

La invasión de Rusia a Ucrania alteró el orden internacional, es violatoria de principios sustentados en las Naciones Unidas y pone en duda el cumplimiento de convenios internacionales, incluyendo los acuerdos bilaterales entre EUA y Rusia en materia de armas nucleares.

En este momento, la invasión de Rusia a Ucrania es el problema urgente por enfrentar y resolver. Es necesario contener a Rusia sin escalar el ámbito del conflicto; es grave la tragedia que vive el pueblo ucraniano.  

En el nivel estratégico, el panorama es diferente. Hace tres décadas las economías de China y Rusia eran iguales, ahora la china es 10 veces el tamaño de la rusa.

La economía de Rusia no ha crecido mucho, en varias décadas sus capacidades relativas han disminuido ante las de otros países. La evolución de la guerra en Ucrania ha evidenciado las limitaciones de su poder militar convencional. Sin embargo, Rusia continúa siendo un país de la mayor importancia geopolítica, sustentada en su arsenal de armas nucleares y su abundancia de recursos y reservas de combustibles y minerales. 

En contraste, China ha experimentado una transformación profunda a partir de 1978. En ese año, Deng Xiaoping inició la creación de zonas especiales de desarrollo con el afán de impulsar la inversión privada. Este experimento fue muy exitoso y pronto se extendió al resto del país. Durante más de 40 años la economía china ha crecido aceleradamente, elevando el nivel de vida de cientos de millones de personas de manera inédita. En paralelo China ha experimentado un desarrollo tecnológico singular. En 2010, el FMI atribuyó a la economía China haber conducido el crecimiento económico mundial después de la crisis financiera de 2007-09.

China impulsó el crecimiento notable del comercio y la inversión en todos los continentes, principalmente en Asia, ampliando con ello su influencia mediante flujos financieros que le dieron acceso a recursos minerales estratégicos. La importación de tecnologías avanzadas le sirvió de base para asimilar tecnología y desarrollar la propia. Las exportaciones iniciaron con bienes manufacturados sencillos —como décadas antes lo hicieron Japón y Corea del Sur— que le abrieron mercados para aumentar su producción, generar empleos y equilibrar su balanza comercial. El resultado es que China se ha modernizado y ha establecido vínculos de interdependencia con EUA, la Unión Europea, Japón y el resto del mundo. 

No obstante, hay signos de cambio en el entorno político internacional. Además de que EUA restringió las exportaciones de semiconductores avanzados a China, el acuerdo de inversión y comercio entre Alemania y China5 está siendo modificado para reducir las exportaciones alemanas al mercado chino y para limitar las inversiones de China, evitando que participen en la infraestructura estratégica de Alemania. La finalidad anunciada por el gobierno alemán es acotar la dependencia de China, como mercado y como inversionista.    

Por otra parte, en China los actos de rebelión ciudadana han sido reprimidos (Tianamen 1989, Hong Kong 2019) y otros de naturaleza histórica (Sinkiang y Tibet) han demostrado que el partido comunista chino es la autoridad única. La mayoría de la población ha aceptado este pacto social, casi todo el tiempo, a cambio de la prosperidad económica. Pero esta base sociopolítica no es estable.      

El líder desde 2012, Xi Jinping, a diferencia de todos sus antecesores desde Deng, centralizó el poder y, rompiendo la tradición, se reeligió durante el Congreso del Partido Comunista el pasado mes de octubre. 

La confrontación verbal entre EUA y China va en aumento, junto con las manifestaciones de desconfianza mutua. Biden ha criticado los derechos humanos en China y ha manifestado su preocupación por Taiwán. 

Innovación tecnológica

El avance tecnológico de China lo coloca como líder mundial en diversas tecnologías especializadas incluyendo, por ejemplo, el programa aeroespacial, las energías nucleoeléctrica, hidroeléctrica y solar, las baterías de litio, los vehículos eléctricos y la transmisión a ultra alto voltaje. Adicionalmente, un informe de la Information Technology and Innovation Foundation estima que, en 2022, China rebasará a EUA en la producción de grupos de bienes sofisticados, incluyendo varios de tecnologías de la información, productos farmacéuticos y electrónicos.

Durante su mandato, Trump declaró que China es adversario de EUA y restringió la exportación de circuitos integrados avanzados a China. Biden continúa y amplía estas restricciones. 

