Un oasis y un trampolín para quien más lo necesita

Fernando Clavijo visitó el Museo Infantil y Juvenil Yancuic en Iztapalapa, que se inaugura en medio de una pandemia como parte de un impulso a la cultura y al desarrollo de la zona.

Texto de 03/03/22

Fernando Clavijo visitó el Museo Infantil y Juvenil Yancuic en Iztapalapa, que se inaugura en medio de una pandemia como parte de un impulso a la cultura y al desarrollo de la zona.

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En ocasiones anteriores he escrito sobre visitas a productores relacionados a la alimentación en Iztapalapa. Una de ellas fue a una empacadora de té y otra a un productor de vasos de licuadora. Y es que cómo no hacerlo, se trata de una ciudad dentro de otra ciudad que alberga a casi dos millones de personas que además de producir, comen, cocinan, se trasladan y consumen. Es la alcaldía con mayor fuerza industrial y laboral no sólo de México sino del continente. y su composición demográfica y comportamiento socioeconómico, además, están en transformación constante.

El ritmo del crecimiento poblacional evidencia que se trata de una de las zonas más nuevas y jóvenes de la ciudad. Es decir: es dinámica. Según datos oficiales de la propia alcaldía, de 1970 a 1980, recibió el 54% del crecimiento de toda la ciudad; en la década siguiente creció 1.6 veces más que el resto de la urbe; en adelante tiene picos de hasta 86% del aumento poblacional. Esta reserva territorial se ha llenado, literalmente, en tres décadas, con una edad promedio entre los 27 y 31 años.

En promedio, los hombres tienen hijos con tan sólo 21 años, lo que genera desarticulación familiar. También al menos 30% de los hogares, que se componen de 3.9 integrantes, son de jefatura femenina. Esta población tiene un rezago educativo (los mexicanos, en promedio, apenas terminamos la secundaria), de acceso a servicios de salud y a seguridad social importante. Más del 20%, según el “Informe sobre la situación de pobreza y rezago social” de SEDESOL y CONEVAL, tiene dificultades para acceder a la alimentación básica.

La dificultad de las familias para procurar alimento sigue siendo una realidad en nuestro país. En el caso de los niños, se estima que afecta a más de 2 millones menores de 5 años de edad. La desnutrición en fases críticas del desarrollo aumenta la propensión a enfermedades crónicas como la diabetes, que puede volverse fatal si más adelante el niño accede a comida chatarra. Se puede, tristemente, padecer obesidad y desnutrición al mismo tiempo. Además del metabolismo, la mala alimentación frena el crecimiento cognitivo. Detrás de estados pobres como Oaxaca, Puebla, Veracruz y el Edomex está la Ciudad de México como núcleo de desnutrición infantil, y de las alcaldías, el primer lugar se lo lleva Iztapalapa.

¿Cómo se atiende a una población joven, con hambre y escasa educación formal? Hace algunos meses visité un proyecto esperanzador: el Museo Infantil y Juvenil Yancuic (que significa “nuevo” en náhuatl), ubicado cerca de la estación de metro Constitución 1917. Yo fui a ver las áreas destinadas a restaurantes, pero es imposible entrar a una obra de 20 mil metros cuadrados y no sentir la curiosidad de recorrer todos los espacios. Gracias a la generosidad de la Secretaría de Cultura de la CDMX, me paseé por esta construcción que en principio estaba destinada a ser un centro comercial, pero desde hace tres años se ha ido acondicionando para fungir como museo en su totalidad.

“El edificio en sí es impresionante, no sólo por su tamaño sino por el juego de alturas y la enorme cantidad de luz que permiten sus ventanales. Los muros son tan grandes que dejan a otros museos citadinos como colecciones de mamparas”.

El edificio en sí es impresionante, no sólo por su tamaño sino por el juego de alturas y la enorme cantidad de luz que permiten sus ventanales. Los muros son tan grandes que dejan a otros museos citadinos como colecciones de mamparas. Se trata de acero y concreto pigmentado para simular adobe y dar calidez, algo necesario siempre que recordamos que los usuarios finales de este proyecto serán personas. Por ello, los accesos consideran a niños, adultos mayores y mujeres no acompañadas. Esto significa salón de lactancia, rampas y cámaras de seguridad.

La obra avanza con fondos públicos, pero se prevé que los espacios y exposiciones se financien con donaciones privadas. Esto tomando en cuenta que la operación del museo difícilmente puede contar con una entrada de 250 o 300 pesos. Este museo será gratuito, para lo cual la Secretaría busca asociaciones con empresas globales de tecnología y educación. Entre las ideas germinales del museo se encuentra una maqueta de la CDMX, que tiene gran poder comunicacional pues habla de necesidades urbanas y de servicios como agua o áreas verdes. Junto con Chimalhuacán y Ecatepec, Iztapalapa es de las zonas con menos metros cuadrados de áreas verdes. También habrá una biblioteca y una ciberescuela para que tanto niños como adultos puedan graduarse. Además, un IMAX y un auditorio para conferencias.

