Introducción: Un escenario internacional pleno de turbulencias

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

Texto de 27/01/25

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump.

Tiempo de lectura: 9 minutos

Sin duda, 2025 será uno de los años más difíciles para las relaciones exteriores de México en la época contemporánea. En primer lugar, porque el mundo atraviesa conflictos bélicos de enorme gravedad que podrían conducir a una tercera guerra mundial; la situación del Medio Oriente y la guerra en Ucrania son ejemplo de ello, y, en segundo, porque en Estados Unidos llega de nuevo a la Casa Blanca una de las personalidades más polémicas, disruptivas e impredecibles de que se tenga memoria en ese país: Donald Trump. Se combinan así conflictos bélicos de alto riesgo con la incertidumbre y la desestabilización que puede desatar el nuevo Presidente.

No es la primera vez que nos encontraremos en el centro de las turbulencias producidas por las políticas procedentes de Estados Unidos ni tampoco la primera ocasión que debamos enfrentar al presidente Trump. Esta vez, sin embargo, durante su campaña electoral, el republicano colocó los problemas relacionados con México en el centro de su narrativa y, desde el anuncio de su triunfo electoral, ha mostrado su decisión de adoptar medidas duras y directas si México no actúa como a él le parece que debe hacerlo. La mayoría de los medios de comunicación en el mundo coinciden en que México será el país que más resentirá los embates en materia de migración, aplicación de aranceles y seguridad, que ocupan un lugar central en las medidas que aplicará el gobierno de Trump para lograr sus objetivos más inmediatos.

También hay turbulencias internas

El panorama externo coincide con procesos de cambio, todavía inciertos, en el régimen político mexicano. La transición del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), uno de los líderes políticos más populares del México actual, hacia un “segundo piso” de la autodenominada “cuarta transformación” no ha sido una tarea fácil. La llegada al poder, en octubre de 2024, de Claudia Sheinbaum, la primera Presidenta de México, ha despertado gran entusiasmo en los grupos feministas, tan en boga en estos tiempos. Sin embargo, ese entusiasmo no ha sido suficiente para superar los diversos problemas que han acompañado el arranque de su sexenio. 

En primer lugar, la situación económica del país es precaria, lo que se refleja en la aprobación para 2025 de un presupuesto austero que poco contribuye a llevar a cabo acciones de gobierno consideradas urgentes en materia de salud, educación o infraestructura. Es notorio, por solo dar un ejemplo, el casi nulo apoyo financiero otorgado a una institución clave para tratar los problemas migratorios que se avecinan, como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, o la disminución, en casi 10%, del financiamiento otorgado a los consulados en Estados Unidos.

A las limitaciones económicas se suma una ola de violencia que recorre al país alcanzando, en algunos sitios, un número de homicidios similar al existente en países en estado de guerra. Las medidas para combatir la inseguridad bajo el gobierno de Sheinbaum presentan novedades que no se pueden subestimar. Entre ellas sobresale el mayor uso de los sistemas de inteligencia y la coordinación con las fuerzas federales y locales. Sin embargo, requieren de mayor apoyo financiero, así como de un compromiso generalizado en las filas del gobierno y la sociedad en su conjunto. Esto no se ha logrado, como evidencian algunas decisiones en el Senado que ponen en duda la conveniencia de modificar la estrategia del expresidente López Obrador resumida en el eslogan “abrazos, no balazos”. 

Las relaciones entre los factores de poder político interno son opacas y despiertan interrogantes sobre la influencia que mantiene el expresidente López Obrador y el margen de maniobra del que goza la presidenta Sheinbaum. Los nombramientos en el gabinete, las decisiones que se toman en el legislativo y al interior del partido en el poder, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), contribuyen a mantener vivas esas interrogantes.

El desmoronamiento de los partidos de oposición, el Parido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que prácticamente han desaparecido, contribuye a la debilidad de la vida democrática mexicana en la actualidad. La inexistencia de una vida partidaria acompañada de las necesarias negociaciones, diferencias y acuerdos deja un vacío poco saludable. La indiscutible ganancia de Morena en las urnas recoge la voluntad de casi 36 millones de ciudadanos, en un país de más de 98 millones de personas inscritas en el padrón electoral.

Es difícil aceptar que Morena sea la única “voz del pueblo” en nombre de la cual el Congreso, dominado por Morena, lleve a cabo apresuradamente un gran número de cambios constitucionales que están conformando un régimen político nuevo, quizá legal y quizá también ilegítimo, dado que es fuertemente cuestionado por numerosos medios de comunicación, sectores intelectuales, empresarios y líderes de opinión, por no citar a quienes critican los medios por los que Morena y sus aliados en el Congreso obtuvieron ahí las mayorías que no reflejan el número de votos obtenidos en las urnas.

En el caso específico de la política exterior, la presidenta Sheinbaum debe lidiar con la herencia de su antecesor. Se debe superar, en primer lugar, el desdibujamiento de la presencia de México en el mundo, resultado de la decisión del expresidente López Obrador de colocar en un segundo término la política exterior.