Por su parte, Xi declaró que la innovación tecnológica se ha convertido en el principal campo de batalla de la competencia estratégica internacional. Entre 2008 y 2020 la inversión en Investigación y Desarrollo (“IyD”) de China pasó de 33% a 85% del nivel de EUA, poniendo en estado de alerta a analistas políticos, militares y estrategas de EUA.6 

En EUA, además de las leyes aprobadas en 2022 para fortalecer la innovación tecnológica y las energías limpias, el 7 de octubre emitió restricciones más severas a la exportación a China de semiconductores avanzados y equipos relacionados. 

Alemania, Reino Unido, Japón y Corea del Sur también están incrementando la inversión pública, y alentando la privada, en investigación y desarrollo, inteligencia artificial y fabricación de semiconductores. 

El gobierno de China, por su parte, ha implantado nuevas regulaciones para que las empresas dedicadas a estas actividades den menos atención al desarrollo y la producción de artículos de consumo, y se concentren en inteligencia artificial, semiconductores y tecnologías verdes. 

“El gobierno de China, por su parte, ha implantado nuevas regulaciones para que las empresas dedicadas a estas actividades den menos atención al desarrollo y la producción de artículos de consumo”.

El Belfer Center, de Harvard, define como industrias estratégicas: inteligencia artificial, semiconductores, biotecnología, energía y computación cuántica. En EUA, el capital de riesgo para estas industrias aumentó de 10% a 20% del total en la última década.  En China, llegó a 30% en 2020. Un análisis de The Economist concluye que en 2020 la inversión destinada a innovación en EUA fue de 880 GUSD (el 3.8% del PIB) y en China de 660 GUSD, el 2.7% de su PIB (medidos en términos de poder adquisitivo), pero el ritmo de crecimiento de estas inversiones es mayor en China. Este análisis solo mide la cantidad de la inversión; es relevante considerar también la calidad, que depende en parte de la libertad que tengan los emprendedores para elegir sus proyectos de inversión.      

En contraste, el capital destinado a investigación básica es de 6% en China contra 17% en EUA. Mientras que China domina en telecomunicaciones, la 5G y las baterías de litio, EUA está más avanzado en biotecnología, computación en la nube e inteligencia artificial. En conclusión, China hace mejor trabajo cuando se trata de productos de manufactura compleja con ciencia madura, mientras que los avances científicos son superiores en EUA.

Armas nucleares

El otro tema de la mayor importancia estratégica es el militar, especialmente el relacionado con armas nucleares.7

Hoy sabemos que la crisis de los misiles soviéticos en Cuba, en octubre de 1962, estuvo cerca de desencadenar una confrontación nuclear debido a falta de comunicación entre los líderes de ambas potencias y a circunstancias aleatorias sujetas a interpretación por parte de los encargados de las operaciones durante los días de la crisis. 

Esta experiencia dio lugar al eventual establecimiento de acuerdos sobre la cantidad y calidad de las armas nucleares de diversos tipos que podían acumular los Estados Unidos y la Unión Soviética, posteriormente aplicables a Rusia. Los acuerdos pusieron énfasis en le disuasión mutua, esto es, el reconocimiento de que la amenaza de represalia efectivamente impediría el ataque inicial. 

Asimismo, se constituyeron contactos oficiales entre los líderes de ambos países, entre distintos funcionarios con responsabilidades análogas, y reuniones periódicas entre representantes del congreso de EUA y del Soviet Supremo y sus órganos sucesores, como medios de comunicación para resolver disputas, ampliar o actualizar acuerdos en función de avances tecnológicos en armas nucleares, y mantener el diálogo abierto para el intercambio de opiniones y preocupaciones sobre la seguridad de las partes. 

Con este conjunto de medidas se construyó la estabilidad estratégica que mantuvo la Guerra Fría inactiva durante décadas.

A partir de 1985, con Gorbachov en el poder, se ejecutaron acuerdos que redujeron de manera sustancial la cantidad de armas nucleares. Al disolverse la Unión Soviética, las repúblicas de Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán heredaron partes del arsenal nuclear soviético, pero se deshicieron de sus armas nucleares concluyendo el proceso en 1996. Ucrania entregó sus armas nucleares a Rusia, con la garantía de esta, de EUA y de Gran Bretaña de que la independencia, integridad y soberanía de Ucrania serían respetadas y protegidas. Dichas garantías han sido flagrantemente violadas.

