Una exploración al mundo del placer y el uso de sustancias psicoactivas y a los efectos del prohibicionismo. Este es el cuarto texto de nuestro dossier mensual #HablemosDeDrogasEstePaís.
El placer en lo psicoactivo
Una exploración al mundo del placer y el uso de sustancias psicoactivas y a los efectos del prohibicionismo. Este es el cuarto texto de nuestro dossier mensual #HablemosDeDrogasEstePaís.
Texto de Rebeca Calzada 31/03/21
“El uso de sustancias no sólo es placentero por sí mismo, también puede llegar a ser angustiante. Sin embargo, el uso de sustancias te enseña sobre el placer a valorarlo, a entenderlo y a manejarlo. Te dan la experiencia sobre el placer y, por tanto, te enseñan a buscarlo, incluso sin hacer uso de sustancias.”
Rafael (43 años)
La óptica hedonista equipara al placer con el bienestar por lo que, naturalmente, la búsqueda de este en diversas actividades y formas se asume como una característica implícita en la condición humana. Asimismo, el hedonismo sustenta que la búsqueda del placer —en sus múltiples formas— brinda a las personas diversos beneficios, principalmente a su salud física y emocional. Desde la filosofía moral, una vida placentera significa una buena vida. La psicología sostiene que la búsqueda del placer es uno de principales motivadores del comportamiento humano. La biología asume que la evolución ha implantado en los humanos la necesidad de hacer aquello que se sienta bien para nosotros y que la búsqueda del placer llevará a las personas a comportarse de formas benéficas (Veenhoven).
Por otra parte, en un sentido general, el discurso antiplacer equipara el placer con el vicio y con la fuente de la decadencia de la moral, como una actividad meramente superficial, —e incluso carnal— que suele provocar un comportamiento irresponsable en las personas (Veenhoven). La crítica al hedonismo desde el punto de vista moral y religioso1 enfatiza que este acerca a las personas a una vida ‘engañosa’ de placeres y, a largo plazo, esto deteriorará sus vidas. El discurso prohibicionista de drogas ha reprimido el placer como una motivación válida para el uso de sustancias psicoactivas. La exploración del placer en el uso de sustancias se equipará a una persecución de riesgos y su hábito puede desencadenar una adicción, pues impide a las personas realizar un cálculo racional ante el placer y aquello que se considera saludable (Veenhoven). En otras palabras, la crítica sobre el placer radica en el sometimiento de la razón ante los deseos del cuerpo, corrompiéndolo y convirtiéndolo en un cuerpo no libre (Valverde y O’Malley). Por ello, las actividades que brindan placer han sido cuestionadas, ya que carecen de racionalidad y de las virtudes humanas (Valverde y O’Malley).
En un ejercicio realizado para conocer la percepción de personas usuarias sobre este tema y su experiencia sobre el placer, uso de sustancias y reducción de daños, entrevisté a cinco mujeres y cinco hombres2. El propósito de realizar este ejercicio fue para ampliar la representación que, generalmente, se tiene cuando se habla sobre la relación entre el uso de sustancias psicoactivas y placer, la cual suele reducirse a los meros efectos “químicos” que pueden llegar a tener las drogas en el organismo, dejando de lado todos lo elementos presentes que hacen del uso de sustancias psicoactivas una experiencia placentera.
Placer
Al preguntar a las personas entrevistadas sobre qué o cómo entiende el placer, la respuesta más común fue asociarlo a una experiencia sensorial, en la que los sentidos juegan una parte relevante, pues es a través de ellos que sentimos; sin embargo, su procesamiento mental y el significado que se le otorga a este procesamiento representa el placer.
“Fumar marihuana y escuchar Pink Floyd genera calma, pero el placer no es la calma per se, sino la asociación que hace el cerebro sobre ese momento.” Bernardo (31 años)
Es así que, según lo reportado por los participantes, los sentidos, aunque juegan un papel importante, son un medio por el cual se conecta lo externo con lo interno, de forma que se establece una conexión que genera una experiencia gozosa. Este gozo, como fue descrito en distintas respuestas, es principalmente físico y mental, aunque algunas veces puede ser también del tipo emocional o incluso espiritual. De tal forma que el placer es concebido como una experiencia tanto externa como interna. Además, el placer, aunque fue descrito como una experiencia íntima y personal, también fue mencionada como experiencia compartida.