Con excepción de las visitas a Estados Unidos ⸺una para sostener una reunión con el entonces presidente Donald Trump para festejar la entrada en vigor del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC); una segunda para participar en la IX Cumbre de Líderes de América del Norte; otra más para participar en una sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), otra para reunirse con su homólogo Joseph R. Biden y la última para participar en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en San Francisco⸺, el entonces presidente López Obrador solo visitó brevemente países de Centroamérica (Belice, El Salvador, Guatemala y Honduras), además de Chile, Colombia y Cuba. No estuvo en otros continentes, no asistió a foros multilaterales, como el G-20, ni acudió a la sede de Unión Europea o a la Asamblea General de la ONU. En resumen, la presidenta Sheinbaum hereda la percepción de un país poco interesado en lo que ocurre en el mundo y sin intención de fortalecer sus relaciones e intercambios con otros países, como no sea con Estados Unidos. Recuperar la función que en épocas pasadas tuvo la política exterior como instrumento para promover respeto y reconocimiento a los intereses y a las posiciones de México es una tarea que requiere del establecimiento de objetivos claros y una buena estrategia que no se ha conformado al momento de escribir estas líneas.

La situación política interna no es, pues, favorable para enfrentar los desafíos para las relaciones exteriores de México que, por los motivos anteriormente expuestos, serán particularmente difíciles en el año que inicia.

México y el Mundo es un grupo de pensamiento creado a comienzos de 2021, formado por académicos, analistas y miembros del sector público especializados en el estudio de temas internacionales. Este grupo presenta, año con año, un documento que contiene reflexiones sobre los desafíos para la política exterior del año que comienza. Esta vez, sin embargo, el horizonte de tiempo ha cambiado: en esta ocasión, se consideró conveniente trazar un horizonte que va de octubre de 2024, fecha de la toma de posesión de Sheinbaum, a marzo-abril de 2025.

“Desafíos para la política exterior de México al inicio de la nueva era Trump ” es el título del documento que hoy presentamos, y cuyas principales reflexiones se refieren a la relación con Estados Unidos, país siempre clave para México, sus relaciones con Latinoamérica, Europa, así como con países de Asia, como China o Corea del Sur, o con temas centrales, como la capacidad institucional para desarrollar las relaciones internacionales de una potencia económica y comercial como lo es México.

Navegar con una gran tormenta a la vista

El horizonte inmediato parece sombrío, pues es un tiempo dominado por los problemas de la relación política y económica con el gobierno de Trump. Estos abarcan un espectro muy amplio en el que sobresalen: amenazas de deportaciones masivas de migrantes indocumentados que han llegado al territorio estadounidense por la frontera con México; aplicación de aranceles de 25% a las exportaciones mexicanas y canadienses; control de la seguridad en la faja fronteriza y en el conjunto del país dada la presencia creciente en el territorio mexicano de los cárteles del narcotráfico; revisión (renegociación) del T-MEC en 2026, en donde el gobierno de Trump parece decidido a lograr que se privilegie la producción industrial en el territorio estadounidense y cumplir su objetivo de “Make America Great Again” (MAGA). 

La sección dirigida a la relación con Estados Unidos es, comprensiblemente, la más voluminosa. Contiene textos que presentan, de manera general, el ambiente económico y político que priva en ese país al iniciar el nuevo gobierno de Trump para abordar, después, temas específicos relacionados con la migración, la seguridad y los asuntos económicos que se entrelazan con las relaciones con otros países, en particular con China. 

La segunda región de mayor importancia para México, después de Estados Unidos, es Latinoamérica. La cultura, la lengua y la historia compartida han sido frecuentemente invocadas para referirse a la hermandad latinoamericana. En términos de identidad, los mexicanos se sienten definitivamente latinoamericanos, a pesar de pertenecer geográficamente a Norteamérica. No obstante, las condiciones actuales de la región no son favorables para hacer realidad la tan anhelada hermandad latinoamericana.

La región atraviesa un periodo de claro debilitamiento de sus instituciones de coordinación y cooperación. Solo la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se ha mantenido viva, con proyectos y acciones de cooperación interesantes, pero muy limitados. Se trata, sin embargo, de un organismo poco institucionalizado, con presidencia rotativa y sin sede permanente. La Organización de los Estados Americanos (OEA), por su parte, está muy dividida, y México se encuentra particularmente aislado debido a las pugnas que surgieron en torno a la actuación de su Secretario General, Luis Almagro.

Sin duda, hay pocos avances en el fortalecimiento de posiciones comunes para enfrentar problemas comunes, como la migración y el narcotráfico, cuya dimensión será aún más compleja por las posiciones del presidente Trump. Los dos grandes países de la región, Brasil y México, no han logrado articularse para tener un liderazgo compartido que otorgue mayor peso a la región en los asuntos mundiales.

La fractura entre los países de izquierda en la región se ve agravada por las diferencias en torno a la crisis de Venezuela. El año 2025 inició con la problemática toma de posesión, para un tercer mandato, del presidente Nicolás Maduro. Las posiciones de los países de izquierda moderada, como Brasil, Chile, Colombia y México, se han dividido. México es ahora el único que mantiene el apoyo sin condiciones a Maduro. Es un antecedente delicado que, sin duda, dificultará el diálogo con Estados Unidos y algunos países europeos al referirse a la situación de la izquierda en Latinoamérica, en particular Cuba, Nicaragua y Venezuela.

