Acercamientos al trabajo de grabado en linóleo

Galería de Luis Verdejo

Galería de  17/06/20

Tiempo de lectura: 4 minutos

*Todas las piezas son linograbados

Para Maria João Worm y Diniz Conefrey, pues sin ellos quizá nunca habría comenzado a hacer grabado en linóleo.

1. El grabar en linóleo es sustraer: una vez que quitas (haces una línea), no puedes borrar, es decir, no puedes regresar al estado original del linóleo. De tal suerte que hacer una línea en este material tiene que ver exactamente con un paso que se da en la vida y que se vuelve irremediable: aunque regreses al punto original del que partiste, ha quedado ya una huella del trayecto anterior. La vida, el grabado y el barro tienen memoria, dice el poeta y pintor Hugo Padeletti sobre el dibujo a tinta china.

2. La gubia se puede manejar de distintas maneras y, a veces, no se deja, se resiste. Dependiendo de la inclinación que se le dé, puede abrir un surco grande o uno más pequeño; dependiendo de la rapidez de los movimientos de la mano y la muñeca puede dar una línea estriada, continua, gruesa y delgada, o de pronto interrumpida, como una sierra, un serrucho o un zigzag, una línea voluta que deja fragmentos o rastros de huellas, puntos diseminados que se esfuman… (Paul Klee tiene un verdadero catálogo de nombres de líneas, entre ellos la “serrucho” y la “zigzag”.)

3. ¿Qué se busca realizar en un grabado en linóleo? Sugiero posibles respuestas. Primero: hacer que el plano viva y vibre, como también quería Padeletti. ¿Cómo se logra eso? De muchas maneras y, en ocasiones, con menos consciencia. Una de ellas es creando tensión (asimetría, equilibrio a punto del desequilibrio, fuerza/sutileza/sugerencia) en el dibujo (como relación de líneas que crean formas o figuras sintéticas bidimensionales, objetivas o no objetivas) que se hace en un instante irrepetible en donde la concentración, la sensibilidad, el manejo y la creación de espacio se concretan. Por ejemplo: ¿dónde y por qué llega una forma a estar en cierto lugar y no en otro? Decía Matisse que una mancha de color no es nada hasta que se pone en una tela otra mancha de color. De igual modo, una línea o forma no es nada si no está en relación con otra. O incluso un vacío en un grabado no es nada si no está en relación con otro vacío o con otra forma. Algo importante sobre lo anterior: hago, por rachas, grabado en linóleo, y no constantemente ni como un empleado que trabaja en ciertos horarios. Así como querían Brancusi, Gola y Padeletti, entre otros, se necesita entrar en un estado para ponerse a trabajar. Cuando se ha entrado en ese estado, parece que todo se hace por sí solo. Por otra parte, ¿qué se dice en un grabado en linóleo? Se dicen muchas cosas visualmente; pero en realidad no es que se digan, sino que más bien se hacen. Entre los linograbados que he realizado en los últimos años están el paisaje desértico del Valle de Guadalupe, en Baja California; la arquitectura de Tizapán: las casas, puertas, ventanas y sillas que he visto; el cansancio de las personas que se observa cotidianamente; la verdulería enfrente de mi casa y el verdulero cortando pacientemente las verduras; los alumnos de primaria y secundaria que pasan gritando bajo mi ventana; la música de Tom Zé y las cumbias que escuchan mis vecinos; las imágenes de las revueltas en Chile, las pintas y grafitis en México… Todo eso es lo que hago —o más o menos—, pero como sugerencia, como ritmo, no como literatura, ya que no construyo anécdotas. EP

Paisaje chileno, 2019, 24 x 50 cm
Constructivo, 2019, 24 x 50 cm
Silla, 2016, 40 x 30 cm
Silla 2, 2016, 40 x 30 cm
En el desierto de Baja California 1, 2017, 26 x 29 cm
Acumulación de rocas intrusivas en Tecate, Baja California, 2017, 26 x 29 cm
Yonke , 2017, 46 x 38 cm
Caminantes insolados, 2017, 26 x 29 cm
La Rumorosa, 2019, 26 x 29 cm

DOPSA, S.A. DE C.V