Checovaldez: pinceladas de la vida y obra colectiva del muralero rebelde

La partida reciente de Sergio Valdés Rubalcava convoca a la transformación colectiva de nuestras desiguales sociedades. En este texto, Josefa Sánchez Contreras rememora y dibuja la generosa figura del muralero rebelde.

Galería de  11/09/24

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Mural de Taniperla

Sergio Valdez Rubalcava, conocido como Checovaldez, nació por aquella década de 1940, en un barrio popular de la colonia Moctezuma del entonces Distrito Federal. Hijo de obreros de las artes gráficas, comenzó a trabajar desde niño. Dada su prematura rebeldía al sistema educativo, su madre lo envió a trabajar a los 11 años a la imprenta; después laboró en un taller de fotograbado, luego en un estudio de dibujo y como vendedor de libros.

En su vida adulta fue profesor, muralero, editor y monero en la revista Rafaga, donde trabajó junto a Rius, quien lo invitó a participar en una exposición de caricaturistas mexicanos con el tema de la Revolución Mexicana: fue ahí cuando se sumergió en el mundo de la caricatura… Su trayectoria es larga y no me alcanzan estas páginas para enumerarlas una a una, pero quizá la mejor definición de su trayectoria la hizo él mismo al autonombrarse homo faber. Desde esa posición, entre broma y sarcasmo, siempre ponía en jaque las pretensiones teóricas y artísticas de quienes desdeñaban la potencia de la creatividad. Checo sostenía que el crear no era un don exclusivo de los genios e hijos elegidos del Renacimiento, por el contrario, él planteaba que la creatividad estaba en toda aquella persona que ejerciera su capacidad de transformar.  Precisamente de ahí nacieron cientos de pinturas con el método Mural Comunitario Participativo (MCP), promovidas por colectividades, movimientos sociales y organizaciones nacionales e internacionales, cuya fuerza creativa provenía de la convicción de transformar a las sociedades injustas, desiguales, racistas y clasistas que aún seguimos habitando.

“Checo sostenía que el crear no era un don exclusivo de los genios e hijos elegidos del Renacimiento, por el contrario, él planteaba que la creatividad estaba en toda aquella persona que ejerciera su capacidad de transformar.”

Checo siempre se escabulló de las vanidades intelectuales, académicas y artísticas. Exploró la creatividad en colectivo. El método Mural Comunitario Participativo fue resultado de su largo andar en los convulsos momentos políticos de nuestro país y del mundo, pero sobre todo el método nació en territorios indígenas en rebeldía. No en vano el famoso mural “Vida y sueños de la Cañada del Río Perla” trazó un horizonte político a finales del siglo XX justamente cuando las izquierdas del mundo atravesaban el fin de la historia.

Como parte de ese movimiento telúrico altermundista provocado por el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en 1994, el mural de Taniperla se empezó a replicar desde 1998 en diferentes geografías al unísono de la tonada “ya se mira el horizonte combatiente zapatista…”


Personalmente siendo una joven nacida en el neoliberalismo de los noventa, disfrutaba escuchar sus anécdotas como si fueran lecciones de historia, en especial aquellas que remitían a las guerrillas de los años setenta. La de su entrañable amiga Lourdes Uranga, una militante del Frente Urbano Zapatista y la de muchos otros amigos suyos que vivieron la clandestinidad y la represión. Pero la suya no era una anécdota épica sino cómica, humorística y analítica.

En su paso por París conoció a Lucio Urtubia, otro artista de la imprenta, quien, en medio de una cena convocada por las redes francesas de solidaridad con Chiapas, le dijo: “Checo, tú eres un anarquista, porque un anarquista es el que no se define a sí mismo como anarquista”, pero Valdez como buen hacedor nunca se definió ni como anarquista ni como marxista.

Oventic, Chiapas, 2001

Nuestro Checovaldez fue un rebelde de muchos tiempos. Fue un muralero rebelde como dice Luis Hernández Navarro. Su muerte también duele porque en ella acontece la partida de toda una generación de las últimas décadas del siglo pasado, quienes idearon todo tipo de protestas para impugnar el autoritarismo del régimen priista. En 1965, Checovaldez se implicó en el movimiento médico, fue parte de la comisión de prensa desde dónde produjo miles de carteles y propaganda. De ahí derivo La Medicina y el Hombre, un periódico de gran relevancia para el movimiento estudiantil. En toda esa efervescencia política del país se implicó con un grupo de haitianos, con quienes hizo boletines y caricaturas que metían clandestinamente a Haití. Nunca olvidaremos el movimiento estudiantil de 1968 cuando Checo coordinó la producción masiva de gráfica y la ágil logística para pegar miles de carteles en las paredes de la Ciudad de México.

Después de haber librado las convulsas décadas de 1970 y 1980, Valdez se embarcó en la utopía indígena y fue en el marco de la inauguración del Municipio Autónomo Zapatista Ricardo Flores Magón cuando un operativo militar reprimió la celebración y apresó a Checovaldez y a una decena de zapatistas. En la cárcel se sumó a la organización La Voz de Cerro Hueco, desde donde emprendieron huelgas de hambre y jornadas de lucha hasta logar la libertad.

Cerro Hueco, Chiapas, 1998

Entre 1998 a 2005 se realizaron 17 murales, siete en México y siete en el extranjero. Algunos fueron tan emblemáticos como el que fue pintado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en México, otros más fueron realizados en Toronto y en Alemania. El mural de Taniperla regresó a Las Cañadas en el 2005 y, después, decenas de murales más fueron promovidos por el colectivo Pintar Obedeciendo bajo la metodología MCP, pero siempre fueron las comunidades quienes decidieron plasmar su historia, sus episodios de insurgencia y sobre todo sus sueños y deseos. La propia Junta de Buen Gobierno Resistencia Hacia un Nuevo Amanecer expresó: “Las pintadas comunitarias son como un arte de espejo para hacer política, para nunca olvidar nuestras historias, para recordar a nuestros héroes de ayer y hoy, para contar nuestros sueños, para que sepan las futuras generaciones. El mural es un modo de hacer y tejer una política para los que no saben leer y escribir, pero si saben sus historias y cuentan, sueñan, piensan, proponen, analizan, discuten y deciden para construir y no para destruir… Es también ejercer nuestro derecho a la cultura, la educación, la información y la comunicación para construir el buen vivir”.

Toronto, Canadá, 2001

El corazón de Checovaldez se detuvo, pero sus semillas se quedaron en la formación de generaciones de muraleras y muraleros que se hacían llamar Pintar Obedeciendo (PO). Son decenas de personas anónimas quienes han sembrado Murales Comunitarios Participativos en pueblos indígenas de tierras fértiles, en metrópolis asfaltadas y hasta en zonas de fronteras.

De si los murales promovidos por Chechovaldez son la continuación del muralismo mexicano, eso ya es tarea de los críticos y de la historia, lo que puedo decir con certeza es que la cosecha de su siembra será necesaria para lo que viene.

Sergio Valdez Rubalcava fue maestro de varias generaciones y antes que nada fue nuestro compa, el compa checo como le decían los promotores de educación y comunicación zapatista, allá en las cañadas teñidas de colores insurgentes. EP

Kipor, Sonora, 2007

DOPSA, S.A. DE C.V