La relación con Europa atraviesa un momento de bajo perfil, en parte por las diferencias con España, nuestro mejor socio comercial en Europa y el mejor vocero y aliado mexicano en el interior de las instituciones de la Unión Europea. La animadversión gubernamental hacia España se origina en no haber atendido la solicitud de pedir perdón por los abusos cometidos contra la población mexicana durante la Conquista. Fue un reclamo ideado por López Obrador que su sucesora no parece tener la intención de modificar. Forma parte de una corriente ideológica favorecida por la cuarta transformación, tendiente a exaltar las culturas originarias, indígenas y afroamericanas. Las controversias al respecto han envenenado el diálogo político y la estrecha cooperación que mantenían México y España desde hacía décadas. Esto no ha impedido que prosigan las relaciones económicas, pero sí ha deteriorado el clima de amistad, contribuyendo a paralizar la ratificación, en el Parlamento Europeo, del Acuerdo Global Modernizado México-Unión Europea, un tratado de relaciones comerciales, entendimiento político y cooperación cuyas negociaciones llegaron a su fin desde 2019. Es difícil saber si las condiciones políticas tanto en la Unión Europea como en México estén listas para recuperar el interés en su ratificación.

En el caso de Asia, las condiciones han sido menos politizadas, orientadas sobre todo a la parte económica. Han atravesado un fortalecimiento muy notorio en materia de comercio e inversión en México por parte, principalmente, de China y Corea del Sur. La relación con China se cruza ahora con el interés del gobierno de Trump en limitar las relaciones de países amigos con el gigante asiático. Tomando en cuenta que las inversiones chinas en México contribuyen a la producción compartida entre México y Estados Unidos de un sector tan vigoroso como la industria automotriz, pueden preverse negociaciones muy complejas para que puedan satisfacerse los intereses de los tres países.

El eterno reto de la capacidad institucional para defender los intereses de México en el exterior 

Existe, desde hace décadas, el cuestionamiento de si México tiene o no la capacidad institucional adecuada para defender sus intereses en el exterior. Para comenzar, deberíamos preguntarnos si hay una clara delimitación de los objetivos de política exterior del gobierno mexicano, si están de alguna manera priorizados, si existe una estrategia para alcanzarlos y en qué tiempos, así como cuáles son las agencias gubernamentales encargadas de hacerlo.

Si miramos hacia la que parece ser la agencia obvia en esta materia, es claro que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) enfrenta una situación de debilitamiento. Los presupuestos asignados son cada año más escasos, impidiendo cambios que fortalezcan al personal de carrera del Servicio Exterior Mexicano (SEM), y que aumente el número de embajadas y consulados en regiones que han sido tradicionalmente descuidadas, como África. Finalmente, que se privilegie al personal profesional, especializado en la labor y la atención diplomática, evitando el alto número de nombramientos otorgados, principalmente durante el sexenio de López Obrador, a personas poco familiarizadas con la actividad diplomática, por motivos de interés político o de amistad. 

Por otra parte, hay poca claridad en las atribuciones de las diversas agencias gubernamentales que participan en la política exterior. Un buen ejemplo es el tema de la migración, compartido, principalmente, por las Secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación. El punto más difícil es el Instituto Nacional de Migración, perteneciente a Gobernación, y cuyas atribuciones, financiamiento, capacidades y profesionalismo está muy lejos de corresponder a las tareas que se deberán enfrentar en caso de ocurrir deportaciones masivas que dislocarían seriamente las regiones fronterizas.

Contribución a una necesaria y oportuna reflexión

La mejor política exterior es la que se piensa, diseña y realiza de manera colectiva, estableciendo objetivos claros y estrategias para alcanzarlos. Los textos aquí reunidos analizan, desde diversas perspectivas, los retos que la política exterior irá enfrentando en los primeros meses de 2025. Se trata de textos cortos que buscan, de manera muy resumida, dar elementos para conocer los problemas que enfrentará la política exterior y, con base en ello, reflexionar sobre la mejor manera de superarlos.

Aunque no se trata de estudios de gran calado académico, sus autores son todos especialistas en los temas que tratan: académicos, diplomáticos, funcionarios o exfuncionarios, analistas con décadas de trabajo detrás que hoy, a manera de “lluvia de ideas”, buscan enriquecer el debate y la reflexión en temas que resultan claves para el futuro de México. En efecto, del manejo adecuado de tales temas dependerá que seamos capaces de construir relaciones con el exterior que beneficien el crecimiento económico, la defensa de la soberanía y la paz social.

No se trata de un documento dirigido exclusivamente al gobierno. Por el contrario, busca llegar a las organizaciones no gubernamentales, los académicos, los estudiantes, los empresarios y los líderes de opinión. Los miembros del Grupo México en el Mundo se darán por satisfechos si se logra que el presente documento llegue a esas manos. EP

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