Paso a paso: Cuerpos inquietos, inquietantes e incómodos

Empezaré describiendo el contexto en el cual se concibió la obra, ya que desde su inicio estuvo inmersa en complejos procesos de identificaciones, adaptaciones y desadaptaciones. Fit/Misfit fue estrenada en Montpellier, Francia, en 2013, bajo la dirección de Alexandre Iseli (originario de Suiza) y Jazmín Chiodi (originaria de Argentina), ambos fundadores de Iseli-Chiodi Dance Company —compañía radicada […]

Texto de 24/11/16

Empezaré describiendo el contexto en el cual se concibió la obra, ya que desde su inicio estuvo inmersa en complejos procesos de identificaciones, adaptaciones y desadaptaciones. Fit/Misfit fue estrenada en Montpellier, Francia, en 2013, bajo la dirección de Alexandre Iseli (originario de Suiza) y Jazmín Chiodi (originaria de Argentina), ambos fundadores de Iseli-Chiodi Dance Company —compañía radicada […]

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Empezaré describiendo el contexto en el cual se concibió la obra, ya que desde su inicio estuvo inmersa en complejos procesos de identificaciones, adaptaciones y desadaptaciones. Fit/Misfit fue estrenada en Montpellier, Francia, en 2013, bajo la dirección de Alexandre Iseli (originario de Suiza) y Jazmín Chiodi (originaria de Argentina), ambos fundadores de Iseli-Chiodi Dance Company —compañía radicada en Tipperary, Irlanda. La idea original surgió de las experiencias de Chiodi por acoplarse y aclimatarse a los diferentes lugares físicos y medios socioculturales por los cuales ha transitado y que ella relaciona con una sensación de estar “caminando con tacos [o tacones] sobre lodo”.

Iseli y Chiodi conocieron a los integrantes de Lux Boreal en el Cal-Lab Kitchen 2012, evento creativo para coreógrafos, bailarines y músicos organizado por la Universidad de California en San Diego y Tijuana. A partir de este encuentro se abrió la posibilidad de una colaboración entre ambas compañías y, para diciembre de ese año, Ángel Arámbula, Raúl Navarro y Humberto Vega estaban volando de Tijuana, sede de Lux Boreal, a Tipperary; Azalea López, la cuarta integrante de esta compañía que originalmente iba a participar en el proyecto, no hizo el viaje porque estaba embarazada, y Chiodi tomó su lugar. Unos cuerpos se unen, un cuerpo se separa, otro cuerpo toma su lugar.

De la misma manera, sobre el escenario, los cuatro personajes se juntan y se separan, formando y desbaratando grupos de cuatro, de tres/uno, de dos/dos, de dos/uno/uno, de uno/uno/uno/uno. La velocidad y la fluidez con la que se arman y desarman estas frágiles agrupaciones responden a la doble necesidad de cada uno de ellos de reconocerse uno ante sí mismo, uno frente al otro, uno frente a los otros, y a la de pertenecer al otro, al grupo. Los momentos en que los cuatro cuerpos se mueven al unísono —una fila india, un “trenecito”, una corrida— son pocos, aislados y tan inesperados que casi parecen fortuitos.

Fit/Misfit es una obra inquieta. El constante ir y venir, alejarse y acercarse, que es una de las características principales de la obra, sólo se ve interrumpido por instantes de una quietud que siempre es parcial y relativa: un personaje se para en seco mientras que los demás siguen realizando sus secuencias; un personaje acomoda el cuerpo de otro repetidamente, éste se deja hasta que agarra las manos del primero para que se detenga y, sí, se detiene —hasta que empieza de nuevo; todos se quedan parados pero se miran entre ellos antes de echarse a correr desaforados; todos están tirados en el piso cuando, de repente, se levanta el quinto personaje que ha estado haciendo la manipulación sonora desde un costado del escenario y se dirige hacia los cuerpos, camina entre ellos, los observa y regresa a su lugar.

Fit/Misfit es una obra inquietante. En primer lugar, porque cada vez que un personaje deja de moverse no se relaja por completo sino que conserva la tensión muscular necesaria para quedarse en la misma posición (por rara, angulosa o incómoda que sea) y, además, entra en un estado de alerta en el cual continúa observando a los demás para decidir cómo reaccionar, cómo ajustar sus movimientos y sus desplazamientos a lo que está sucediendo; esto a nosotros como espectadores también nos obliga a mantenernos alerta y provoca una sensación de incertidumbre al darnos cuenta de que ellos verdaderamente están calculando y preparando su siguiente acción.

En segundo lugar, porque Iseli y Chiodi eligieron usar la técnica de improvisación dirigida como el elemento constructivo que proporcionaría la estructura organizativa a las acciones que se realizan, la dinámica y el fraseo que las amalgama, la manera en que se usa el espacio y las relaciones que se articulan/desarticulan entre los personajes. Puede parecer contradictorio afirmar que algo tan espontáneo y efímero como la improvisación pueda proporcionar una estructura a una obra y ser un elemento constructivo de la misma. Sin embargo, en este caso así fue.