“Me hace sentir bien, y lo siento en mi cuerpo; siento amor hacia mí misma y hacia las demás personas.” Alejandra (30 años)
“Ver el gozo y placer de las otras personas es fascinante.” Rafael (43 años)
Sobre el placer, en casi todos los casos se mencionó que se puede acceder de distintas formas, por ejemplo, mediante caminatas, dormir, recibir cariño, escuchar música y tener sexo, incluso encontrarlo en cosas rutinarias y en pequeños momentos como pasar cerca de un árbol y olerlo o bien, cuando se realizan tareas con plena y absoluta concentración. También, en algunas ocasiones, el placer fue definido como momentos positivos que pueden llegar a ser cortos, pero en los que hay suma plenitud, comodidad, felicidad, alegría, bienestar e incluso libertad. Sobre el rol del placer en la vida de las personas entrevistadas se mencionó que es tan relevante como esencial en la naturaleza humana y como un elemento importante para disfrutar la vida:
“Conforme lo voy explorando [el placer] me doy cuenta de que es muy importante […]; el gozo y el placer son satisfacción, son el fin. Una vida sin placer puede llegar a ser solo funcional, insulsa, poco despierta […]”. Rafael
Asimismo, el placer fue descrito como una capacidad o cualidad para reconocernos como seres humanos, mediante el cual podemos trascender o aprender:
“[El placer] nos hace más humanos; cuando tienes placer te das cuenta de que tienes esa capacidad que te puede hacer una mejor persona y crecer.” Sofía (42 años)
Prohibicionismo y placer
El actual sistema internacional de drogas se rige por las Convenciones de las Naciones Unidas de 1961, 1971 y 1988, las cuales han establecido el régimen de corte prohibicionista que tiene como premisa básica un mundo libre de drogas. Lo anterior básicamente significa la disuasión del comercio, producción, tráfico, posesión y uso de ciertas sustancias psicoactivas fiscalizadas por las Convenciones por el supuesto nivel de daño que pueden causar tanto a la salud física3 como a la “salud moral de la humanidad”. (Valencia 8) En este sentido, las Convenciones para el control de drogas han representado un mecanismo ideológico de control estatal sobre el desarrollo de la personalidad y autodeterminación de las personas, pues impone estándares sobre qué se considera saludable y moralmente aceptable, así como estilos de vidas que excluyen ciertas prácticas placenteras —como el uso de sustancias psicoactivas—, disciplinan el cuerpo y reglamentan las conductas de los individuos (Foucault).
En este sentido, el discurso prohibicionista de la política de drogas presupone la salud de la humanidad como el valor supremo el cual debe ser protegido (Transform Drug Policy Foundation) de las sustancias psicoactivas actualmente ilegales, ya que dañan la salud de las personas y las pueden convertir en sus ‘esclavas’. Este mismo discurso asume el uso de sustancias psicoactivas como una actividad placentera carente de razón, pues las drogas ilegales son vistas principalmente como causantes de daños en la vida de las personas, con mínimo o nulo reconocimiento de sus beneficios, y su uso difícilmente se asume como una libre búsqueda de placer y basado en la razón (Valverde y O’Malley). Por esta razón, ha sido fácil para el Estado intervenir en nombre de la salud y, contradictoriamente, de la libertad individual, que, según este discurso, puede ser arrebatada por la compulsión generada por el placer de las sustancias psicoactivas.
Sobre este tema, las personas entrevistadas mencionaron que el prohibicionismo pone en más riesgo a las personas usuarias de drogas, las expone a situaciones de violencia y extorsión por lo que, en la mayoría de las veces, genera una sensación constante de vulnerabilidad y agresión que se percibe aún más si se es mujer:
“No solo te sientes vulnerable socialmente, yo —como usuaria mujer— me siento todavía más expuesta, particularmente en el ámbito familiar y laboral.” Alejandra
Estas sensaciones, en muchas ocasiones, al momento de consumir se traducen en paranoia. En este sentido, algunas de las personas entrevistadas reconocieron que una parte del prohibicionismo se interioriza y puede llegar a generar sentimientos de culpa y vergüenza.
