Dante, síntesis más allá de su tiempo

El autor de este ensayo desmenuza los pormenores de la vida política y social en la que estaba inmerso el gran poeta Dante Alighieri, y nos muestra que lejos de inspirarse en la contemplación el autor de La divina comedia alimentaba sus versos con las agitadas palpitaciones de su época.

Texto de 23/01/16

El autor de este ensayo desmenuza los pormenores de la vida política y social en la que estaba inmerso el gran poeta Dante Alighieri, y nos muestra que lejos de inspirarse en la contemplación el autor de La divina comedia alimentaba sus versos con las agitadas palpitaciones de su época.

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(Fragmento)*  

Dante, síntesis más allá de su tiempo 

* Fragmento del libro de ensayos Menos constante que el viento (Casa Editorial Abismos, 2015).

1.

El arquitecto renacentista buscó rivalizar con las montañas. Levantó sucesivamente el templo del espíritu y el templo del cuerpo. Naturalmente, la analogía con la literatura es inexacta. Sin embargo, Dante quiso colgar su canción del absoluto, del centro y la fuente de la luz; a partir de Dante, y en su mayor parte, el arte ha construido a partir del suelo.

“Montcorbier alias Villon”

Ezra Pound

Hay términos en el Arte que aún no han sido totalmente definidos; hay cierto tipo de obras cuya valía se mantiene en discusión y otras que a pesar de la celebridad que las envuelve aún son enigmas para los críticos. El caso de Dante, a diferencia de los tres casos anteriores, goza de algunas definiciones exactas, las cuales no necesitan exégesis, su valía es ya indiscutible y su celebridad no le ha ocasionado malinterpretaciones. En efecto, la mención del nombre de Dante Alighieri logra la irrupción de un rayo donde quiera que se le enuncie. Se sabe que es un caso aparte en la historia de la literatura, de la misma manera que se sabe que su obra maestra, La divina comedia, ha logrado alterar la realidad al implantar una realidad, muchas de las veces, más fiable que la realidad cotidiana por ser una “realidad poética”.

2.

El contexto de Dante Alighieri está marcado por dos aspectos fundamentales: las políticas de la región itálica en el inicio del siglo XIII y la preponderancia que la misma había recuperado con respecto a la Europa del norte, de la cual había gozado solo en el momento de apogeo del Imperio romano. Una vez más, después de varios siglos, la zona itálica era una representante del mundo comunicado, donde todas las culturas tenían un espacio en común. Esto era resultado, claramente, de la continuidad que se le había dado a las Cruzadas, lo cual suscitó en su momento un carácter compartido para la Europa variopinta y abigarrada que había prevalecido hasta finales del siglo XI. En efecto, la política era aplicada desde el exterior de la mayoría de las regiones, muchos de sus gobernantes no eran oriundos de las tierras que regían; Roma permanecía como la cabeza del mundo occidental, cuya autoridad era cuestionada solamente por Constantinopla y su Iglesia ortodoxa. Sin embargo, sería el segundo aspecto —la nueva preponderancia de los itálicos— lo que propiciaría el ambiente para que el Papado perdiera paulatinamente una autoridad que se quería eterna.

El primer paso en este proceso de desdoro del poder se suscitó durante la Cuarta Cruzada (1202-1204), cuando los soldados que envió el Papa Inocencio III fueron tomados prestados por los mercaderes de Venecia, Pisa y Nápoles para que, a cambio de acercarlos a Tierra Santa, combatieran en Zara contra los comerciantes árabes, lo cual permitió que los mediterráneos europeos se hicieran del comercio en esa región, logrando ganancias realmente cuantiosas para la época. El segundo descalabro para el Papado vendría con un gobernante que daba muestra de no tener entre sus preocupaciones el ser excomulgado o el ser amonestado por el Sumo Pontífice, Federico II, quien por algunos era considerado: “el primer tirano renacentista” y, por otros, como es el caso de Dante, “el último emperador de los romanos”. Federico II fue cuestionado por numerosas razones, entre estas se encontraban su renuencia a participar en la Quinta Cruzada y su morosidad a participar en la Sexta, incluso alardeó al amenazar al Papado de, en caso de ser excomulgado, llevar a cabo la Cruzada para sí mismo; de la misma manera fue criticado por pactar y contratar hordas de guerreros infieles con tal de cumplir sus planes. De todos los gobernantes será Federico II el primero en crear un antecedente en un conflicto que, ni más ni menos, llevaría a Dante a un exilio que parecía inicialmente provisional pero que, sin haberlo podido prever, le causó el no volver a pisar suelo florentino.

