Boca de lobo: Al crimen le encantan los rieles

En esta columna, Aníbal Santiago denuncia la corrupción y negligencia que podrían esconderse detrás del descarrilamiento del Tren Maya y de la tragedia de la Línea 12 del Metro.

Texto de 08/04/24

Rieles

En esta columna, Aníbal Santiago denuncia la corrupción y negligencia que podrían esconderse detrás del descarrilamiento del Tren Maya y de la tragedia de la Línea 12 del Metro.

Tiempo de lectura: 3 minutos

En cualquier rincón del mundo, las vías férreas se forman por dos rieles atravesados por durmientes. Esos rieles de acero que conectan puntos geográficos son siempre paralelos, donde sea, lo mismo en Angola, Japón, Italia, Canadá. Aunque hay una excepción: México. Aquí adoptan otra forma, no dos paralelas sino la “V” que dibujaron los rieles desplomados que acompañaron hace tres años al rompimiento del paso elevado de la Línea 12 del Metro.

“Ya cuando se descarrile el Tren (Maya), ya va a ser otro pedo”

Dentro de la trágica V que un país jamás olvidará, esa V ya unida a la funesta memoria de un país, murieron 27 personas y 80 resultaron heridas, muchas con terribles secuelas de por vida. Los gobiernos de la capital y el federal gritaron a cuatro vientos que caería quien tuviera que caer, y se contrató a una súper especializada compañía noruega, Det Norske Veritas, para que descubriera la razón de lo sucedido.

Con un año de duración, la pesquisa detectó fallas muy diversas: soldaduras mal hechas, roturas en trabes, pernos ausentes o mal soldados, y más. Aunque no toda, una buena tajada de la culpa la tenía el gobierno de Claudia Sheinbaum. “¿Cómo que te contrato y me culpabilizas? ¡Yo te pagué!”. Ay, Det Norske Veritas, qué inocente. México no es Noruega y pagó cara su investigación”. En vez de un mea culpa, el gobierno de la ciudad demandó a los noruegos por un informe “deficiente” y “tendencioso”. La investigación hería intereses políticos y eso era intolerable. El control de daños fue inculpar públicamente a los noruegos de facciosos, sin una sola prueba.

Claro, los europeos tenían interés en proteger a las fuerzas oscuras contra la transformación. Seguro Genaro García Luna, Miguel Ángel Mancera, Claudio X González y Felipe Calderón tramaron en Oslo una conspiración contra el buen gobierno. “Güero, ponle que cuando ya gobernaba MORENA se aflojaron los pernos, apúntale que en ese momento las trabes se tronaron”.

Han pasado tres años. ¿Hay justicia? No; solo duelo, lesionados atormentados, tumbas y nichos donde está labrado ese día: “3 de mayo de 2021”. Y también hay una política, la querellante contra los investigadores quien en cuestión de meses será presidenta.

Hubiéramos deseado que en un recoveco de sus conciencias quedara un átomo de culpa: “Si vamos a fomentar el transporte sobre rieles, hagámoslo bien”. Pero no; el país del “ocultismo” necesitó de una filtración periodística para saber que en la construcción del Tren Maya hubo aún más corrupción. Un operador empresarial de ese proyecto, Pedro Salazar Beltrán, sobrino político del presidente y primo de los hijos del tabasqueño, dijo jocoso por teléfono: “Ya cuando se descarrile el Tren (Maya), ya va a ser otro pedo”. Del otro lado del aparato lo oía Amílcar Olán, amigo de los hijos del presidente y cabeza de empresas constructoras del tren: Stone Group Veracruz, Grupo Minero El Alicante y Servicios Integrales de Teapa (esta también pertenece a otro sobrino del presidente, Osterlen Salazar Beltrán).

Con lo de “ya cuando se descarrile”, Pedro profetizó. Tenía elementos para hacerlo: la piedra balasto de las vías las provee Amílcar Olán y es, perdón por la expresión, una mierda. ¿Por? Porque la piedra no es sometida a pruebas científicas. “Al laboratorio hay que pasarle su mochada cada tres mil metros (…) para que den el palomazo, que todo está bien (…) Hasta de lado nos vamos a ir con el billetal que va a entrar”, agregó Pedro en la llamada.

En otro país, el escándalo habría sido una guillotina sobre el cuello de poderosos. En México apenas rasguñó el debate público. El 26 de marzo el Tren Maya se descarriló por primera vez en su historia arribita de la piedra balastro pirata. Por suerte no hubo desgracias humanas.

“El 26 de marzo el Tren Maya se descarriló por primera vez en su historia arribita de la piedra balastro pirata.”

En vez de limitarse a impulsar una investigación sobre la piedra balastro de petatitux o lo que sea para hallar la verdad y que nunca más México sufra una tragedia en rieles, el presidente acudió a una táctica similar a la de Sheinbaum: “Se está buscando para ver si fue algo intencional”, dijo.

Solo queda rezar: ojalá no haya iniciado la cuenta regresiva de una nueva catástrofe. EP

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