“Entra a tu psique de forma que te pone paranoico. Te hace entender el mundo de forma que tienes que esconder tu actividad y tu experiencia. Te avergüenzas de tu propia actividad y experiencia.” Rafael
Además, reportaron que el mercado ilegal de drogas ofrece a las personas usuarias incertidumbre sobre lo que va a consumir y respecto al acceso a la sustancia, de manera que el prohibicionismo ocasiona un contexto más riesgoso en el uso de sustancias:
“El acceso a eso te da la libertad de saber qué consumes. Cada persona tiene derecho a decidir usar lo que desee; esto [la legalización de las drogas] debe estar acompañado de otras políticas.” Sofía
Las personas entrevistadas describieron una sensación de gran contradicción sobre el prohibicionismo. Por una parte, las sustancias legales son promovidas comercialmente sin recursos de reducción de daños y, por otra parte, es la propia prohibición la que pone enfáticamente el reflector sobre las sustancias ilegales con narrativas basadas principalmente en el daño moral. Además, se mencionó que el prohibicionismo distrae a la sociedad de una discusión que podría atender mejor el uso de sustancias psicoactivas:
“[La prohibición] es un contexto en donde no hay reflexión sobre nuestros consumos, porque no se puede hablar de ello. Debería ser algo normalizado; de ser así ahora sabríamos consumir drogas de una mejor manera porque lo hemos reflexionado bastante. El estigma no nos permite hacer eso.” Marcelo (26 años)
También se mencionó que el prohibicionismo limita tanto el acceso a ciertas sustancias como a la información sobre la dosificación y los efectos de estas y, por otra parte, sólo ofrece narrativas equivocadas sobre las sustancias, de forma que la mayoría de las personas basan su conocimiento sobre las sustancias ilegales con base en estas narrativas que no sólo son promovidas por el Estado, sino también por otras instituciones como los medios de comunicación:
“Por su prohibición, no se puede conocer la sustancia como tal, sólo la narrativa que ha habido detrás.” Alejandra
En este sentido, el prohibicionismo significó para las personas entrevistadas una limitación en la toma de decisión sobre lo que cada persona decide poner en su cuerpo, así como una represión del gozo, disfrute y, en consecuencia, del placer. Esta represión fue percibida también como una limitación del potencial humano que, además, es una limitación desigual, porque sólo unas personas pueden finalmente acceder a ciertas sustancias ilegales de calidad.
“[… ] el sistema, las instituciones, las estructuras de poder, nos restringen varias formas de placer, como el uso de sustancias, la sexualidad o la libertad de pensamiento. Estos obstáculos limitan el potencial humano; todo el potencial que puedes llegar a sentir o experimentar. Es injusto limitar esa experiencia humana, porque al final solo unas personas pueden acceder al placer y otras no. Quien desee vivir esa experiencia de placer debería poder hacerlo.” Marcelo
El placer en lo psicoactivo
Difícilmente, el placer ha constituido como tal4 una razón justificable para el uso de sustancias psicoactivas en los discursos institucionales, a pesar de ser una de las razones más importantes en el uso de drogas (Valverde y Malley). Esto se debe principalmente a que se le ha puesto mayor valor a los discursos que reducen el uso de sustancias a su mera composición química y sus efectos en el organismo de las personas, así como a los posibles efectos negativos en las personas usuarias y sus comunidades, de forma que ignoran totalmente el libre desarrollo de las personas, su libertad de autodeterminación, así como el potencial efecto benéfico en la vida de las personas usuarias.
Al respecto, las personas entrevistadas respondieron que el uso social es uno de los motivos más importantes para usar sustancias psicoactivas legales e ilegales.
“Yo he usado [sustancias] para compartir experiencias y generar vínculos con otras personas.” Liz (28 años)
“Te hacen sentir conectada con los demás de formas distintas; te permiten generar un sentido de comunidad y explorar nuevas formas de conexión.” Isabel (38 años)
A la vez, reportaron el uso individual como otro motivo para consumir drogas, en particular, con propósitos espirituales, para conectar con la naturaleza o de forma introspectiva:
“Consumir marihuana es un momento para estar conmigo, para aceptar mis pensamientos, mis emociones, para potenciar mis pensamientos y también para reflexionar sobre lo que me pasa y nos pasa como sociedad.” Bernardo
“Después [de la dosis de uso de sustancia] hubo paz, mucha felicidad muy genuina y pura, que sabes que te pertenece […]; es una forma de autoconocimiento y reafirmación propia, con todo lo que eres tal y como eres.” Sofía
Otro motivo fue para llegar a estados de relajación, tranquilidad y calma y también para sentir más energía o activarse. En otras ocasiones, el uso de sustancias fue con fines de exploración: para sentir y experimentar cosas nuevas. Por otra parte, una de las principales razones entre las personas entrevistadas fue para tener una perspectiva diferente sobre situaciones y personas:
“Te permite aceptar las cosas y la realidad tal cual es, sin juicios. Te lleva a un cambio de perspectiva y aceptación. La sociedad nos limita muchas formas de ver y entender nuestro mundo; el uso de sustancias te ayuda a salir de la cajita.” Alejandra
En un caso muy especial, el principal uso de sustancias fue señalado para fines terapéuticos y como complemento de otras acciones para mejorar la salud. Este aspecto fue descrito como aquello que inició con fines placenteros, pasó a ser una cuestión paliativa, pero no solo física sino también emocional.