En ese año más de 165 países firmaron el Tratado Comprensivo de Prohibición de Pruebas Nucleares, el cual a inicios del siglo XXI había sido ratificado por más de 100 países. Sin embargo, no entró en vigor debido a que varios países clave, incluyendo EUA, China, India, Israel, Corea del Norte y Paquistán, se negaron a ratificarlo. 

En 2002, EUA se retiró del tratado de Misiles Antibalísticos denunciando el incumplimiento del mismo por parte de Rusia. Por otra parte, EUA y Rusia firmaron el Tratado de Reducción Ofensiva Estratégica, que los comprometió a reducir sus arsenales nucleares estratégicos. Posteriormente, Rusia anunció que se retiraba del acuerdo conocido como START II, cuyo objetivo también era el de reducir los arsenales nucleares. En este entorno, se suspendieron las reuniones periódicas entre ambos países.

En 2010, el gobierno de Obama restableció el grupo negociador y acordó el Nuevo Tratado de armas nucleares (START). No obstante, durante su gobierno, Trump retiró a EUA del Tratado de Armas Nucleares de Rango Intermedio y en 2020 del Tratado de Cielos Abiertos.  

En febrero de 2021, Biden y Putin ampliaron a febrero de 2026 la vigencia del START, que pone límites verificables al despliegue de armas nucleares de alcance intercontinental. 

Preocupa que los programas chinos de armas nucleares y convencionales avanzan a ritmo acelerado, pero carecen de limitación internacional alguna. El nivel y volumen de sus armas nucleares son inferiores a los de EUA y Rusia, sin embargo, varios especialistas coinciden en que hacia 2030 el arsenal nuclear chino será considerable.

A mediados de los ochenta, EUA y la Unión Soviética tenían del orden de 60 mil misiles nucleares cada uno. Desde entonces, mediante varios acuerdos redujeron sustancialmente el número de armas nucleares. Se estima que en 2022 Rusia tiene 4,477 y EUA 3,708, aunque estas son, en promedio, más avanzadas que las rusas. China tiene del orden de 400 misiles nucleares, pero podría llegar a 1,500 hacia 2035.8 

La relación entre EUA y China

En noviembre de 2021, durante una reunión virtual entre Biden y Xi, el primero enfatizó la necesidad de sostener reuniones periódicas sobre estabilidad estratégica que les ayuden a gestionar una relación crecientemente antagonista.9

El 12 de octubre de 2022 Biden presentó su Estrategia de Seguridad Nacional en la cual sostiene que China es el desafío geopolítico más relevante para los EUA. “China es el único país que tiene la intención de cambiar el orden internacional, así como el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para potenciar ese objetivo”. 

Por su parte, recientemente Xi declaró que EUA es la fuente principal de caos en el mundo. En octubre, al ser reelegido al frente del partido comunista y del país, Xi exaltó el fortalecimiento militar de China y la prioridad por alcanzar la primacía en tecnologías avanzadas. 

El 14 de noviembre Biden y Xi se reunieron en Bali, durante la reunión del G20. Biden dijo: “EUA seguirá compitiendo vigorosamente con China, pero deseo gestionar esta competencia de manera responsable y evitar conflictos. Definitivamente creo que no se necesita que haya una nueva guerra fría”. Xi respondió, “Como lideres de estas dos grandes potencias debemos asumir el papel de fijar la dirección del timón y encontrar la forma correcta de desarrollar nuestras relaciones bilaterales”. 

Xi defendió el sistema político chino y rechazó la descripción de Biden sobre una competencia mundial entre la democracia y el autoritarismo. Y añadió: “China nunca ha buscado alterar el orden internacional prevaleciente, no interviene en la política doméstica de los EUA y no tiene la intención de desafiar y remplazar a los EUA”. Esta es una respuesta a los enunciados de Biden en su Estrategia de Seguridad Nacional. 

Sobre Ucrania, Xi propuso pláticas de paz, apeló a la comunidad internacional a oponerse a la amenaza o el uso de armas nucleares, y dijo que la confrontación entre las grandes potencias debe evitarse. 

Xi expresó que las restricciones de EUA a las exportaciones de semiconductores avanzados a China violan los principios de la economía de mercado y socavan las reglas del comercio internacional. Biden no cedió a las demandas de Xi de relajar las restricciones. 