Fit/Misfit nació de horas y horas, días y semanas de largas sesiones de improvisaciones que fueron grabadas, analizadas y discutidas en igualmente largas charlas entre directores e intérpretes, hasta que se contó con el material suficiente para ir armando la obra. Chiodi explica que las propuestas de creación de los personajes debían salir de los intérpretes mismos (razón por la cual en el programa de mano no se da crédito a “bailarines” sino a “intérpretes creativos”) y que la única manera de lograrlo era dejando que cada uno de ellos eligiera la ropa y los accesorios que usaría, se los probara y explorara cómo podía moverse (o no), cómo esa ropa hacía que se relacionara con los demás (o no).

Esto significa que aquella sensación de incertidumbre tiene un fundamento real: gran parte de la obra se improvisa en cada función. Pero, ojo, no se trata de improvisaciones sin sentido, nada más porque sigue estando de moda la improvisación (de contacto, release o cualquier otro tipo). Aquí, cada desplazamiento espontáneo, cada acción reactiva corresponde a una consigna preestablecida, como ocurre con la sección de los papelitos. Lo que nosotros vemos es que un personaje entrega un juego de papelitos a los demás, cada uno los lee y ordena, todos hacen algo, algunos vuelven a leerlos, otros se los intercambian; esto sucede varias veces hasta que avientan los papelitos al aire y pasan a lo siguiente. Por el lado de los intérpretes, Arámbula, Navarro y Vega aclaran que, si bien todos reciben los mismos papelitos con diferentes instrucciones (“te sigo”, “me desplomo”, “sí pero no”, “me loopeo”), éstas no se encuentran en el mismo orden y siempre hay un papelito sorpresa, por lo que ninguno de ellos sabe de antemano qué va a ocurrir momento a momento.

El método de composición aleatoria, que recuerda al utilizado por Merce Cunningham pero que en este caso se materializa por medio de la improvisación, es uno de los aciertos de la obra. No sólo porque los intérpretes tienen un dominio total sobre la improvisación como técnica, sino porque resultó ser el medio ideal para abordar coreográficamente los temas de identidad, otredad, pertenencia y soledad al hacer verosímiles los encuentros y desencuentros. El riesgo que está implícito al improvisar ante un público se relaciona con el riesgo que corre una persona cuando se define ante el otro, se distingue del otro, intenta ser aceptada por el otro o por el grupo. Así, considero que Fit/Misfit es uno de los pocos ejemplos de obras de danza contemporánea en México que logra una congruencia entre tema y técnica, entre intención y resultado.

Fit/Misfit es una obra incómoda. Chiodi es muy clara al respecto: dice que, dada la tendencia general del entrenamiento dancístico a no mostrar el esfuerzo que cuesta realizar cualquier movimiento o resolver cualquier secuencia por difícil y complicada que sea, ella e Iseli tuvieron que insistir mucho para evitar que esto sucediera, es decir, para que los intérpretes no trataran de “alisar los bordes”. Por lo tanto, en lugar de movimientos que se ligan uno con otro, con transiciones imperceptibles entre una secuencia y otra, la obra está llena de acciones entrecortadas, brazos y piernas que se quedan estirados, se mueven en bloque y se atoran con los de otro personaje, impulsos que no llevan a nada, impactos que se detienen, forcejeos, cargadas en las que el personaje que va a ser cargado se queda tieso y el otro lo agarra como puede, cargadas en las que el personaje que va a ser cargado atrapa una parte del cuerpo del otro y se aferra a ella.

Pero no todo es incomodidad. El espacio y la iluminación (un cuadrado de 8×8 metros exactos, cinco lámparas colgantes y cuatro círculos que enmarcan las sombras de los personajes) diseñados por Henry Torres y la música compuesta por la banda irlandesa Horsemen Pass By le dan unidad y continuidad a la obra. Hasta hay vestigios humorísticos a lo spaghetti western cuando aparecen los nombres de los personajes y se los ve en una pose típica y algo caricaturesca: “Ángel” en actitud de ruso comunista, “Raúl” retorciéndose el bigote, “Chino” con su voluminoso afro y facha de hippy, “Azalea” mirándonos con los ojos desorbitados y cara de qué-hago-aquí. Y, aunque la obra carece de una trama, cuenta con una impecable lógica de situaciones según la cual se presentan escenas, simultáneas en ocasiones, que entretejen los movimientos cotidianos con los extracotidianos de manera natural, y van ilustrando cómo los personajes hacen y hacen intentos por pertenecer pero fracasan (hay muy pocos ejemplos de éxito).

Fit/Misfit, al surgir de experiencias personales concretas, corporaliza y refleja problemáticas sociales mayores, inquietantes e incómodas. Un cuerpo es abandonado. Otro cuerpo es golpeado y tirado al piso, no a propósito, sino porque se ignora su existencia. Todos cuidan sus esquinas; todos se ven forzados a ocupar otra esquina. Un cuerpo que no sabe a dónde ir. Cuerpos que son tratados como objetos. Cuerpos que bien podrían ser de migrantes, de refugiados.  ~

* Texto elaborado a partir de asistir a la función de Fit/Misfit (Alexandre Iseli y Jazmín Chiodi, Lux Boreal Danza Contemporánea/Iseli-Chiodi Dance Company, 2013) el 28 de julio de 2016 en el Teatro de la Paz, San Luis Potosí, y de entrevistar a Iseli y Chiodi el 26 de agosto, a Ángel Arámbula, Raúl Navarro y Humberto Vega el 2 de septiembre, y a Henry Torres y Azalea López el  5 de septiembre de 2016.

DOPSA, S.A. DE C.V