“Un museo sirve como refuerzo cognitivo, lo que duplica o triplica las probabilidades de que un alumno se gradúe”.

La cultura como respuesta a una sociedad llena de carencias. Habrá a quien le parezca superfluo, incluso un desperdicio, pero a mí me parece un acierto gigantesco. En países tan disímiles como Colombia y Gales se ha probado de sobra que la inversión en arte y aprendizaje en zonas marginales es ampliamente redituable en términos sociales. Un museo sirve como refuerzo cognitivo, lo que duplica o triplica las probabilidades de que un alumno se gradúe. Además, sin la afrenta que puede significar trasladarse a lugares como Reforma o Polanco, llenos de coches de lujo y restaurantes caros. Al Yancuic se puede llegar usando el metro, RTP, trolebús y el nuevo cablebús. ¿Cuánta gente tendrá acceso a talleres, computadoras, libros y clases, incluso pinturas e instalaciones que de otra forma jamás vería? ¿Y cuántos más —seamos honestos— se adentrarán por primera vez en esta alcaldía para exponer o asistir a la exposición de moda?

Ya está planteado incluir un PILARES, programa del gobierno de la CDMX que promueve actividades culturales como talleres de artes plásticas y música, además de oficios, educación presencial y a distancia. También, una prepa Utopía, otro programa a nivel alcaldía que intenta tener impacto de transformación social en medios urbanos. Ambos impulsan cambios sociales a través del deporte, las artes y la inclusión, que son lineamientos transversales. El Yancuic, me parece, es la definición misma de este tipo de proyectos.

Al final del recorrido llegué al área del restaurante principal. En la parte de abajo, cerca de lo que será el vestíbulo, se acondiciona un área para unas 150 personas. Por seguridad, esta será la única instalación con gas en el edificio. Sin embargo, más arriba podrá haber pequeños cafés saludables, probablemente ligados al Huerto Orgánico de la planta alta y que, a la vez que ofrezcan refrigerios a los visitantes, sean también un punto de divulgación sobre la alimentación saludable y local. Un huerto, un deck y algunos sitios de comida protegidos por pérgolas que no compitan con la arquitectura general del museo.

Me gusta imaginarme el futuro de estos locales de comida. El museo no está en un vacío, sino en medio de una zona comercial muy transitada. Por ello, debe tomarse en cuenta la competencia, conformada por algunos locales de comida rápida pero sobre todo por puestos y ambulantaje. Hace un par de meses, los vendedores de la Coordinadora Nacional de Organizaciones y Comerciantes Populares declararon que “no se guardarán” debido a que no tienen otro sustento para sus familias, más aún en el contexto de la pandemia (que ha reducido sus ventas hasta 60%). En entrevista con La Jornada, declararon “tampoco hay para comer”. Recordaron también que los apoyos prometidos, provenientes de recursos federales, no llegaron

No es que no sea rico comer una quesadilla de flor o una torta en la calle, más cuando el ticket promedio no supera los 100 pesos incluyendo refresco. ¿Qué se podrá ofrecer como alternativa? Se me ocurre una comida corrida saludable y barata para las personas que asistan a estudiar o a los talleres entre semana. En los locales de la terraza podrían ofrecerse estas comidas balanceadas como una especie de adaptación del bento box japonés a nuestra gastronomía. Las cajitas compartimentadas de comida tienen ciertos lineamientos que las hacen más que una lonchera normal. Deben tener cinco colores, con las texturas y sabores que los acompañan, lo que ya habla necesariamente de variedad y al menos en el caso del verde, casi obligatoriamente de verdura. Además, el tamaño en centímetros cúbicos que tenga la cajita es equivalente a las calorías que contiene, de modo que se vuelve un controlador de porciones. Usando lo que ya sabemos hacer —guisados, arroz, frijoles, encurtidos e incluso fritanga— se pueden conformar dietas saludables y ricas.

“Somos una sociedad que abre primero los bares que las escuelas”. 

Los niños de nuestra ciudad han sido los últimos de la fila en tantos rubros. El presupuesto en educación es de los menores aún entre países similares a México. Por si fuera poco, las escuelas fueron descuidadas y hasta robadas durante la pandemia y los sindicatos sólo han afianzado su control sobre el magisterio. Al momento de escribir este artículo, las vacunas para las infancias no están previstas por parte de la Secretaría de Salud. Somos una sociedad que abre primero los bares que las escuelas. 

Así que una de cal por las de arena. En nuestra ciudad se calcula que alrededor de 100 mil niños entre 5 y 17 años tienen que trabajar para ayudar en las labores del hogar, según estimaciones de la Secretaría de Trabajo. Aunque se ha tratado de erradicar esta práctica en la Central de Abastos, vigilar las calles es muy complejo. Por supuesto, Iztapalapa ocupa el primer lugar en número de menores que trabajan, con cerca de 15 mil, de los cuales un 70% no recibe remuneración. Como es de esperarse, la gran mayoría de estos niños comen fuera de casa.

Museo del niño, y sobre todo, para el niño. Yancuic promete ser un centro de vinculación, de educación y de dignificación de los niños mexicanos más desprotegidos. EP

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