This is a comal

“Un sudor frío le recorre la espalda mientras camina hacia la salida. El oficial que recoge los formularios, al mirar el suyo y la etiqueta roja en su maleta, frunce el ceño y le indica que vaya hacia una sala donde lo reciben tres policías con brazos cruzados.”

Texto de 29/12/20

“Un sudor frío le recorre la espalda mientras camina hacia la salida. El oficial que recoge los formularios, al mirar el suyo y la etiqueta roja en su maleta, frunce el ceño y le indica que vaya hacia una sala donde lo reciben tres policías con brazos cruzados.”

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Con la visa de residencia engrapada al pasaporte, Ramiro se apresta a recoger su maleta. Imagina que afuera hace frío, aunque su mexicanísima piel nunca ha sentido, ni puede imaginar siquiera, cuarenta grados bajo cero. Y el capitán del avión dijo que esa es la temperatura. Los guantes que le tejió su abuela aguardan acurrucados en el bolsillo de su chamarra, la más gorda y pesada que encontró. En la mochila trae un par más de calcetines que piensa ponerse sobre los que trae puestos (para eso compró botas grandes).

Pasan las maletas y la suya no sale. Los pasajeros que venían en su mismo vuelo ya van hacia a la aduana. Muchos abren su equipaje antes para sacar abrigos, bufandas, gorros, botas. A Ramiro no se le ocurrió eso: la calefacción lo ha hecho sudar y tiene deseos de quitarse la chamarra, pero necesitará las dos manos para jalar su maleta y le da miedo dejar su mochila y chamarra desatendidas, porque esto es Canadá pero no quiere decir que no roben, y él trae toda su vida a cuestas. Sigue esperando hasta que la banda se detiene. ¿Habrán extraviado su maleta? Ya le habían dicho que Air Canadá era una mierda pero no lo quería creer, con lo civilizados que son los canadienses. ¿También en el Primer Mundo pierden el equipaje? ¿Se lo habrán robado? ¿Y si se lo robaron en México antes de despegar? 

Está a punto de ir al mostrador cuando la banda se activa de nuevo y sale su maleta, gorda, pesada, completa, piensa él con alivio, hasta que se da cuenta de que está marcada con una etiqueta roja que exige que pase a revisión. Un sudor frío le recorre la espalda mientras camina hacia la salida. El oficial que recoge los formularios, al mirar el suyo y la etiqueta roja en su maleta, frunce el ceño y le indica que vaya hacia una sala donde lo reciben tres policías con brazos cruzados.

Suitcase on the counter, please —le indica el más alto. Debe medir dos metros y, aunque viste suéter, se le nota la musculatura. En México los policías son bajitos, flacos o gordos. Con razón siempre perdemos en el soccer, piensa Ramiro mientras sube su maleta—. Where are you traveling from?

Mexico, Sir —su acento lo hace sentir como Speedy González. 

What’s the purpose of your visit?

I’m a resident, see —y le extiende al oficial su pasaporte con la visa. El oficial mira la foto, mira a Ramiro y, satisfecho, le devuelve los documentos, que él de inmediato se guarda en el bolsillo de la camisa, junto al corazón, donde trae ya a sus dos patrias, la de siempre y la de estrenar. 

Open up your suitcase, please.

Nervioso, Ramiro desliza los cierres de la maleta y deja sus entrañas a la vista el oficial, que se ha puesto guantes de látex y procede a auscultarla. De pronto, su expresión cambia. De la neutralidad ha pasado a la sorpresa, mientras alza la mano y sostiene en alto lo que le ha extirpado del vientre a su paciente. 

What is this?

Ramiro lo mira con desconcierto. ¿No es obvio? Sin embargo, trata de ser comprensivo.

This is a comal.

A what?

A comal. You know? For tacos.

You brought a pan all the way from Mexico to warm up your tacos? —le pregunta el oficial, sonriendo con incredulidad. Qué ignorante puede ser la gente, en serio, piensa Ramiro. Creen que uno puede calentar tortillas en cualquier sartén, y pues no. Se necesita un comal, y este era de su abuela, el mejor de la familia.

Is my grandma’s. Very special comal.

El oficial asiente y sigue hurgando. De pronto, un nuevo gesto de sorpresa y el brazo en alto.

What is this?

Ramiro quiere decirle “no mames, güey, se nota a leguas”, pero responde tranquilamente.

Tortillas. You know? For tacos. You warm them in the comal.

El oficial niega con la cabeza y a Ramiro le entra miedo. ¿Es ilegal traer tortillas? El formulario de entrada hablaba de frutas, verduras frescas y carne —¡mierda! ¿La machaca empacada al vacío cuenta como carne fresca?— pero no decía nada sobre tortillas. Y su abuela las empacó recién hechas para que nomás llegar se hiciera sus taquitos de bienvenida. 

La danza se repite: auscultamiento, cara de sorpresa, brazo en alto y pregunta:

What is this?

Ramiro siente un escalofrío. ¿Y si lo llevan a la cárcel por querer meter al país, sin saberlo, algo prohibido? 

This is machaca. 

Mashaca?

Bueno, al menos no soy el único con un acento del carajo, piensa Ramiro y se arma de valor.

Yes. Machaca. You know? For the taco? You put in in the tortilla and you warm it in the comal.

Is it meat?

Very dead, very not fresh. My grandma packed it for me. With the tortillas and the comal. For a welcome dinner in my new country.

El oficial parece divertido pero trata de ocultarlo. Revuelve la intimidad y la vida entera de Ramiro, que ya siente como si estuviera agitándole los intestinos. ¿No se suponía que los canadienses eran mejor onda que los gringos? 

What is this?

Qué ganas de preguntarle al vato si no sabe leer. Ramiro le explica:

This is Choco Krispis

Shoco Chrispis? 

Yes, you know? With milk? For dessert after the tacos. Choco Krispis with milk: you’re in heaven.

You brought cereal? To Canada? Do you know how many different cereals we have here?

Ramiro se siente, de golpe, redimido, y tiene un destello de astucia:

Yes, but do you have Choco Krispis

El oficial permanece en silencio, desconcertado, y luego sonríe. Ramiro sonríe de vuelta y espera no tener que estrechar la mano del oficial. No quiere que note sus palmas sudadas. —Put your things back in your suitcase. Enjoy your dinner, and welcome to Canada!EP

DOPSA, S.A. DE C.V