Boca de lobo: La lengua de Xóchitl Gálvez

En este texto, Aníbal Santiago reflexiona sobre cómo Xóchitl Gálvez responde a la tendencia creciente de utilizar las palabas para desacreditar y agredir en la arena política.

Texto de 10/07/23

Xóchitl Gálvez

En este texto, Aníbal Santiago reflexiona sobre cómo Xóchitl Gálvez responde a la tendencia creciente de utilizar las palabas para desacreditar y agredir en la arena política.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay lenguas que nos han marcado, que han humedecido nuestra historia. La lengua insolente de Gene Simmons en Kiss, la lengua irreverente de los Rolling Stones, la lengua sensual de Miley Cyrus, la lengua provocadora de Iggy Pop, la lengua indolente de Cara Delevingne. Lenguas de la música, casi todas.

Guardemos las distancias porque hay de lenguas a lenguas, pero a nivel local —en México y no en la música— también vivimos la era de las lenguas. La misión es atacar y los misiles son las lenguas. Desde el 1 de diciembre de 2018, un señor tabasqueño que ha cimbrado este territorio, desde Comitán a Tecate, empujó al país a una guerra despiadada de lengüetazos a la que sus rivales respondieron. En esa lucha, las lenguas se baten; suben, bajan, se agitan y forman entre los dientes, las papilas sublinguales, las campanillas y el paladar, siempre ahí dentro, en la penumbra bucal, la artillería contra el enemigo: las palabras.

“La misión es atacar y los misiles son las lenguas”.

Por desgracia, en cinco años México no ha erigido un portentoso castillo de palabras del que Paz, Rulfo o Fuentes pudieran sentir regocijo. Las palabras se dicen sin previa elaboración mental, no se las amasa amorosamente hasta que emergen radiantes, reveladoras y lúcidas. Desde hace un lustro las palabras toman un atajo y nacen como un bebé sietemesino porque la gestación no busca formar una palabra fuerte que alcance una vida feliz. Las palabras se producen solo para herir (más de un lado pero también del otro): ‘corrupto’, ‘conservador’, ‘oligarca’, ‘clasista’, ‘racista’, ‘comunista’, ‘derechairo’, ‘chayotero’, ‘chairo’, ‘fifí’, ‘saqueador’, ‘prianista’, ‘populista’. ¿Cuántas veces no hemos oído esas palabras? ¿Un millón, tres millones de veces? Gracias a las lenguas y sus idénticas palabras repetidas como un tormento, los días son espantosamente iguales. México ya se habitúo a hablar sin pensar. El raciocinio sufre un sangriento atentado donde las palabras nos atontan al simplificar el mundo, tan rico, complejo y diverso.

Todo el palabrerío que escribí arriba de esta línea —247 palabras— lo dilapidé para contarles algo que observé y que, siento, disolvió por un momento el fin de la Era de las Tontas Lenguas Batientes Mexicanas. En la emisión radial-televisiva de Ciro Gómez Leyva, el empresario Epigmenio Ibarra, uno de los firmes capitanes de esta extenuante, gris y aburridísima guerra verbal, usó algunas palabras para decir que Xóchitl Gálvez, precandidata presidencial de la oposición, era una conservadora porque, como legisladora, había votado en contra de los programas sociales impulsados por el presidente. Sí, ella había picado el botoncito rojo para que adultos mayores, personas con discapacidad o jóvenes fueran más pobres de lo que son. ¿Importaba acaso la confección mental de sus palabras y su sustento en hechos? No.

En ese instante Xóchitl llamó a Radio Fórmula y, al aire, corrigió a Epigmenio con voz serena: 1) “Voté a favor de los programas sociales”, aclaró. 2) Opinó que otros diputados de su partido votaron en contra y que eso le parecía “lamentable”. 3) Los adultos mayores están usando sus pensiones para comprar medicinas por el desabasto en el sector salud. 4) La beca Jóvenes Construyendo el Futuro entrega dinero pero no desarrolla competencias para que los jóvenes consigan trabajo. 5) Pese a ello, la política social del presidente tiene efectos positivos. 6) Su propio fenómeno en redes sociales es “orgánico” 7) Fue militante en su juventud de la Liga Obrera Marxista encabezada por Rosario Ibarra de Piedra hasta que percibió que el movimiento se había vendido al poder. 8) Trabajó con el presidente derechista Vicente Fox porque él aceptó enviar al Congreso los Acuerdos de San Andrés Larráinzar entre el EZLN y el Gobierno. 9) El gobierno de Fox creó un fondo para los pueblos indígenas que AMLO desapareció. 

¿Xóchitl llamó al presidente “Mesías Tropical”? No. ¿Lo invalidó por “populista”? No. ¿Descalificó por completo a la 4T? No. Con su lengua solo confrontó su pensamiento con el de otro ser humano, y para expresar los nueve puntos le bastaron 2 minutos 59 segundos, no una rueda de prensa de tres horas. Su lengua tomó otro camino.

“Jamás estigmatizó al gobierno, ni lo agredió, ni le gritó, ni se burló”.

Podemos creer las palabras de Xóchitl o no. Pueden ser ciertos los hechos que señala o no. Sin embargo, la diferencia con la vacía guerra de lenguas que sufrimos es que sólo aportó hechos e ideas, desde luego rebatibles. Jamás estigmatizó al gobierno, ni lo agredió, ni le gritó, ni se burló.

La política debe servir para que los ciudadanos, en vez de agredir al oponente, pensemos, y solo desde la inteligencia concluyamos y votemos. Debatir, pensar, puede mejorar a las personas y a este pobre país capturado por las lenguas. EP

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