Mi trabajo, ya sea cómic o ilustración, viene directamente de la narrativa gráfica, en ella encuentro una comodidad que rara vez se presenta en otro tipo de disciplinas creativas, una comodidad que surge de la intimidad con un objeto cotidiano, dígase un libro o una pantalla y que rara vez descubro en una sala de museo o galería. Esto me ha hecho balancearme entre medios digitales y tradicionales. 

Trabajo fomentando un proceso híbrido en el que utilizo diferentes herramientas y recursos que me permiten manipular mis ideas y rastrear su evolución en la forma en que se representan. A menudo suelo comenzar con objetos físicos de una amplísima complejidad –lápiz y papel–, pero conforme trabajo cada imagen, mantengo al frente la idea de que el soporte final no está necesariamente obligado a ser el original, sobre todo, atendiendo a la tradición de consumo del cómic, es decir, un producto que desde sus orígenes estuvo pensado para ser reproducido en masa; en ese sentido, no me parece que esta era digital esté muy alejada de dicha idea. 

Me encuentro inmerso y a la vez muy interesado por un par de corrientes narrativas que tienen como base la idea de la subjetividad. Puntualmente, en el campo del cómic, es común encontrar publicaciones que lleven la etiqueta de autobiográfico, autoficción o ficciografía; historias en las que el mismo autor es el protagonista. 

Durante los últimos años, me he dedicado a estructurar la premisa formal y conceptual de un alter ego, con el que puedo dar voz a inquietudes muy puntuales como un segmento de mi totalidad. Este personaje funciona y convive dentro de publicaciones editoriales, como una especie de homenaje a todas esas referencias que han fortalecido mi interés por la narrativa gráfica. 

Me apoyo en un lenguaje visual simplista como un recurso irónico para abordar temas relacionados a la existencia, la angustia y el absurdo. Tomando estos conceptos como una serie de reflexiones contradictorias e irracionales y que le compete a cada individuo de manera ajena a lo colectivo, es decir, de carácter subjetivo. Este simplismo es una palabra que yo propongo para referir a la síntesis o reducción formal del dibujo específicamente en la narrativa gráfica, por ello evito usar términos como minimalista o abstracto pues creo que tienen una relación inmediata con la historia convencional del arte. 

El grafismo simplista en mi dibujo no pretende realizar una mímesis, sino, un cuestionamiento de lo que se considera real o natural, valiéndose entonces del subjetivismo, como una negación de la objetividad. EP