Las declaraciones de ambos pusieron de manifiesto la tensión creciente en temas conflictivos. En particular, subsisten diferencias profundas en el tema de Taiwán. Xi explicó la historia de Taiwán enfatizando que es un tema no negociable para China. 

Biden manifestó su preocupación por las políticas de China hacia Hong Kong, Tíbet y Sinkiang, y le pidió a Xi que trate de persuadir a Corea del Norte de que no se involucre en pruebas nucleares de largo alcance.

Biden dijo que deseaba cooperar en temas como el cambio climático y que ambos países deben trabajar juntos en el rescate financiero de países altamente endeudados por la pandemia y el aumento en las tasas de interés, siendo China el principal acreedor en varios casos. 

Estuvieron de acuerdo en que la competencia entre las superpotencias no debe derivar en conflicto y se comprometieron a esforzarse por arreglar su relación, que ha llegado a su nivel de mayor animadversión en décadas.

Hubo ciertos avances, con ambas partes comprometidas a reanudar el diálogo de alto nivel en temas como la seguridad en la oferta de alimentos y en asuntos económicos. Blinken, secretario de estado, visitará China próximamente para continuar las conversaciones. 

El objetivo de la reunión no era resolver las diferencias, sino mantener abiertas líneas de comunicación e impedir que la relación, compleja, se siga deteriorando. Esto parece haberse logrado.

La importancia política creciente de China es innegable e inevitable. Sus relaciones con EUA seguirán evolucionando y tornándose más complejas. En paralelo, la guerra de Rusia ha restituido la seguridad nacional como objetivo primario, lo que tendrá un impacto definitivo sobre las relaciones internacionales, afectando las alianzas entre países, los flujos de inversión, el comercio internacional y la competencia militar. 

Toca a los especialistas reflexionar sobre el futuro de EUA y su capacidad para gestionar pacíficamente sus relaciones geopolíticas con China y Rusia.

“La importancia política creciente de China es innegable e inevitable. Sus relaciones con EUA seguirán evolucionando y tornándose más complejas”. 

Epílogo

En el contexto de esta serie de artículos, es imperativo que las sociedades tengan la cordura y la sabiduría para reconocer que el cambio climático es un problema mundial que debe ser atendido por todos de manera coordinada y sin dilación. Han pasado 25 años desde Kioto con avances modestos. De acuerdo con el último informe del PICC, quedan menos de 30 años para eliminar y neutralizar las emisiones de gases con efecto invernadero. En los últimos años los impactos del cambio climático van en aumento. En particular, las emisiones causadas por incendios forestales de mayor intensidad y duración han excedido las reducciones de emisiones que logran países y regiones avanzadas con programas ambiciosos. 

En su atención al cambio climático la humanidad camina sobre una escalera eléctrica que se mueve, cada vez más rápido, en dirección opuesta. EP


  1. Esta nota es la síntesis de una conferencia presentada el 17 de octubre de 2022 al Coloquio entre las Academias de Ingeniería de México y España, complementada con información actualizada. Agradezco los valiosos comentarios y aclaraciones del Ing. Edward Verona a un borrador de esta nota. Yo soy el único responsable del contenido final. []
  2. Francis Fukuyama, “One single day. That’s all it took for the world to look away from us”, The New York Times, 5 de enero de 2022. []
  3. No obstante que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC), establecido en 1988, y compuesto por científicos de gran número de países, incluyendo los de EUA, habían estudiado el fenómeno del cambio climático y sus posibles consecuencias a lo largo de 9 años, antes de Kioto. []
  4. The New York Times, “The US won’t actually leave the Paris Climate Deal anytime soon” 7 de junio de 2017. []
  5. Reuters, “Germany drawing up new China trade policy, vows no more naivety”, 13 de septiembre de 2022. []
  6. The New York Times, “China and the West are in a race to foster innovation”, 13 de octubre de 2022. []
  7. Esta sección está parcialmente basada en https://www.britannica.com/topic/arms-control, consultada el 18 de diciembre de 2022 []
  8. The Economist, “How will the US deal with three-way nuclear deterrence?” 29 de noviembre de 2022 []
  9. Esta sección está basada principalmente en dos artículos que reseñan la reunión en Bali: The Economist, “The US and China try to get along”, 17 de noviembre de 2022 y The New York Times, “Biden and Xi try friendlier tone as tensions rise”, 15 de noviembre de 2022 []
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