#ELECCIONES2018: Caldos de Indianilla y de… cultivo

Quienes son de mi rodada seguro recuerdan el imán que nos reunía a todos después de una larga noche de convivios sin fin a lo largo y ancho del “DF”: los famosos Caldos de Indianilla, gracias a los que todo malestaro náusea se curaba, e incluso a los más avezados, les permitían alargarla un poco […]

Texto de 25/07/18

Quienes son de mi rodada seguro recuerdan el imán que nos reunía a todos después de una larga noche de convivios sin fin a lo largo y ancho del “DF”: los famosos Caldos de Indianilla, gracias a los que todo malestaro náusea se curaba, e incluso a los más avezados, les permitían alargarla un poco […]

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Quienes son de mi rodada seguro recuerdan el imán que nos reunía a todos después de una larga noche de convivios sin fin a lo largo y ancho del “DF”: los famosos Caldos de Indianilla, gracias a los que todo malestar
o náusea se curaba, e incluso a los más avezados, les permitían alargarla un poco más. Nunca creí toparme con algún otro “caldo” que tuviera también ese atractivo mágico de masiva convocatoria, pero décadas después me los encontré y ¡más poderosos que mi referente! 
Si bien los deliciosos Caldos de Indianilla se preparaban cada noche, hasta agotarse en la madrugada, los otros no; tomaban seis largos años en elaborarse y requerían de ingredientes no sólo picantes, sino también agresivos y mansos (¿mensos?), y sus costos los hacían accesibles sólo a las élites. A manera de ilustración, sin pretensiones de ser exhaustivo ni mutuamente exclu- yente, es indispensable contar con:

  • un cofre de batalla necesario y suficiente para atraer merolicos del país y del extranjero;
    • hartos compadres sin escrúpulos con contactos clave en medios nacionales, locales, pasquines, de nota roja y mala muerte, y sus plumas respectivas; y no temerle a incursionar en ningún fango;
    • medios fugaces que nacen y mueren mientras dure cada caldo de cultivo, con plumas de las mismas características;
    • una pizca de medios y plumas serias que, como parches remendones, den visos de seriedad al resto;
    • árbitros y reglas del juego que todo limiten y permitan que todo se viole, en cada uno de los periodos cuyas fechas fatales marcan el fin e inicio de cada fase;
    • innovaciones tecnológicas que se presten a revestir la magia por venir, sin que la audiencia se entere del engaño de origen;
    • válvulas de escape que liberen presión, a toro pasado, cuando el caldo de cultivo ya haya cumplido su cometido y se tire para iniciar la cocción del siguiente;
    • jugadores curtidos en sexenios anteriores, con las cicatrices a flor de piel, tanto de triunfos como de fracasos, deudas y “omertás”, mil por lo uno o por lo otro.
    • …

El caldo de cultivo queda listo, en su punto, mucho antes que cualquier fecha fatal del inicio de la primera de las fases oficiales del proceso; ya el pasado enseñó que siempre habrá quien se anticipe a éstas.
No siempre es el caso, pero “los compadres” son los primeros en saltar a la palestra para gritar a los cuatro vientos que “el bueno y único que llevará al triunfo” al partido X es su compadre N, no hay otro, por lo que lo destapa en tremendo comilón con cientos o miles de invitados. Suelen terminar como globos desinflados o, en el mejor de los casos, como compadres afines que hacen tibias segundas.
La sofisticación viene más adelante, cuando cada jugador selecciona a sus estrategas locales entre los enjambres que pululan sobre su cabeza, recordando cuán útiles fueron en la ronda anterior. Luego alguno se atreve a sugerir el refuerzo de algún archiconocido español o sudamericano o incluso primo del norte que se las sabe de todas todas.
Alguien con cierta sobriedad hace un llamado a una pieza fundamental: “¿Y las encuestas?”. Todos voltean a verlo, primero en silencio, luego como manada desbocada: “Yo tengo al mejor”, “Yo conozco a quien publique lo que le digamos”, “Yo tengo acceso a una tecnología que nos da resultados en tiempo real, no importa cuántas respuestas tenga y hasta sin datos”, “Yo…”, seguido de “Yo sé cómo darles la mayor difusión en medios impresos, de radio, tv o digitales, provocando controversias, no importa si critican o apoyan, lo importante es hacer ruido”.
Y los espacios ociosos de todo tipo de medios captan en tiempo real los supuestos planes secretos de cada grupo de estrategas. Ni tardo ni perezosos se apersonan con unos y otros para poner a su disposición en blanco y negro o a todo color, a página completa o parte de ella, 10, 20, 30 segundos ya musicalizados, de las inserciones que ocupen.
Algún apocado se anima y dice en voz alta: 39, 32, 22 y 7% para el resto. ¿Pero cuál para cada quién, gritan al unísono? “Es irrelevante”, responde contundente el ratoncito de esquina, lo importante es dar el primer campanazo, ya luego cambiamos en las siguientes mediciones y hacemos crecer al que queremos y viceversa. La presencia inmediata es lo importante. Total, no son tiempos del proceso electoral y no hay que dar cuentas de nada.
La partida inicia y el gremio sufre. No fue invitado en las cavilaciones iniciales, tampoco en lo que ya estaba listo para salir a difusión. Eso no nos salva del alud de preguntas sobre ¿de quién es el logotipo/nombre de los datos publicados?, ¿se parecen a los tuyos?, ¿cuándo das a conocer tu medición?, etcétera.
La única pregunta que no hacen resulta ser la más relevante de todas: ¿oye, y la población objetivo que cubre la encuesta difundida es la misma que la que cubren ustedes? ¡Pues mil veces no! Ni todos los que estamos en el gremio, si bien identificamos la población de interés, logramos entrevistar a todos los seleccionados, pues quienes nos interesan son los ciudadanos que  van a votar el día de la elección, pero semanas o días antes ¡es imposible distinguir quiénes sí lo van hacer y quiénes no! Y eso que se cuenta con diseños estrictamente probabilísticos que dan oportunidad de estar en muestra a todo elemento de la población objetivo.
Ahora, imagínate a los que “dictan el resultado del compadre”, o hacen sondeos por teléfono con cientos de entrevistas, o “en línea” con miles de entrevistas, o con “paneles sofisticados” debidamente balanceados para remedar perfiles de la lista nominal, o decenas de miles de respuestas recolectadas vía Facebook, Twitter o alguna otra red social. ¡Patrañas, fake polls diría nuestro vecino del norte, y tendría toda la razón! Lo anterior sigue siendo válido aun cuando a posteriori alguno de éstos presuma que “le atinó”, que fue el más cercano con cualquier métrica que escoja.
Son simples datos curiosos para llenar espacios ociosos de medios y comunicadores (incluso serios) ávidos de no quedarse un solo día sin algún resultado que exhibir, así sea una gran tomadura de pelo.

Epílogo

Quieren dar seguimiento a lo que viene, cuiden de seleccionar la fuente entre quienes estamos agrupa-dos en el Colegio de Especialistas en Demoscopía y Encuentas (CEDE). Ello no asegura convergencia al mismo resultado —¡sería inverosímil!—, ni siquiera el ser idénticos al oficial —¡más inverosímil!—.

Pero sí les da la certeza de que fue hecho por profesionales que conocen su materia y cuentan con las herramientas metodológicas transparentes que sustentan, paso a paso (replicables), cómo es que se llegó a las estimaciones resultantes y, como bono, una estimación del nivel de precisión de cada una de las principales, pues están sustentadas en muestras estrictamente probabilísticas de la población objetivo, incluso cuando fracasemos en entrevistar a todos. EP

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