Por otro lado, el Papado estaba en un momento de ilegitimidad como pocas veces lo había estado. Todo empezó cuando, tras la muerte de Nicolás IV, fue elegido Papa Pedro de Murrone, llamado Celestino V, hombre sumamente entregado a los ejercicios espirituales, quien se caracterizaba por no tener pretensiones terrenales; de tal suerte que hizo su entrada triunfal en Áquila, en 1294, a lomos de un asno del cual iban tirando Carlos II de Anjou, rey de Nápoles, y su hijo Carlos Martel. De este modo, Celestino V se dispuso a servir a Dios desde este nuevo puesto. Sin embargo, no tardó mucho en cambiar las cosas uno de los personajes más influyentes de la época, Benedicto Caetani, quien, en busca de hacerse del Papado, se valió de varias artimañas para medrar el coraje del nuevo Papa. Llegó a tal punto el desmedro en el ánimo de Celestino V que renunció a su cargo, lo cual dio la oportunidad para que Caetani deviniera en el Papa Bonifacio VIII, para poco después mandar encarcelar a Celestino V pues temía que los obispos de la Iglesia arguyesen el principio que reza que a un Papado no se puede renunciar. De tal suerte que Celestino V murió después de algunos años en cautiverio, lo cual dio motivos para que los nuevos políticos de los reinos italianos cuestionasen la legitimidad del nuevo Papa. El arribo de Bonifacio VIII también fue indicador de que se acababa con una postura, un tanto reformista, la cual empezaba a ganar terreno dentro de la Iglesia, y que planteaba la iniciación del supuesto ciclo histórico del Evangelio Eterno. Joaquín de Fiore representaba esta idea, que en términos reales era sinónimo del reconocimiento de que la sociedad contaba con la madurez para conducirse sin la mirada de la Iglesia. Algunos personajes ilustres, como sería el caso de Dante, se mantuvieron en este proyecto y formaron un grupo que llamaban “Fieles de Amor”.

3.

El contexto puede ayudarnos a comprender cuáles eran los antecedentes de Dante, su vida nos explica la mayor parte de la política que estaba aplicándose en ese momento porque, a pesar de ser un hombre de cubículo, el poeta florentino participó en estos eventos cruciales. La primera muestra de esto es su participación activa como soldado en el asedio y saqueo, en 1285, del Poggio di Santa Cecilia, en territorio aretino. Asimismo, se puede asegurar que el 11 de junio de 1289 fue feritore de a caballo en la batalla de Campaldino contra los gibelinos de Arezzo. Y meses más tarde el joven Dante iría entre los cuatrocientos caballeros que, tras un asedio de ocho días, tomaron el castillo de Caprona.

Es sumamente interesante la manera en que sus años de aprendizaje están profundamente ligados a la milicia, lo cual era resultado de haber participado de una educación a la altura de su clase social. Había realizado estudios con los franciscanos, lo cual le daría la base del conocimiento medieval: conocimiento del trivio (aritmética, retórica y dialéctica) y del cuadrivio (aritmética, geometría, música y astrología). Algunos eruditos afirman que Dante debió asistir a Bolonia, ca. 1287, a pesar de que no terminó matriculándose en la universidad. No obstante, esta era una ciudad más culta que Florencia; y ahí debió ponerse en contacto con las nuevas corrientes poéticas, especialmente con los círculos cercanos del recién finado Guido Guinizelli. Por otro lado, en su misma Florencia, Dante pudo entrar en contacto con un miembro del “dulce estilo nuevo”, Guido Cavalcanti. Y posteriormente el brillantísimo joven logró amistad con algunos miembros del grupo, Cino da Pistoia, Lapo Gianni, Florese Donati y otros. Por lo tanto, cabe pensar que el joven Dante Alighieri conservaba un perfecto equilibrio entre el humanista de cubículo y el político en ciernes. En 1295 entraría en la vida pública tras haber sido inscrito en el gremio de los médicos y especiales. De tal suerte que en noviembre de ese año formó parte del Consejo del Capitán del Pueblo, y a finales del siguiente llegó a ser miembro de los “sabios” consultados para la elección de priores. Además, de mayo a septiembre fue miembro del Consejo de los Ciento para, dos años después, en 1298, participar en la firma de la paz con Arezzo; y en mayo del 1300 visitó Sam Gimignano con objeto de negociar el envío de compromisarios a Florencia para la renovación de la liga Güelfa; a la cual él pertenecía.

