Aristeo Mora de Anda: La intimidad de lo público

Galería del artista del mes: Aristeo Mora de Anda

Galería de  09/08/21

Tiempo de lectura: 4 minutos

Hacer lo público es un trabajo que nos exige negociar constantemente, porque esta labor se sostiene en el acuerdo de aquello que deseamos nos sea común. Es en el encuentro de la arena pública en donde los imaginarios individuales se anudan para urdir un tejido más amplio, aquí se construye aquello a lo que denominamos la verdad y la historia. Lo público y los espacios públicos son, pues, un territorio de encuentro y disputa y yo, con la misma suspicacia que la de cualquier persona nacida en un estado fallido, avivo mi trabajo con algunas preguntas que me han invitado a indagar en estos territorios ¿Qué tan público es lo público? ¿Quiénes realmente tienen acceso a la discusión? ¿Cuáles son los imaginarios que se disputan la realidad? ¿Quienes instituyen lo común?

Los aparatos del Estado fallaron sistemáticamente, su escala no sólo los hizo poco accesibles sino insostenibles, y nos toca hacernos cargo de producir otras posibilidades para habitar el fallo. Entiendo que en un territorio como el que habito, atravesado por la violencia, la muerte y la desaparición, resulta vital devolverle a la imaginación sus potencias deseantes, para habilitar su capacidad de agencia y con ello la posibilidad de sujetarnos a la vida. Hacer lo público es para mí una tarea vital, para la que utilizo la memoria personal y colectiva, la ficción y los entresijos de la cotidianidad como herramientas para horadar la realidad y abrirle espacio a otras imaginaciones de lo común. 

En mi trabajo intento que el arte, y en específico el teatro, devenga en espacios de encuentro y en ocasiones en artefactos que nos permitan jugar y apostar por la vitalidad y la imaginación, una imaginación revitalizante en donde nos abramos a la intimidad. Me interesa ensayar lo común autorrepresentarnos en estos espacios alternos que dispone la ficción para construir un topos nuevo. Ese ejercicio topoficticio es una suerte de paréntesis en el que, desde la complicidad, nos permitimos narrarnos otras historias de lo posible, de lo imposible, de lo que deseamos. 

Topoficcionar, docuficcionar, invencionar, biografiar y habilitar nuevas genealogías, negociar constantemente con la realidad e invitar a otras personas a realizar esta labor en conjunto, para sostenerse, sostenernos y sostener lo que deseamos, para que lo público se revele íntimo y la vida, y no la muerte, vuelva a ser un pacto común. EP

Ciudades imposibles Guadalajara, Museo de la Ciudad, LARVA, 2017.

Fotografías: Archivo de la Compañía Opcional

DOPSA, S.A. DE C.V