En algunas entrevistas se mencionó que las sesiones de uso de sustancias dejaban un aprendizaje —por lo general de autoconocimiento— no sólo en el momento de consumo, sino también posteriormente.
Finalmente, en repetidas ocasiones el placer fue mencionado como una de las principales motivaciones, en específico, el placer sensorial. En este sentido, las sustancias psicoactivas fueron mencionadas como un medio para potenciar o estimular los sentidos.
“[Las sustancias] son un vehículo para conocer otro tipo de experiencias sensoriales y racionales más agudas.” María (28 años)
Ahora, sobre la relación entre placer y el uso de sustancias, las personas entrevistadas reconocieron que dependiendo de muchas cosas alrededor de la sustancia, como puede ser la dosis y la sustancia misma, dependerá el tipo de placer que puedes sentir. Un elemento presente en las respuestas de los participantes fue que las sustancias ayudan a que los sentidos se potencialicen, lo cual en contextos y circunstancias específicas puede equipararse a mucho placer, por ejemplo, para comer, escuchar música, relaciones sexuales, pasar el tiempo con amistades o personas de confianza y estar en la naturaleza. No obstante, estas sensaciones externas suelen estar acompañadas de sensaciones internas.
“Las sensaciones son muy bonitas: sientes mucho amor, ganas de abrazar, conectar, el propio high que disfrutas.” Bernardo
Otro elemento importante recalcado en las entrevistas fue que el placer no se reduce únicamente al efecto de las sustancias psicoactivas, sino que es el cúmulo de todos los elementos presentes en las sesiones de consumo.
“[…] hay cosas que son placenteras por sí solas, pero con el uso de sustancias se puede aumentar el placer. Sin embargo, no se deposita todo el placer en el uso de una sustancia, sino que es una cuestión mucho más holística. Cada elemento forma parte de esta experiencia. El uso de sustancias hace que cuaje el escenario perfecto.” Marcelo
Asimismo, se mencionó que una parte importante del placer asociado con el uso de sustancias se relaciona con momentos reflexivos que pueden terminar en apertura y cambio de perspectiva sobre una misma, lo que nos rodea y sobre otras personas:
“[el uso de sustancias] es un medio para reinterpretarte y reinterpretar todo lo demás.” Alejandra
“Es conocer a las personas y conectar con ellas de una forma distinta.” Isabel
Sin embargo, también se reconoció que en el uso de sustancias puede haber una reducción del placer o momentos de angustia por distintos motivos, como puede ser la dosificación, un mal contexto para su uso o un estado emocional o mental no adecuado.
La reducción de daños y el hedonismo psicoactivo
Tras cuatro décadas de narrativas adictas al prohibicionismo y abstencionismo, el resultado ha sido un mundo con drogas, con personas que continúan usando sustancias psicoactivas y con serias consecuencias por una política prohibicionista y punitiva de drogas. Ante este panorama, las estrategias de reducción de daños y gestión de placer (RDGP, en adelante) surgen como una alternativa.
La RDGP reconoce que el abstencionismo no siempre es deseado por la persona usuaria, ni siempre será una estrategia realista en muchos contextos; por lo tanto, la RDGP admite que es imposible prohibir y erradicar toda clase de conductas que impliquen riesgos y daños y por esta razón brinda herramientas a las personas que decidan hacer uso de sustancias psicoactivas y mitigar los potenciales riesgos y daños en el uso de sustancias. La RDGP se entiende como un conjunto de medidas socio-sanitarias individuales y colectivas, dirigidas a minimizar los daños sociales, físicos, emocionales y legales relacionados con las sustancias psicoactivas mediante la distribución de información sobre los efectos esperados de las sustancias psicoactivas y su dosificación, análisis de sustancias psicoactivas para conocer su composición química y saber si está adulterada o no, intercambio de jeringas y otra parafernalia, estrategias para que en sesiones de uso de sustancias se dé en un contexto y acompañamiento —si se desea— adecuado, cuidados previos y posteriores a una sesión de consumo, entre otras. No obstante, la RDGP no sólo pone énfasis en minimizar los daños y riesgos de las sustancias, sino también comienza a reconocer el uso de drogas como una actividad placentera que de igual forma puede llegar ser una experiencia benéfica y positiva para la persona. Es así como la RDGP parte del respeto a la salud de las personas y usuarias y del reconocimiento de las libertades individuales y autonomía de las personas usuarias de sustancias sobre sus cuerpos.
