Boca de lobo: Sangre que baña el recogimiento y la espiritualidad

Aníbal Santiago escribe sobre las alarmantes cifras de la Semana Santa.

Texto de 11/04/23

Aníbal Santiago escribe sobre las alarmantes cifras de la Semana Santa.

Tiempo de lectura: 2 minutos

Nos acercamos a ese estante viejo, arrinconado y sombrío. Hurgamos entre un ejemplar del Reader’s Digest de 1991 con el relato de un cura ruso asesinado, otro de un National Geographic de 2001 sobre escarabajos y uno más de la revista Kena de 1989 con Salma Hayek en la portada, cuando aún era actriz de telenovelas. Nuestros dedos apartan las revistas porque estamos buscando algo todavía más olvidado. ¿Dónde quedó? Nada-nada-nada por ningún lado. 

Uy, al fin. Ahí está, la vemos, apachurradita entre tanto vejestorio: la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Como un fogonazo descarga al abrirla su polvo antiguo; de inmediato pasamos las hojas hasta el Artículo 40. México, indica, es una “República representativa, democrática, laica”. Laica, es decir, “Autónoma del Estado en relación con cualquier institución religiosa”.

Sin embargo, existe una especie de constitución alterna, el Código de Derecho Canónico, cuyo Canon 1247 obliga a las personas a lo siguiente durante Semana Santa: “participar en la Misa” y abstenerse “de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor, o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo”.

En síntesis, descansamos de lunes a domingo para honrar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, pero sobre todo porque el Canon 1247 gana por goleada a la Constitución de esta nación laica: menos mal que así sucede, quién sabe si para beneficio del Estado mexicano, pero sí para auxilio de nuestro estado mental. 

Pues bien, ha concluido ese periodo, cuyo objetivo, según el cristianismo, es tener “días de recogimiento y espiritualidad”. ¿Y cómo han andado el recogimiento y la espiritualidad en México, el segundo país con más católicos después de Brasil? 

Nos cuenta la Secretaría de Seguridad Pública que del 1 al 7 de abril 506 personas fueron asesinadas en el país. En promedio, 72 al día, tres por hora, una cada 20 minutos.

Nuestra semana de meditación y alejamiento del mal fue bastante sui generis, sobre todo de Tlalnepantla para arriba: en el Estado de México hubo 60 víctimas, 55 en Guanajuato y 33 en Michoacán.

Ahora volvamos a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y pasemos las páginas hasta el Artículo 21: “La seguridad pública es una función del Estado a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social”.

El Artículo 21 es letra muerta, tan muerta como las y los 506 mexicanos que el 1 de abril pasado se disponían a disfrutar la Semana Santa en el recogimiento de casa o el placer de la playa, a la cabeza Acapulco, el más mexicano de los destinos santos. Pues justo ahí no solo hubo solecito, castillos de arena y lanchas con fondo de cristal. Hubo 18 asesinatos, muchos en plena playa, entre salvavidas, aceites de coco y mangos con chile. 

En definitiva, esos 506 mexicanos existían hace 10 días, y ya no existen.

¿Y el Estado Mexicano con su obligación de salvaguardar la vida?

Si se trata de dicha actividad, el Estado mexicano está de vacaciones no desde el 1 de abril pasado, sino desde el 1 de diciembre de 2018. Casi cuatro años y medio de sonrisas, descanso, placeres y recogimiento, de cara a la muerte. Nada mal. EP

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