Así que podemos ver que la erudición que logró el poeta fue hecha contra viento y marea provenientes de una agitada vida política y no, como en muchos de los casos, de la suave y pasiva contemplación.

En el aspecto sentimental sabemos la conmoción que le causó una joven florentina y las consecuencias que esta tuvo en su obra. En efecto, Dante quedó prendido al observar a sus nueve años, la primera vez, a la niña Beatriz Portinari, y fue vencido totalmente al observarla en una segunda ocasión, ya siendo un hombre joven.

Sin embargo, la inestabilidad de la región antes referida se acentuó por los nuevos embates de Bonifacio VIII: en junio de 1300 fue enviado Mateo de Acquasparta para que se lograra una paz entre las dos facciones de los güelfos, la blanca y la negra, la cual tenía que ser favorable para el Papa. Al haber sido elegido prior, Dante intervino en las gestiones, y como primer acto, al ser atacada la procesión del cardenal Acquasparta, exilió a los hombres más destacados de las dos facciones güelfas; lo cual afectaba, quizá injustamente, a la facción de la cual él mismo formaba parte, pues los blancos no habían incurrido en falta alguna. De tal suerte que fue exiliado inmediatamente uno de los mentores de Alighieri, el poeta Guido Cavalcanti. Sin embargo, no fue este el único acto que enfrentaba al Papa, Dante también confirmó una sentencia dictada contra tres banqueros florentinos, que Bonifacio VIII había pedido fuera anulada por tratar de indisponer al Papado con la Señoría, por lo cual fueron castigados con una multa de dos mil florines y, de no pagarla, cortárseles la lengua.

El acabose del conflicto con el Papa llegó en abril de 1301, cuando el vate figuraba como sobrestante en los trabajos de ensanche de la calle de San Proclo, pues Bonifacio VIII solicitó que continuase la ayuda de cien hombres de armas que, antes de la regencia de Dante, le habían asignado para intervenir en la represión de las revueltas de los Aldobrandeschi, lo cual fue denegado dos veces por el vate. Esto provocó que se suscitara una verdadera amenaza, pues, a petición del Papa, Carlos de Valois se preparaba para hacerse cargo de los asuntos de Florencia, a lo cual el Consejo de los Ciento respondió enviando una embajada a Roma para tratar el asunto. Por lo cual Dante, junto con dos miembros, fue recibido en la santa sede; sin embargo, casi de inmediato sus dos acompañantes fueron enviados de regreso, reteniendo de manera inusitada al poeta durante varios días más, lo cual nos hace pensar que se tenía la intención de evitar que el más diestro en política de los tres pudiese organizar la defensiva. De tal suerte que, el 1º de noviembre de 1301, Carlos de Valois entró en Florencia acompañado de varios güelfos negros desterrados, quienes se hicieron dueños y señores de la ciudad. La primera resolución fue condenar a seiscientos güelfos blancos al destierro, entre estos estaba el autor de La vida nueva, quien fue acusado de baratero por apropiarse del dinero público, de extorsión, de corrupción y de ganancias ilícitas, pero sobre todo de oposición a la Iglesia. También fue condenado a pagar una multa de cinco mil florines, a no pisar el suelo florentino durante dos años y a no intervenir más en los asuntos públicos. Poco después, el 10 de marzo, fue condenado a muerte en rebeldía. Así las cosas.  ~

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