Sobre este tema, la RDGP fue reportada como un elemento presente en muchas de las experiencias en las que hubo placer y uso de sustancias por las personas entrevistadas. Según lo mencionado, el principal componente para los participantes fue la compañía. En específico, hicieron énfasis que fuera alguien de confianza, con quien se sentían cómodos o que fueran personas con conocimiento sobre ciertas sustancias.
“La compañía es fundamental, más con el prohibicionismo, pues como no sé con precisión qué estoy consumiendo, me siento más seguro con otras personas. Si estoy con gente me puedo relajar un montón.” Bernardo
“De lo más importante es la compañía; con quién te sientes a gusto y que puedan ir checando cómo te sientes, cómo está siendo la experiencia, y que tú también puedas checar a los demás, saber que están bien.” Isabel
Otro elemento esencial identificado por las personas entrevistadas fue el contexto (setting), el cual fue descrito idealmente como un espacio seguro, conocido y con música de su agrado, así como un buen estado emocional y mental (set) al momento de usar drogas. Otro elemento importante fue la planeación de la sesión de consumo. En específico, se mencionó la importancia de cuidados como la dieta, evitar prisas, planear actividades de acuerdo con los efectos de las sustancias psicoactivas, saber qué vas a necesitar cuando estés consumiendo (por ejemplo, dulces o agua), llevar tu propia sustancia para no tener que conseguir de alguien más que quizá no conozcas, así como pensar en a quién acudir ante cualquier situación.
En relación con la sustancia, elementos importantes mencionados fueron conocer bien la dosificación personal, el conocimiento previo o información sobre los efectos de la sustancia, evitar el policonsumo o saber cómo combinar las sustancias para llegar a tener un efecto deseado. Un elemento mencionado como esencial sobre este tema fue el autoconocimiento sobre los límites de cada persona para poder decidir el tipo de efecto que se desea.
“Es importante decidir cómo quieres que sea la experiencia [con el uso de sustancias psicoactivas]. Por eso es importante el autoconocimiento y la autorregulación para alcanzar a sentir lo que deseas.” Isabel
Sin estrategias de reducción de daños, las experiencias fueron descritas como irresponsables, peligrosas y angustiantes para las personas entrevistadas. La fuente principal de reducción de daños para los participantes fue mediante la experiencia propia (en la que se mencionó que suelen presentarse muchos errores), la investigación sobre la sustancia y sus efectos debido a la incertidumbre que existe en el mercado ilegal de drogas, consejos de otras personas usuarias con más experiencia y de confianza, mediante un proceso de autoconocimiento en el que se reconocen las necesidades particulares de cada persona y la madurez.
“Con el tiempo vas aprendiendo a reconocer aquellas cosas que se disfrutan y aquellas que no.” Isabel
“La vida y el proceso de madurez va acompañando; está conceptualizando lo que entiendes por placer, dolor, ganancia y pérdida. Se van resignificando a través del tiempo.” Sofía
Sin embargo, se reconoció que la RDGP es fundamental, pero que suele ser usada hasta cierto punto, pues en la búsqueda de placer que te da la sustancia, el potencial riesgo puede pasar a un segundo plano para algunas personas.
Para algunos de los participantes, la RDGP va más allá del uso de sustancias, de forma que la han integrado en otros aspectos de sus vidas:
“la reducción de daños puede ser más eficiente que la regulación de drogas, pues la reducción de riesgo es cultural y no sólo la vas a replicar en el uso de sustancias. Se vuelve una filosofía, un estilo de vida. Esto permea en todas las áreas de tu vida”. Marcelo
Conclusiones
El prohibicionismo ha silenciado el placer como uno de los motivos principales para usar sustancias psicoactivas. Además, su estrategia abstencionista que tiene el supuesto propósito de velar por la salud física y moral de la humanidad ha normalizado la forma en cómo deben ser conducidos el cuerpo social e individual y nuestros estilos de vida. No obstante, este primer ejercicio de placer y uso de sustancias muestra que, para las personas entrevistadas, el prohibicionismo lejos de cuidar y velar por su salud las coloca en un contexto de peligro y riesgo y representa un gran obstáculo para acceder a las sustancias psicoactivas de forma segura y acompañadas de herramientas para reducir riesgos y daños. Además, fue descrito como una seria restricción en sus libertades y en sus experiencias placenteras.
