Boca de lobo: La naturaleza de Andrea Chávez es clavar el aguijón

En esta columna, Aníbal Santiago escribe sobre las violaciones a las leyes electorales por parte de Andrea Chávez y su aparente conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum.

Texto de 14/04/25

Andrea Chávez

En esta columna, Aníbal Santiago escribe sobre las violaciones a las leyes electorales por parte de Andrea Chávez y su aparente conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum.

Ya no recuerdo cuándo, pero hace unos tres años comenzamos a ver en pantallas de todos los tamaños a una joven política, Andrea Chávez, que irrumpía con un arrojo único: echada para adelante descalificaba a la mitad del mundo, hablaba con un tono actuado de villana de telenovela, movía mucho las manos con expresividad fuera de lo común y señalaba con sus índices, enfatizando con su firme voz repleta de modulaciones irónicas, a “los corruptos”, “los prianistas”, en contraste con la honestidad a prueba de fuego de MORENA, su partido.

Es suyo el copyright de la verdad. En los hechos una jueza sin nombramiento, Andrea sanciona a los malos y salva a los buenos.

A algunos ese estilo les encanta porque “mujeres así necesita México, valientes, dispuestas a lo que sea”, y a otros irrita porque la soberbia, la pedantería, la insolencia, en definitiva la violencia, no son buenos puntos de partida para transformar a un país en una guerra con miles de víctimas, empobrecido, ardiente políticamente y hoy con una economía con signos de debilidad ante el personaje sin control que gobierna hacia el norte del Río Bravo y persigue el gobierno planetario.

Y a eso se suma su sospechosa cercanía con el senador Adán Augusto López, enemigo número 1 de la presidenta Claudia Sheinbaum.

En algún momento, intentando comprender a Andrea, especulé si esos rasgos de personalidad no coincidían con los de Andrés Manuel y, por lo tanto, la convertían políticamente en su hija pródiga.

Hace días, Andrea pasó de solo poseer una lengua bífida a quebrantar la ley. Pasó de atacar con palabras, dedos acusadores y miradas matadoras levantando la ceja a destruir las reglas elementales de la democracia. Aspirante a la gubernatura de Chihuahua, su estado, Andrea forró camiones y ambulancias con su rostro para promocionarse cuando no son tiempos electorales que se lo permitan (las elecciones en su estado son hasta 2027).

Eso ya estaba mal. Pero para colmo, las unidades con costo millonario se las brindaron compañías que gozaron estratosféricos contratos con Segalmex y los gobiernos de su partido en Tabasco. En particular, el apoyo lo recibió del empresario Fernando Padilla, beneficiario de acuerdos con MORENA por más de 2 mil millones de pesos y cófrade, oh coincidencia, de Adán Augusto.

Y ocurrió lo inaudito. El gobierno, en el sexenio pasado negacionista férreo de cualquier corruptela interna, esta vez dijo basta. Antes de que la Fiscalía General de la República, el INE y el Tribunal Electoral investiguen y determinen si Chávez incurrió en uno, varios o los 15 delitos de los que se le acusa, Sheinbaum le advirtió que su conducta era ilegal. “Hay que recordar la ética de nuestro movimiento”, le dijo. O lo que es lo mismo: “Andrea, sé ética”. La joven, como si no fuera la presidenta quien le ordenó transitar un camino distinto al de la ilegalidad, respondió que retiraría su imagen de los vehículos si eso hacía feliz “a los pitufos de la aldea”, en referencia al PAN.

Pudo decir “acato la orden de la presidenta”, “me equivoqué”, “jamás quise hacer campaña sino brindar un servicio médico”. Y luego callarse, punto, tema cerrado. Pues no, respondió que era falso que la presidenta se refiriera a ella, ofendió a la oposición y negó haber violado la norma pese a lo que dicta la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.

Es decir, su lengua venenosa reapareció. No está mal volver a esta historia: un alacrán suplica a una rana que sobre su lomo lo ayude a cruzar un río:

—¿Y si se te ocurre picarme? —lo cuestiona ella.
—También yo moriría —contesta el alacrán—. Confía, no te haré nada.
La rana accede. Pero en pleno cruce sobre el agua siente el aguijonazo.
—¿Por qué me picaste? —murmura, defraudada y moribunda.
—Lo siento —dice el alacrán mientras se hunden mortalmente—, no pude evitarlo. Es mi naturaleza.

La naturaleza de Andrea es defender lo indefendible, menospreciar a la presidenta, agredir a quienes piensan distinto y no tener ninguna culpa de sus actos.

Confirmado: Adán Augusto tiene en la chihuahuense a su mejor aliada contra Claudia Sheinbaum. Es apenas una batalla inicial. EP

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