Boca de lobo: Tembló, pero vamos bien y el pueblo está feliz

En esta columna, Aníbal Santiago nos ofrece una sucinta, pero necesaria reflexión sobre algunos eventos que cimbraron al país en estos primeros días decembrinos.

Texto de 12/12/23

Sismógrafo

En esta columna, Aníbal Santiago nos ofrece una sucinta, pero necesaria reflexión sobre algunos eventos que cimbraron al país en estos primeros días decembrinos.

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Aunque tembló el jueves, toda la semana pasada fue una violenta serie de movimientos oscilatorios y otros aún más angustiantes, los trepidatorios. A la sociedad la azotaron sacudones muy diversos, impredecibles y representativos de México, por si alguien aún no sabía que somos una nación sísmica, sobre todo en nuestra política, sucia, triste, enferma, criminal, intrigante y, lamentablemente, definitiva en la suerte de nuestras vidas.

“A la sociedad la azotaron sacudones muy diversos, impredecibles y representativos de México, por si alguien aún no sabía que somos una nación sísmica, sobre todo en nuestra política, sucia, triste, enferma, criminal, intrigante…”

La “Cuna de Lobos” que protagonizaron el aspirante a presidente y gobernador Samuel García, su esposa Mariana Rodríguez y el Congreso de Nuevo León, telenovela larga, agotadora y con tramas de veneno y escarmiento, por fin concluyó. ¿Final feliz? ¡Qué va!, el conflicto de las familias enemigas, MC (y MORENA) vs. PRI y PAN, solo dejó la promesa de una secuela, una guerra futura, como si guerras le faltaran al país: “Despertaron a un león”, fanfarroneó Samuel, quien rabioso ante la cámara juró pronta venganza. Su padrino, Dante Delgado, igual o más furioso advirtió: “El bloque de contención [contra el morenismo] está muerto”. Lo dijo como correspondía al caso: con un sombrero de Al Capone.

Después, el poder político dio un aviso nada sutil de en qué se puede convertir si en el coro nacional se multiplican los cantantes que desafinan, aturden, eclipsan a las voces hegemónicas. El analista Alfredo Jalife fue detenido por acusar a una de esas voces del coro, nada menos que a la de Tatiana Clouthier, vocera de la candidata Claudia Sheinbaum. Al bote, señor. Su proceso es penal, es decir, se ajusta a la misma ruta legal que un homicida, un violador, un estafador. La acusación de Jalife había sido puntual: como secretaria de Economía, Clouthier tuvo la intención de entregar el litio mexicano a empresas extranjeras. Desde luego que Jalife, maestro del histrionismo, aderezó el señalamiento con escándalo. Le dijo “tonta”, “antimexicana”, “mala hija”, mujer sin “feminidad”. La acusación política fue seria, y los adjetivos no tanto aunque atraen rating. ¿Eso justificaba meter a Jalife a la cárcel? La medida sonaba desproporcionada, e incluso “nicaragüense” y orteguista. En todo caso, la posición del analista merecía un debate abierto (“no entregué el litio por tal y tal”) y no el escarnio público de la cárcel (autogol, por cierto: Jalife quedó como un adalid de la libertad de expresión). Sheinbaum y el presidente admitieron que la represalia de Clouthier era excesiva. Aunque Jalife fue liberado, el episodio guarda un profundo simbolismo: el Gobierno federal es colérico, rencoroso y obsesivo con quienes piensan diferente. La fantasía de ver a los enemigos tras los barrotes, tiritando sobre su catre de cemento y su escusado sin tapa, tan desagradable no es.

Y entonces llegó la investigación del reportero Iván Alamillo: Romedic S. A. de C. V., empresa de Jorge Amílcar Olán Aparicio, carnalazo de Andrés López Beltrán (hijo del presidente), recibió 490 millones de pesos de los Gobiernos morenistas de Quintana Roo y Tabasco. Aunque efectivamente no es delito ser amigo de un contratista del Gobierno, sí huele feo que un contratista del Gobierno beneficiado con fortunas del erario sea amigo entrañable del hijo del presidente, quien pudo revirar a la mexicana: “Vamos a investigar”. Pero no, como eso significaba perder la batalla exculpó a su pequeño vía exprés: “Mi hijo Andrés no es como Loret de Mola. No somos corruptos”. Curiosidad: dijo “No somos corruptos” la misma semana que fue detenido René Gavira, exdirector financiero de Segalmex, el funcionario federal acusado de desfalcar a esa institución por 20 mil millones de pesos (el triple que la Estafa Maestra, catedral de la corrupción peñanietista).

Y cuando llegaba el fin de semana y extenuados ya cerrábamos los ojos para descansar, la ONU nos murmuró, muy despacito, como si nada: “Hey, México, no quisiera despertarte pero te tengo una noticia: estás en el top 5 de países con más altas tasas de asesinatos, con 28.2 por cada 100 mil personas. Solo te ganan Honduras, Jamaica, Myanmar y estás empatado con Trinidad y Tobago”.

“Romedic S. A. de C. V., empresa de Jorge Amílcar Olán Aparicio, carnalazo de Andrés López Beltrán (hijo del presidente), recibió 490 millones de pesos de los Gobiernos morenistas de Quintana Roo y Tabasco.”

No tiene la menor importancia; igual que la prueba educativa PISA (que la semana pasada ubicó a México como penúltimo lugar en matemáticas, lectura y ciencia), seguro que las cifras de homicidios provienen de fuerzas neoliberales. Y también son las fuerzas neoliberales las que dejaron el viernes un saldo de 14 muertos en el enfrentamiento de la Familia Michoacana contra pobladores mexiquenses de Texcaltitlán.

Tembló un poquito en la semana, pero vamos bien y el pueblo está feliz. EP

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