Por otra parte, este ejercicio muestra que la experiencia del uso de sustancias y el placer van más allá de los meros efectos químicos que tienen las sustancias sobre el organismo; como lo mencionaron en varias ocasiones, el uso de la sustancia es un elemento importante, pero no el único que está presente en las experiencias placenteras de los participantes. Sobre este tema es importante destacar el rol de la RDGP en las sesiones de consumo para tener un placer responsable, pues según lo mencionado por los participantes es un elemento para lograr experiencias deseadas y de bienestar, así como para evitar situaciones angustiantes. En este sentido, a diferencia del prohibicionismo paternalista, para algunas personas usuarias de drogas, la RDGP representa, por un lado, un proceso de autoconocimiento y autodeterminación y, por otro lado, una libertad de decisión frente al uso de sustancias, pues les provee de estrategias para decidir si usar drogas o no, y cómo hacerlo de una forma más segura y responsable.
Sin embargo, aún existe mucho por estudiar en el complejo y fascinante mundo del placer y el uso de sustancias psicoactivas. Posicionar y reconocer al placer como una de las principales razones del uso de drogas significaría conocer con mayor detalle el fenómeno de las drogas y, por tanto, permitiría desarrollar con mayor precisión estrategias de RDGP de espectro completo asociados al uso de sustancias psicoactivas.
Es tiempo de dejar las narrativas abstencionistas que intoxican nuestra relación con el placer y el uso de sustancias y es momento de reconocer el placer como un elemento saludable, racional, voluntario y como una pieza esencial en nuestra condición humana. EP
***
Agradezco a todas las personas que accedieron a contarme sus buenas y malas experiencias con sustancias psicoactivas, así como la confianza que me otorgaron para explorar su percepción sobre algo muy íntimo y personal como puede ser el placer. Sin su participación no hubiera sido posible hacer este primer ejercicio sobre placer y el uso de sustancias psicoactivas. En especial, quisiera reconocer la valentía de las mujeres que entrevisté, pues en un sistema que castiga el uso de ciertas sustancias, siempre ha castigado más a las mujeres y aún más cuando a aquellas que reconocen su placer en su uso.
Referencias
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Ranibow, P. et. al. “Biopower Today”, BioSocieties 1, junio 2006.
Transform Drug Policy Foundation (s.f.) Terminando la guerra contra las drogas:
cómo ganar el debate en América Latina.
Valencia, A. “Las Convenciones de las Naciones Unidas sobre drogas: límites internacionales de las políticas alternativas a la prohibición y la criminalización” en El Mal Menor en la Gestión de las Drogas: de la Prohibición a la Regulación de las Drogas. 2014.
Valverde, M. y O’Malley, P. “Pleasure, Freedom and Drugs: The Uses of ‘pleasure’ in liberal Governance of Drug and Alcohol Consumption”, Sociology. 38, Feb. 2004.
Veenhoven, R. “Hedonism and Happiness”, Journal of Happiness Studies vol. 4, Dec. 2003.
[1] El cristianismo, el islam y el judaísmo rechazan la idea que las personas pueden gozar o experimentar placer, pues el ser humano sólo vivirá el verdadero placer cuando dios se lo otorgue.
[2] Las sustancias psicoactivas de uso reportadas fueron cannabis (marihuana y CBD), MDMA (éxtasis), LSD, psilocibina (hongos), ayahuasca, alcohol, tabaco, cafeína y cocaína.
[3] Las drogas controladas, bajo el enfoque prohibicionista, no necesariamente corresponden a un alto nivel de riesgo o peligrosidad. Según un estudio realizado en el Reino Unido, las tres primeras drogas de un ranking de veinte sustancias que pueden producir más daño tanto a la persona usuaria como a su comunidad son el alcohol (legal), la heroína (ilegal) y el crack (ilegal). Por otra parte, aquellas consideradas con bajo nivel de peligrosidad son los hongos alucinógenos (ilegal) y la buprenorfina (legal) (Nutt et. al).
[4] Frecuentemente, el uso lúdico o recreativo sustituyen al placer.
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